Alguien me dijo una vez que, cuando uno inicia un nuevo negocio, sólo ha de tener en cuenta tres cosas: la situación, la situación y la situación. En otras palabras: no “¿qué vas a hacer?”, sino “¿dónde vas a estar?”. Exactamente. Eso suena también como mi respuesta a tu pregunta. Al alma sólo le preocupa dónde vas a estar. ¿Vas a estar en un lugar llamado temor, o en un lugar llamado amor? ¿Dónde estás - y de dónde vienes - cuando te encuentras con la vida? Ahora bien: en el ejemplo de los dos trabajadores igualmente cualificados, uno tiene éxito y el otro no, no debido a lo que hace cualquiera de los dos, sino debido a lo que ambos son. Una persona es abierta, amistosa, cuidadosa, servicial, considerada, animada, confiada, y además está contenta con su trabajo, mientras que la otra es cerrada, distante, descuidada, desconsiderada, gruñona, y está resentida por hacer lo que hace. ¿Y si escogieras los estados más elevados del ser? ¿Y si eligieras la bondad, la misericordia, la compasión, el conocimiento, el perdón, el amor? ¿Qué pasaría si escogieras la santidad? ¿Cuál sería entonces tu experiencia? Te lo aseguro: El ser atrae al ser, y produce experiencia. No estás en este planeta para producir algo con tu alma. Tu cuerpo es, simple y llanamente, el instrumento de tu alma. Tu mente es la fuerza que hace que el cuerpo funcione. De modo que lo que tienes es una poderosa herramienta utilizada en la creación del deseo del alma. ¿Cuál es el deseo del alma? ¡Eso mismo!: ¿cuál es? No lo sé. Te lo pregunto a ti. No lo sé. Te lo pregunto a ti. Podemos seguir así indefinidamente. Sí. ¡Un momento! No hace mucho has dicho que el alma aspira a ser Tú. Así es. 131