Boletin Estudiantil Con Animo de Lucha

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Boletín Estudiantil -

Agosto/Septiembre 2013

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los terratenientes se confundió siempre con la ley. Desde el comienzo de nuestra historia, cierta gente se acostumbró a robar algo que no es posible llevarse para ninguna parte, que tiene que permanecer allí donde estaba. Se acostumbró a cometer robos que no es posible ocultar, a robar lo que enseguida se advierte que ha sido robado. ¿Cómo lo hacen? ¿Y cómo logran que esos robos sean enormes, persistentes, eficaces e impunes? El que logre explicarlo habrá llegado al alma de nuestra sociedad, a la clave de nuestra identidad, al secreto mejor guardado de nuestra nación. Imágenes tomadas de:

Con motivo de las últimas declaraciones del Presidente Juan Manuel Santos: “No vamos a permitir que los derechos fundamentales de millones de colombianos los vulneren unos pocos. Cuando comiencen a infringir los derechos de otros seremos implacables”, refiriendose a los bloqueos que pudieran realizar los manifestantes durante el Paro Agrario Nacional y a las medidas a tomar por parte de la fuerza pública, reproducimos el siguiente artículo, escrito por el columnista del períodico El Tiempo, Cristian Valencia, quien nos muestra la lógica bajo la cual se solucionan los problemas en este país.

L

os juegos del hambre

por: Cristian Valencia, 15 de julio de 2013. Tomado de periódico El Tiempo

El modelo es el siguiente. Un grupo de campesinos o de obreros o de transportistas o de trabajadores de la salud o del magisterio exigen sus derechos por medio de innumerables cartas. Escriben cartas para los ministerios, para pedir que se reconozcan sus derechos. Y como nadie les para bolas, cansados de intentar las vías institucionales, entonces hacen manifestaciones públicas o bloqueos o plantones. Y la respuesta del gobierno de turno es la misma siempre: “No vamos a negociar bajo presión”, o, peor aún, estigmatizan aquellas marchas y plantones y bloqueos diciendo que están infiltrados por las Farc.

gociar bajo presión”. Es perverso. Pareciera que quieren sacar a los campesinos de donde están para poder extraer los recursos naturales a saco, como piratas. Y como aquello queda tan lejos de las ciudades, y como bajo ese esquema no existiría quien se queje, pues con seguridad harán lo que les venga en gana. Me sumo a todos los paros, los apoyo decididamente. Apoyaré el paro de agricultores, el paro de los mineros tradicionales, el paro cafetero, el paro del Catatumbo. Desde Bogotá o cualquier otra ciudad de Colombia hay un desconocimiento tenaz de cómo viven los colombianos en el campo. Son pocos los reportajes en noticieros de televisión que dan cuenta de ello. Los medios y los periodistas tenemos un poco la culpa de esto. Es descabellado que en algunas regiones del país haya familias pasando hambre al lado de poderosas multinacionales que parecieran escribir las políticas públicas. Sin duda, nosotros los periodistas y los medios de comunicación podríamos mostrar de una mejor manera la difícil situación que viven los colombianos del campo. Porque el desconocimiento es tenaz. Y, como van las cosas, creo, la opinión de las ciudades piensa que todo campesino es de izquierda, comunista o guerrillero. Entonces, será imposible la reconciliación.

¿Qué clase de paz queremos? La paz tiene que ver con un país más justo. Cómo quisiéramos todos no ver más ancianos haciendo filas interminables desde las tres de la mañana por una cita médica; cómo quisiéramos que los campesinos tuvieran una vida digna; que hubiera un poco de orgullo nacional a la hora de hacer políticas justas para las multinacionales que extraen nuestros recursos naturales; que la educación de calidad fuera un derecho fundamental; que hubiera constante capacitación técnica para los agricultores, Solo cuando la protesta se convierte en un problema de or- para que puedan enfrentar esa horda de tratados de libre coden público el Gobierno decide enviar negociadores. Y el mercio que se vienen encima. Si no la entendemos así, enmanejo de los medios hace eco a esta posición del Gobier- tonces volveremos a los juegos del hambre. Los de siempre. no, desconociendo que ese problema de orden público se pudo haber evitado si hubieran atendido las innumerables cartas enviadas. El modelo es perverso y no sé quién lo inventó, pero todos los presidentes lo manejan como expertos: “No vamos a negociar bajo presión” es el caballito de batalla. Para nadie es un secreto que Colombia es un país de muchos recursos naturales. Y que esos recursos están en el campo. Y que donde hay recursos naturales hay conflicto. Guerra. Y que donde hay guerra hay hambre, desplazamiento y depreciación de la tierra; y que esas condiciones benefician a grupos al margen de la ley y a multinacionales, que hacen lo que les viene en gana. Y que los únicos damnificados siempre serán los campesinos que no paran de escribir cartas a ministerios indolentes. Y luego, cuando deciden plantarse, les dicen: “No vamos a ne-

Protestas en el catatumbo. Imagen tomada de http://pepitorias.blogspot. com/


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