CIUDAD HIDALGO

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MONOGRAFÍA MUNICIPAL

hacer merced de ella libremente a otra persona con que si en algún tiempo con orden de Su Majestad o de sus virreyes en la dicha parte se mandare poblar alguna villa o poblado de españoles, se pueda hacer libremente, sin embargo esta Merced pagando a la susodicha o a sus herederos cuales no es y dieren el precio que valiere, a la sazón que se hiciere la dicha población o fundación con los que en ellos hubiere labrado y edificado, sacando el ganado y el asiento que se hiciere, se le ha cedido de otros sitios que hubiere a su linde sin que de tierra en medio. En cumplimiento de lo susodicho, y guardamos la Ordenanza que está hecha sobre las distancias que ha de haver de una estancia a otra, que es de ganado mayor, tres mil pesos de marca antigua y dos al de menor. Las otras estancias sean suyas y de sus herederos y sus seres para siempre jamás y de la posesión que tomare no sea despojada sin ser pedida. En México, cinco de octubre de mil quinientos y noventa y un años. D. Luis de Velasco. Rúbrica. Por mandato del Virrey, Matheo López de Guana. Rubricado". TESTIMONIO: Antes de ser otorgada la merced fue ordenada una investigación entre los naturales de Taximaroa sobre si las tierras que se le iban a entregar a doña Inés no interferían los derechos de propiedad alguna, o si estaban ocupadas por los indios para otros beneficios. Del juicio, prolongado y minucioso, tomando en testimonio a ocho testigos bajo juramento, tomamos el de Pablo Sánchez Bod, natural del pueblo, del cual, mediante intérprete, le fue tomado y recibido el juramento hecho por Dios Nuestro Señor y por la señal de la Cruz, para decir verdad en todo cuanto fuere preguntado. Resumiendo las 30 respuestas a otras tantas preguntas, dijo que conocía a doña Inés, que tenía derecho a la merced que solicitaba, que conocía de sobra los terrenos que entonces se llamaban tzapungamala, que estaban libres; que doña Inés era hija de don Juan Buenaventura Bicha. Tal testimonio fue tomado el 10 de marzo de 1587, siendo domingo tal día. Este testimonio fue dado delante de don Juan Velázquez de Salazar, Fr. Marcos Ruiz de Camacho, guardián del convento y de dos alcaldes de la estatuida República de Indios: Marcos Tzesreque y Miguel Bingara; fueron testigos Melchor 210


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