Revista de Bellas Artes, núm. 23, 1968

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El ''método'' de Burroughs por Olivier de Magny Mucho se ha hablado del nihilismo de Burroughs y sus "discípulos", que practicando una rebelión radical decidieron estar en este mundo como si no estuvieran en ninguna parte; lo mismo les da vivir aquí que en otro sitio; rechazan el mundo y, gracias a las drogas y los estupefacientes, viven en ese extraterrestre lugar planetario de los desarreglos sensoriales y mentales. En la introducción al Festín desnudo) Burroughs ha denunciado la toxicomanía como el Mal, en tanto se esté esclavizado a ella como a una necesidad absoluta; pero a él las drogas, presentes siempre en sus libros, le han dado ese terrible conocimiento por el que introdujo en su obra el sincretismo de las sensaciones, una telegrafía de lo imaginario y el genio patente de lo "desintegrado". Las drogas, en su más· maléfico aspecto, en tanto son la mercancía por excelencia, están en connivencia con la sociedad, con este mundo; de ahí que Burroughs delate el sórdido escenario de los traficantes y de los drogadictos. Pero, por otra p a rte, las drogas tienen el poder de irrealizar, de reducir el mundo a ese infinito arte combinatorio de imágenes y de ecos. Una de las múltiples, posibles lecturas de su novela No va E x press nos lleva a identificar esta siniestra omnipotencia de la droga con el aterrador Planeta Nova, cuyos agentes-virus, continuamente enviados hace muchos miles de años-luz, han invadido sutilmente el sistema nervioso de la tierra y mantienen una guerra . apenas perceptible pero mortal, contra el género humano. UNA MISIÓN DESTRUCTORA

Rechazo del mundo y fuga del mundo, continua emigración hecha posible gracias a las drogas, re-nacimiento en el Planeta Droga, en el sistema de su lógica ambigua hasta el vértigo: he aquí el proceso que nos descubre una de las fuentes que, no sólo alimentan el nihilismo de William Burroughs, sino que le incitan a realizar esa terrible misión destructora en que está empeñado. La mejor manera de conocer el alcance de este afán devastador es determinar el punto en que su acción comienza: es decir, el lenguaje; así como conocer la columna principal que ha escogido como blanco de sus ataques demoledores: es decir, la escritura. En uno de sus textos, que citaré en seguida, vocifera el oscuro rumor fundamental de una doctrina de la des-

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trucción, y fermenta también -caso raro en Burroughs- el recuerdo de ciertas metafísicas tradicionales que sitúan de pronto en una extraña perspectiva gnóstica las torturas en apariencia burlonas a que somete a la Razón. El texto, escrito en 1960, retomado y recompuesto en la primera "secuencia" de Nova Express) procede de una de las cartas de Burroughs a Allen Ginsberg (es algo así como su "Carta del Vidente") : "Escucha mis últimas palabras, Mundo, cualquier Mundo ... Y vosotras, Poderosas Potencias, que · andáis tras los puercos negocios consumados en quién sabe qué excusados para apoderaros de lo que no os pertenece. Para vender la tierra de bajo pies aún no nacidos. Escuchad. Lo que he de decir es para todos los hombres, de cualquier parte que sean. . . ¿Qué es lo que os asustó al entrar en el Tiempo? ¿Qué os asustó como para obligaros a volver a meteros en el cuerpo? Escuchad, mirad, o joderos para siempre. ¿Qué fue lo que os asustó al entra r en el Tiempo, en vuestros cuerpos de mierda? Voy a decíroslo: EL VERBO. El TúVerbo. En el Tú-principio fue el Verbo. Os dio miedo a todos y os hizo volver para siempre a la mierda. Salid para siempre. Salid del Tiempo-Verbo-siempre. Salid del cuerpo-Verbo-túsiempre. Ningún Verbo debe ser temido. No hay Verbo. Si vosotros y yo anulamos las palabras, todas las palabras para siempre. . . La escritura del espacio. La escritura del silencio." D esde los subterráneos -¿desde qué extraña y profética hondura?-, nos es entregado de este modo el principio original d e un proceso, al que siempre se debe tener presente cuando se trata de leer a Burroughs: la destrucción metódica del pensamiento y del lenguaje, asumida como una lucha contra la esclavitud ontológica y contra el miedo inveterado del hombre a alcanzar su liberación (¿o su destrucción?) . "TODO ESTA PERMITIDO"

William Burroughs expuso por primera vez su método (que tomó prestado para perfeccionarlo, del pintor Brion Gysin y que con frecuencia ha explicado detalladamente) en la misma carta a Ginsberg, y en términos que nos obligan a reflexionar: "Escucha ahora. Toma la copia de esta carta. Corta a lo largo de las líneas. Reacomoda colocando la sección 1 junto a la sección 3 y la sección 2 junto a la sección 4. Ahora lee en voz alta y oirás MI VOZ. ¿La voz de quién? Escucha. Corta y re-acomoda. No im-


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