Revista nº 8 de la Casa de La Rioja en Guipúzcoa - Año 2012

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COLABORACIONES La Rioja en Guipúzcoa - 2012

UN ENCUENTRO RIOJANO CON SABOR A TOROS Fue el 23 de Noviembre de 2.012. Invitación del Presidente de esta Casa de La Rioja en Guipuzcoa. Jugaba la Real y empató con el Osasuna y pese al derby, la paciente audiencia de la Sala Valvanera, aguantó sin moverse. ¡Como debe ser! Mil gracias pues por una vez le ganamos los “del toro” a los del balón, aquel balón defendido por las huestes de Anoeta, que no quiso entrar al fondo de la red del equipo navarro. Claro que los del Sadar tampoco anduvieron finos en la diana. Una audiencia compartida por miembros del Centro y esos amigos fieles e incondicionales del Foro Taurino Miguel Prieto; el Gran Miguel Prieto que nos convocaba en el Hotel Amara, cada Semana Grande, al regreso de Illumbe Manolo González para el análisis y disección de la corrida de la tarde. De entrada, hospitalidad. Emilio Arenzana con todo dispuesto. Llegábamos al final de una semana donde fui precedido por gente importante, ilustres ponentes. Rafael Azcona en el ambiente de cada jornada. Lo mío era lo de siempre en Donostia; TOROS por la vía de las Castas Fundacionales y toda la paleta multicolor de las capas que cubren la piel de los animales bravos, aptos para la lidia, conjugando con los accidentales que dan origen a una jerga que bien conocen los hombres de campo y los buenos aficionados. Un universo cromático siempre atractivo, por vistoso, que dejamos para mejor ocasión, pues el espacio asignado, obliga a la faena en corto y por derecho. Es decir brevedad en el texto. Recordar, al menos, que hicimos un recorrido por la Casta Navarra, que los estudiosos señalan como la más antigua de las fundacionales de la raza de lidia. Aquellos “toricos royos o jaros” que se revolvían pegajosamente con brusquedad, saltando al callejón persiguiendo a quienes conseguían clavarles banderillas, tras haber derribado con anterioridad caballo y caballero. Se dice que hasta “les mordían y pateaban con saña”. El último tercio era a base de piernas, pues se anticipaban al cite del torero. Todo ello muy del gusto de los aficionados del Siglo XIX. Un terror con los hierros de Lecumberri, Carriquiri, Zalduendo, Laborda o Lisazo. De aquellos duros, astutos y peligrosos animales, tipos aleoanados y carifoscos, de ojos saltones y encornaduras apuntando hacia arriba que sentaron sus reales en tierras de Navarra, Rioja y


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