Conferencias de Merchita tomo 6

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del Espiritismo en el campo social. Callemos todo impulso de cólera o violencia, amoldando el Evangelio de forma para restablecer la armonía en si mismo delante de otros. La humildad construye para la vida eterna. Proporcionar a los niños los fundamentos de una educación sólida y bien orientada, sin infundirles miedo o fantasías, comenzando por darles nombres simples y naturales, evitando la pompa de nombres famosos, susceptibles de crearles embarazos futuros. El hogar es la primera escuela. Siempre que nos sea posible convertir el santuario familiar en un dispensario de socorro a los menos felices, con la aplicación de aquello que sea menos necesario para la manutención domestica. La Sara de Cristo no tiene fronteras. Si estamos solos con nuestra fe, en el receso del hogar, el espirita debe atender fielmente al testimonio del amor que le cabe, acordándose de que responderá en cualquier tiempo, por los principios que abraza. Las luces humanas nos sitúan siempre en el papel que debemos desempeñar. Al menos una vez a la semana hacer el culto del evangelio en el hogar, con todos aquellos que comparten su fe, estudiando la verdad e irradiando el bien, a través de oraciones y comentarios en torno de la experiencia diaria a la luz de los postulados espiritas. Quien cultiva el Evangelio en casa, hace de su propia casa un templo de Cristo. Evitar el lujo superfluo en los aposentos, objetos y costumbres, imprimiendo en todo características de naturalidad, desde los hábitos más simples hasta los pormenores arquitectónicos de la propia morada. No hay verdadero clima espirita cristiano, sin la presencia de la simplicidad en nosotros. Asumir compromisos en la paternidad y en la maternidad constituye engrandecimiento del Espíritu, siempre que el hombre y la mujer les comprendan el carácter divino. Los padres del mundo, admitidos a las asambleas de Jesús, precisan comprender la complejidad y la grandeza del trabajo que le asiste. Es natural que se interesen por el mundo, por los acontecimientos vulgares, todavía, es imprescindible no perder de vista que el hogar es el mundo esencial, donde se debe atender a los designios divinos, en lo tocante a los servicios más importantes que les fueron concedidos. Los hijos son las obras preciosas que el Señor les confía a las manos, solicitándoles cooperación amorosa y eficiente. Recibir encargos de ese tenor es alcanzar nobles títulos de grandeza. Por eso, criar a los hijos y perfeccionarlos no es servicio fácil. La mayoría de los padres humanos viven desviados, a través de varios modos, sea en los excesos de 15


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