El caballero de la armadura oxidada

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Al día siguiente, el rey, que tenía ya mucha experiencia en huidas, optó por ir a hacer la chupirrecogida de chupifresas, y así, cuando estén fuera, escapar. (Pero con algunas chupifresas para el cerdo) Al mago no le gustó la idea, porque al indio le encantaba la chupirrecogida. Desesperados, fueron a mirar el fuego, a ver si escaparían antes de saldar la deuda. Cuando se sentaron en el sofá, el indio vino con dos sacos, se los dio y les echó de la casa. ¡Ya habían pagado la sesión de hoguera! ¿A qué pintoresca ciudad llegarían ahora? ¿Serían nómadas para siempre?

CAPÍTULO 19: Llegar es inevitable.

El rey y el mago se habían subido al carretabús para llegar al próximo reino. Por mala suerte, (Y porque era el reino más próximo era ese), tuvieron que bajarse allí. Pero no se bajaron en cualquier reino… ¡Se bajaron en el del rey! ¡Estaban en el reino del que escaparon! Se subieron al carretabús, pensando que les iba a llevar a otro sitio, pero no fue así. ¡Aún les acercó más! El rey se coló en el asiento del conductor, pero este le pilló y lo mandó pa tras. Fue como jugar al chocolate inglés. (Y es que lo inventaron ellos en ese momento) El conductor se dio la vuelta, pilló al mago moviéndose y lo mandó atrás. Casi se chocan con otro carretabús, en el que iba una abuela que les gritó: ¡Maleantes, malhechores, heavy metal!


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