School 02

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la noche. Y no había forma humana de prever dónde estarían. Sylvain opinaba que Christopher había escogido aquella noche y aquella hora en particular por alguna razón en concreto. - Creo que sabe que los hombres de Raj no andarán por ahí, o como mínimo que no nos verán -le había dicho Sylvain frunciendo el ceño-. En cierto modo, eso es lo que más me preocupa. Pese a todo, no podían afirmarlo con seguridad, y Allie se agachó para recorrer la oscuridad en dirección a los bosques. Con la linterna en el bolsillo, se dejó guiar por su instinto. Siguió la senda que Sylvain le había indicado; por la parte este del parque, a lo largo de la verja. Aquel sendero no se utilizaba tanto como el otro camino que conducía a la capilla y Allie se veía obligada a andar despacio para no tropezar con las piedras y las ramas que sembraban la tierra. La lluvia había cesado por fin. La noche era clara y fría; una hermosa luna creciente brillaba en el cielo estrellado. Por desgracia, los rayos de luna no traspasaban la enramada del bosque y el camino estaba enlodado. Allie maldijo en silencio cuando pisó un charco. Una brisa helada soplaba entre los árboles y las aves nocturnas gemían allá en lo alto. Un zorro chilló a lo lejos. Los ruidos habituales. Aun así, el miedo resbaló por la nuca de Allie. Tenía la extraña sensación de que la estaban vigilando. Apretó el paso con la esperanza de dejar atrás el mal presentimiento. Sylvain estaba allí, en alguna parte; no tenía ninguna duda. A lo mejor era esa la presencia que notaba. Habían acordado salir del edificio por separado; él sería el primero en partir y la vigilaría desde algún escondrijo. Le había dicho que, en cuanto llegara al bosque, «estaré contigo todo el tiempo. No podrás verme, pero estaré allí. Confía en mí». Confío en ti, Sylvain, pensó Allie. Y luego, paradójicamente: Por favor, no me falles. Al doblar un recodo, tuvo que trepar por un tronco que le impedía el paso. Tenía el corazón a punto de estallar; mientras salvaba aquel obstáculo, era vulnerable. El miedo la llevó a descuidarse y rompió unas ramas al saltar. Una vez al otro lado, vio la iglesia a lo lejos. Allie abandonó el camino que conducía a la capilla y se internó entre los árboles, moviéndose con cuidado. Helechos secos semejantes a plumas le acariciaban los dedos susurrando a su paso. Oyó una corriente de agua.


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