Libro Cuadernos Historia de Catral

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C U A D E R N O S H i s t o r i a D E C ATRA L

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C U A D E R N O S H i s t o r i a D E C ATRA L —RECOPILACIÓN—

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© de esta edición: AICA, Asociación de Investigadores Castrum Altum de Catral, 2019. Aguaclara Libros, SL, 2019. © de los textos: sus respectivos autores, 2019 Fotografías de la portada: Archivo Fotográfico de la Biblioteca Municipal de Catral. De izquierda a derecha:

1. Banda de música La Constancia. Director: José M.ª Miralles Quinto. (Año 1923)

2. Calle Almoradí. Foto de José Latorre Nicolás, el Charles. (Años 70)

3. Segadores en el camino del Santiel, barrio de santa Águeda. Foto de José Latorre Nicolás, el Charles. (Años 70)

Diseño y maquetación: Editorial Aguaclara Impreso por: Ulzama Digital (Navarra) ISBN: 978-84-8018-448-9 Depósito Legal: A 295/2019 Hecho en España 6


Í ndic E Prólogo | Luis T. Bonmatí

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presentación | Castrum Altum, José Sáez Calvo, Pura Guirau Miralles

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I. Historia

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Torredolores del siglo XVII | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 1) Villazgo de Catral, 1741 | Pura Guirau Miralles. (Cuaderno n.º 3) El terremoto de Catral de 1829 | Patricio Marín Aniorte. (Cuaderno n.º 4) El Rollo ( y no «el Royo») | Castrum Altum . (Cuaderno n.º 5) Ermita de la Purísima de Catral | José María Cecilia Rocamora.

(Cuaderno n.º 6) Catral 1800 | J. Ramón Larrosa Bernabé. (Cuaderno n.º 15) Aclarando entuertos y falacias-1 I Castrum Altum. (Cuaderno n.º 17) Ermita de santa Águeda de Catral | Pura Guirau Miralles y José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 18) Catral, lugar de cristianos viejos | Patricio Marín Aniorte. (Cuaderno n.º 19) Santo Hospital de Caridad de la Purísima Concepción | Pura Guirau Miralles. (Cuaderno n.º 21) Catral 1872-1879 | J. Ramón Larrosa Bernabé. (Cuaderno n.º 25)

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Catral durante la Segunda República |José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 26) La calzada romana | Castrum Altum. (Cuaderno n.º 27 ) Al - Qatrullat – Catral: noticias de época andalusí y de la primera etapa de conquista cristiana (siglos X-XIII) | Manuel de Gea Calatayud. (Cuaderno n.º 30) El Cabezo Pardo en la Prehistoria y época medieval | Juan Antonio López Padilla y M. ª Teresa Ximénez de Embún Sánchez. (Cuaderno n.º 40) Catral, años 1930 | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 42) La villa de Catral a través del tiempo | Pura Guirau Miralles. (Cuaderno n.º 44) La calzada romana: aproximación al camino del Puente del Rollo desde el camino de la Piedra Escrita | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 46) El arte de la platería en Catral durante el siglo XVIII | Alejandro Cañestro Donoso. (Cuaderno n.º 47) Iglesia Parroquial de los Santos Juanes de Catral (siglo XVIII) | Castrum Altum. (Cuaderno n.º 50)

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II. sociedad y costumbres

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La piscina Morales de Albatera | Patricio Marín Aniorte. (Cuaderno n.º 11) 101 Fotos en el tiempo I | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 23) 105

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Fotos en el tiempo II | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 38 El cine en la Vega Baja | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 43)

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III. agricultura y oficios tradicionales 117

Las balsas del cáñamo | Rafael Moñino Pérez.(Cuaderno n.º 12) 119 Medidas antiguas de Catral y Vega Baja | Rafael Moñino Pérez. (Cuaderno n.º 33) 123 La huerta de Catral en la edad Moderna | David Bernabé Gil. (Cuaderno n.º 34) 127

IV. festividades 131 Catral en el mundo de san Emigdio | Castrum Altum. (Cuaderno n.º 0 ) 133 Purísima de la ermita de Catral | José María Cecilia Rocamora. (Cuaderno n.º 7) 137 Santa Águeda de Catral en fotos | Castrum Altum. (Cuaderno n.º 8) 141 Una reliquia de san Emigdio en Catral | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 10) 145 San Juan Bautista «Patrón de Catral» | José Sáez Calvo (Cuaderno n.º 13) 149 Visita de confraternidad de las delegaciones de Catral «Castrum Altum» (España) y de Ascoli Piceno «Sant´Emidio nel mondo» (Italia) | Castrum Altum. (Cuaderno n.º 28) 153 La Romería de Santa Águeda «Fiesta de Interés Turístico de la Comunidad Valenciana» | Pura Guirau Miralles (Cuaderno n.º 32) 157 Coronación de la Purísima de la Ermita |José María Cecilia Rocamora. (Cuaderno n.º 37) 165 San Juan Bautista «Patrón de Catral» (reedición) | José Sáez Calvo (Cuaderno n.º 22) 169 Nuestra Señora de la Encarnación, imagen de la procesión de «Las Cortesías» de Catral | José María Cecilia Rocamora. (Cuaderno n.º 48) 173 8

V. personalidades 177 Siervo de Dios José Penalva Zaragoza | José Sáez Calvo (Cuaderno n.º 9) Armando Ros Dueñas, «Pasión por la arqueología» | Pura Guirau Miralles. (Cuaderno n.º 14) José María García Bernabé, «Sacerdote catralero de pura cepa» | José Sáez Calvo (Cuaderno n.º 16) Canónigo Manuel Navarro Sierras | José Sáez Calvo (Cuaderno n.º 20) Casains, «El guerrillero de Catral» | Pura Guirau Miralles (Cuaderno n.º 24) Antonio Riudavets Lledó y su aportación a la imaginería religiosa de la villa de Catral | José Iborra Torregrosa (Cuaderno n.º 29) Pablo Barrachina y Estevan, obispo (homenaje) | José Sáez Calvo (Cuaderno n.º 31) Jayme Alfonso, «El Barbudo»: el bandolero de Catral | José Sáez Calvo. (Cuaderno n.º 36) José Manuel Gómez Aznar, ArtDiseño | José Sáez Calvo (Cuaderno n.º 41) Francisco Oliver Forner, «El maestro que se enamoró de Catral» | José María García Bernabé. (Cuaderno n.º 45) Antonio Riudavets Lledó y su contribución al retrato y la fotografía en la provincia de Alicante durante el siglo XIX | José Iborra Torregrosa. (Cuaderno n.º 49)

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VI. músicos y compositores 223 Los Miralles «músicos de leyenda» | Pura Guirau Miralles (Cuaderno n.º 2) 225 José Aycuens Blasco «el tío Pepico el Zapatero» | Pura Guirau Miralles. (Cuaderno n.º 35) 229 El Canto Himno a Catral | Pura Guirau Miralles. (Cuaderno n.º 39) 233

agradecimientos 237


C U A D E R N O S H ISTORIA D E C ATRA L Índice de su numeración y sus títulos N.º 0 Catral en el mundo de san Emigdio | Castrum Altum

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N.º 1 Torredolores del siglo XVII… | José Sáez Calvo

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N.º 2 Los Miralles, «músicos de leyenda | Pura Guirau Miralles 225 N.º 3 Villazgo de Catral, 1741 | Pura Guirau Miralles

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N.º 4 El terremoto de Catral de 1829 | Patricio Marín Aniorte 27 N.º 5 El Rollo (y no el Royo) | Castrum Altum

31

N.º 14 Armando Ros Dueñas. «Pasión por la arqueología» | Pura Guirau Miralles 183 N.º 15 Catral 1800 | J. Ramón Larrosa Bernabé

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N.º 16 José María García Bernabé. «Sacerdote catralero de pura cepa» | José Sáez Calvo

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N.º 17 Aclarando entuertos y falacias I | Castrum Altum

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N.º 18 Ermita de Santa Águeda de Catral | Pura Guirau Miralles y José Sáez Calvo

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N.º 6 Ermita de la Purísima de Catral | José María Cecilia Rocamora 35

N.º 19 Catral, lugar de cristianos viejos | Patricio Marín Aniorte 51

N.º 7 Purísima de la ermita de Catral | José María Cecilia Rocamora 137

N.º 20 Canónigo Manuel Navarro Sierras | José Sáez Calvo

191

N.º 21 Santo Hospital de Caridad de la «Purísima Concepción» |Pura Guirau Miralles

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N.º 8 Santa Águeda de Catral en fotos | Castrum Altum

141

N.º 9 Siervo de Dios José Penalva Zaragoza | José Sáez Calvo 179

N.º 22 San Juan Bautista, «Patrón de Catral». (Reedición) | José Sáez Calvo 169

N.º 10 Una reliquia de san Emigdio en Catral | José Sáez Calvo 145

N.º 23 Fotos en el tiempo I | José Sáez Calvo

N.º 11 La piscina Morales de Albatera | Patricio Marín Aniorte 101 N.º 12 Las balsas del cáñamo | Rafael Moñino Pérez

119

N.º 13 San Juan Bautista, «Patrón de Catral» | José Sáez Calvo 149

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N.º 24 Casains, «El guerrillero de Catral»| Pura Guirau Miralles 195 N.º 25 Catral 1872-1879 | J. Ramón Larrosa Bernabé

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N.º 26 Catral durante la Segunda República | José Sáez Calvo 63 N.º 27 La calzada romana | Castrum Altum

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N.º 28 Visita de confraternidad de las delegaciones de Catral «Castrum Altum» (España) y de Ascoli Piceno «Sant´Emidi nel mondo« (Italia) | Castrum Altum

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N.º 40 El Cabezo Pardo en la Prehistoria y época medieval | Juan Antonio López Padilla y M.ª Teresa Ximénez de Embún Sánchez

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N.º 29 Antonio Riudavets Lledó y su aportación a la imaginería religiosa de la villa de Catral | José Iborra Torregrosa 199

N.º 41 José Manuel Gómez Aznar: Arte del diseño | José Sáez Calvo 211 N.º 42 Catral, años 1930 | José Sáez Calvo

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N.º 30 Al - Qatrullat-Catral: noticias de época andalusí y de la primera etapa de conquista cristiana (siglos X-XIII) | Manuel de Gea Calatayud

N.º 43 El cine en la Vega Baja | José Sáez Calvo

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N.º 31 Pablo Barrachina y Estevan, obispo. (Homenaje) | José Sáez Calvo 203 N.º 32 La Romería de Santa Águeda «Fiesta de Interés Turístico de la Comunidad Valenciana» | Pura Guirau Miralles

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N.º 33 Medidas antiguas de Catral y Vega Baja | Rafael Moñino Pérez 123 N.º 34 La huerta de Catral en la edad Moderna | David Bernabé Gil 127 N.º 35 José Aycuens Blasco, «el tío Pepico el Zapatero» | Pura Guirau Miralles 229 N.º 36 Jayme Alfonso «el Barbudo»: el bandolero de Catral | José Sáez Calvo 207 N.º 37 Coronación canónica de la Purísima. Catral, 2004 | José María Cecilia Rocamora

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N.º 38 Fotos en el tiempo II | José Sáez Calvo 109 N.º 39 El Canto Himno a Catral | Pura Guirau Miralles

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N.º 44 La villa de Catral a través del tiempo | Pura Guirau Miralles 83 N.º 45 Francisco Oliver Forner, «El maestro que se enamoró de Catral» | José María García Bernabé N.º 46 La calzada romana: aproximación al «camino del Puente del Rollo desde el camino de la Piedra Escrita | José Sáez Calvo

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N.º 47 El arte de la platería en Catral durante el siglo XVIII | Alejandro Cañestro Donoso

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N.º 48 Nuestra Señora de la Encarnación, imagen de la procesión de «Las Cortesías» de Catral | José María Cecilia Rocamora

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N.º 49 Antonio Riudavets Lledó y su contribución al retrato y la fotografía en la provincia de Alicante durante el siglo XIX | José Iborra Torregrosa

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N.º 50 Iglesia Parroquial de los Santos Juanes de Catral (siglo XVIII) | Castrum Altum

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prólo g o Un refrán griego y un proverbio chino Cuando fui niño —pero de eso hace bastante más de medio siglo—, mi pueblo, la villa de Catral, estaba a la cola de la Vega Baja del Segura. Es decir, era el último de la fila en regar su término municipal desde Orihuela por el azud de Callosa y Catral, en el que se emboca la acequia Mayor de Callosa, que también era la nuestra. La acequia aún no estaba canalizada sino que había que mondarla a paletadas, sudor y riñones. Y, exhausta tras atravesar otros pero poco respetuosos pueblos, aportaba cada veinticuatro días una tanda de aguas vivas con tierra en suspensión, muchas veces no más que una hila. Esas aguas, que nunca fueron las suficientes, una vez muertas, acababan avenadas sobre el fértil pudridero de la marisma de El Hondo. Ser el último de la fila es ser el huevo de ese refrán de los griegos que dice «Si la piedra cae sobre el huevo, malo para el huevo. Y si el huevo cae sobre la piedra, malo para el huevo». Como lo anterior está claro, también estará claro que, hace algo menos de un siglo, Catral era lo peor. Allí y entonces, con poco más de 3000 vecinos, no había ni agua corriente y, por eso, tampoco había más aparataje sanitario que retretes con papelprensa y zafas y cócioles y tinajas y aljibes y o jabón Lagarto o jabón hecho en casa. La luz, la corriente, se iba mucho, nunca se sabía con quién porque era algo golfa, y entonces se tenía que recurrir a los mixtos, que era como llamábamos a las cerillas, y a los quinqués, las velas, los candiles o el carburo. Como solo había diez o doce teléfonos particulares de aquellos que

zumbaban dándole que te pego a una manivela, o se pedía el favor o se acudía a la minicentralita para ponerse a esperar con paciencia una «conferencia» con tal o con cual en tal o cual lugar aunque este se encontrara ahí casi al lado. Las carreteras, rebosantes de piedras y agujeros, ignoraban qué fuera el asfalto y los caminos estaban todos marcados más que nada por las roderas de carros y carretas. La única industria, y esta artesanal, era la de corvillas y escobas. Y había que barrer a diario las porciones de calle correspondientes a cada fachada y rugiarlas a mano desde un pozal para que la polsaguera que se armaba no fuera escandalosa. Pero, allí y entonces, los niños podíamos jugar en medio en medio de la calle casi sin juguetes, con nuestras bolas —que nadie llamaba canicas— por ejemplo al rogle, y las niñas por ejemplo con sus moñas —que nadie llamaba muñecas—, y eso sin que nadie temiera ser chafado por unos coches que apenas había y que tenían que rodar muy despacio para no descuajaringarse. Y los juegos enseñan a discutir, a pelearse, a amistarse, a cooperar, a soñar, a competir, a conformarse, a engañar y ser engañado, a ganar y a perder, a querer y ser querido y a querer pero no ser querido y hasta a no querer. Es decir, los juegos enseñan la vida. Y a los niños de entonces, sumidos en lo peor, lo peor nos parecía lo mejor y la vida nos prometía mucho: lo prometía todo porque apenas teníamos con qué. De modo y manera que, si aquel pueblo no hubiera sido lo peor, tampoco hubiera sido lo que fue para nosotros los antiguos: lo mejor. Aquí y ahora, bastante más de medio siglo después, la huerta de este pueblo —aunque continúa a la cola del Segura, pero con su acequia madre canalizada hace mucho— es, en vez de huerta, casi una exhuerta sembrada 11


de cientos de casitas y chaletitos y urbanizacioncitas. Con muchas más y mejores calles que consiguen que, las pocas veces que voy a mi pueblo, casi me pierda por donde antes no me perdía. Con polígono industrial y pubs y restaurantes sin humo en vez de con dos o tres bares repletos de humo, colillas pisoteadas por el suelo y escupideras, dos bodegas y una o no sé si dos pensiones para los viajantes. Con más de 8500 vecinos entre los naturales del lugar y los foráneos empadronados o sin empadronar que andan aquí como por el paraíso. Con, como debe ser, internet y móviles y tele y seguramente discoteca. Con cientos de coches y motos a escape y más dinero en las faltriqueras, perdón, en los bolsillos y los bolsos de más gente: como debe ser. Es decir, ahora Catral es mejor y ojalá haya dejado para siempre de ser un huevo griego. Sin embargo, como todas las personas, todas las familias, todos los pueblos, todas las comarcas y todos los países, lo mejor también es al mismo tiempo peor. Porque, cuando se gana algo, se pierde otra cosa: lo que deja de tenerse, aunque no fuera mucho. Es decir, el tiempo pasa como si no pasara más que por fuera y las personas continuamos siendo por dentro no mucho mejores (aunque puede que algo mejores) pero tampoco mucho peores. Con nuevas ventajas e inconvenientes nuevos, pues, como con mucha puntería escribió hace ahora sesenta y un años G. T. de Lampedusa en su estupenda novela El gatopardo, «Es necesario que todo cambie para que todo siga igual». De modo y manera que, aquí y ahora, mediante juegos y juguetes nuevos, y en escuelas menos viejas y mejor dotadas, y en este pueblo que es el mismo pero no exactamente el mismo de allí y entonces, mis paisanas niñas y mis paisanos niños seguro que continúan aprendiendo lo que es la vida no exactamente igual que antes pero sí de una forma equivalente: peor pero mejor; o mejor pero peor. En resumen: peor y mejor. Y esta continuidad entre los niños de antes y los de hoy, y de las personas que fuimos con las que son, y de las que son con las que van a ser constituye nuestra memoria común o, por decirlo con solo otras dos palabras en cursivas, nuestra historia. 12

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Me parece a mí que la historia es una gran señora, o algo así, que no pertenece a nadie en particular porque es de todos. Solo que la historia la hacen quienes la escriben y, si no se escribe de una u otra manera (y a veces se escribe falseándola), primero se va distorsionando de boca en boca y luego va escurriéndose, oxidándose y perdiéndose hasta que se olvida y desaparece por completo en el sumidero del tiempo: lo mismo que cada día desaparece en su noche. E igual que una persona que se va vaciando de su memoria deja poco a poco de ser lo que fue, cuando un pueblo pierde su memoria —como pasa a veces—, va dejando de ser lo que fue para convertirse en nada u otra cosa, e incluso es posible que en lo que no debe ser. Menos mal que, también a veces, por suerte o porque los tiempos han mejorado un algo, bastantes más paisanos que antiguamente tienen ahora estudios y se han interesado por lo que puede, pero no debe, ser pasto del olvido y la desmemoria. Así surgieron unos cuantos, que, heroica o casi heroicamente, sencillamente por amor a su pueblo y por amor a la historia, esa gran señora, y por amor a la verdad, otra gran señora, empezaron a bucear en el pasado y acudieron al rescate, aunque eso les llevara y costara una buena parte de su tiempo. Y he escrito justo arriba y con todas sus letras costara porque, si el tiempo es oro, el tiempo de la vida de cada uno, los minutos que a cada quien se le conceden para vivir y que cada quien gasta como quiere y como puede, también es oro, o sea, dinero: un dinero de otra clase, con menos precio pero de más valor. Este libro reúne y ordena los primeros cincuenta y un Cuadernos Historia de Catral aparecidos hasta ahora. Los primeros, que ojalá no los últimos porque queda tanto por saber y, al no haberse escrito, hay tanto ya perdido sin remedio —¡qué lástimica!—, lo mismo que quién inventó el fuego anda por ahí extraviado para siempre en los agujeros negros de la histo-


ria porque la escritura aún no se había inventado y, tras ser inventada, no se usaba con tanta facilidad como ahora. . Demasiado se ha perdido, pero seguro que todavía hay mucho por recuperar como, junto con otras publicaciones, nos lo han venido ofreciendo a todos estos Cuadernos, que reúnen lo que unos cuantos muy gastadores de su tiempo —perdón: de sus dineros— han conseguido averiguar desde 2012 hasta ahora sobre nuestro pueblo. Es decir, estos Cuadernos reúnen lo que fue Catral y, por ello, de ahí, lo que en buena medida es ahora, en 2019. Y es que, antes de que se fueran publicando desde 2012, ¿quién sabía todo lo que este libro ha juntado y ordenado aquí por materias para que no acabe perdiéndose? ¿Dónde podía verse todo esto con nuestros ojos de leer y de mirar? Y todo esto ¿en qué cabezas, unas vivas y otras no, se hallaba alojado? ¿En qué lugares escondidos o casi perdidos? ¿En qué documentos o papeles de por ahí ni se sabe dónde?

Pero ahora, solo gracias al esfuerzo y al tiempo-dinero del Grupo de Investigadores «Castrum Altum», pero muy en especial al empeño y el tiempo de Pura Guirau Miralles, todo lo rescatado y publicado se puede ver con los ojos en internet o leer en el papel de las páginas siguientes. Y ya se sabe que, como dice otro proverbio —este tan chino como quienes inventaron la tinta—, «La tinta más débil es más fuerte que la memoria más fuerte». Pues, sí: la tinta es tan fuerte aunque mucho más blanda que las piedras porque, cuando un huevo cae sobre un montón de papeles entintados, lo más seguro es que no se rompa. Y, así, deja de ser un huevo griego. Los hijos de Catral, por perdidos que andemos, no somos más que un poco griegos y casi nada chinos, pero, como los griegos y los chinos y como todos los nacidos, somos muy biennacidos. Y ¿no es de biennacidos ser...? Luis T. Bonmatí

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presen t ación

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No olvidemos que la historia de los pueblos es su alma. No renunciemos nunca al pasado, rememoremos nuestra historia conociéndola, viviéndola en nuestras mentes, desechando cualquier atisbo que menosprecie con nuestras actitudes el ayer por el futuro.

l acontecer histórico de los pueblos es un cúmulo de hechos, personas y acontecimientos. E ir recogiendo ese cúmulo es precisamente el objetivo de Castrum Altum a través de su publicación Cuadernos Historia de Catral y de los 51 números de esta revista —desde el n.º 0 (abril, 2012) hasta el n.º 50 (marzo-abril, 2019)—, que recopilamos en aquí. Se ofrece así un estudio continuado de la interacción pasado-presente, que explica la complejidad de nuestra realidad histórica y de una evolución que pretendíamos que no quedara en el olvido ni perdida en los cajones empolvados de nuestra comunidad. Es decir, se ofrecen distintos temas recordados de nuestra historia y refrescados desde diversos enfoques. La tarea no ha sido fácil, pero nos complace presentar ahora esta recopilación de los Cuadernos para contribuir a desenmarañar nuestra propia realidad a través de un complejo y apasionante trabajo que, además, quiere dejar constancia de la valiosa aportación histórica que diferentes investigadores locales y comarcales han realizado en cada número: deseamos que sirva a todos para comprender mejor el pasado y, desde este, el estado actual de nuestra sociedad local y comarcal. Castrum Altum José Sáez Calvo Pura Guirau Miralles 15


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a g radeci m ien t os

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ueremos agradecer al Ayuntamiento de Catral y al escritor y editor catralense Luis Bonmatí Gutiérrez su colaboración y la ayuda prestada, durante todos estos años, para con nuestros Cuadernos. Así mismo, estamos muy agradecidos a la publicista Ana Blasco Guirau por sus sugerentes aportaciones en lo que respecta a la maquetación de la revista. También queremos dejar constancia de nuestra gratitud a cuantos investigadores locales y comarcales han colaborado con nosotros en la ardua tarea de la realización de esta publicación; especialmente a: Alejandro Cañestro Donoso , David Bernabé Gil , Francisco P. Latorre Martínez, José Iborra Torregrosa, José Manuel Grau García, José María Cecilia Rocamora, José María García Bernabé, José Ramón Larrosa Bernabé, José Sáez Calvo, Juan Antonio López Padilla M.ª Teresa Ximénez de Embún Sánchez, Manuel de Gea Calatayud, Patricio Marín Aniorte, Pura Guirau Miralles, Rafael Moñino Pérez… La Asociación Castrum Altum 237


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