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VIERNES 20 DE MAYO DE 2011 / CIUDAD CCS

VENEZUELA

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El reto es cambiar los sindicatos > Expertos cuestionan la capacidad del actual modelo sindical para promover el socialismo > Sindicalistas exponen sus tesis CAROLINA HIDALGO

Reforma a la LOT

CIUDAD CCS

Transitar de la lucha meramente reivindicativa a la lucha política, lograr la conciencia socialista necesaria para la transformación del modelo capitalista de relaciones sociales y de producción es un leño de fuego en las manos de trabajadores y dirigentes sindicales del proceso revolucionario. En diciembre de 2010, el presidente Hugo Chávez criticó el carácter meramente reivindicativo de los sindicatos en Venezuela. Llamó a la conciencia socialista del gremio eléctrico a propósito de los altos costos del contrato colectivo de Corpoelec. “Yo no digo que estos incrementos sean de mala fe, pero hay personas que creen que soplar es hacer botella, y queremos pedirle al Gobierno revolucionario 100 veces más de lo que se les pidió a los gobiernos burgueses”, expresó el Presidente Chávez. POR LA FORMACIÓN SOCIALISTA Oswaldo Vera, coordinador nacional de la Federación Bolivariana de Trabajadores (FBT) reconoció que los sindicatos revolucionarios aún no han trascendido de las acciones reivindicativas hacia una acción clasista. “Creo que se ha venido avanzando en los niveles de consciencia de la dirigencia sindical, sin embargo todavía siguen privando algunos elementos de la lucha reivindicativa sobre la lucha más política”. Para el politólogo Omar Vázquez Heredia el problema radica en la falta de formación de los trabajadores, una labor en que la dirigencia dice avanzar, pero que la práctica sindical, en ocasiones, muestra otra cosa. “El sindicalismo clasista y autónomo debe promover actividades de formación y organización de los trabajadores, que permitan elevar en un diálogo permanente los niveles de conciencia de clase del pueblo trabajador, así como la articulación de espacios orgánicos para la intervención en las decisiones y planificación de los centros de trabajo privados y públicos como los consejos de trabajadores”. INSTRUMENTOS DEL CAPITALISMO Vera argumentó que el problema radica en una condición: Venezuela no está en un sistema socialista, sino en una transición donde priva la lógica capitalista. Vázquez Heredia sostiene igualmente que los revolucionarios “estamos en relación contradicto-

Trabajadores son actores principales en transición al socialismo. FOTO JESÚS CASTILLO

Contratos en contradicción ideológica Alexis Adarfio, trabajador y representante del colectivo de la Universidad Bolivariana de Ferrominera Orinoco, cita aspectos sencillos que podrían ser un salto cualitativo hacia el socialismo en el debate laboral. “Por ejemplo, un sindicato socialista no debería privilegiar la salud privada en las contrataciones colectivas a través de los seguros de HCM, ni bonos para pagar las cuotas de los colegios privados para los hijos de los

trabajadores, sin que paralelamente se desarrollen acciones sindicales de presión para que mejore la educación y el sistema de salud pública”. En opinión del trabajador, constituye una contradicción ideológica promover el uso de tickets o bonos de alimentación a ser usados en los supermercados privados, “en lugar, por ejemplo, de favorecer los comedores en los centros de trabajo promovidos por cooperativas populares”.

ria con el capitalismo, porque aunque combatimos el referido modelo, a la vez, estamos integrados a las relaciones sociales capitalistas”. “En ese sentido, hay oportunidades en que las organizaciones que son instrumentos en defensa del pueblo trabajador reproducen prácticas capitalistas, algo que ocurre en el sindicalismo”. Para ambos analistas, mantenerse en este juego del capital es la causa de que existan en el país trabajadores que obtienen importantes beneficios laborales y otros con menores salarios por su inferior capacidad para negociar reivindicaciones. A este respecto Vera advirtió: “Estamos en un proceso de transición donde hay también niveles de importancia. No es lo mismo las condiciones de un trabajador petrolero en este instante que cualquier otro trabajador”. El dirigente “reivindica” esta situación,

que admite “no es socialista” pero sí del momento histórico. Esta lógica de la ganancia también se expresa en otros aspectos. Pedro Eusse, coordinador nacional de Unete, señaló la otra cara de la moneda: “No se le puede exigir a los trabajadores sacrificios que no se dan desde las gerencias de empresas que también se autodenominan socialistas”. Los representantes de las corrientes sindicales bolivarianas afirman que han hecho esfuerzos por erradicar o al menos reducir estas diferencias en las condiciones laborales, sin embargo, la realidad sigue siendo la desigualdad. Para Marcela Máspero, coordinadora nacional de Unete, los sindicatos revolucionarios tienen que convivir con un proceso de transición. Deben mantenerse “en una línea delgada” entre la “tecnoburocracia,” y los trabajadores a quienes representan. “A veces se nos tilda de oficialis-

tas y otras de contrarrevolucionarios, en esa línea delgada se deben mover los sindicatos. Estamos con el proceso, pero se critica lo que se tiene que criticar”. En su opinión, la lucha debe ser por transformar el modelo de gestión para que los trabajadores se empoderen de los medios de producción en las empresas. Sin embargo, aseveró que el control obrero es limitado por la gerencia media que, según indicó, “dirige las empresas con mentalidad capitalista”. “Son funcionarios que la estructura burocrática se los traga, arrinconan a los trabajadores y le dicen que tienen que seguir luchando por reivindicaciones económicas, pero los trabajadores hoy estamos en capacidad de dirigir las empresas”. CONSTITUYENTE LABORAL Roberto Hernández, ex ministro del Trabajo y ex presidente de la Asamblea Nacional, advirtió que no puede haber revolución sin el protagonismo de la clase obrera, no obstante puntualizó que en la actualidad en Venezuela solamente 12% de los trabajadores se han sindicalizado, los dirigentes gremiales se han burocratizado “no representan a nadie y son grupitos sin ninguna significación”. Hernández aseveró que las fallas anteriores han provocado que la clase obrera esté “atomizada”, no tenga conciencia de su papel histórico y solamente se limite a las reivindicaciones de carácter económico.

Algunos sindicatos de la construcción se autodenominan “bolivarianos y socialistas” pero mantienen prácticas contrarias al socialismo. Pedro Eusse, dirigente de Unete, las califica de “mafiosas y antisindicales”. Eusse explicó que Unete propuso dentro del debate de la Ley Orgánica del Trabajo (LOT) modificar el artículo 445 que, según indicó, es una de las causas del conflicto por puestos de trabajo. El artículo reza: “En la convención colectiva podrán convenirse cláusulas que establezcan una preferencia a la organización sindical contratante que agrupe a la mayoría de trabajadores, para ofrecer al patrono hasta setenta y cinco por ciento (75%) del personal que él requiera”. En el caso de la convención del sector construcción la cuota es de 70%. Hay dos propuestas de reforma del 443: una que implica eliminar la competencia de los sindicatos en la contratación de personal y otra que es la creación de un comité integrado por trabajadores y comunidad para la selección. Una tercera opción es a través del proyecto de Ley de Régimen Prestacional de Empleo que se discute ahora en la AN, donde se establece una institución del Estado encargada de la contratación de personal. Para Unete esta institución debería integrar a trabajadores y comunidad para asegurar la contraloría social.

Advirtió el ex parlamentario que para avanzar hacia el socialismo es imprescindible la unidad del movimiento obrero, y para lograrla, afirmó, se requiere de una nueva dirigencia sindical. Por eso propone una constituyente laboral que impulse la democracia interna y permita relegitimar a la dirigencia. “Los actuales dirigentes sindicales no representan a la clase obrera venezolana”. Vázquez Heredia coincide con Hernández en que en el sindicalismo necesario para construir el socialismo no debe haber “funcionarios sindicales”. “El sindicalismo clasista y revolucionario debe ser profundamente democrático, no puede ser dirigido por sindicalistas que no tienen la legitimidad de sus compañeros de trabajo, es decir, que son impuestos o quieren mantener sus cargos eternamente sin el respaldo de los trabajadores”.


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