AL-GHURABÁ 24

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FUENTE: alshahidwitness.com

Tras estos sucesos donde habían estado implicados, bien en la comisión o en el planeamiento, europeos que habían formado parte de las distintas organizaciones terroristas que actuaban en Siria e Irak (principalmente en el Daesh), la amenaza de los “retornados” pasó a ser asunto prioritario que debía atenderse. Por toda Europa, los códigos penales fueron ampliados para criminalizar los delitos relacionados con los viajes a zonas de guerra para fines terroristas, apoyándose en la resolución 2178 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero, tras el progresivo debilitamiento del Daesh debido a la acción de los diferentes actores involucrados, a partir del 2016 el flujo de retornados a estos países disminuyó, siendo principalmente mujeres y niños los que retornaban, ya que muchos de los hombres habían muerto en combate o seguían luchando en otros escenarios. Para tratar el enfoque que se le da al problema, los tres países han optado por vías diferentes. Mientras que en Holanda han optado por concentrar a los sospechosos de terrorismo y a los terroristas ya condenados en prisiones de máxima seguridad para evitar que radicalicen a otros internos, los belgas han decidido dispersar a dichos reos y evitar que se formen grupos de yihadistas que puedan difundir el mensaje extremista a otros reclusos. En Alemania, en cambio, debido a su sistema de prisiones descentralizado, no tienen una política definida.

Para tratar las posibles desradicalizaciones, los tres países tienen políticas que favorecen la desvinculación ideológica de una manera personalizada, en vez de programas generalistas que puede que no tengan el mismo efecto en todos los retornados. Para ello utilizan un gran número de médicos, psicólogos, asistentes y demás personal cualificado que intentan hacerles ver la gravedad de sus actos y el peligro que suponen. Se ha de recalcar que Holanda es pionera en este tipo de tratamientos, ya que Bélgica ha copiado el programa hace relativamente poco. Para referirse al problema de los ciudadanos belgas, holandeses y alemanes que aún permanecen en las filas de las organizaciones terroristas en Siria o Irak, se mantiene un discurso ambiguo. El primer ministro holandés, Mark Rutte afirmó que prefería ver a los FTF muertos en el conflicto antes que regresaran a los Países Bajos, mientras que el ministro del Interior belga, Jan Jambon dijo que “no eran un interés estratégico del país”13. Por parte del gobierno alemán no hay una postura pública para este problema. Como ejemplo de esto, actualmente en Irak hay varios combatientes terroristas extranjeros detenidos, que serán juzgados allí bajo expreso deseo de los iraquíes ante su rechazo a una posible extradición bajo el argumento de han cometido crímenes contra sus compatriotas.

ISSUE 24 | AGO`2019


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