Mijailbakunin estatismoyanarquia

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mania los campesinos, toda clase campesina, es la reacción; y el Estado, todo Estado, incluso bismarckiano es la revolución. Que no se crea que murmuramos de ellos. Como prueba de que piensan verdaderamente así no hay más que indicar sus discursos, folletos, artículos de periódicos y, en fin, sus cartas. Los marxistas, en suma, no pueden pensar de otro modo; estatistas a todo precio, tienen que maldecir toda revolución del pueblo, y sobre todo de los campesinos, porque tal revolución es anarquista por su naturaleza misma y tiende directamente a la abolición del Estado. Siendo pangermanistas à outrance, están obligados a rechazar una revolución campesina por la sola razón que tal revolución es específicamente eslava. Y en ese odio a la rebelión campesina se entienden de una manera tierna y conmovedora con todos los estratos y todos los partidos burgueses de la sociedad alemana. Hemos visto ya que bastó en 1830 a los campesinos del Palatinado bávaro levantarse con sus hoces y sus horcas contra las atribuciones señoriales para que el ardor revolucionario que abrasaba entonces a la juventud de Alemania del sur se enfriase repentinamente. Lo mismo se repitió en 1848 y la oposición resuelta de los radicales alemanes a toda tentativa de rebelión campesina desde el comienzo de la revolución de 1848 fue, se podía decir, la causa principal del desenlace lamentable de esa revolución. Comenzó por una serie notable de triunfos populares. En el espacio de apenas un mes después de las jornadas de febrero en París, todas las instituciones y fuerzas gubernamentales fueron barridas de la tierra alemana casi sin el menor esfuerzo del pueblo. Apenas triunfó la revolución del pueblo en Paris, desamparados por el pavor y el desprecio de que eran objeto, gobernantes y gobiernos comenzaron a caer unos tras otros. Hubo, es verdad, algo del género de una resistencia armada en Berlín y en Viena; pero fue de tal modo insignificante que es superfluo hablar de ello. Por tanto la revolución triunfó en Alemania casi sin efusión de sangre. Las cadenas fueron quebrantadas, los obstáculos cayeron por sí mismos. Los revolucionarios alemanes habrían podido hacerlo todo. ¿Qué han hecho? Se nos dirá que la revolución ha fracasado, no sólo en Alemania, sino en toda Europa. Pero en todos los demás países la ESTATISMO Y ANARQUÍA / 175


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