El conocimiento: Ese cantaro quebrado, Taller de Epistemologías Indígenas y Académicas

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es que la gente que no escribe bien es justamente la gente más pobre o la menos escolarizada, y mucha veces se generan comentarios excluyentes casi del tipo de gente que dice “No puedo discutir contigo, porque tú escribes mal”, entonces en el fondo puede ser terreno para actitudes súper nocivas.

CLAUDIO MILLACURA: Sí, sobre lo mismo que se está hablando, tengo que aclarar que en este proceso de la estandarización de la lengua, soy un actor secundario, y lo que quería compartir tiene que ver con un aprendizaje dentro de ese proceso y es que la administración del Estado tiene vida propia. No son las personas que lo conforman, sino que es un ámbito que tiene dinámicas y tiempo propio. A propósito, quiero decir esto, porque cuando se hace el proceso de unificación de la lengua, CONADI oficializa y todo lo que tenga plata del Estado, como dice don Juan, tiene que usar el Azümchefe. Además, después de que el Ministerio de Educación se hiciera parte también de esta política, la discusión, por lo menos al interior de este ministerio, con el ministro Sergio Bitar fue muy extensa y no fue fácil, porque la decisión estaba tomada desde antes. Y como la decisión estaba tomada desde antes, lo que interesaba eran los matices. La idea era que, particularmente, en los procesos de escritura de lengua, sus convenciones y arbitrariedades, una vez que el Ministerio de Educación apoyara la propuesta que estaba haciendo la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, había que crear una masa crítica de personas que tuvieran la posibilidad, en un mediano o largo plazo, de tomar posición de esto. No sé si se pensaba en veinte, quince, diez años, pero era una cantidad de tiempo donde las personas, particularmente de las comunidades mapuche, una vez enfrentadas a textos con este grafemario, pudiera decirle al Estado, ¿sabe qué esto que usted está presentando aquí no es así es de esta otra manera?

Pero eso no sucedió, porque la decisión está más allá de las personas que conforman el Estado. Este enteque se transforma en una maquinaria de decisiones consolidadas, casi sin la posibilidad de que estas cambien,. Aun cuando en el espíritu y en el origen de muchas de esas decisiones nunca fueron en lo que se convirtieron. Al final, fue la necesidad de poner en discusión, fenómenos que, en el nivel técnico de la academia o en el nivel de un usuario, no se enfrentaban. Porque, digamos las cosas como son, hasta antes de esa decisión, la cantidad de material que se escribía en mapuzungun, aymara o rapa nui era el mínimo. Por lo tanto, la discusión era muy en el aire, y partir de esta decisión -buena, mala, regular- el usuario de la lengua se empieza a enfrentar con el fenómeno y a tomar posición. JUAN ÑANCULEF: 2004, diez años.

CLAUDIO MILLACURA: El espíritu que se plasmó era que había que llegar a un momento en que organizadamente las comunidades mapuche, aymaras o rapa nui frente a esta producción de textos, nos dijeran que tomaban control de este fenómeno y lo cambiaban o tomaban otro camino.

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Esto nunca fue algo monolítico, que no se pudiera cambiar. Esto no es la biblia ni un salmo ni mucho menos, era un paso que había que dar para que las comunidades indígenas pudieran escribir y depositar su conocimiento sobre los textos, sabiendo que hay un montón de lenguas que se estaban perdiendo y que la Educación Intercultural Bilingüe, que en algún momento tenía que ampliar su cobertura, iban a necesitar textos. Porque cuando uno entra al colegio, la


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