Crónica de canta

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Es un lugar seco, árido… caluroso. El camino es largo, también un tanto peligroso, pero el paisaje es hermoso. La subida es cansada, agotadora, pero el viento corre y te relaja. Llegas a la cima y se ve la ciudad de Canta. Arriba se descansa, arriba… uno se relaja. Por otro camino se ven las ruinas. El camino es escabroso, también pedregoso, incluso peligroso, pero la vista de las ruinas es un paisaje nuevo, es un paisaje hermoso. La tranquilidad se siente en el aire, el camino ya es un poco estable. La bajada es más tranquila. Los buses esperan, tras ellos un olor a comida. Los buses venían cargados de hamburguesas y frugos, lo que vendría a ser el almuerzo de aquel día. Otro lugar más aguardaba, el más alto, el más “legendario”. Los buses se ponen en marcha hacia la Cordillera de la Viuda. Fuera del bus se siente una brisa fresca. Una laguna se encontraba en ese lugar tan agraciado, la Laguna de los 7 colores... un señor, el guía iba explicando lo que se apreciaba, se escuchaba el sonido de las cámaras al tomar las fotos, unos pequeños animales se aprecian en el medio de esta laguna. Hasta que los buses estaban listos para el retorno, entonces, se pusieron en marcha al Fundo Tambo. El sol se va escondiendo tras las montañas, poco a poco la luz se desvanece dejando en el cielo esos puntos brillantes que alumbran la noche llamadas estrellas. El camino se hacía largo, ya no era sofocante el clima dentro del bus, más bien, era cálido. La noche caía y con ello el sueño se sentía, pero no terminaba ahí. En las mesas nos esperaba una cena especial, la cual sería la última cena en Canta. Las mesas quedaron vacías, otro paseo empieza. Tras pasar por un camino por las montañas que rodeaban el Fundo Tambo hay una casa… una casa abandonada, la cual es llamada “La casa de abuelo”. Había un sentimiento de angustia en el aire, se puede sentir el miedo. La gran llamada casa del abuelo estaba en frente. En la pared de afuera esta escrito “proivido entrar, propiedad privada” la escritura no es perfecta, pero si funciona para lo que sirve, y sirve para asustar a las personas. La luz ya no estaba, la oscuridad se había apoderado del cielo. No es el mejor lugar turístico, pero es uno de los lugares que no se olvida. Ya de regreso al Fundo Tambo, se oían las pequeñas olas del río que yacía al costado de nuestro lugar de hospedaje. Una fogata estaba preparada, el fuego se elevó y con las llamas nuestros sentimientos, fue la última noche en Canta, y fue la noche de la cual tenemos recuerdos.


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