Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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para diferenciarse, escogieron la bandera blanca con la cruz roja, todas identificadas con ~us respectivos santos patronos. Esos colores no se escogían arbitrariamente por los heraldistas, sino que tenían que simbolizar principalmente al santo patrón seleccionado por las distintas órdenes, de los que eran sumamente devotos. Es eminentemente lógico que los Caballeros de la Orden de San Bautista de Jerusalén adoptaran el color principal identificado en esa época con su santo patrón, el rojo, que les fue confirmado pOI: sucesivos pontífices de Roma y usado en sus banderas, uniformes militares, escudos y navíos de guerra. Esta composición está de acuerdo con la Cédula Real, y de acuerdo en parte con el escudo basado en el estudio de la Sociedad de la Historia de Puerto Rico en 1913, según copia que hizo litografiar el señor Ernesto Fernando Schluter, dibujo que aparece en el estudio del escudo de Puerto Rico publicado por el periodista Enrique Ramírez Brau en 1937, y en la bibliografía puertorriqueña publicada por el señor Fernando Géigel Sabat. Su creador fue el insigne escritor señor Agustín Navarrete y Texera, coautor del estudio de la Sociedad de la Historia y hábil pin·tor heráldico, y no era el escudo del Estado Mayor del Ejército Español en Puerto Rico, como se ha alegado por los señores Rafael Colorado y E. Ramírez Brau. El campo del escudo ya descrito debe estar circundado por la orla, o sea, el filete que rodea todo el campo interior, formando dentro del escudo una faja que separa el campo interior de la bordura exterior. La orla sobrepuesta en la mitad interior de la bordura corresponde al campo total del escudo y su ancho debe ser la mitad del ancho de la bordura. En la orla van dibujadas, según la Cédula Real, las figuras secundarias del escudo, separadas en dos grupos: 1) "castillos e leones"; 2) "e banderas e cruces de Jerusalen". El primer grupo es simbólico del reino colonizador, Castilla y León, y el segundo grupo, del nombre de la isla de San Juan Bautista, invariablemente unido al nombre de Jerusalén. Nos parece que la intención del Rey fuera conferir tanto las banderas como la cruces de Jerusalén, por su relación ideográfica con San Juan Bautista, nombre de la isla, en cuyo día se inició su vida como pueblo cristiano. Los motivos que tenemos para pensar así son que al especificar "castillos e leones", fue clara la intención de unir esas dos inseparables figuras como honor concedido por parte de los reinos de Castilla y León, que eran los reinos dominantes en la conquista. Si al decir "e banderas e cruces de Lherusalén" a renglón seguido, hubieran querido significarse las banderas de Castilla, León, Aragón y Sicilia, cuarteladas, existiría un desbalance al terminar el orden de la orla, no con otra figura más representativa de dichos cuatro reinos, sino con cruces de Jerusalén al final, las que verían fuera 4

de lugar y de propósito. En tal caso nos ínclinaríamas a creer que las banderas ·fueran las de Aragón y Sicilia, cosa imposible, en vista de la regla inflexible del Rey Fernando de no conceder divisas de sus reinos particulares como Aragón, en escudos originados en la reconquista o en la conquista de América. El Rey Fernando dominaba los estados de Valencia, Sicilia, Cerdeña, Cataluña, el ducado de Atenas, Nápoles y las islas Baleares. Ostentaba también, el título de Rey del Reino Latino inexistente de Jerusalén, y Protector de ·la Orden de San Juan de Jerusalén a la cual pertenecía, y cuyos distin· tivos podía conceder legalmente, sin violar el pacto real entre Castilla y Aragón. Cuando murió Isabel en noviembre 29 de 1504, Juana ascendió al trono de Castilla y León, continuando su padre, el Rey Femando a regir sus estados de la corona de Aragón hasta 5U muerte en 1516. Su yerno, Felipe 1 rigió como Rey de Castilla hasta su muerte en septiembre 25 de 1506. El Cardenal Jiménez de Cisneros gobemó entonces conjuntamente como regente con el Rey Fernando, a cuya muerte, toda España, que ahora incluía las recientes conquistas de Fernando el Católico, de Cerdeña y el Rosellón, así como Navarra, vino a ser regida por Carlos 1, quien gobernando a nombre de su madre, la reina propietaria doña Juana, heredó no sólo los estados de Aragón y las posesiones italianas de su abuelo Fernando el Católico, sino las grandes posesiones de los Países Bajos y Europa Central de su abuelo Maximiliano, de la Casa Habsburgo. Hemos hecho este breve recuento histórico para demostrar por qué creemos que el Rey Fernando no concedió sus armas para' nuestro escudo en forma de las banderas cuarteladas de Aragón y Sicilia, o de los reinos de Castilla, León, Aragón y Sicilia. En primer término, si al conceder "castillos y leones", hubiera repetido en la orla las banderas de Castilla y León con sus propias cruces relacionadas, la intención hubiera sido bien clara de querer agregar algo más a esa real representación. Pero al especificar "banderas e cruces de Iherusalén", se observa claramente un cambio de intención para otro fin, que no podía ser otro que el de simbolizar ideográficamente el nombre de la Isla de San Juan Bautista, motivo dominante y parlante del escudo, y no las armas de Jerusalén. Al unir en un segundo grupo de figuras simbólicas, "banderas e cruces de Iherusalen", salta a la vista la intención de significar el nombre de San Juan en alguna forma adicional a "la devysa de Sanct Joan" que carga el cordero heráldico, motivos todos relacionados estrictamente con Jerusalén. Al especificar banderas, junto a cruces de Jerusalén. en este segundo grupo de figuras, las separó totalmente del primer grupo de "castillos e leones", en forma muy efectiva y clara. Es claro que fue una ·bandera y no estandarte,


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