héroes de la patria, quienes solo aparecen décadas más tarde y en momentos conmemorativos. Asimismo, pocas cintas tratan la Independencia o incluso la Colonia como un telón de fondo en donde se puedan narrar retrovisiones alternativas a las del héroe15. En cambio esa lectura de la Guerra del Pacífico tan basada en los grandes héroes no parece estar presente en lo absoluto en el cine mudo, el cual utiliza la guerra, mucho más cercana, como telón de fondo para comedias, cintas de detectives o simplemente cintas históricas. Al mismo tiempo, con la llegada del sonoro comienzan los documentales que tratan sobre la reivindicación de la memoria de quienes lucharon en la guerra. La narración centrada en los héroes se consolidada para el bicentenario. En conclusión, dos de los tres períodos más representados por la cinematografía nacional son la Independencia, principalmente representada a través de la figura del héroe, convirtiéndola en una retrovisión heroica con escasa mención de otros actores y raramente utilizada como telón de fondo para retrovisiones alternativas; y la Guerra del Pacífico, en donde las primeras retrovisiones escasamente muestran a los héroes o las batallas, sino más bien utilizan la guerra como un telón de fondo para narraciones que no impugnan la interpretación del pasado. Esto, hasta Caliche sangriento y las cintas del Bicentenario que evalúan las dualidades interpretativas de la guerra. Temprano en estas representaciones se incluyen documentales, en donde el protagonismo está nuevamente en personas comunes: los veteranos de la guerra. Sin embargo con el pasar de los años las cintas van representando más y más a los héroes, sin jamás perder de foco a las personas comunes afectadas por la guerra. Las retrovisiones, así, tienen un carácter más humano y menos glorioso de la guerra.
El nuevo motivo del cine histórico Desde la Unidad Popular misma, el cine adquirió un importante rol en la educación del país, ya sea con fines políticos (Mouesca, 1988) o como nos atañe en esta radiografía, con fines históricos. Entre 1970 y 1973 se produjeron ocho ficciones históricas, entre las que hay cintas que siguen el patrón de revisionismo del pasado chileno16, otras que conmemoran el pasado reciente, como Ya no basta con rezar (1972), de Aldo Francia, y Operación 15
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La Colonia solo será representada nuevamente tras el retorno a la democracia. Ya no desde los héroes, sino desde personajes desconocidos o ficticios. Por ejemplo: Cautiverio Feliz (1998), de Cristián Sánchez; El Inquisidor (2010), de Joaquín Eyzaguirre, y El Tesoro del Cráneo (2011) de Raúl Peralta Moris. Por ejemplo, Eloy (1969) de Humberto Ríos, La Tierra Prometida (1973), de Miguel Littin, y Frontera sin Ley (1971), de Luis Margas.
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