El Diario de Ana Frank

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EL DIARIO DE ANA FRANK

Naturalmente yo le devolví el cumplido. Todos tienen algo que decir sobre la repentina amistad entre nosotros. Sus pequeños chismorreos poco nos interesan, y sus observaciones no son realmente originales. ¿Es que nuestros padres han olvidado ya su propia juventud? Pareciera que sí. Nos toman siempre en serio cuando decimos algo en son de chanza, y se ríen cuando hablamos en serio. Tuya, ANA

Lunes 27 de marzo de 1944 Querida Kitty: La política juega un papel capital en nuestra «historia en la clandestinidad», y como ese tema sólo me interesa vagamente, lo he descuidado mucho en los últimos tiempos. Hora es de que le consagre una de estas cartas. Naturalmente, todas las opiniones sobre tal cuestión difieren y, como es lógico, sólo se habla de eso en época de guerra. Pero... para los mayores es tema de perpetuas disputas, lo que resulta estúpido. Que rían, que hablen, que apostrofen, que se encaprichen, que hagan lo que les cuadre, mientras mojen el pan en su propia salsa, eso no hace daño a nadie; ¡bueno!, pero que dejen de pelearse, porque las consecuencias son por lo general desagradables. La gente trae de afuera muchas noticias falsas; en cambio, nuestra radio todavía no ha mentido, hasta ahora. Henk, Miep, Koophuis y Kraler cambian de humor según la política del día. A ratos son optimistas, a ratos pesimistas. Henk es el más estable de todos. En cuanto al anexo, el clima político general cambia muy poco. Las innumerables discusiones sobre el desembarco, los

bombardeos, los discursos, etc., provocan exclamaciones tales como: - ¡Imposible! -Por Dios santo, si aún están en los preparativos, ¿qué va a ser de nosotros? -Las cosas marchan cada vez mejor. -Me parece muy bien. Es excelente. Optimistas y pesimistas, y no olvidemos a los realistas, todos se desgañitan con la misma energía infatigable para exponer su opinión y cada uno cree ser el único que tiene razón, lo que no es ninguna novedad. Cierta señora se enfada constantemente por la confianza desmesurada que su marido dispensa a los ingleses, y cierto señor ataca a su esposa por sus reticencias desdeñosas con respecto a su Inglaterra bien amada. Nunca se cansan de ello. Yo lo utilizo hasta como medio, con resultados infalibles, pues dan respingos como si hubieran sido picados por una avispa. dejo caer una sola palabra, hago una sola pregunta, una frase basta para hacer perder la cabeza a toda la familia. Como si ya no estuviéramos saturados con las transmisiones alemanas de la Wehrmacht y la B.B.C., desde hace un tiempo se nos aflige con informes sobre el avance aéreo. Es muy hermoso, pero no hay que olvidar el reverso de la medalla. Los ingleses hacen de su radio un arma de propaganda constante, para rivalizar únicamente con los embustes alemanes, sirviéndose de los mismos medios. Desde entonces, se conecta la radio tan pronto como despertamos, luego a cada hora propicia, de la mañana a la noche, hasta las nueve, y a menudo hasta las diez o las once. Lo que prueba que los mayores son muy pacientes, y también, que la capacidad de absorción de sus mentes es bastante limitada, salvo algunas excepciones, y no quiero ofender a nadie. Estaríamos suficientemente informados durante el día con una sola transmisión, con dos como máximo. Pero esos viejos obstinados... ¡bueno, tú ya sabes lo que pienso de ellos!

© Pehuén Editores, 2001.

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