Mortales 01

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El silencio persistió en el ambiente como un perfume extraño y empalagoso. —Corban. —Señor. Saric agarró la tela del escritorio, se la pasó al alquimista, caminando de un lado al otro mientras este la leía. Cuando finalmente la mirada del alquimista se levantó, Saric le arrebató la tela. —Dijeron que la séptima siguiente era una mujer del mismo ciclo de nacimiento que Feyn. Veintiún años de edad. Y que tras ella había un hombre de poco más de treinta años. Pero nada acerca de un niño. Dime que esto es una locura. —No sé nada respecto de un niño. —¿Y si lo hubiera? ¿Si el siguiente séptimo en línea sucesoria es un niñito? —Podría ser investido a la edad de nueve años, pero debe señalar un regente que gobierne en su nombre hasta que cumpla... dieciocho —explicó Corban con los brazos cruzados— . Si muere antes de ser investido a los dieciocho años, su regente lo sucederá hasta que el siguiente séptimo se vuelva elegible. Si el niño no está investido, no se aplicaría la ley de transmisión de poder al soberano anterior, según la nueva ley suya. —Y yo no me convertiría en soberano. —Eso es correcto. —¿Y si tanto el niño como el regente murieran? —El gobierno pasaría al siguiente candidato elegible. —Entonces, si este niño existiera de algún modo y se convirtiera en soberano en lugar de Feyn, estoy perdido. —Suponiendo que... —¡Sí, suponiendo! —Pero seguramente el niño no existe. Y si así fuera, Feyn se interpone en su camino. Así eran las cosas. La nueva ley solo se aplicaba a soberanos investidos por edad. Nadie había previsto la presencia, si es que existía, de un soberano que no hubiera llegado a la mayoría de edad. La nueva ley de Saric no se aplicaría.


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