Margaritas: colección de composiciones en verso (1908)

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Colección de composiciones en verso por MANIJIH, MARIA RAMlllEZ.

Cuasi - prólogo de

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Imp. "La IncluetHa. "-San GennAn.

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ritemocia· del ilustre Jaime Sa1'cf-to CardoT'la1

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esdarecid~, escritor y poetal . el justo varó~ que-·dedic6 los a os de da una part~ 4e su vida en eq,ur, á 1 · juventud, protejer .al desvalido . y .. u ar d~ -sus ·dolores físicós y morales á 1• iñ z desamparada. . · .

'He aquí cómo le retrata el celebrado· onafo~x, en· su libro «El Avispero:• " .

«Perdido para la ciencia, perdidQ para la 'juventud, perdido para \ávida por el Crl·men de haber amado mucho, llenando sus ~ebercs de médico escrupuloso y de homWe

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h·o nrado:· elXloctor. Sancho conserv~, coa re : sigtqción sm ejemplo, su .fresca sonrisa .de niño· inocente. Es extraordinario .el espec. 'táculb de un p'araÜtico que lev.a nta la corcova dt¡ .su inmºerecida desgracia para. sonr~ir. con ·a mor, y son verdaderamente hermosas l1nas muletas coronaGlas Pº! una aureola de .paz\i> A la niemoría, pues; d'e ·~quel q~e fu é mi buep maestro, y más que eso, mi catiñosa padre y am.igo, dedico este libro: humil ~ des marga.ritas del infecundo campo de mis j uvenjles ensueños. . . . ' A su ·solícito afán para commigo, cuan do era niño; á sus em;eñanzas puras, debo lo poco qne sé . . Justo, tñuy j~sto es, <1}Ue las primerdS flo·res que nacen e'1.1: ~iera cultivad a p9r , él, las re€oj a para ofr~ ndarlas en su tumb~ .c~ n1o. mi }lomeoaje de agradecimieu- . to y cariño á su recuerdo.impetecedero.

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·~a.nuel W{.aria. 'fiamí.r ez."

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' Morgantown,· W. .Va. , 1908.

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C~asi-prólogQ, • Si yo pensara c0mo Remy de Gourtnont,

á fé qqe b ubida aconsejado al autor de ·este libro, no obstante los alto9 y recomendables móviles que .á ~u publica~ión le impulsan , qu.e desistiera de · sp noble empeñó.

Y es que el ilustre si111bolista, hade - · . do gala de un fanatismo de escúela, permcioso como todos los fanatismos, llegó á dJ..c~·~ ?S que 110 existen más .que dos clasJs de poetas: · los que tietieti'talento: los 9ecaJentes; los que no lo · tienen: todo~ los · dem ~s. Y como es este .un libro, en el · cual su· autor · ha sabido esc'urrirse á la influencia de los p~e.ud_o-refonnadores .en li.

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teratura, para los cuales no hay arte posible sin infinitas nostalgias de países ignotos, sin princesas de ojos gláucos, sin cisne-;, sin magos, y sin todo ese bagaje ex6tico que en versos dislocados nos cantan á diario los pontífices del simbolz'smo difunto, como dijera Max Nordau; claro está que abundando yo en las mismas ideas, un tant-ico exageradas. de Gourmont, hubiera dicho al j6ven autor dt: esta colección de margaritas, frescas y sencillas como flores nacidas en tierra fecunda, al cariño de la lnmbre solar y al amor de bienhechor rocío: guárdt:Se usted esos versos, dulces, tiernos y sanos, para cantarlos á niñas sentimentales y románticas, allá, en el rinc6n vetusto, donde surgió usted á la brega fatigosa del vivir.

Pero como en mis cánones artísticos yo no practico la anarquía del arte- nv en tran ni con mucho, quizá por saludable inferioridad mental de que me precio, los preceptos de la escuela decadente, á que se entregan, por cederá los convencionalismos que privan, muchos de nuestros jóvenes in telectuales; · y como entiendo con un gran esteta, comentarista insigne de Tolstoy, que el Arte es el heraldo del alma; justo es que me regocijf': con la publicación de este bello libro, en el cual hay defectos, y grandes sin duda, pero que tiene, en cambio, el

VII

mérito de ser una obra no!:>le y buenamente sentida, en la cual el poeta ha vertido su alma, cristalino vaso que albergara en amorosa convivencia, esperanzas, nostalgias, penas y amores, esas flores hieraticas del coaz6n, que constituyen el doliente tesoro de los tristes .

***

No ha hecho Manuel María Ran~írez en esta colecci6n de versos una obra fundament::il y definitiva; antes por el contrario, y él, espíritu juicioso así lo comprende, ha iniciado su labor literaria, para la cual tiene, Y de éllo es este libro prueba irrefragable, disposiciones muy felices, qu'! ya quisieran para sí muchos eunucos de las letras, escritores de pandi!la, á quienes estoy causado de oir llamar por los más descompasados é 1 hiperb61icm; adjetivos, cruel ironía del periodismo .

No es ésta tampoco la obra de un irre- 1 flexivo , ávido de notoriedad. Ambición tan mezquina podrá avenirse á la manera de ser de un pedante, huérfano de toda luz intelectual; nunca al carácter estudioso y pensador de quien, como Manuel María Ramírez, ve en la~ funciones del gay saber, áL más de una misión noble y elevada, por Jo artística, el más generoso magisterio.

***

VIII

Dos son los m6viles que impuls:m al autor á la publicación de esta obra. Uno, su verdadero amor á las letras, su afán solícito de albergar en el regazo cariñoso de un libro las creaciones dispersas de su cerebrn, distintas manifestaciones del sentimien.,to, que por llevar el sello de la sinceridad, y por ser, ora tristes, ora alegres, y siempre dulces, flores del bien: tiernas margaritas del jardín .del alma, merecen vivir e::: las páginas de un libro.

La otra causa que moviera al autor á dar publicidad á estos versos es, si bien . de índole distinta, no menos elevada.

Trata el jóven poeta, á quien la suerte se complace en brindar amarguras y sinsabores, quizá para dar fecundidad á su imaginación-que el dolor ennoblece el pensamiento-de allegar recursos con el fin de continuar el est.udio del Derecho que comenzara con grandes alientos en la Universidad de West Virginia.

Y si laudable y causa de regocijo es ver que la juventud puertorriqueña se abra paso en las aulas continentales, en lucha á veces con infinidad de obstáculos, que una voluntad firme y decidida 'no es suficiente á vencer; noble, muy noble y digno por todos conceptos de generoso apoyo es quien, como Ramírez, trata de llegar á la consecu-

IX

C!On de tan enalt'ecedor empeño, dando a la estampa un libro sano y bueno, en el que se hace arte y se hace patria.

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@uevas ~equei:<c:.

Morgantown, \V. Va . • 1908.

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Vais, margaritasjóv~nes, á. recorrer eLmund.o:'' 'Vals arremolinadas en brazos de la brisa, · Dejam\o tras vosotras la esencia deleitante ·' De vuestras copas frágiles <)Ue la vejez marchita.

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Ignoro vuestra suerte: .A.caso echeis raíces las oscuras selvas donde los olmos crecen; O acaso en el camino,. bajo la planta brusca De un alma incompasiva, encontraréis la muerte. ¡Oh flores de mi vidai Volad,: no ós detengá\s: Seguid la sendá triste que os señaló el Des ·µo . . .

No imporutque os ultrajen las:i\mas que no sienten: ¡Pagad con mucha esencia su proceder inkuo ! .

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A mi madre. '!

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1 No te puedo recordar, Pues muy pequeño era yo, Cuando tu imagt'n voló De las glorias de mi hogar.

Más te siento palpitar En mi sér con ardimiento, Y también, madre, te siento Que en mis horas de aflicción, Consuelas mi corazón Y alumbras mi entendimiento.

11 ¡Madre! ¡qué mucho he llorado 1

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En esta vida traidora! .....

Así el avecilla llora La madre que le hau robado ....

Tu nombre en mi alma grabado Cubre de llanto mis ojos: ¡Ay, quisiera en mis antojos Llegar hasta donde tí, Para besarte, y allí Postrarme á tus piés de hinojos!

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III

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Como infe!iz peregrino Que vaga sin rumbo cierto, Cruzo el árido desierto Que me ha trazado el Destino. ¡'l'odo es obscuro y mezquino De mi vista en derredor!. ... ¡Ay, madre, cuánto dolor Para tu hijo desgraciado Que en su vida no ha probado Las delicias de tu amor! ....

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Ruge el huracán bra\'ÍO, Muere el Sol eu Occidente, Y por la abrupta pendiente Salta desbordado el río ; En lo :i.lto del vacío El relámpago chispea ; La tierra se hambolea, Duda el pensamiento humano,

. 7 Y las aguas del Oceano Muévense en ruda pelea.

V Y cual hoja carcomida Que el huracán arrastró, Así, madre, ruedo yo Sobre ese mar de la vida· Sin hallar un alma henchida De caridad y consuelo Que mitigue mi hondo auhelo Como una mad re lo haría .... ¡Sois las madres, madre mía, l,o más griinde que hizo el cielo!

VI De todo vivo dudando, En nada del mundo creo: Todo á mi paso lo veo Negro, mísero, nefando ...

Un rayo de luz demando Que ilumine mi conciencia: ¡ us tan poca mi experiencia, Tan poco mi entendimiento, Que en 1J1Í amargo desaliento !Judo hasta de la existencia!. ...

VII Nada de la suerte anhelo; Nada busco, uada ansío: Es un enigma sombrío

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Mi paso por este suelo .. . ...

Si alzo los ojos al eielo, Está obscuro para mí, Miro á la tierra, y allí No hallo paz, ni encue~tro calma: ¡Y entonces, madre del alma, Clamo anhelante por tí! ....

VIII ¡Madre! ¡Qué triste es vivir' Como yo vivo, sufriendo! ... ..

Perdóname si te ofendo: Quisiera, madre, morir. .....

Cansad0 de resistir Las penas del mundo impío, Tau sólo la muerte ansío ...... ¿Has muerto tú? Pues así Descansaré junto á tí, ¡Junto á tu amor, que es el mío! ...

Mayagüez, r905.

A mi padre.

I Eres el héroe que afrontó valiente En todas las batallas de la vida, La peligrosa y fuerte sacudida Y el estallido del volcán rugiente.

Sereno el corazón, alta la frente; Despreciando la sangre de la herida, ; Que abrió el dolor en tu alma enardecida, Marchaste en pos de un ideal vehemente.

Hoy viejo estás. La nieve de los años Ha cubierto de canas tu cabeza Y arrugado tu frente sin mancilla; Y aunque sufriendo crueles desengaños,

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Luchas audaz con sin igual fiereza, Como el soldado q tte jamás se humilla.

II Fué la honradez tu egida sacrosanta; El trabajo la espada cortadora Que esgrimiste con mano vencedora .,En tierra que pisó tu huinilde planta. ¡Con cuánto amor, con valentía cuánta, Supiste soportar hora tr:u; hora Esa .lucha tenaz, lucha que adora Tu corazón que nunca se quebranta! . r

¿Y para qué tn afán y tu tristeza, Si el premio al que trabaja ·consagrado Al fin no más te concedió la suerte?: •

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i TJn caudal de dolor y de pobreza; Muchos hijos, un nombre respetado, Y 1111.triste hogar en que hallarás la muerte!

Bogar

n~tivo.

No hay sitio más sublime, más sagrado, En esta vida amarga y pasagera, Que el · bello hogar, de aromas saturado, Donde vimos del sol la luz primera.

Asilo grato, paraíso hermoso, U 11ico edén de nuestro amor querido, Donde halló el corazón dulce reposo Como el ave en las sombras de su nido.

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Morgantown, W. Va., 1go8.

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Santo recuerdo á nuestra mente lleg'a Si volvemos la vista hacia el pasado; Y un instante á gozar feliz se entrega El pobre corazón decepcionado. · Porque al palpar la realidad odiosa

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Nuestra frente, con lal;>i o sonreído, SolÍcita uos daba fuerte .abrazo, ?xcl~mando amorosa: «¡hijo' q~tericlo!'i>

Que puso en nuestras manos el Desti119, , \__ Dentro ..del pecho el bienesta~· rebosa Al r~cordar aquel h.o gar divino. . ) . . Aqu.el hogar· de luz y de armonía, Aquel hogar de dlch~s y de- amores; ~· . 'BriJ.l ánte cqmo el. sol del medfo-día, · Puro cowo ia 'esencia de las flores.

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». Allí con fé y ven'eración supimos 'Respetar nuestros padres cariñosos; y a balbucir ms nombres aprepdimos, Y esos ugmbres á honrar: r petuosos. ·. Allí ·veló nuestra niñez risueña La vírgen del candór ·y del consuelo: La v'rgen-madre, con que ~i ·a lma· .su~ña .

Cuando remonta al infinito · el vuelo.

Si ei. llanto · á . nuestros oj~s acu'día, Ella como t1osotros soÜoza.ba; · · Mas siempre sonreír se la veía _ Cuando alegres ·jugar nos contemplaba.

A veces reclinando en su regazo

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¡Oh madre, virgen-madre! En aquel templo Con tus ·besos supi~te ·demostrarnos, . · 'Que eres en la eXÍ'stencia _el sacro ejen'iplo ·Por el. que todos hemos_ de guiarnos! ,¡ Hogar, nativo hogar¡ ¡Ay, quien pudiera · Volv.er donde tu ale:ázar sacrosanto, Volver á aquella edad ' tan .lisonjern: ¡Cielo de luz y verdadero enea.u to!. ... · Y estas horas tornar, tan nebulosas, Por tus horas de dichas y primores·, Para vivir, cua! tiernas m~rip.osas, En medio de perfumes .Y de flore~.

Allí. en piadosa y apacible calrua Ví~o~ correr nu~~t.ros y.>rimeros ttños, Inquieta siempre y ' expausiva ·el alma, Entonces _ignorante á los eúgaños.

Cual · ángel tutefar del sentimiento Llegaba · á nuestro lecho, tietua ·y..ptir~; . ·A rociar ,nuéstrn frente con su., aliento, .A besar nuestros . labios con ter1~ura.

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Y aquella exclamación, coµq ue ·expt1 sn ba Su ternura' y -su fé, · la repe\ía ·Muchas veces .... ; y ·así le contestaba Goz_oso nuestro acento: «¡madre mía.» ....

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¡Hogar, nativo hogar! Dulce ~on~uelo SQólo nos quedt·a ·al pdrqnu uciadr tu .no mbre, ¡, . ~~. carac eres· e co1or e .. c1e1o . Grabado está· en .el corazón del _hombre. · 1 ·A~te tí et pensamien.to · emocionado .Te cantEt, y te. bendice; y te v.e nera: ¡Oh bello 'hogar, de . aromas saturado, Dond.e vimos del sol la luz prim.era!

Mayagüezr 1905.

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Roches·dé invierno•

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R. M. Cuebas Zequelra.

Se · ácerca el invierno . triste y at_erido, con sus noches ~uy ' htrgns - y negras, . con sus dfos muy cortos y f~íos ~ ~ Ya las brisas heladas del ,Norte · ~ hienden con sus fuertes y : f~jantes filos los bosques ' y llanos qu~ habitan los robles y pueblan 1 s trigos.'

Se acerca el invierno tri'ste y aterido . . . . .

Ya ocultan, humildes, sus marchitos cálices .los cJaveles rojos y . lo~ blancos lirios; ya se quedan sin hojas los árboles; y se quedan sin aves los nidos,

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y los campos se tornan desiertos, mustios y amarillos .

Se aceréa el invierno triste y aterido, con su manto de nieblas y escarchas, con su capa de nieves y fríos . . .

Se acercan las noches más. tristes del año para el que muy léjos de su lar nativo llora decepciones, como el ave tierna que dejó su nido y fué en .busca de dimas mejores á playas distantes, á ignorad9s sitios .

Se acerca el invierno triste y aterido . . . ¡Ah, qué r.i&hes amargas me esperan, noches de--ffcuerdos y pesares íntimos! . ¡Qué noches tan frías, qué negras, Dios mío! .

¡· l\forgantown, W. Va., 1908.

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¡Dcsprcdol A Alfons_o Lastra.

¿Qué importa que de tí se hiy"i burlado? ¡.No te extrañe su vil hipocreda! ¿Que ayer con toda el alma te quería, Y á su fiel juramento hoy ha faltado?. : ... ¡Ese es el mundo, amigo! ¡Desdichado Quien muestra á sus designios rebeldía!. ... ¡No sufras más!.. .... ¡Renazca la alegría En ese corazón atribulado!. .....

Tú la llegaste á amar. Tu jóven vida En su imágen cifró toda la gloria, Y á sus piés te humillaste como un necio ... ¡Y en pago á tn lealtad, infiel te olvida! ... ¡Arranca es:i mujer de tu memoria, Y paga su traición con tu desprecio!. ....

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Blanda.na. ¡Ríet ¿por qué llorar? Si es la existencia Efímera'· visión, nube que pasa, Fantástico ideal, fosforescencia Que nos toca en ~l alma y nos abrasa.

Si es tan sutil la vida, si es tan corta. ¿A. qué llorar una ilusión perdida?

Al árbol quema el rayo, y lo soporta: Soporta tú las penas de esta vida. ¡Ríe! ¿por qué llorar? Abre la boca Y suelta tu sonrisa que me halaga ; Ríe sin miedo, con franqueza loca, Que esa sonrisa tu tristeza apaga.

Huyan de tus pupilas seductoras

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21

Las lágrimas malditas de la pena, Que el llanto que en tus ojos atesoras Es la hiel que tus fibras envenena.

Teje la .humaaidad ·su vestidura.

Para cub~ir su etewa hipocre8'a, Su nqt0 ~r. $&! aisteucia.úapm::a.

¡Ríe! ¿por qué llorar? No le hagas caso A esa turba locuaz que te escarnece, No mires á ese mundo que á tu paso Te insulta y befa Y. tu dolor .acrece.

¡Y eaa e& 1,a sociedad que DO&. embriaga, La que nos euso"1ece y ~iaa.: Esa es la hermosa y hechicera, Mega Que al mundo llena de pesar y ruina! .. ...

Que 5i el destino fué contigo ingrato, Si perd iste la honra inmaculada, ¿Qué ganas con llorar, y en tu arrebato Maldecir de la vida, desgraciada?

Riqu,eza y poderío, amor y. gloria: Por lo que el hombre á combatir se lam::i; Y sueña con llegar á la. victo.ri~ Alentando su fe ~on la esperan 7.a . .

¿Ve!i esa humanidad que te desprecia Y huye de tu mirada, poseída?

Pues esa humanidad es una necia: . . ¡Si supieras cuán se halla corrompid~i. . . : · Si conseguir pudieras ver su interno Que oculta con hipócrita falsía; Si admiraras las llamas del infierno Que mina y mata su exi~tencia impía; Si tus ojos á su alma descendieran Y allí fijaran sq mirada triste, ¡Cuántas inrquida~es deséubrieran Que á relatar el labio se resiste! ¡La humanidad! ¡Terrible mascarada Que por el mundo corre y ~e divierte Sin pensar que al final de la jornad~ Su risa en llanto trocará la muerte!

En oro y plata, en seda y pedrería,

En lucha abierta a.l ·sacr.ificio llega, A la terrible per.dición y al vicio: Nada consigue. Y ~udndo al fin se entrega, TJna mano le empuja al precipicio.

Gloria y. amor, riqueza y. J?Oderío : ¡Todo ficción IJQ más, todo quimera!

Nube que cruza el diáfano-vacío Sin dejar rastro en su veloz. carr~ra.

La gloria es sueño vano de la mente· La riqpeza, ilusión; el poderla¡ ' Ar bol que arrastra un día la corriente..... ¡Y el amor un amargo de.1ivarío!

El odio, 111, tr~ci6n, cl ser,v.ilismo·1 La maldad, el engaño, la viJeU.Son de la meQte el triste paroxúmo Que conducen al bomhre á su.impur~a.

Servil el hombre

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Conciencia vende;

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Malvado y cruel. su corazón traiciona: Engaña y befa á Dios .... ¡ Porque comprende Que Dios es bueno, y todo lo perdona!. ..

Si aunque tu cuerpo se halla corrompido, Tienes un alma vírg~n. que fttlgura Como un astro en el cielo suspendido. ¡Guarda, pues, esa tu alma transparente Que es tu único tesoro y tu consuelo: ¡Esa~ de Dios! Del Ser Omnipotente Que domina en la tierra y en el cielo! ¡Y ríete del mundo que, inhumano, Tu cuerpo pervirtió con su veneno!. ... ¡Tu alma te salvará! ¡Dios Soberano Al morir tú la acogerá en su seno! .....

Y si es esta la vida, ¿por qué lloras? ¿Por qué tu corazón lágrimas vierte? ¿Por qué tu amarga condición deploras Y te lanzas en busca de la muerte?

Tú eres muj~r, y fuiste pura y buena; Y si has pe~ado, el mundo es el culpable: ¡También fué pecadora Magdalena, Y no fué Magdalena despreciable!. ... ¡Ríe! ¿por qué llorar? Si es esta vida .

Un carnaval pe~tuo, una algazara Que á reir locamente nos couvida, ¿A qué llorar una ilusión pasada? ¿A qué llorar, mujer? No te parece El Hanto que te aflige, vano y necio? ¡Paga á la humanidad que te escarnece, El mal que te hizo ayer, con tu desprecio!

Es verdad que es el llanto u"n lenitivo Cuando ha perdido el corazón la calma; ' Pero á veces también, falaz y esquivo, Es el puñal que nos lacera el alma.

La risa siempre es dulce: es la más grata Expresión de la vida y el contentt> : La risa embriaga al corazón, y mata La sávia del dolor y el sufrimiento. ¡Ríe! ¿por que llorar? Si tú eres pura,

New-York, 1908.

Nostalgia.

A Salvador Gregory.

I Dulce y 1tmarga es la existeneia huma:ia ...

Dulce, cuando la loca fantasía Entre mundos de luz y de armonía Corre ansiosa y de flores se engalana.

Pero qué amarga es, qué triste y vana, Cuando pierde la paz del alma un día; Cuando huye de su pecho la alegría, Cuando muere su fe en edad temprana.

Ah!, si es la vida un paraíso hermoso, Un edén de perfumes saturado, En nuestras horas de placer y calma, Es también un infierpo tenebroso

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26

En las noches de angustia, cuando el hado Del pesar y el dolor nos hiere el alma.

II

' 1

Yo he probado mil veces la amargura De esta existencia cruel, mil be libado El cáliz del licor emponzofíado Que abrasa el corazón y lo tortura.

Mil veces ví perderse mi ventura, Y lágrimas mis ojos han brotado, Y be sentido mi pecho aprisionado . En cárcel que labró su desventura.

Hoy lejos de la Patria aquí me encuentro, Y un pesar muy profundo me enternece Y mi e8píritu agobia y enagena : Es un pesar que me destroza adentro; Pero un pesar tan grande, ¡que parece Un volcán cuyos ímpetus refrena!. ...

J :Sew York,

1~7.

Azucenas.

Olorosas azucenas que lucísteis en su pecho, como trocitqs de nieve por el espacio dispersos ; azucenas que venís á endulzar mis sufrimientos, á perfum:u mis ideas, á dar sávia á mis anhelos ; azucenas que os secáis ya marchitas por el tiempo, ó porque os robé quizá sus caricias y sus besos; vosotras que habéis palpado de su corazón e~ fuego,

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::z8 Y-'~scu~hásteis. sqs latidos acompa~dos y tiernos;

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vo59tras que mansamente,. .llenas.de pesar y mfocio, . sorpréndísteis á h urtadiilas sus recónditos' secretos; . vósotras que .sie~prc fuísteis · fas .flores de mis ensueños, porqu~ ~is ' tas flores que éUa ·luce ·airosa en sus cabellos: ' . de9iJme .~i ~~llá en sus horas · ·.de ~ledad y misterio, ·mi nom~re vága en sus lábios coti angelical acento: jdeéid~e· si. acaso igno~a . · e~t~ a'inor que la profeso!. ... ¡ Afrl :qy.e desde actuella noche que ad~iré sus ojos negros, ·Y .escuché sus frase~· cándidas, Y, aspiré su· dulCe ~H~xito, sentí dentro ·el corazón po~ élla un ·carlño inmen~o •. .· ¡ y la adoré cual·se adoran · · 19~ á~geles . en el cielo!

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Ol"ro5as azucenas que lttcísteis en su pecho, · . ·com~ trocitos de nieve por el espaci9 dispersos: si f Úé una ilusión fa mía, '.

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. si amarla ~61o fué \tn sueño, si élla no me ha de ·querer lo mismo qtt_e y!:> la quiero; volved, ·blancas azucenas - á las giorias de.su pecho, ' . que a\lí,. sobre el rojo cráter de su corazón de fuego, . hallarán vuestras cenizas deséanzo feliz : y etern~; mientras yo, ·sil;l esperanzas, ave que .á traidón h~ricron, · sin u'n alma ·<;:arifiosa . que me brind'e su consuelo,· ·lloraré. mí~ desventuras · á solas con su -recuerdo: ~huérfano como los sáuces en los triste!I cetp.enterios!

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Junio 14 de 1906.

Cuadro ideal.

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Un ave levantó rápida el vuelo por huir del invierno desolado, dejaud<=> á su inocente pequefiuelo en el nido de paja, abandonado.

El pajarillo, falto de sustento, y por el tiempo destructor herido, extenuado, sin fuerzas, sin aliento, murió en el fondo del flexible nido.

El invierno llt:g6, la nieve fría cay6 una noche, atronadora y fuerte, cubriendo el nido, eo que el pichón dormía el suefio interminable de ta muerte .

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34 ~s

Al despuntar de espléndida mañana, pasada la estaci6n de los rigores, cuando la flor los prados engalana y llegan á su hogar los ruiseñores;

que aún tloraba su dolor el ave, sus ojos negro!CI en los cielos njos, ¡que una avecilla, como m:idre, sabe llorar también la muerte de sus hijos! .

Lleg6 también el ave, en raudo vuelo, hasta el nido de paja abandonado, buscando ansiosa al infeliz polluelo que en el invierno aquél dej6 olvidado.

Sali6 el sol. Al romper del nuevo día un tuadro triste contemplaba el cielo: ¡el ave, muerta, en el nidal yacía, cubriendo con sus alas al polluelo!

Y tal fué su dolor y su tristeza, al encontrar, en vez del hijo ausente, los humildes fragmentos de su huesa esparcidos allí míseramente; ~ue comenz6 á gemir con amargura, con trmos de pesar y de quebranto, sin que el dulce rumor de la espesura consuelo diera á su afiicci6n y llaJJto.

El sol ~n Ocddente ya ocultaba sus últimos reflejos diam::mtinos; la flor sus hojas de marfil cerraba á orilla de los lagos cristalinos; Y al primer resplandor, tibio y dorado, cou que besa la luna al ancho cielo de la noche el silencio deseado ' cundió por los confines de este suelo.

\

S6lo una queja amarga y dolorosa vagaba por el lx:>sque adormecido, descendiendo pausada y misteriosa desde el fondo de paja de aquel nido.

Morgantown, W. Va., 1908.

Intima. ¿Comprendes mi afiiccióu y mi tortur:1?

Yo la amé corno el céfiro á las flores.

Yo la amé cual los pájaros cantores Aman la soledad de la espesura.

Yo amé de su belleza y su hermosura Los encantos y hechizo¡; tentadores; Yo amé de su mirada los fulgores, Yo amé de su sonrisa la frescura .

Hoy me dicen que está comprometida, Que otro sér me ha robado su cariño, Aquel cariño en que cifré mi vida . . . ¡Ah! yo quisiera maldecir su nombre ..

Más . • ¿Si la amaba el corazón del uiño, Cómo no amarla el corazón del hombre? ....

-·

España.

A Dofl RamóÍ1 Morlá.

1

1 ,

Bajo el carmín y el oro de tu baudt:ra, que h::ice flotar el viento con sus caricias ; sobre el puro regazo de tus amores~ de mi infancia corrieron !as alegrías, allá -cuando la perla del Mar Caribe á tu materno amparo feliz vivía . ¡España! No ble tierra del entusiasmo ; tierra de la esperanza, tierra bendita, donde tienen las flores-más afractivos, donde tienen las aves más armonías. ¡Paraíso de ensueños y de venturas! ¡cuántas veces te he visto surgir .altiva del fondo de los mares, como una Véuus, ·,

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.

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1

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radiante, como un astro de luz divina, y en tu busca ha corrido, para c:mtarte, en alas del cariño, mi fantasía! ¡Cuántas veces eu sueño te he visitado, y puse el pié cou ánsia desconocida, en las cumbres úevadas del Pirineo, ó en los feraces campos de Andalucía! ¡Cuántas vel:es vagando por tus ciudad es, recordé las grandezas que inmortalizan los hechos de tus glorias y tus hazañas, que en páginas de cielo viven e~critas, para lección y ejem;-lo d~ las naciones, que humillaste á tus plantas, con valentía! ¡ Cuá.ntas veces cruzando por esas calles, donde el amor y el arte juntos anidan; contemplando los muros de los castillos que recuerdan la historia de tus conquistas ; y cuántas, sacudiendo la marejada del humano oleaje .que vá de prisa, ab,;orto me detuve dd entusiasmo, al ver tu:a catedrales, que desafían la~ furias de los vientos, con las veletas tle sus torres romanas y bizantinas, y las fnrias del hombre, con la solemne magestad de sus rit~ que á Dios ofician!

He visto en sueiio todas tus hermosuras: he paseado tus huertas y tus campiñas, coronadas de flores, uvas y trigos, de castaños, arbustos y de hortalizas.

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He visto la elegancia de tus mujeres, que los dioses antiguos envidiarían: rojas, como manzanas del Paraíso, frescas y deliciosas, como las guindas; me h~ <iuemado en sus ojos abrasadores, he bebido las mieles de sus caricia~, he escuchado el gracejo de sus palabra!!, y el ritmo candencioso de sus sonrisas.

Y en las noches serenas y bulliciosas, cuando en tu cielo claro la luna brilla, cuando tu ambiente puro satura el grato aliento de las flores de tus campiñas; he acudido anhelante junto á las rejas que guardan á tus mozas, allá en Sevilla, á contarles mis íntimos sinsabores, al conjuro divino de amante cita. ¡Con qué gozo al acento de la guitarra muchas VCC!S las armonías de tu música alegre y á la par triste: conjunto misterioso de amor y dicha, de esperanzas y ensueños irrealizables, de quebrantos y penas desconocidas!

es ~ uché

Y al ruido que produce de tus jardines la muchedumbre loca que salta y grita, al compás de los vasos qne chocan IúbriCos, repletos basta ,el borde de Manzanilla; y al ¡olé! que entre vivas y entre palmadas, brota de las gargantas enronquecidas, para aplaudir el gar~ de alguna chftla,

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¡' : .1 1

.

42

de esas que bailan jotas y seguidillas: ¡qué pesar he sentido, qué desaliento, qué dt emociones tétricas y sombrías! ¡Y es porque tu·s cantares que sal derraman, enternecen del alma la última tibra, con recuerdos felices y venturosos de los tiempos más plácidos de mi vida!. ... : ¡España! No ble 'tierra del entusiasmo, tierra de la esperanza, tierra bendita; tierra que al Orbe Jistes un Nuevo Mundo, producto de tus luchas y bizarrías; tierr:i de los guerreros y de la gloria, tierra de los placeres y las delicias, donde tienen las flores más atractivos, donde ti~:nen las aves más armonías ... . .. .

de mi adorada perla de las Antillas!.. .. . ¡Espafia! quiera el cieloqueenel futuro resurjas, como el Fénix, de tmJ cenizas, y vuelvas á las cumbres de la grandeza áser oque en los tiempos detu11cooquistas: ¡la admiración y encanto de·veinte siglos que á Grecia dan asombro y á Roma envidia! ¡Oh, Madre de la América sofiadora, Patria de los amores, Dios te bendiga! ....

Ah! si existe un Coloso que por la fuerz:i. arrancó de tus brazos tu pobre Isla, y esclava de sus férvidas ambiciones la tiene á sus caprichos ¡ay! sometida ; si hay alguno que ultraja tu nombre sauto, para adulará extraños que nos cautivan ; si hay quien hoy te aborrece, porque caíste, y se arrastró á tus plantas servil un día : esos .... llevan grabado sobre la frente el sello ignominioso de la perfidia!.. . .. . .

España : yo te admiro, yo te venero : mi entras canciones tenga mi pobre lira, serán para tí só!a las más alegres, que son ¡ay! las más tristes, las más sentidas, las que lloran fos penas y desengaños

Morgantown, W. Va. , rCJOS.

•

Tuberculosa. ( Del Portugués.)

\

En su lecho de raso perfumado Se halla la esbelta j6ven adormida, Con el rostro de lágrimas bañado Y la marm6rea frente entristecida.

Despierta. En un gemido prolong:ido Suspende la cabeza decaírla; Y al levantar el cuerpo atribulado, Nilze, en el lecho, cae desfallecida.

Entreabre de pronto la cortina, Yergue otra vez la frente alaba:;trina, La pobre Nilze, desvariada y loca ... .. . .

Quiere apurar un vaso de ambrosía , Y rueda, al fin, inanimada y fría, Vertiendo roja sangr€1 por la boca.

1

•I

En tu album.

A ?almlra Gatell Mejía .

Es un amor tan grande, tan profundo, el que siento, Palmira, por la Patria, que me sería imposible su recuerdo arrancar de mi alma.

Si alguna vez tuviera que ausentarme, que ausentarme por siempre de sus playas, ¡qué corta la existencia me sería, y qué triste y amarga!

Su alegre primavera, los enc~ntos de sus días de luz y de esperanza; · sus tardes bulliciosas y sublimes, y sus noches calladas; El bello colorido de sus flores, '

.

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el cristalino espejo de sus aguas, el trinar melodioso de sus aves, que de amores nos habla u ; Sus campos de verdura relucientes, siempre emanando dicha y bienandanza , y que elevan al cielo sus palmares como ofrenda sagrada: Ese hermoso conjunto, ¡cuánto encierra! ¿y cómo no quererla y venerarla? ¡Bendito Dios que concederme plugo nacer en esta Patria! . . ¡La amo tanto! Mi vida á sus dol0res . con vínculo ~agrado está ligada, ¡y cuánt?.s veces al ·palpar su llanto, otras lloró mi alma! ¡Amala tú también, dulce Palmirn; y cuando ál cielo eleves tus plegarias, pídele á Dios que calme su tristeza, qué es su tristeza tan ta!

Tú eres buena, lo sé; y eres tan pura como el primer albor de la mañana, que Dios al escuchar tl¡s oraciones, ¡entonces velará por nuestra Patria!

rc¡o6.

La Danza.

A Nicolás Sanabria .

Ora tierna , sublime, caprichosa: Semejando el rumor del ténue viento, Cuando de paz y de placer sediento Suspira sobre el cáliz de una rosa.

Ora grave, profunda, tumultuosa: Imitando !a furia y ardimiento Del huracán que indómito y violento En su feroz anhelo no reposa.

Es.la Danza un conjunto incompknsible De alegría y dolor, .de risa y ll:111to: Es la expresión de un alma sin ventura, Que mansa y buena, y á la par terrible, Lo mismo rompe en amoroso canto Que airada ruge cop febril locura.

•

Regreso.

Vuelvo á pisar tus playas, tierra mía, Vuelvo á aspirar la brisa de tus mares; Vuelvo á escuchar Ja dulce melodía Que entona el ruisefior en tus palmares.

Vuelvo á ver tus llanuras y colinas Donde cre~e el café junto á la cafia; Vuelvo á vtr de tus aguas cristalinas El blanco espejo que tu suelo bafia.

Vuelvo á tí con el pecho dolorido, Llenas de duda el alma y la conciencia: Vuelvo cual ave que retorna al nido Después de corta, perb triste ausencia.

Eu busca de un¡¡ suerte venturosa,

'.

52

De uu porvenir hermoso y halagiieño, Dejé mi hogar en hora tormentosa Y los mares crucé ..... ¡oh vano empeño!

El valor del soldado en la pelea, Del marinero audaz el ardimiento, La fe del que á luchar por una idea Se apresta con bs armas del talento: ¡Todo al partir conmigo lo Uevaba!

Y en el fondo del a!ma sin ventura Tu recuerdo de amor, que me pre'.<;taba Consuelo en el pesar y la amargura.

Allá cu el Norte riguroso .y frío Planté mi tienda, triste y desolado Y me dispuse á combatir con brío' Por tonquistar el porvenir soñado.

Allí probando el pan del sacrificio Ese pan que á los pobres alimenta, ' Supe aguantar el bárbaro suplicio Del que eu el mundo sin recursos cu~uta.

Hasta que al fin, con la salud perdida, Abandoné la lucha comenzada, Como el guerrero que al mirar reºn dida La plaza con su honor, rompe la espada.

Y el corazón siu fe, roto el escudo La bandera á mis piés hecha pedazos, ' El pecho herido por dolor· sañudo Y el arma , desprendida .de mis br~zos: ¿A quién volver mis ojos, tierra amada,

53 Si no á tí que eres· todo mi cariño, A tí qm: eres la madre inmaculada A quien venero con fervor de niño?

Por eso vuelvo á tí; quiero afanoso Aspirar el aliento de tus flores, Escudiar el gorgeo misterioso Que lanzan al cantar tus ruiseñores.

A la salida de la aurora quiero Admirar tu·s cafetos y tu caña, Y contemplar con el primer lucero El Mar Caribe que tu frente baña.

Quiero ver los hechizos que atesoras E11 tus montes y llanos de verdura , Quiero admirar las gracias tentadoras De tus hembras radiantes de hermosura.

Sentir quiero al calor de tus arenas Dond~ Ía brisa j.uega tiernamente, Que la sangre c.iue corre por mis venas Es -sangre nueva, tropical y ardiente. ¡Quiero hallar, Patria, en mi nativo suelo Un rincón de cariño y de consuelo, Donde en q!lietud repose al alma mía, Bajo el azul divino de tu cielo Que besa el sol al despuutar el día!

Alta-Mar, Abrll 25, 1909.

Postal.

A Bele11 Cuevas Zequelra.

Habana, CulJn.

Van hasta tí mis versos, mari~osas Que al primer resplandor de la mañana, Buscan el suave néctar de las flores Para saciar sus infinitas ansias.

Deja, Belén, que en torno de tu imágen Vuelen gozosas al romper el alba ; Y préstales abrigo cariñoso En el cátiz divino dt tn alma.

Tus ojos.

A Obdulla Casablanca .

..

•\,

Al contemplar t:SOS ojos, azules cual tus anhelos, y que en sus niñas retratan los tesoros de tu pecho, me parece estar mirando en tu rostro blanco y terso, la imágen pura y sencilla de un angelito del cielo.

Y es porque tus ojos tienen un atractivo sin término; porque expresan la dulzura

5S

de tu!> gratos ~e ntimi e nlo s; porque e n celajes de g loria tu alma se r ~tra t a en ellos.

Y al admirar d fulgor de sus pupilas de fuego, el corazón, siempre jóven, palpita ansioso e n el pecho y se postra reve rente al calor de sus reilejos ....... .

¡Qué ojos tan bonitos ti enes! ¡qué ojos de mirar tan tierno!

Niña : yo quisiera Yerte arrodillada en el templo, cuando alzas á Dios tus ojos y los fijas eu el cielo; ó cuando, ju oto á tu madre, con lábio anhelante y trémulo, mirándola dulcemente la pides graciosa un beso ....

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1

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Pero¡ ay! pienso que la noche con su manto siempre negro, llegará á cerrar tus párpados; y entonces, entonces, pienso que á esos tus ojos azules rendirá el pesado sueño, é irán á vag:ir siu rnmbo por la región del-silencio, echando al profundo olvido las miserias de este suelo,

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¡para difundir su luz á lejanos hemisferios!

.. -- . '

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1. ~

.A:mi bandera.·

•

Cuando flotes altiva,. pobre bandera ,· En los .verdes picachos de las:montañas, Y tus hijos.defiendan con heroismo Tu libertad bendita tan suspirada¡ Cuando no hayan tiranos que. te flagelen ·y acaben los serviles que te .degrad.a n; Cuando con ·roja sangre tu triste historia Entre el fttego sea escrita <;le cien batallas ; ·C4~ndo asombrett tus glorias al Universo ... ¡En to ces .... s6lo entonces tendremos Patria! .

.

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1.

Amor _patrio.

(Cuento Orientál.)

Los clarines suenan , suenan los darrues con vi ~raJ1te ritmo.

El pueblo recorre las calles y . plazas de la populosa ciudad de Tokio, Mujeres y ancianos, jóvenes y niños, se abrazan y juran vengár el ultra~e, !r el u1traje inícue, que á,;m Dios y al Mikado lanzara el Zar de otro i111perio más vasto y más rico Los clarines sue.11a11, suenan los clari~es con vibrante ritmo.

Las ,masas heridas f~enéticas rugen: ;f•

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pidiendo venganza con sórdido grito, cuyo eco se pierde eu los montes, atraviesa los llanos floridos, y St' eleva, cual tromba de fuego, por los azulados campos infinitos.

Allá en una calle escondida en ;o último Je la populosa ciudad de Tokio, allá eu su casita de juncos y cañas, con arte labrada, con primor artístico, uu jóveu solloza con llanto de pena, solloza y maldice del fatal Destino.

Aparece una régia matrona de frente más blanca que un pálido lirio: Es la ~nadre del jóven mancebo.

A él se acerca, y lanzando un suspiro, posa los ardientes y amorosos lábios en su ro~tro sedeño, de tinte amarillo.

Al notar sus lágrimas le dice: «Hijo mío, ¿qué dolor te destroza en el pacho, qué tieres, querido?,.

Y él responde: •i Marlre, una J><;lla muy honda me abrasa el espíritu!»

•Cuéntame hfs ánsias y tus amarguras,» exclama la madre: cctus dolores dímelos; yo sabré con la miel de mis besos, calmar tus delirios. ···" «j Madre! ¡Madre mía! ¡nuestra Patria se encuentra en peligro!...

65 ¿No has Yisto la audaz mucbedumhrc que carre,

que lanza á los aires frenéticos gritos? ' ¡Es que pide guerra, guerra y exterminio! ¡J¡s que pide la muerte de un pueblo, de un pueblo orgulloso, que ufano y altivo de sus timbres y glorias pasadas, nos desprecia mísero!. ...

El Imperio del Sol dd Oriente necesita de todos sus hijos: y es muy justo que todos vayamos á morir por su honor ahora 111 ismo ... . . ¡Qué afán y alegría, qué amor y delirio demuestra la fiel juventud japonesa que se lanza á arrostrar el peligro! ¡A vencer e n la lucha con gloria 6 á caer vencida frente al enemigo!. ...

Yo fuí, madre, á alistarme en las tropas, á ofrendar mi vida, más no fui admitido: dicen que es un crímen, un crimen inícuo, • que i sus ma<lres dejen, viudas é infelices, sin sostén ni abrigo, los que son hijos únicos, ¡y ya ves, yo soy tu único hijo!. ....

Y por eso lloro ..... soy, lo sé, un indigno, porque quiero dejarte y marchará la guerra; más, ¿quién ror la Patria' no hace un sacrificio?.... "

66

cc¡Oh, qné bueno eres, qué noble, hijo .mío!

Me encuentro orgulloia de tu patriotismo.

Tu valor me exalta, me exaltan tus bríos, y á la g?erra quiero que vayas al punto, como ya lo han hecho todos tus amigos .....

Espera un momento», . la madre anhelante al manl'.ebo le dijo.

Y cogiendo cvn mano convulsa alllado y agudo cuchillo, se lo hundió presurosa eu el pecho sin dejar escapar u·n gemido .... . cc¡Madre! ¡Madre mía! .... » gritó con angustia el infelice niño.

Y la madre, anegada en su sangre, inclinando su cuerpo ya lívido, respondióla con frase d~ muate: ccUR drber de conciencia he cumplido.

Si era yo.la cau!!a de que no pudieras marchar al combate .... ¡cesen tus delirio.i' ...

Antes que la madre. se encuentra la Patria': ¡corre ásocorrerla! ... ;préstale tu a uxilio! .... ,.

Y extendiendo una mano, al m:incebo señaló de Ja puerta el camino .....

•, '

En su tumba.

A Ja memoria del venerable Don Francisco Mº Quiñones.

¡Ha muerto! Como el árbol carcomido Que azota el vendaval con ironía, · Así hasta el. borde de la tumba fría Al fin rodó por la vejez herido.

Soldado y luchador esclarecido Brilló por su honradez y su hidalguía; Combatió con tesón la tiranía, Amó la libertad, enardecido ....... . ¡Llorad sobre la tumba dt:l patriota! ¡Llorad por el que un día vió el esclavo Libre su planta y su cadena rota! ¡Llorad, puertorriqueños, por el hombre Que supo sin doblez, altivo y brav0¡ Honrar la Patria con su aug'lsto nombre! '

Remembranza. ¡Con qué gozo recuerdo aquella noche, aquella nocl1e-but:na de mi vida!

** • "Ven : te aguardo impacitnte, duefío mío; el corazon henchido de alegría ...... 'te aguardo con el pecho palpitante: no dejes de venir. Tuya, Monina,,,

***

Me vestí presuroso: eran las siete, á donde tí me dirijí enst:guida; y te encontré en la puerta de tu casa, en tu boca vagando una sonrisa.

Besé tus lábios de cla~eles rojos;

70

y estrechando su mano entre la mía,

penetré al interior de aquella alcoba, de aquella alcoba, per.fumada y limria ..... ¡Todo tn la poblacióu era contento! ¡todo impregnarlo de inefable dicha! y á nosotros llegaba el e(O ardi!'nte de aquella alegre y mundanal orgía ..... .

***

Transcurrieron los años; y en la nada, como entre el lodazal la flor marchita, sepultados están nuestros amores, para siempre quizá ..... ¡quién lo diría!. ....

Ya no me pertenecen t11s encantos,· de otros tus besos son y tus caricias: ¡sólo (} eda en el fondo de mi alma, como después del fuego la ceniza, el recuerdo feliz de aquella noche, ¡de aquella noche-buena de mi vida!

A Sara Polanco.

(En su album.)

Sara: Si alguna vez la negra suerte, Hiere tu corazón con safia impía, Y ves trocar tu dúlcida alegría En lágrimas amargas de dolor; No busquts de este mundo en los halagos Un alma que te brinde su consuelo: ¡Levanta tus pupilas, mira al ciclo, Y clama sólo á la bondad de Dios!

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•,.

A. la niña Covadonga Aparicio Norlega.

.

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¡Q.n ién estuviera en tu edad, '. La más alegre y florida! ¡Primavera de la vida, De amor y felicidad! .

Hoy para tí en este mundo Todo es dicha que enam.ora: Cad~ sonrisa, una hor,a; Cada suspiro, un segundo. · Pero ¡ay! llegarán los años En los que, con dt:saliénto, Verás en cada moU:iento l!n siglo de desengaños: Entonces, niña,. sabrás

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i.

Que en esta vida azarosa, Para tí tan venturosa 1 Todo es ficción nada más.

Que no hay dicha verdadera, Luz, esencia, ni fragancia, como de la tierna infancia Eu la alegre primavera.

Edad sublime y florida .

Que nos brinda con exceso, Placeres salud y vida, En la miel de cada beso De nuestra madre querida.

Los Niños.

Son los niños los ángeles cariñosos Que llenan los hogares de luz y vida : Ellos son los heraldos de la esperanza, Ellos son los cantores de la alegría.

Son los niños capullos primaverales Qu~ perfuman las almas con sus caricias: Ellos son el t:ncauto de los jardines, Ellos son de los bosqu<>s las avt:cilla·>.

Son los nifios los soles resplandecientes Que el nacimiento anuncian de un c!aro díu : Luceritos de un cielo color de rosa Que en las noches de calma su luz nos brindan Piedad para los niños: Sean nuestros brazos

Et sostén

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.

gue· t~s

libre de 1.a caída: Nq dejemos que corratf h:acia el abismo Donde . ... , . todos ·los thales juntos anidan.

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No dejemos que el barro de la·impureza ?tf~Qthe el blanco plúrri.aje. de sus ~litas; · No dej"em 0 s qúe· el aspid ·de la amargura · Bañe de tristés lágrim~s sus meji11as. . .

F.9Jiqµemos sus almas con el ejemplo, .Que-perm.ane.zcan .siempre pura. y limpias: No enturbiemos ei cáliz de la ·inocencia Donde ~n· rayo de gloria del. cielo ·brilla .

77

Religión y ·cariño, gloria y familia; Iia,b ladles de los héroes que en· hora santa Dieron toda .su sangre por redimirla. · Amor para 1~ niños, para esos á'ngeles Que nas prestan· consuelo con sus caricias: Ellos són los heraldos de la esperanza, Ellos soti los .c.ant<:>res_de la ~le&TÍa:

·.

. 1>.e!lsemos«iue los niños como .1.os- árboles ' M: ucl:io esm~ro y cuidado nos. solkitan ;· Pense~os que del ctiido d-el hortelano Es que ,pend~ 4e1 árbol la lozanía.

P:en~~~s que los. niños h~n de ser lrnmbres, , Que eµ)J?;;ot-ros su suerte futura estriba: _ ¡ Penseni?~ en la suerte que l~s aguarda .

SÍ ~1 camino fo tncuenttan -Uenode espinas! · .Pe~·5emos qu~ ·ta tierra de nue.stros padres En '.~llas ~lamente su hono'r confía : Ellos podrán ~ace~la feliz y alegre, O labrar sus pesa.res y sus ·.desdichas . "i M~dresq~eamáis· de ver~sá vuestros hijos!

Con vuest~s fra5es dulces qu~ fé destilan, Enseñ~d á los niño5 á amar .ta ·Patria, Elterrufio be~~ito que -~os dió vida. · Í>eddles qqc.la Patria lo encierra todo; .

'

'· ~

'

.

'

Balada.

La nma está enferma: ¿Qué tieue la niña? .

Ayer muy alegre, Contenta, monísima, Recogiendo flores La ví en la campiña .

Cantaba sus dulces, HonJas alegrías, Con voz que á los ángeles Dá enojos y envidia ; Y al cielo fijando Las negras pupilas, En que el sol ha puesto Su luz m'5 divina,

•

So

.

Miraba las nubes, Las nubes plomizas Q11e el espacio en calma Recorren tranquilas.

Estaba muy bella, Coqueta y altiva, Prendiendo en su chambra Tiernas margaritas; Y al sentir e! dulce Vaivén de Ja brisa Que su frente de ángel Besaba solícita.

Vi que entre sus lábios Uua sourisilla Vagaba amorm1a, Feliz y tranquila, Cual grato poema De uu canto de vida.

La niña está enferma : ¿Qué tiene la niña? .

Sus ojos derraman Lágrimai; furtivas ; En sn pecho alberga PeuJs infinitas, Habla sola á ratos Y á ratos suspira .

Ya no es Ja graciosa, La alegre chiquílla, Que ayer por el prado

•

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Cantaba y reía, Recogiendo flores, Tiernas margaritas Que en su pecho vírgen Coqueta prrndía ......

Pálidas, muy pálidas Están sus mejillas, Igual que las hojas Que d cierzo marchita: Pálida y muy triste, Triste y pensativa; Sin reir sus labios, Sin alzar la vista, Se eucuentra la pobre, La inocente niña; Como el que ha faltado, Y su falta esquiva De Dios y los hombres Que el crimen castigan.

***

La niña está enferma: ¿No sabéis sus cuitas?

La niña ama á uu mozo De las cercanías; Un galán apuesto, De mirada altiva, De negro bigote, De dulce sonrisa.

Ayer, mientras flores Del campo c~gía,

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El la dijo muchas Palabras bonitas, Jurando quererla Por toda la vida ... .. ¡Y por eso se halla La pobre malita!: ¡Mali ta de amores Se encuentra la niña!. ....

Amor.

A Luis Mario Delgado.

¡Amor! Dulce expresi6u, sublime acento Que nuestro sér impresionable inflama; Música que palpita entre la gama Del místico ideal del sentimiento. ¡Amor! Sol que dá vida al pensamiento Y al coraz6n anima con su llama; Flor de cáliz divino que embalsama La mente soñadora con su aliento .... •J .

Ama la malrc al hijo idolatrado: Ama al día la luz, el ave al nido; La brisa al campo, al huracán el ruido;

\

La tímida gacela á su adorado: Y ante el altar, con humildad ferviente, ¡Ama á su Dios la Humanidad creyente!

•

Soñando.

(Inspirada en la Romanza Dreaming.)

I Allá en las noches de Estío, Cuando la luna esplendente Muestra su pálida frente Entre nubes de arrebol; Cuando las flores dormitan Al dulce arrullo del viento Y el melancólico acento Se escucha del ruiseñor: Sueño, su~ño, Con tu!I mejillas. de ro~, Con tu sonrisa ·armoniosa, Con tus promesas de amor ...... '

.

·.

.

86

Suitño, sueño, Que vienes junto á mi lecho, Y en hondo llanto deshecho 'fe espera mi corazón.

II Como un celaje !lombrío, Guardo en mi triste memoria De aquellos tiempos la historia Que con tu amor escrib_í; .

Y allá en mis noches de msommo, Sólo hallo paz, luz y vida, Viendo tu imágen querida Que adoro con frenesí. ....

Sueño, sueño, Con los días veuturosos, Con los instantes dichosos Que yo pasé junto á tí.. ...

S'.leño, sueño, y tu recuerdo bendigo, Porque soñando contigo, Mi vida, yo soy feliz.

Morgautown, W. Vu., 1901·

Noctmno. · Es una noche azul. Les nubes trasparentes Adorcan el espaci~ como cortinas blancas, Mientras la eterna Hsica, la sin rival Selenia, Sus pálidos reflejos sobre los mundos · 1anza.

El río serpentea. El viento enamorado Entre las flores vírgenes una canción ensaya; Duermen los ruiseñores en sus pequeños nidos V los arbustos secos lloran su cuita amarga.

E s una noche azul. Por la vereda oscura Que cubren verdes pinos con sus salientes ramas, Camina el pobre anciano, muy triste y vacilante, Hacia la h 11milde choza que en la ciudad le aguarda.

De pronto se detiene. El b'culo en que apoyn El cuerpo tembloroso, de su mano se escapa : Brota de 1u alma heñda un grito penetrante Y sobre el polvo h.úmedo ,tendido cae de espalda.

• I

88 ¡Pobre anciano! La muerte falaz y traicionera, Le atajó en el camino, le detuvo en su marcha; Y en tanto nadie sabe si allá en la humilde choza Le espera alguna nifia vertiendo un mar de lágrimas.

Es una noche azul. Las nubes trasparentes Adornan el espacio como cortinas blancaa . , • Solloza entre las flores el viento enamorado; El río aerpentea • • . ¡Callad! Un perro ladra. • ,

ERRATAS: Debido á la premura con que este libro ha sido impreso, se han escapado algunas de consideración que sabrá subsanar el buen sentido del lector. '

•