Revista Oaxaca Siglo XXI, Num 33

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D.R. Maya Goded - Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas / Fototeca Nacho López

Lo que se observa en los últimos años, es la expansión de la migración internacional en la Costa Chica del estado de Guerrero, en este texto se busca analizar algunos de sus efectos en las comunidades y de sus actores. Los y las jóvenes comenzaron ser un eje de la investigación al hacer conciencia que eran los protagonistas más importantes de la migración, o bien en quienes recaía de manera directa los efectos de la misma, ya que han vivido la mayor parte de su vida con la ausencia de uno o ambos padres. Fue así que se decidió enfocar la mirada en este grupo social y aplicar una encuesta en centros educativos, espacio dónde se podía tener un contacto seguro con los y las jóvenes de la región. Este fue un primer acercamiento cuantitativo y quizás un sesgo8 en la investigación, pero teniendo presente esta consideración, se tiene planeado -para futuras investigaciones- trabajar con jóvenes que no se encuentren inscritos a alguna institución educativa. Todo ello con el propósito de generar una imagen más completa sobre la situación de los jóvenes neo-rurales de la Costa Chica de Guerrero. Más adelante presentaré una parte significativa de la información que se levantó. Los conceptos y las categorías Como se señalaba líneas arriba, algunos conceptos y categorías que nos servían hasta hace un par de décadas para dar cuenta de diversas realidades, en la actualidad nos dicen poco sobre éstas, por ejemplo, las áreas rurales campesinas o el sector agroindustrial, se han visto sometidas a un conjunto de vertiginosos cambios y mutaciones que nos obligan a repensar la manera en que veníamos analizando estas problemáticas sociales. Más que sugerir nuevos conceptos, tal vez habría que flexibilizar las categorías analíticas ya existentes para que se ajusten mejor a las cambiantes realidades que cada día nos interpelan. La explicación de algunas problemáticas, un tanto más generales del mundo y sus cambios, habían sido respondidas desde el neoliberalismo y la globalización, y han sido destacadas como comodines, por autores como Fernando Coronil (2003), García Canclini (2004) y Luwing Huber (2002) entre otros, ya que en la mayoría de los casos no sabemos exactamente a qué nos referimos cuando los mencionamos. Por esta 38

8.-Elegir esta población que podríamos considera “cautiva”, facilitó la investigación porque fue posible acercarse a un grupo que ya estaba reunido, del que podía obtener una muestra estadística, pensando que al futuro se podrían negociar cambios en las políticas públicas con las instituciones locales, estatales y nacionales. Aunque no todos los jóvenes asisten a la escuela por diversas razones, pero esto queda como una tarea pendiente todavía.

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razón, es pertinente el señalamiento de Daniel Mato (2004: 154-156) respecto a que en los análisis que hacemos, globalización no debería confundirse con el neoliberalismo. Ya que según este autor, en principio, estaríamos asumiendo la globalización como un proceso unilateral, hecho que nos haría perder de vista las complejidades del problema, olvidando y/o negando la agencia de los actores sociales y de sus culturas. Mato nos sugiere ampliar el rango de nuestra mirada, para analizar su complejidad, estudiar las prácticas de algunos actores sociales significativos y cómo éstas se relacionan con las de otros protagonistas, y sobre todo estudiar las interrelaciones de tipo global-local, llamadas glocales por algunos investigadores. En este sentido, este trabajo pretende acercarse a esta relación desde las miradas de los jóvenes en la Costa Chica de Guerrero. Daniel Mato (2004:154156) también propone, des-fetichizar la palabra globalización –tan relevante para nuestra argumentación- y reemplazarla por procesos de globalización, que designaría de manera genérica a los numerosos elementos que resultan de las interrelaciones que establecen entre sí los actores sociales a lo largo y ancho del globo y que reproducen este fenómeno. De lo contrario,, ésta aparece como algo externo y unidireccional, que se encuentra con sujetos pasivos, sobre los que actúa y determina, dejando de lado a los actores sociales y sus capacidades. Desde otro ángulo, García Canclini (2004: 93) afirma que si no se cuenta con una teoría unitaria de la globalización, no es sólo por deficiencias en el estado actual del conocimiento, sino porque lo fragmentario es un rasgo estructural de los procesos globalizadores, es decir, lo que suele llamarse globalización se presenta como un conjunto de procesos de homogeneización y, a la vez, de fraccionamiento articulado del mundo, que reordenan las diferencias y las desigualdades

pero no las suprimen. En este sentido es un fenómeno paradójico, y como lo señala Luis Reygadas (2008:188-190), no necesariamente homogeneiza, en muchos casos acentúa diferencias ya existentes, o en otros casos, se han logrado situaciones de mayor equidad en ciertos grupos de poblaciones, no es un proceso con un único derrotero como lo sugiere este autor. Además en los procesos de globalización también se pueden encontrar manifestaciones de reciprocidad, resistencia y procesos sociales que la ponen en duda y se re-orientan hacia la construcción de mecanismos institucionales de compensación de las desigualdades en la era de las redes globales. Ludwing Huber (2002:16) bajo esta misma tendencia crítica, retoma a Arif Dirlik (1996), quien sostiene que aceptar la tesis de la homogenización global, respondería a aceptar los modelos globalicéntricos, que asumen a priori, sin cuestionamiento, la existencia de una estructura de poder en la cual lo global necesariamente domina lo local. Si aceptamos esto, seríamos globalitarios asumiendo que los flujos y procesos transnacionales determinan las iniciativas locales para el cambio. Huber amplia las sugerencias y criticas de Mato, señalando la necesidad de rescatar el dinamismo de las culturas no occidentales, enfatizando su capacidad de adecuar activamente a su contexto las importaciones culturales, dándoles un significado diferente, en vez de asumir que los grupos las absorben pasivamente. También se daría cuenta de algunas actividades que se podrían llamar de resistencia. Aunque su trabajo se refiere a una pequeña ciudad en los andes peruanos, la discusión que hace y los referentes que nos presenta son sugerentes y apoyan la argumentación empírica que desarrollaremos más adelante. Otro argumento en este mismo sentido es el de Fernando Coronil (2003:88-89), quien sostiene que la globalización neoliberal es implosiva en vez de expansiva,

conecta centros poderosos a periferias subordinadas. Su modo de integración es fragmentario en vez de total. Construye similitudes sobre la base de asimetrías. En resumen, unifica dividiendo. En vez de la reconfortante imagen de la aldea global, en realidad ofrece un mundo fracturado y dividido por nuevas formas de dominación. A partir de estos señalamientos sobre las grandes categorías y sus críticas, lo que intentaré aquí es aterrizar cómo esto se puede observar en una región determinada, analizando procesos a partir de ciertos actores sociales. Antes, veamos un poco las dicotomías respecto al campo, en las que nos movíamos, y que ahora han perdido su capacidad explicativa. Entre lo urbano y lo rural: las Neoruralidades Al observar problemáticas relacionadas con los jóvenes en los poblados de la Costa Chica, nos encontramos que existía escasa bibliografía sobre este fenómeno y también con la dificultad conceptual de los estudios de juventud, centrados especialmente en las grandes ciudades. Una de las categorías dicotómicas sobre las que se basaban muchos estudios era la de urbano/rural. Entonces aquí y ahora, ¿a quiénes estudiamos?, a ¿qué jóvenes?, ¿son rurales ó urbanos?... no se tiene una respuesta clara, dado que existen varias razones, por lo que los pares de opuestos rural/ urbano o tradicional/ moderno, ahora nos resultan pobres para dar cuenta de los complejos procesos que se encuentran no sólo en las ciudades grandes, sino también en las medianas y pequeñas; así como en los pueblos y comunidades que no entran en la categoría de ciudades, pero que han dejado de ser rurales –en el clásico sentido-. Todo esto se explica en parte, como producto de la expansión de los nuevos modelos de desarrollo supuestamente global, como lo señalaban líneas arriba algunos autores, producto de los complejos procesos de las nuevas formas que viene adquiriendo el capitalismo neoliberal. En muchos lugares, relacionados con la producción agropecuaria de organización campesina y agroindustrial se han generado grandes cambios estructurales, entre ellos, la desaparición de la mayoría de las características que definían lo rural como contrapuesto a lo urbano. Dando lugar a las nuevas ruralidades o neoruralidades, como lo han sugerido para el caso mexicano Patricia Arias (2002) y Rosario Esteinou (2005 y 2005a). Se tendría que tener presente además, la paulatina expansión de los modelos de ‘desarrollo’ y modernización impulsados desde los Estados-Nación. El caso mexicano no es la excepción, como producto D.R. Maya Goded - Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas / Fototeca Nacho López

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