REVISTA DE NEGOCIOS CLN NÚMERO II

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DESMITIFICANDO Y MITIFICANDO LA INTERNACIONALIZACIÓN Numerosas empresas se están planteando la internacionalización como posible solución a sus problemas, ante un escenario como el actual, no hay ni que decirlo, con evidentes perspectivas de estancamiento y con una demanda interna tanto pública como privada en débil recuperación. Desde hace algunos años se viene haciendo un reconocimiento público en España como prioridad estratégica de la política económica: Las ayudas en este sentido, tanto de las administraciones autonómicas, como del Instituto de Comercio Exterior y de las diferentes asociaciones empresariales y cámaras de comercio, han sido muy importantes. A pesar de ello, es paradigmático ver todavía que grandes empresas de diferentes sectores no tienen implementado un plan estratégico de internacionalización, demuestran una cierta inconsciencia de los esfuerzos que ésta implica, buscan resultados inmediatos, aplican modelos equivocados y viven pendientes tan sólo de ayudas y subvenciones. Aprovechan la presencia puntual de un cliente en el exterior, un acuerdo esporádico de colaboración o bien su primera feria internacional para auto convencerse de que ya tienen presencia en un mercado internacional. No recuerdan que los pasos se tienen que dar poco a poco, con criterio y una metodología concreta, con una clara vocación de permanencia y siendo conscientes de que los resultados no son inmediatos. Los datos son bastante explícitos: Actualmente hay unos 300.300 exportadores en España, de los que cada año un 35% son nuevos. De 100 operadores que iniciaron sus exportaciones en el 2002, en enero del 2012 sólo continúan exportando un 10%. ¿Estamos haciendo las cosas bien? Podríamos pensar que la internacionalización debe ser uno de los fines de cualquier empresa, pero esto no siempre tiene que ser así. Hay muchos ejemplos de empresas que no han seguido a los pioneros de su sector en España, y han preferido diferenciarse tanto en producto como con distribución en un mercado en el que aún había posibilidades de más desarrollo (como en el caso del sector de los juguetes).

Mercado Internacional Está bien aprovechar las muchas oportunidades que supone la internacionalización, pero ésta no se debe entender como el fin último, la solución en momentos de estancamiento, o no nos tenemos que fijar este objetivo por el efecto “llamada” de las diferentes administraciones o de nuestra competencia. Comparamos la internacionalización con el deportista que quiere hacer una maratón por primera vez. Cualquiera podría correr cinco minutos o diez, pero para la maratón hace falta entrenar. Disfrutar realmente de la prueba, a pesar del esfuerzo, sólo lo puede hacer aquél que antes ha entrenado lo suficiente para afrontarla con garantías. Quizás para este reto se tenga que plantear antes bajar de peso (de aquí el planteamiento de metodologías Lean). En el ámbito empresarial, el proceso de internacionalización empieza por la autoevaluación: Ser conscientes de las propias limitaciones y marcarnos objetivos medibles que realmente se puedan cumplir. Es mejor empezar por pequeños retos e irlos alcanzando que no imaginarnos un futuro a largo plazo inalcanzable. En un símil de navegación, diríamos que cualquier barco puede navegar por mar sea cual sea su eslora. Ir más o menos rápido en una carrera depende normalmente de tener el barco en buenas condiciones, de un buen patrón que conozca la ruta y de una tripulación lo más preparada posible. En caso de tormenta, que seguro que encontraremos, solamente el barco mejor preparado puede salir airoso. En este caso, la mayoría de veces la dimensión del barco no importa.


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