Teoría social

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Matías Artese

castigo y dolor; o sea, infelicidad. Vale decir que para que toda comunidad se desarrolle armoniosamente, los individuos deben conducirse en el camino del bien común y útil, y para ello deben obedecer y atenerse a la disciplina. Los cuerpos que desobedecen evidencian una no utilidad, por lo cual surge la necesidad de encausar conductas, corregir, aplacar y moldear. Pero en toda sociedad también conviven personas que cometen actos en perjuicio de otros, acciones entre las que se encuentran los delitos, obviamente. Para Bentham esos sujetos no están del todo equilibrados u “ordenados”, pues conciente o inconcientemente eligen el camino hacia la sanción o el castigo, es decir, hacia el dolor y la infelicidad. El derecho y las leyes, entonces, debían administrar y fomentar ese beneficio colectivo y corregir aquellos desvíos individuales que implicaban un peligro. Por lo cual el papel de los legisladores es asegurar el camino hacia el placer y corregir cualquier desvío hacia el dolor: “la felicidad de los individuos de los que se compone una comunidad, o sea su placer y seguridad, es el único fin que el legislador debe tener en cuenta, el único criterio de acuerdo con el cual cada individuo debe, en cuanto depende del legislador, ser obligado a conformar su conducta” (Bentham, 2008: 31). 3 Por ello el artefacto arquitectónico conocido como “Panóptico” –entre otros esfuerzos por morigerar y castigar esos desvíos– tenía el objetivo de devolver el orden a cada individuo mediante la disciplina, que se traduciría a su vez en un orden-felicidad colectivo. O la felicidad colectiva a partir de la supuesta felicidad individual. Aclaremos que el autor también consideraba al castigo como algo negativo, pero era el único camino que quedaba cuando se trataba penar perjuicios y, así, corregir conductas desviadas. Señala el autor que “todo castigo es un perjuicio; todo castigo es en sí mismo malo. Según el principio de utilidad, si debería ser admitido en absoluto, debería serlo sólo en la medida en que promete excluir un perjuicio mayor” (Bentham, 2008: 163). En tal sentido, en distintos pasajes de su obra, “El Panóptico” muestra una preocupación por el bienestar de los reclusos en las cárceles. Establece por ejemplo una “regla de dulzura”, que consiste 3 Desde una mirada antitética a esta lectura utilitarista-individualista, Marx hace una advertencia

sobre la noción de la “seguridad” de los ciudadanos. Aunque no se trata de una discusión directa con Bentham, se aplica a sus concepciones: “la seguridad es el supremo concepto social de la sociedad burguesa, el concepto de la policía, según el cual toda sociedad existe para garantizar a cada uno de sus miembros la conservación de su persona, de sus derechos y de su propiedad. (…) El concepto de la seguridad no hace que la sociedad burguesa se sobreponga a su egoísmo. La seguridad es, por el contrario, el aseguramiento de ese egoísmo” (Marx, 1999: 42-43).

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