Una introducción BLOG Prólogo (escrito en 2010)… En una oportunidad leí la frase que estaba escrita en la parte de atrás de un camión. Sí, venía muy apurada como de costumbre, por los finales de una ruta argentina que me lleva siempre a casa pensando en muchas cosas. Esa frase me sacudió más que todo lo que venía pensando. Me dejó totalmente desamparada, paralizada, desvestida, como impotente. Los términos exactos eran estos: …cuando creas tener todas las respuestas….la vida puede cambiarte las preguntas… LO COLGUÉ EN MI FACEBOOK. SIN PALABRAS. Creo no tener que hacer un ensayo sobre el significado, no? Ok. En ese momento sentí la necesidad extrema de guardarla tal cual, en algún lado, rápido, para no perder tamaño disparador al infierno. Busqué entre la guantera un papel, tomé una lapicera de la cartera y paré al costado del camino para escribirla. Todavía guardo ese papel. Mi letra parecía de primer grado… Ese desamparo frente a la vida fue el empujón que me faltaba para darme cuenta que cada día que me quedara por vivir, sería tan abismal como los que recuerdo desde que empecé a tener memoria. Esto me ocurrió hace varios años y hoy lo sigo comprobando. Entendí que nada nos salvaría de los exámenes diarios a pesar de haber vivido un poco, y advertí que sigo con las mismas ganas cada amanecer. Por una cuestión natural, a veces nos olvidamos de algunas cosas y vamos hacia adelante. Digo natural porque entiendo que es un mecanismo de defensa con el que cuenta nuestro cuerpo implícito en las células. Olvidar o refrescar, sino, estaríamos a esta altura, todos muertos. Es parecido a lo que sólo las mujeres podemos relatar respecto a la experiencia de dar a luz. ¡La naturaleza es tan sabia, está tan bien hecha, que las CONTRACCIONES, son los dolores JUSTOS en intensidad. Es decir, si te duele un poquito más, te morís. Sino olvidáramos o refrescamos....seríamos siempre madres primerizas. Fue también ese día en el que dejé de discriminar. Los camioneros para mí, empezaron a ser lo más. Comprendí esa frase que va de boca en boca, con un uso casi de muletilla, LA CALLE TE ENSEÑA o ESO SE APRENDE EN LA CALLE. Qué verdad tan inmensa. Pero bueno no hay que desmerecer el saber que otorgan los libros. Tengo muchos amigos cultos, profesionales ellos, con especializaciones, títulos, premios, y suelen también enseñarme muchas cosas. Pero NO HAY COMO LA CALLE. Es otro saber.