Viaje por la ciencia

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Olfatear es recordar | NEUROCIENCIAS

supuesto, de los machos, los que, desplegando sus capacidades, entran en competencia para aparearse con ellas. En un sentido darwiniano, se establece la elección de la mejor simiente. Los campeones tendrán acceso a las hembras que ellos elijan, pero que ellas ya eligieron. En la especie humana, algunos aromas determinan la atracción hacia miembros del sexo opuesto; por ejemplo, los hombres se sienten más atraídos por las mujeres que están en su etapa fértil que hacia las que no lo están, lo que ocurre también en muchas otras especies. Siguiendo la pauta reproductiva de los mamíferos, las madres son capaces de discriminar el olor de sus crías del de otras, y de la misma manera los infantes pueden despertar cuando reconocen el olor de su madre, pero no lo hacen ante el olor de otras mujeres. Existen olores que nos informan de otros acontecimientos: que algún lugar se está quemando, que los alimentos están en descomposición o que ha llegado un congénere. Cada olor tiene un mensaje; algunos son banales, pero otros son sumamente importantes, e incluso algunos adquieren un valor emocional significativo al asociarse con algún suceso en particular. Para especies de animales distintas a la nuestra, los olores constituyen mensajes relevantes para su supervivencia al informar de alguna situación de emergencia o de alarma o, por el contrario, de un ambiente propicio para comer o para reproducirse. Tanto en el ser humano como en el resto de los mamíferos y demás vertebrados la información olfatoria es procesada por extensas zonas de la porción frontal del cerebro. Es de notar que en los predadores los ojos se encuentran al frente de la cara, mientras que en las presas se ubican a los lados, lo que proporciona a los primeros un campo

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