CONTACTOS
Noviembre 2007
PALABRAS QUE GUSTAN En el siglo XIX, el historiador Antonio Martín Gomero, en su libro de Historia de Toledo, nos decía: Toledo, no merece el abandono en que ahora yace, porque es un conjunto maravilloso de situación, de aspecto y de luces; porque tiene veinte iglesias más ricas y mejor talladas que ninguna de las de Francia; porque reúne recuerdos para ocupar diez años a un historiador, y a un cronista durante toda la vida; y esto sin contar aquella majestad de los pueblos muertos o moribundos, en que se envuelven con la dignidad de una reina. A los que no la conozcan, hay que repetirles lo que el gran Alejandro El Magno decía escritura ilegible: LEED LA ÉPOCA. Antonio Martín Gomero, fue y será el mejor historiador que ha tenido Toledo, donde su vocación íntima a la Literatura le llevó a investigar y estudiar intensamente en la Biblioteca Arzobispal de Toledo, donde ayudado por un modesto sacerdote encargado de su custodia, sacó todo cuanto entonces se sabía sobre la historia de su ciudad natal, sus hijos Ilustres y sus monumentos. Tenía un gran cariño a Toledo, donde se descubre en cada palabra, en cada frase un apasionamiento difícil de expresar, pues sentía arder en su pecho una chispa de fuego poético y de entusiasmo, donde para él la Ciudad Imperial era un decorado con relieve de cartón-piedra que los conserva para ejemplo de las grandezas pasadas. Siendo diputado provincial en el año 1.865, propuso se creara la feria de ganados en la Vega Baja, coincidiendo con la feria de Agosto. De que su idea fuera aceptada es prueba que tal feria de ganados duró más de un siglo. Los que estamos jubilados esta feria ya la conocíamos. Nació D. Antonio en la céntrica calle Obra Prima nº 4 (Hoy rotulada: Martín Gomero) en el año 1.823. Murió a la edad de 51 años, que hoy se nos antoja temprana. En todo caso como nos dice Julio Porres la aprovechó en todos sus minutos, ya que dejó escrita una obra extensa de la Historia de Toledo, literatura, periodismo, e incluso de temas legales, sin contar los trabajos propios de su profesión de abogado.
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