Claudis

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manda a ser tan boba!" Es decir, la culpa no era de él, sino de la secretaria que se "había dejado". De acuerdo con esta manera de pensar, no hay abusadores sino "torpes abusados", ni hay explotadores sino "débiles explotados". La responsabilidad del daño no es tanto del depredador como de la fragilidad de la víctima. En otras palabras: "¡Me aprovecho de los demás porque se lo merecen!" Los psicólogos llamamos a esta forma de. lidiar con la vida, en la que el más fuerte (o el más "vivo") se impone al más débil (o al más "ingenuo"), personalidad antisocial. La ley de la selva y la supervivencia del más apto, el ojo por ojo, la imposición de la fuerza como forma de vida: sobrevivir más que convivir. En cierta ocasión un señor asistió a mi consulta para que la ayudara en su relación de pareja, porque según él su mujer "se le había salido de las manos". En realidad pretendía que yo hablara con la esposa para convencerla de que se sometiera a sus exigencias: "Usted es varón, doctor, y me entiende... Si ella ve que un profesional me apoya, va a cambiar de opinión". La cuestión giraba alrededor de los celos del señor y su consecuente conducta agresiva. Pero lo que más. me llamó la atención fueron los argumentos con los cuales el hombre trató de justificar el castigo que le propinaba a la mujer: Paciente: "La culpa la tiene ella..........¡Si me ve furioso para qué me incita, para qué me torea!" Terapeuta: ¿De qué manera lo "incita" o lo provoca? Paciente: ¡Me contesta cuando la regaño! ¡Me agrede verbalmente! Terapeuta: Bueno, es de esperar... Usted me dijo que cuando se ofusca la trata de prostituta y a veces le pega... ¿No le parece lógico que ella reaccione?.. ¿ O usted esperaba que ella no se defendiera?.. Paciente: ¡Eso! ¡Usted dio en el clavo!... Es cuestión de inteligencia... Nadie discute con un borracho o con un loco... Terapeuta: Pero por lo que entendí, usted no es alcohólico ni tiene problemas mentales, al menos eso parece... Paciente: Pero en esos momentos me transformo... Cuando veo que la miran o que ella empieza a coquetear, pierdo el control...¡Es ella la que me empuja a los celos con su manera de caminar y de mirar a los demás hombres! Terapeuta: ¿Ha intentado utilizar métodos menos drásticos y más respetuosos? Si realmente su esposa fuera tan coqueta como dice, ¿no sería mejor hablar sobre el asunto en vez utilizar la violencia? Paciente: ¡Por favor! ¡Después de veinte años de casados ya debería haberse acostumbrado!... Además, no es para tanto... No vaya creer que soy un salvaje y que la lastimo de verdad...Ya se lo he dicho a ella: "¡Si tuvieras un marido de esos golpeadores de verdad, sí sabrías lo que es vivir mal!" .. Vea, doctor, yo soy un buen hombre; soy responsable, trabajador, adoro a mis hijos y a ella no le falta nada, la tengo como a una reina... Terapeuta: Quizás todo eso no sea suficiente, quizás ella necesite otras cosas distintas... Paciente: ¿Cómo qué? Terapeuta: Delicadeza, comunicación, respeto, ¿qué opina de eso? La posición de mi paciente estaba muy lejos de una concepción agápica del amor. En primer lugar, no era capaz de descentrarse Y ponerse en el lugar de su mujer, ya que su manera de procesar la información era marcadamente egocéntrica. En segundo lugar, no se sentía responsable del maltrato porque consideraba que ella lo provocaba. Y finalmente, pensaba que su esposa era poco inteligente, puesto que no había desarrollado la tolerancia suficiente al dolor para soportar el maltrato.


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