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En otra clave estética, el óleo Noche de San Juan, de 1940, de Benito Quinquela Martín, describe con mayores precisiones el espacio geográfico donde sucede la acción y los sujetos que la protagonizan. A primera vista se reconoce el barrio de La Boca con sus coloridas viviendas lindantes al riachuelo y las siluetas de los trabajadores portuarios alimentando una enorme hoguera junto a los vecinos del barrio. A diferencia del clima crepuscular de la obra del rosarino, el artista boquense apela a los amarillos y rojos de un fuego chispeante que aviva la acción colectiva y la participación popular. La luminosidad de la hoguera y los toques rojizos en toda la pintura refuerzan la intención del artista en denotar ese centro como foco al cual se dirige el esfuerzo común de todo el barrio de La Boca. Una atmósfera similar al de la obra de Caggiano encontramos en La fogata de San Juan, de 1948, realizada por Antonio Berni. También de grandes dimensiones, en una zona suburbana de margen, de casas bajas y arquitecturas metafísicas, atraídos por el fuego de la festividad, disfrutan una gran cantidad de niños y familias. Entre diciembre de 1941 y mayo de 1942, Antonio Berni recorrió Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia con la idea de realizar estudios precolombinos por pedido de la Comisión Nacional de Cultura de la Nación. Estos viajes intensificaran el contacto con el arte popular, con sus mitos y sus ritualidades, como puede observarse en la obra antes mencionada. En la pintura de Berni, la fogata realza los gestos y acciones de los diversos infantes, que han sido destacados con fuertes contrastes de tintes complementarios, acentuando el azul apesadumbrado de la noche. Las tres representaciones aludidas nos acercan a las experiencias rituales de distintos conjuntos de sujetos, en diferentes espacios geográficos determinados o no,

El pintor César Caggiano en su estudio. Montes i Bradley (dir.), Boletìn de cultura y intelectual, nº 25/33, año 3, enero/set.1944, p. 3.

54 EDUCACION, ARTE Y DISEÑO

de la festividad de San Juan. Cabe destacar que, tanto en la representación de Quinquela Martín como en la de Berni, la alegría de la vivencia conjunta y la alborotada celebración tornan visible el acto compartido. En cambio, en la pintura de Caggiano, el rito parece ser secreto, un conjuro quimérico celosamente guardado por una cofradía no muy numerosa de niños, como sí el rito allí celebrado fuera un enigma a descifrar. Los rostros taciturnos de los infantes, con la mirada hierática en la pequeña fogata, parecen concentrados como a la espera de un relato prohibido. Retomando el óleo de Caggiano, resulta ineludible mencionar que justamente es esta obra de escala mural, la que el autor decide donar a la Escuela Provincial de Artes Plásticas. Para el campo cultural rosarino, la apertura de la Escuela había significado un logro obtenido después de largas proclamas y luchas, iniciadas en los años veinte, y protagonizadas por las primeras generaciones de artistas de la ciudad.8 Asimismo, Caggiano fue el primer Director de dicha institución educativa. En ese contexto y atendiendo a que la obra elegida por el autor, se desprende notablemente de los lineamientos estéticos dominantes en su producción, entendemos a éste óleo y al acto de su donación como una ofrenda, es decir, un legado de lo que podríamos interpretar como un cuadro-manifiesto, a la espera de ser desentrañado y traspasado. [ABSTRACT] The potential of the popular festivals in the artistic manifestations Dra. Sabina Florio y Lic. Cynthia Blaconá Our work deals with the analysis of the painting called Night (ca. 1942), by César Caggiano (1894-1954). Belonging to the patrimony of Escuela Provincial de Artes Visuales , this unique and haunting oil deals with the feast of San Juan. What distinguishes this ceremony of pagan origin, celebrated in June, is the centrality of fire as a purifying element and power generator. We also note, that by the ‘30s and ‘40s a substantial body of significant artists of our region establish similar themes representing fertile interchanges between popular culture and scholar art. Quinquela, Antonio Berni and Candido Portinari, among others, get to see, in different aesthetic keys, ritual experiences of the members of the community of belonging. Regarding oil Caggiano, it is unavoidable to mention that it is precisely this mural scale work which the author decides to donate to the Escuela Provincial de Artes Plásticas, which was its first Director. In this context, we understand this oil and the act of donation


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