Fallen 01

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Claire Delacroix

Fallen Angels

Fallen

―¿Qué‖ vas‖ a‖ hacer? ―ella‖ preguntó‖ en‖ voz‖ baja‖ y‖ él‖ sonrió.‖ Vio‖ sus‖ ojos‖ ensancharse, le vio recuperar el aliento, y le gustaba que ella fuera tan consciente de él como él de ella. ―Estoy‖pensando,‖Lil,‖que‖es‖el‖momento‖en‖que‖me‖muestres‖tus‖tatuajes. Lilia‖ comenzó‖ a‖ sonreír.‖ ―¿Te‖ quedan‖ suficientes‖ fichas‖ para‖ conseguir‖ una‖ habitación sin ventanas, Montgomery? Soy un poco tímida. La idea misma de Lilia sobre ser tímida hizo reír a Montgomery, pero él no iba a discutir con ella. Tenía cosas mejores que hacer. Montgomery se marcharía cuando su misión se cumpliera. Lilia no quiso saber los detalles de su misión, no quería saber los parámetros exactos de su tiempo en la tierra. No era su gusto esquivar la verdad, pero Montgomery ya era alguien de quién había llegado a depender. Ella deseaba que se quedara. Ella sabía que no era para ella de preguntar. Regresaron a la habitación de las prostitutas y a la gran cama con cuatro columnas masivas de bordes dorados. Montgomery era más ágil en la escalera, el regenerador del tejido había hecho su trabajo lo suficientemente bien. Él ya estaba preocupado, pensando en su curso de acción, y Lilia sintió que él se iría pronto. Ella quería toda su atención por última vez. Incluso si ella tuviera que mostrarle sus tatuajes. Cerró la puerta detrás de ellos y tiró de las pesadas cortinas. Encendió las velas en el aparador, sintiendo la mirada fija de Montgomery siguiéndola. La sala se llenó de sombras misteriosas, la decoración decadente y lujosa. Era perfecta. Lilia se retorció bajo la cama, alisó las sábanas, y rellenó las almohadas.

Foro Purple Rose

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Ella se puso de pie en el centro de la habitación y desato su cabello. La trenza ya se había soltado pero ella sacudió la pesada carga de su cabello, dejando que las cuarenta y dos pulgadas de su cortina oscura la rodearan. Los ojos de

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Se volvió a encontrar a Montgomery apoyado contra la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho. Esa sonrisa jugaba con sus labios, lo que hizo aumentar la presión arterial de Lilia. Su pecho estaba desnudo, la camisa y la chaqueta habían sido enviadas por el regenerador de tejidos, y llevaba sólo su capa. Sin revelar su bragueta, Lilia no tenía ninguna duda de lo que estaba en su mente. Parecía un rey de los piratas, un pícaro impredecible con placer en su mente.


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