Runner 02

Page 77

James Dashner

Prueba de Fuego

—Está bien —repuso. Se deslizó lo más cerca que pudo junto a la cabeza del hombre y luego se ubicó para quedar con los ojos a la misma altura de los suyos. —¿Señor? ¡Tiene que ayudarnos! —exclamó. Le pareció mal tener que gritarle; el hombre podría ofenderse, pero no le quedaba alternativa. El viento soplaba cada vez más fuerte—. ¡Necesitamos que nos diga si la ciudad es segura! Podemos llevarlo allá si no puede valerse por sí mismo. ¿Señor? ¡Señor! Los ojos oscuros del hombre, que habían estado mirando hacia el cielo, comenzaron a moverse despacio hasta que se posaron en los de Thomas. La conciencia fue llenando su mirada como un líquido oscuro vertido lentamente en un vaso. Sus labios se entreabrieron, pero de ellos no salió más que una tos leve. Thomas se sintió más animado. —Me llamo Thomas y estos son mis amigos. Desde hace un par de días venimos andando por el desierto y necesitamos más agua y comida. ¿Usted cree que... ? Se interrumpió cuando los ojos del desconocido empezaron a parpadear con expresión de pánico. —Tranquilo, no lo vamos a lastimar —dijo Thomas de inmediato—. Nosotros... somos los buenos. Pero le estaríamos muy agradecidos si... La mano izquierda del anciano se alzó desde abajo de las mantas que lo envolvían y sujetó la muñeca de Thomas con una fuerza inimaginable. El chico emitió un gemido de sorpresa e instintivamente trató de liberar el brazo, pero no lo consiguió. Estaba impresionado ante la fuerza del hombre. El grillete de acero de su puño le impedía moverse. —¡Hey! —aulló-. ¡Suélteme! El viejo sacudió la cabeza. Los ojos negros estaban más llenos de miedo que de hostilidad. Sus labios volvieron a abrirse y un susurro áspero e indescifrable brotó de su boca. No obstante, no aflojó la tensión de la mano. Thomas abandonó la lucha por liberarse y, en cambio, se relajó y se inclinó hacia adelante para acercar el oído a la boca del extraño. -¡¿Qué dijo?! -le gritó. El hombre volvió a hablar con una voz rasposa e inquietante, que resultaba aterradora. Thomas captó las palabras tormenta, terror y gente mala. Nada de eso sonaba muy alentador. —¡Una vez más! —le pidió Thomas, con la cabeza todavía ladeada para mantener su oído a escasos centímetros de la cara del desconocido. La segunda vez entendió casi todo, excepto unas pocas palabras. —Viene tormenta... lleno de terror... despierta... no se acerquen... gente mala. El hombre se sentó de golpe, con los ojos desmesuradamente abiertos. —¡Tormenta! ¡Tormenta! ¡Tormenta! —repetía una y otra vez. Una saliva espesa se formó en su labio inferior, que se balanceaba de un lado a otro como el péndulo de un hipnotizador. Soltó el brazo de Thomas, quien se arrastró hacia atrás para alejarse. En ese momento, el viento aumentó. Las potentes ráfagas se convirtieron en unos terroríficos ventarrones que tenían la fuerza de un huracán, exactamente como había dicho el extraño. El rugido del aire envolvió el mundo. Thomas sintió que le podría arrancar el pelo y la ropa en cualquier momento. Casi todas las sábanas de los Habitantes salieron volando como si fueran un ejército de fantasmas. La comida se dispersó en todas las direcciones. Thomas se puso de pie: era una ardua tarea, ya que el viento intentaba derribarlo. Caminó varios metros con dificultad, hasta que sintió que unas manos invisibles lo sostenían en el aire. Minho se encontraba cerca haciendo señas desesperadas con los brazos para llamar la atención de sus compañeros. La mayoría lo vio y se reunió a su alrededor, incluido Thomas, quien luchaba contra el pánico que crecía en su interior. Era solo una tormenta. Mucho mejor que Penitentes o Cranks con cuchillos. O cuerdas.

77


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.