Chihuahua y Puebla en campaña

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Opinión

Carlos Castillo López

Un archivo, ¿para qué?

La reciente inauguración del edificio que alberga el Centro de Documentación e Investigación del Partido Acción Nacional (CEDISPAN), representa un momento para reflexionar sobre la importancia de conservar y preservar la memoria histórica de una de las fuerzas políticas que ha contribuido como pocas a la construcción del México moderno. En primer lugar, es importante hacer mención que este esfuerzo es único entre los partidos políticos de nuestro país, pues ningún otro ha dado al rescate de su pasado la importancia que Acción Nacional, máxime cuando, en la prisa de las coyunturas, pareciera que el pasado y el futuro se comprometen en la fugacidad del presente; así, a la luz del centenario de la Revolución y del bicentenario de la Independencia mexicanas, la revaloración de las muchas contribuciones hechas por el PAN, no sólo en materia política sino además en el orden económico, social y cultural, encuentran en los documentos a resguardo un complemento a la historia del siglo XX nacional, que sin duda no se entendería sin la participación activa, responsable y decidida de miles de mujeres y hombres que desde las filas del panismo pusieron su grano de arena para llegar al crecimiento y desarrollo institucional del que hoy gozan todos los mexicanos. En segundo lugar, resulta fundamental hacer una revisión para valorar cuánto de nuestro pasado como nación fue responsabilidad directa o indirecta de ideas y propuestas surgidas de los panistas, como aquéllas que rescata María Teresa Gómez Mont en su libro Manuel Gómez Morin, 1915-1939 (FCE, 2007), donde la autora, a partir del acervo a resguardo tanto en el Cedispan como en el Archivo Gómez Morin, reconstruye las aportaciones 20

del fundador de Acción Nacional y demuestra con creces cómo aquel mote de “constructor de instituciones”, que Castillo Peraza diera a aquel gran hombre, guarda una vigencia ignorada durante años por los encargados de redactar una historia oficial que prefirió escribirse a conveniencia del régimen antes que dar su justo valor a la diversidad y la pluralidad de ideas que confluyen en la edificación de un país. La historia de todo pueblo es suma de aciertos y desaciertos, un recorrido en el que omitir es ignorar y, con ello, condenar a que los errores se repitan una y otra vez, hasta caer en el laberinto que señalara ya hace más de medio siglo Octavio Paz. La memoria no es entonces sólo la riqueza de lo acaecido sino el modo en el que se aprende del pasado para, desde un presente rico por el valor de la experiencia, proyectar un futuro claro y accesible, sin utopías ni sueños que por elevarse tan alto sean imposibles de alcanzar. Por otra parte, y en tercer lugar, toda institución que carezca de memoria puede con facilidad caer en la trampa fácil y simplista de reinventarse cada vez que el presente sea incapaz de dar respuestas adecuadas a los retos, múltiples y cambiantes, de la realidad. Aquí es precisamente donde la importancia de una memoria común se convierte en puente entre generaciones, en experiencia compartida, en las voces del pasado a donde puede volverse a abrevar para cobrar nuevos bríos, para tomar el ejemplo de quienes nos precedieron, para saber que ni somos los primeros y, mucho menos, seremos los últimos. Ese valor colectivo del pasado es también aliciente para refrendar uno de los principios fundamentales de Acción Nacional: la renovación generacional, que se convierte en una virtud cuando quienes vienen detrás encuentran el apoyo de quienes van adelante; muchas organizaciones perecen cuando sus fundadores dejan la militancia, por la razón que sea, o sucumben a la ambición de quienes llegan a querer inventar lo que ya estaba por demás comprobado. Los tres puntos desarrollados de manera sucinta en estas líneas apuntan precisamente a la importancia de que toda organización ideada como trascendente en el tiempo cuente con un sitio en donde tener a salvo su identidad, aquello que la sustenta y la proyecta hacia el futuro. No obstante, el reto no termina y ahí: es necesario lograr que esa memoria común se difunda entre quienes han encontrado en Acción Nacional el instrumento político para servir a México. Entonces, la pregunta es ¿Cómo hacer del CEDISPAN un instrumento cercano a la militancia, dinámico y útil para el presente y el futuro del PAN? La difusión será un primer e importante paso, es decir, el acercamiento de esa riqueza al pansita de a pie y al ciudadano común, pues siempre cabe el riesgo de que este tipo de archivos queden a merced de un puñado limitado de especialistas o académicos; asimismo, el ordenamiento claro mediante catálogos web de documentos y publicaciones a resguardo, así como del abundante material fotográfico, perteneciente a la revista La Nación, aún pendiente de


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