236131469 el fin de los historiadores pensar historicamente en el siglo xxi pablo sanchez leon y jes

Page 89

PEDRO PIEDRAS MONROY

En la actualidad menudean los estudios que analizan cómo la «memoria» del historiador resulta decisiva a la hora de configurar su visión del pasado3, pero no es frecuente encontrar trabajos que deslinden los territorios de la historia y la memoria, o que salgan al paso de una sinonimia que sin duda está teñida de elementos ideológicos4. No es mi intención revisar en este artículo las complejas relaciones entre los aludidos conceptos, pero sí que me interesa proponer como punto de partida que la historia como disciplina, pese a la reciente insistencia de los historiadores, no puede enunciarse como memoria. La memoria es un artefacto complejo cuyo mecanismo está constituido por múltiples elementos, procedentes en parte de la colectividad, en parte de las propias experiencias personales del individuo y su correspondiente proceso mental. Así, sobre ella recaen informes de diferentes discursos (políticos, históricos, religiosos, etc.) que cruzan la conciencia individual, solapándose a veces, en las diferentes etapas de su vida, y mezclándose con otro buen número de elementos que la condicionan: sociales, sentimentales y pasionales, entre otros. Esta complejidad de la memoria hace que no encuentre una vía de expresión adecuada en los relatos de la historiografía. En la historia, tiene poco campo la expresión del recuerdo individual como tal y, por lo general, ninguno los sentimientos, las contradicciones o las pasiones del individuo que, en cambio, en la memoria están en constante interacción entre sí y con los discursos antes citados. Mientras la historia se funda en los documentos, la memoria casi siempre carece de ellos y no los necesita para desplegarse, pues su valor no se cifra en ellos sino en su peculiar materialidad como recuerdo. 3 Por ejemplo, Mudrovcic sostiene que «[...] toda historia contemporánea es una forma de memoria aun cuando se reconozca en la historia una instancia crítica hacia el recuerdo» (Mudrovcic, 2005: 118). Afirmaciones como ésa pueden llevar a conclusiones sumamente discutibles, como que esa «memoria» que el historiador proyecta en sus obras equivaldría a «las tendencias intelectuales y filosóficas predominantes en cada momento», determinaría la historiografía de cada época (Aurell, 2005: 17) y llevaría de nuevo, para cerrar el círculo, a la sanción de la identidad entre memoria e historia: «A lo largo del tiempo, la disciplina histórica se ha encargado de poner por escrito la memoria colectiva» (Ibid.: 14). 4 Algunos de los esfuerzos más significativos en ese sentido aparecen en las obras de J. C. Bermejo Barrera (véase la bibliografía).

62


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.