La Mancha 100

Page 20

L

Juan Carlos Sotillo La Mancha 10, septiembre 2004

38

os mitos se derrumbaron. Las creencias dejaron de ser estáticas. La lógica ya no era la misma logiquita barata del dizque sentido más común. Porque trataron de alimentarse de su cotidiano estéril, porque se dieron cuenta de que negar las cosas no es suficiente para que las cosas dejen de existir, porque se dieron cuenta de que el avestruz lo había notado antes y le agarraron rabia por anticiparse a la ranciedumbre intelectual. Porque era más cómodo sentarse a ver cómo corre el tiempo que ponerse a correr con él. Así fueron alimentando la lógica de la negación. Niego lo que no quiero ver, me convenzo de que (oh, nueva era) pensando algo con los ojos apretados y las uñas duramente clavadas en las palmas ya es garantía para que ese «pensamiento positivo» troque en verdad mis mentiras egoístas. Pensares que no pudieron convertir en sentires las olorosas damas que marchaban en monos rosa con zapatos de goma que alcanzaban para alimentar una familia durante seis meses o más. ¿Cuánta porquería de la más costosa no se vino abajo con todo esto que estamos viviendo? A Dios gracias, ¿por qué no?. ¿Y se ha puesto a pensar usted, querido lector, en cuánta de esa ingente cantidad de paja carísima era nuestra; es decir, pensada por nosotros, parida entre nosotros? Le aseguro que no encontrará ejemplo alguno. Porque nos disociamos de nosotros mismos, porque alienamos nuestra magia que huele y calienta el alma por otra de un «wizard disneyficado» que ni siquiera es capaz de darme hambre cuando sus desabridos hot dogs pasan, vaporosos, por la nariz. Porque todo lo que se pagara en billetes verdes anglo comprantes era mejor que nuestra maravilla con sabor a ron o a cachapa de hoja. Y eso para sólo hablar de lo que más palpábamos. Imagínese usted algo más grande, como por ejemplo, la economía. ¿No ha pensado usted que eso funciona como un programa de computadora? Alimente usted el sistema operativo neo-liberal y todo le va a funcionar bien, pensaban ellos. Nosotros nos encargamos del mantenimiento, de darles asesoría, etc. Ah, pero eso sí... eso cuesta (dólares para nosotros... dolores para ustedes, para su mayoría insensata) Trate usted de cargar su país con un sistema operativo diferente, por ejemplo, trate de ser socialista (por no decir comunista, porsia) y nosotros nos encargaremos de mandarle un virus que haga que ese engendro deje de funcionar eficientemente y, en algún momento, colapse. Y eso que nada más pensé en dos ejemplitos... Ponga usted el resto; le aseguro que tendrá de sobra. Pero todo eso se les vino abajo y no han encontrado qué hacer, porque el manual de cómo actuar en casos así no lo venden todavía. Y ellos pensaban que sí, que en Chile o Viet Nam había aprendido algo. ¡Jah! Pero aquí se les enredó el asunto. Lo saben: Lo sabemos. Ya deben estar buscando qué nueva ideología empezar a mercadear para que su miserable sistema de costumbres se nos vuelva a meter por los ojos. No dudo que haya quien lo compre, pero ya no será la mayoría. O ya

tendremos, como ya los hay hoy, algún líder que agarre a su gente de la mano y le diga: por allí no… vénganse por aquí, sigan esta Biblia azulita y hecha por nosotros, ¡vengan! Ya está en marcha ese cambio que tantos de nosotros añoramos casi que desde nuestro nacer a la vida. La mayoría lo sabemos. Tomemos, por ejemplo, el proceso educativo revolucionario. No es sencillo cambiar paradigmas, pero algo se está haciendo y es algo importante, maravilloso. La educación está basada en pensamientos que ponen las cosas en su lugar, que no aíslan sino que integran, que no sacan de su contexto las cosas sino que las consideran parte de un todo indisoluble. Por supuesto que ese pensar nuevo dará origen a conclusiones válidas y de mayor potencial explicativo que cualquiera de los métodos mecanicistas y positivistas a los que veníamos rindiendo culto. No del todo errados, para ser francos, es verdad, pero sí agotados en cuanto a su alcance deductivo en gran cantidad de áreas, sobre todo el ámbito social. Así se logra conectar inmediatamente al individuo con su entorno inmediato: familiar, social, etc. y lo ubica, en nuestro caso, en un contexto integrador, desde lo más inmediato, digamos la familia y la comunidad donde habita, hasta lo más extenso, por ejemplo, nuestra América toda. Claro está, no nos engañemos. Tenemos enemigos. El principal es la impaciencia, el creer que esto que llamamos revolución es un acostarse hoy y despertar mañana y ya todo será nuevo. Hay que tener cuidado con pensar tipo disney de nuevo. Este proceso que estamos fraguando es costoso, es lento. Pero es nuestro y para nosotros, así lo conocemos mejor de lo que creemos, porque se trata de hacer cotidianos nuestros sueños, de hacernos el camino para que nuestros logros tengan sentido y los celebremos con sonrisas de amor profundo. Porque, definitivamente, nuestra revolución es una revolución de amor. Es un cuento viejo, de cuando andaba un Galileo por esas tierras hablando de amor de los unos para con los otros. En ese sentido es simple, pero no se imaginan (o si, de verdad) cuánto cuesta traer a la realidad compleja en que vivimos esos aislados pensares que siempre oímos por ahí, volando solos a nuestro alrededor. Revolución Bolivariana es ponerle color a nuestros sueños, es levantarnos cada día con la certeza de que somos, de que vamos a seguir siendo hechos de sueños y magia, es el pensarnos como partes no aisladas de un todo que nos necesita, de una totalidad en la que engranamos perfectamente. Es sentirnos realizados en cada sonrisa y en cada apretón de manos de un ciudadano de nuestros parajes antes olvidados. Es regodearnos en el sabor de una mazorca y saber que somos nosotros los que la dimos a luz. Revolución es, por supuesto, más que eso. Es el todo y son las partes, es la suma de esas partes y de sus relaciones imbricantes que da nacimiento a un todo que se apoya en cada una de sus partes y que las alimenta. Es complejo, es difícil (olvídense de que son sinónimos, por favor) pero es posible. Lo estamos haciendo.

Editorial La Mancha 57, 2da. quincena de julio 2008

¿

Qué pasa cuando ponemos el poder de comunicar en los medios comerciales? ¿A quién estamos despojando del poder de comunicar cuando lo hacemos? ¿Qué hay detrás de este poder cuando está en manos de unos pocos? En estos tiempos de numerosas conversaciones acerca de la comunicación hemos visto cómo muchas veces se deja de lado la concepción de que la comunicación es ante todo un acto humano vital y se enfatiza la idea de la comunicación relacionada a los “medios”. Habría que decir para ser más exactos, que no se habla de la comunicación en sí, sino de los medios de comunicación. Todos comunicamos en todo momento. Comunicamos con nuestra manera de vestir, con nuestra manera de cortejar, con nuestros gestos corporales, cuando hablamos, cuando reímos, cuando lloramos. Acaso la comunicación humana vital sea más compleja de discutir que la “comunicación mediática”. Asociamos lo social a la comunicación de masa, dejando abandonada al azar y de manera irresponsable el origen del problema, es decir la comunicación humana vital sin darnos cuenta que es en ésta donde se origina la mayoría de los problemas que asociamos con lo “comunicacional”. Cuando decimos que los medios están en crisis, deberíamos decir más apropiadamente que la comunicación humana vital está en crisis, e ir atrás, al origen del problema a ver qué es lo que nos está sucediendo. Es más fácil ubicar el problema en los medios y tratarlo afuera, en el otro, en el sistema, que remitirnos a nuestra propia persona y escudriñar la sensible piel de lo psicológico, de los malos hábitos comunicacionales, de nuestra incapacidad de oír y de transmitir nuestra ideología con nuestros gestos. A cada rato cometemos disparates comunicacionales vitales y no los identificamos como problemas. Los medios de comunicación que tenemos son el simple reflejo de los hábitos comunicacionales que hemos construido, un manojo de enredos, impresiciones aburrimientos, incoherencias, excesos, abusos y mediocridades. Es hora de avanzar en una autocrítica que permita identificar el origen interno de estos problemas. No podemos construir medios sanos cuando nuestra comunicación vital está enferma, y es que está enferma cuando somos usuarios de los medios y también cuando somos productores de contenidos. En estos tiempos cuando ya no nos tiramos en un sofá a ser “televidentes” ni “radioescuchas” sino que hemos comenzado a adquirir el estatus de “usuario” y creador de contenidos, se hace más evidente esta compleja trama de problemas, entonces salen a la luz y nos dan la maravillosa oportunidad de discutirlos. La revolución invita a hurgar en todos los espacios y a asumir de cara a la historia, la responsabilidad de la comunicación desde los espacios íntimos, familiares y vecinales, para hacer una base sana que permita en un futuro no muy lejanos comenzar por fin a comunicarnos saludablemente.

39

Janette Rodríguez Herrera La Mancha 46, diciembre 2007

Andocomunicando nació con un planteamiento extremo, sin piso, ni paredes, nació para que cada uno de los colectivos de comunicación popular, dé de lo

que tenga, nació de la necesidad de construir algo que no existe y que se manosea pero sin una clara intención, dejar que se active: ARTICULACION ¿…?. Luego de algunos años de andocomunicando nos detuvimos a evaluar el desarrollo de la experiencia y nos dimos cuenta que no fue entendido este espacio y año tras año repetimos un modelo caduco y vació que daba como resultado siempre en las conclusiones del evento la necesidad de articulación, como un cliché. Vimos sorprendidos que quitando una que otra experiencia especíica los colectivos siguen esperando como si la articulación pudiera caer del cielo, no se asumen compromisos con los proyectos, ni siquiera con los que los mismos colectivos proponen, ni siquiera recogen el periódico del otro para saber qué están haciendo, en qué andan, mucho menos para leerlo. Si nos seguimos preguntando ¿Cómo articularnos?, es porque de alguna manera no hemos entendido que la articulación se construye desde el trabajo conjunto con los colectivos, sin indicaciones, ni directrices, sólo porque estamos haciendo el mismo trabajo y queremos crecer, respetando nuestras diferencias y nuestro estilo de hacer las cosas. Nos planteamos que la participación en el encuentro andocomunicando esté sujeta a propuestas escritas hechas por los colectivos y enviadas con un mínimo de una semana por adelantado. Estamos hablando de comunicación impresa revolucionaria, por lo tanto es importante plantearse la imperiosa necesidad de que nuestras propuestas estén en manos del colectivo antes de encontrarnos para que la conversa se genere desde el conocimiento de las diversas posiciones. Tenemos que tener clara la motivación detrás de cada uno de nuestros esfuerzos, ¿es realmente mi periódico un espacio para que la gente se exprese? o ¿el periódico es una excusa para que la gente lea mi pensamiento esclarecedor y sea iluminada por mí? ¿Tiene la gente allá afuera la necesidad de expresarse? o ¿Sólo quieren que le den todo digerido y poder ellos repetir lo que dice el otro? ¿Quién debe escribir en los periódicos alternativos YO, EL, NOSOTROS? ¿Hay que empujar algún hecho comunicacional? ¿Cuál será el que habrá que empujar? ¿Quién creó el hecho comunicacional que yo tengo que empujar? ¿Qué quiere decir avanzar en el hecho comunicacional? ¿Qué es el hecho comunicacional revolucionario? ¿Cómo no reproducir el hecho cultural consumista? ¿Cómo damos direccionalidad al hecho comunicacional? ¿Cuál es la dirección que debemos darle? ¿Qué es la direccionalidad? ¿Qué es línea comunicacional? ¿Debo tener una línea comunicacional? ¿Quién decide la línea comunicacional de un periódico que es espacio para la comunicación liberadora? ¿Es la comunicación liberadora una línea? ¿Cuál es la comunicación para liberar? ¿Existe una comunicación para liberar? ¿Cómo puedo dar espacio para que construyamos una comunicación que libere?. Queremos contestar mis preguntas y las tuyas...


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.