Radio Afluente- Sonido y resistencia

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RADIO AFLUENTE PROYECTO DE INVESTIGACIÓN CREACIÓN GANADOR DE LA BECA “PROYECTOS MUSEOGRÁFICOS PARA VIVIR JUNTOS” IDPC 2020 MUSEO BOGOTÁ CREACIÓN Y DIRECCIÓN : Carmen Caro ILUSTRACIÓN Y FOTOGRAFÍA: Juan Camilo Pulido, Juan Granado, Camilo Ramírez TEXTOS:Carmen Caro, Xiomara León, Angélica Aldana, Daniela Luna BOGOTÁ, COLOMBIA 2020

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• SILENCIO: ruidos

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• AMPLIFICACIÓN.la

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• SONIDO:

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• MEMORIAJuliana Camargo, Lucía Barrera, Xiomara León,

Gloria Patricia Gómez, Omar Q, Carmen Caro.

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I N T R O D U C C I Ó N Radio Afluente es un proyecto de Investigación + creación enfocado en la exploración y sensibilización de dinámicas de resistencia colectiva, límites entre lo rural y lo urbano, pequeñas revoluciones y colectividades alternas que se manifiestan desde procesos creativos, sensibles y sonoros en el espacio público en relación con el cuerpo de agua en La coyuntura pandémica alrededor del Afluente del Río Fucha en Bogotá, Colombia. El proyecto se ejerce desde una metodología generada que plantea un punto de comparación entre los fenómenos físicos y sonoros, en este caso el ruido, el silencio y el sonido, y los fenómenos sociales en procesos de resistencia, de censura y vulneración y de interacción entre uno y otro respectivamente, esta metodología establece la sensibilización de los fenómenos físicos y la sensibilización de estos como una práctica para investigar en fenómenos sociales en la periferia otorgando las herramientas de conceptualización, sensibilización y creación a la población del afluente para tener medios autónomos de producción y construcción de una narrativa y cartografía sensible alrededor de conceptos como lo infraleve, lo sutil y lo efímero, implícitos en la coyuntura y a los procesos de resistencia mencionados. Los podcasts y paisajes sonoros, cartografías sonoras y audios son una producción colectiva de todos los participantes del laboratorio con apoyo de la comunidad y de aliados territoriales. Artistas locales y externos se unen para generar un relato desde el agua como punto de encuentro y el sonido como medio de creación, todos se convierten en investigadores y productores de conocimiento. Este proyecto es ganador de la beca “Proyectos museográficos para vivir juntos” 2020 del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural y el Museo Bogotá.

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El presente texto es una recopilación de las experiencias sensibles del proyecto Radio Afluente ocurrido en las linderas del Afluente Fucha en la localidad de San Cristóbal y que propone la investigación horizontal e inmersiva con giro afectivo desde la observación de los fenómenos del silencio y el ruido aplicados a los contextos territoriales y a los procesos de resistencia que ocurren como parangón a dichos fenómenos acústicos. El proyecto tiene como principio el hecho de que todos los participantes son investigadores en el sentido en el que desde sus saberes solaces, comunitarios, individuales y sensibles apostan a la construcción de una narrativa colectiva sobre el territorio, esto aunado a las nociones de silencio y ruido como un espacio de error en el que existen las posibilidades de creación desde su lado transformador y cambiante. Radio Afluente se compuso de una etapa de laboratorio y reconocimiento territorial, conceptual y corporal y una etapa de producción de piezas sonoras, visuales y escritas a partir de los hallazgos colectivos e individuales en la primera etapa, así mismo el eje de creación sensible desde la figura del agua como eje se extendió en una curaduría internacional que involucra las producciones sonoras de diferentes artistas. Por lo tanto esta recopilación se despliega desde la ampliación de la metodología base a partir de la cual se hace la aplicación de caso en Radio Afluente, generada por Carmen Caro, para desarrollar las connotaciones estéticas y sensibles del territorio hechas por Daniela Luna, las implicaciones pedagógicas de la enseñanza del sonido y sus connotaciones corpóreas dentro del reconocimiento de un territorio hechas por Angélica Aldana, para cerrar con el elemento liminal que concatena todo, la palabra desde las reflexiones de Xiomara León y de participantes del laboratorio. Este texto está escrito en una composición conjunta desde las sensibilidades internas de cada capacitador y creador, manifestando la afectación del proceso en cada individuo y quienes lo rodean en el proceso para conformar una dinámica holística que ejecuta la metodología desde sus procesos, que se basa más que en hacer cosas, hacer que las cosas pasen generando experiencias que permitan el reconocimiento del mundo desde la sensibilización colectiva e individual.

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AUTORAS RADIO AFLUENTE

ANGÉLICA ALDANA Maestra en Música con énfasis en Composición y Arreglos. Experiencia en clases de canto en todas las edades, teoría musical y dirección de coros. Cantante en el coro Grupo Melódico, con la producción musical de Toque al Río 15 años y Soprano en la Fundación Arte Lírico para la Temporada de Zarzuela de 2019. Obras estrenadas en conciertos del Colectivo de Compositores y Creadores Colombianos en 2016 y 2017. Voluntaria en la ONG CORVIF – Corporación Vida del Río Fucha, como webmaster de la página web de la organización y como presentadora invitada en el programa radial Territorio Verde. Capacitadora en medios sonoros del Proyecto Radio Afluente. XIOMARA LEÓN Comunicadora social, artesana, promotora de lectura y escritura. Actual consejera de literatura en la localidad de Antonio Nariño, y participó en el Consejo Distrital de Literatura como vocera de consejeras y consejeros locales de literatura. Una capitalina enamorada de los espacios que propician el aprendizaje e intercambio de saberes. Apasionada por todo aquello que pueda construirse de manera manual, impulsando así la creatividad y recursividad. Ha sido voluntaria en espacios donde ha prevalecido la construcción del tejido social, convivencia pacífica, apropiación del territorio y liderazgo. Además, la literatura combinada con otras expresiones artísticas ha sido un medio de exteriorización y sensibilización en las comunidades donde ha hecho presencia. Enfatiza la importancia de la participación en escenarios donde se impulsan las expresiones artísticas y culturales como una manera de hilar lazos sociales y comunitarios. Correctora de estilo en proyectos como el libro ReNacer. Experiencias reales de gestación, parto & crianza es su más reciente proceso literario. Asistente de guión en el proyecto Radio Afluente.

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CARMEN MARÍA CARO Maestra en artes plásticas y visuales de la Facultad de artes ASAB Universidad Distrital Francisco José de Caldas. BA. Artista plástica y visual, curadora e investigadora. Se enfoca en prácticas artísticas con diferentes poblaciones abstrayendo procesos de resistencia desde la palabra, el sonido, el cuerpo y el espacio público. Se concentra en dinámicas que involucran técnicas nuevas y vernáculas para generar híbridos de construcción y reflexión desde metodologías inmersivas con giro afectivo. Ejerce dentro del campo de la experiencia colectiva, las prácticas artísticas comunitarias y la producción teórica y estética a partir de las mismas. Actualmente se desempeña como curadora, y docente investigadora. Ganadora de la Beca de creación Idartes en apoyo a procesos de profesionalización (2018,2019 y 2020). Directora de laboratorio de muralismo colectivo en el Museo Caquetá (2019). Ganadora de la Beca de laboratorios en sensibilización artística Mincultura (2019) , Beca de creación y residencia Universidad de Granada, España (2018), entre otras. Su trabajo ha estado en muestras en Reino Unido, España, México y Colombia. DANIELA LUNA Maestra en artes plásticas y visuales de la Facultad de artes ASAB Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Gestora cultural y comunitaria. Se enfoca en prácticas artísticas con diferentes poblaciones liderando procesos culturales para la exigibilidad de derechos desde la enunciación del cuerpo como hábitat creador desde la palabra y el espacio público. Lidera proyectos artísticos donde aborda la violencia de género, la emancipación del cuerpo femenino y el ser mujeres diversas en entornos periféricos planteando metodologías pedagógicas desde diferentes disciplinas artísticas. Ejerce dentro del campo de las prácticas artísticas comunitarias y colaborativas. Hace parte de varias colectividades dentro de la localidad cuarta de San Cristóbal.

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ACUMULACIÓN DE RUIDOS Carmen Caro Un ruido, un ruido que se reparte por todo el espacio y resuena, rebota en las paredes y regresa. Un ruido que inunda los espacios de los otros, que rompe cotidianidades, que cambia las dinámicas, un ruido que sobrepasa los limites espaciales y los desborda desde lo poético del sonido. Al igual que el ruido, los procesos de resistencia que ocurren en diferentes lugares periféricos de las urbes atisban los límites de lo posible funcionando como redes de procesos que, desde la poética de lo individual, de lo comunitario, de lo simple, se transforman en una sólida pero flexible amalgama de posibilidades para que los grupos humanos se desarrollen desde la autonomía que permiten las distancias territoriales y a las que han sido sometidas las comunidades en periferia. Radio Afluente es una manera de juntar por un breve espacio de tiempo esos procesos que se desarrollan bajo la niebla de lo urbano y se extienden sigilosamente hasta la ruralidad independiente. El proyecto de investigación se enfoca en la observación de lo sutil, lo infraleve, lo etéreo y lo intangible dentro de una estructura en la que todos los participantes son investigadores en el sentido en el que son poseedores de saberes experienciales, conocimientos y acciones de las cuales deviene un conocimiento del mundo.

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El mundo real y no el arte es el objeto legítimo de la actitud estética (Groys, 2014) La experiencia, siendo un proceso holístico de laboratorio pedagógico, se concatena en acciones registradas con sonido, experimentación sonora local y diferida desde la participación de artistas en diferentes locaciones, y la inmersión profunda con la comunidad desde sus cotidianidades de resistencia, que ubican a todos los integrantes en un plano horizontal cuyo objetivo común es el conocimiento y reconocimiento del territorio desde los procesos de resistencia que en ellos ocurren. Esto se solidifica además en la metodología inmersiva de transversalidad sinestésica desde la cual cada investigador, al observar detalladamente diversos fenómenos sonoros, como el ruido, el sonido, la interferencia y el silencio, identifican y evalúan su entorno en asociación con dichos conceptos; el silencio como censura, el ruido como resistencia, la interferencia como el campo de batalla territorial y cultural que ocurre entre diferentes fuerzas que tratan de apropiarse del territorio del río. Las posibilidades de observación son infinitas y se expanden desde la poética de cada cotidianidad, de cada intención y del tejido vivo que compone cada nuevo descubrimiento y asociación.


RUIDO Y SILENCIO El proyecto Radio Afluente desde su metodología inmersiva enfocada en el afecto, es decir en el acto de afectar y ser afectado, tiene como eje la observación de fenómenos sonoros (ruido y silencio) como acto de ampliación del contexto en el que se habita, desde esta perspectiva fenómenos como el silencio y el sonido se transforman en oportunidades para observar de forma atenta el contexto y crear desde ahí en una conexión corpórea entre los fenómenos sociales y los fenómenos sonoros. El silencio como tal no existe pues siempre existe la presencia de normalizaciones acumuladas bajo un espectro de saturación, el ruido es entonces una interferencia o un rompimiento en estas normalizaciones que son ya imperceptibles por su constante estabilización y es esta pulsación entre silencio y ruido, entre diferentes frecuencias que dan cuenta de una presencia humana, generan una interferencia de múltiples variables dependiendo de sus puntos de observación y de enunciación. Así como el vacío, o la ausencia social no implica una desaparición de sujetos, contextos y condiciones, sino una acumulación que en composición genera una saturación de consecuencias y situaciones naturalizadas, normalizadas que se han acoplado a los sentidos de la sociedad y pasan al plano de lo pasivo, una normalidad subjetiva, y delimitan un espacio, generan un intersticio de observación y de creación que permite el error, permite la falla. La interferencia por otra parte desde la acústica es la superposición de una u otra onda sonora que al intervenir una onda desde dirección opuesta genera pulsaciones y una nueva composición, el ruido interviniendo en el silencio es también una interferencia como se ha mencionado.

La interferencia es reconocida así mismo como un error, un espacio de rompimiento, un intersticio en el que la falla es un elemento de sensibilización Desde perspectivas sociales y contextuales el silencio, el ruido y la interferencia, son así mismo fenómenos que varían dependiendo de sus puntos de observación y de discursos a partir de los cuales se interpretan dichos elementos. Los patrones entre las diferentes perspectivas están manifiestos en el hecho de que el silencio total, etiquetado como censura, desaparición o ausencia no existe, en el sentido en el que se mantiene desde normalizaciones sociales de baja frecuencia, memorias corporales y mediáticas, memorias orales y escritas que, aunque normalizan por saturación dichas circunstancias no desaparecen del todo. Por otro lado, el ruido como interrupción de ese silencio, de esa normalización de baja frecuencia, de alimentación continua de un tipo de información bajo un tipo de medio de producción, de rompimiento o molestia es así mismo subjetivo en el sentido en el que puede afectar menos o más una dinámica, pero siempre afecta, ya sea para la construcción o para la oposición. Un ejemplo de estos fenómenos aplicados al entorno de lo social es el entorno de las periferias en las ciudades, como la zona de enfoque de este proyecto. La información que se pasa de estos espacios es siempre estigmatizada por una carga de pobreza que anula las posibilidades de progreso de una población en límite y normaliza dicho discurso en toda la población, genera un silencio en el sentido en el que normaliza las circunstancias de carencia y violencia en una estabilidad informativa que no permite alteridad.

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El ruido que se genera ante dicha situación son los procesos de resistencia autónomos que ocurren y que contrastan el discurso estandarizado sobre un territorio para romper desde la acción las dinámicas de victimización y asistencialismo desde el privilegio que asumen la mayoría de las narrativas externas sobre un territorio límite. Ese ruido/resistencia es una figura metafórica que afecta en diferentes niveles y desde diferentes puntos de enunciación dependiendo de la perspectiva en la que es observado, pero se mantienen en una afectación que interviene a las personas de forma directa o indirecta. Ese ruido, esa interferencia y choque de fuerzas sonoras y sociales que está catalogada desde el aspecto acústico como un error y en el social como una anomalía, son un intersticio, una herramienta desde la cual se produce un estado de incomodidad en el cual la observación y la acción permiten la modificación y producción de nuevos sonidos, de nuevas dinámicas, de nuevas resistencias. El error, además, como estado de incomodidad incentiva el constante movimiento y transformación manteniendo una incomodidad que impide la normalización que lleva al silencio y potencia los procesos de resistencia dentro del aspecto social y sensitivo. Esta metodología, permite la observación de los fenómenos sociales en cualquier territorio desde la sensibilización de los fenómenos físicos, en este caso sonoros, y amplia el espectro de producción de conocimiento desde la sensibilización artística en cuanto a un contexto o territorio. Considerando el hecho de que todos tenemos un cuerpo y la posibilidad de percibir desde esta herramienta para ejercer una sensibilización, los saberes y estímulos en cada cuerpo permiten ejercer una reflexión frente a un contexto, en la que ninguna forma de conocimiento está excluido pues ya se manifiesta el error como un espacio de trabajo, y permite que la experiencia estética se aleje de las normativas del academicismo para entrar en un eje diáfano de conocimiento cuerpo - territorio - contexto que se manifiesta desde la creación.

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Esta metodología, permite la observación de los fenómenos sociales en cualquier territorio desde la sensibilización de los fenómenos físicos, en este caso sonoros, y amplia el espectro de producción de conocimiento desde la sensibilización artística en cuanto a un contexto o territorio. Considerando el hecho de que todos tenemos un cuerpo y la posibilidad de percibir desde esta herramienta para ejercer una sensibilización, los saberes y estímulos en cada cuerpo permiten ejercer una reflexión frente a un contexto, en la que ninguna forma de conocimiento está excluido pues ya se manifiesta el error como un espacio de trabajo, y permite que la experiencia estética se aleje de las normativas del academicismo para entrar en un eje diáfano de conocimiento- cuerpo- territorio- contexto que se manifiesta desde la creación- palabra o fusión de estos ejes en a transversalidad sinestésica . La ampliación de la experiencia estética fuera del espacio de un público educado para tal fin ya que esta se manifiesta por una conjunción de sentidos y no por la especificidad que la modernidad subordina. Todo puede ser visto desde una experiencia estética; el sancocho de Doña Cecilia, la mermelada de sauco de la señora Adriana, el ave muerta al final del camino empedrado, el silencio del cansancio colectivo. Como se mencionó previamente la metodología para esta investigación es de carácter inmersivo con inclinaciones hacia la investigación-acción-participación (Colmenares E, 2012) en la que se actúa de forma circular y del análisis de realidad se va modificando la metodología a partir de los hallazgos encontrados en un territorio y el punto de vista de los directamente involucrados agregando además la acción horizontal y participativa de la comunidad (Fals Borda, Rodríguez, 1987). En esta investigación, a dicha metodología se le ha agregado un giro afectivo (Clough, 2010: 224) que parte desde la sensibilización del artista o investigador y de cada participante que es también investigador, encontrados en el transitar en el territorio.

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Es desde un giro afectivo que se edifican los conceptos que se aplican en el mismo territorio produciendo experiencias que derivan en la deconstrucción y reconstrucción de otros conceptos de forma emancipatoria. En este proceso el investigador/artista es el eje de dichas transformaciones y toma el cuerpo como herramienta principal de investigación. Así mismo además de una metodología inmersiva el modelo de producción de conocimiento está basado en la asociación de los fenómenos sonoros con fenómenos sociales lo cual permite de forma paralela una sensibilización del carácter poético de la cotidianidad desde la observación del fenómeno físico y además una profundización individual y analítica sobre el fenómeno social, de esta manera desde la transversalidad de los sentidos, una imagen, un suceso, un fenómeno tiene múltiples posibilidades de ser vista, analizada y manifestada desde el acto creativo. Sonidos se convierten en imágenes, lugares en sabores y colores en palabras desde todas las variables que cada posibilidad otorga el investigador y su colectividad construyen un lazo inextricable con sus procesos individuales y colectivos, convirtiéndose en sí en un acto de resistencia por el hecho de ser una apropiación consciente del territorio y el contexto mismo, además de ir documentando, difundiendo y entrelazando procesos de resistencia ya existentes dentro de dicha comunidad. Esta metodología toma un carácter más profundo en este contexto por ser un espacio límite entre lo urbano y lo rural que se encuentra aislado y estigmatizado por años de ordenamiento territorial y acumulación de dificultades económicas y sociales. Estas características permiten, en vez de perpetuar una única estética barrial y periférica, estigmatizando desde las dificultades y las carencias, la ampliación de las posibilidades que da dicho aislamiento, y la fuerza que adquieren los procesos autónomos en el territorio conjugados con estéticas diversas, de caracteres múltiples que no solo se enfocan en lo representativo sino también en lo poético de la cotidianidad,


en los movimientos y danzas complejas que ocurren en los diferentes momentos de la existencia común de los cuerpos y las dinámicas del vivir periférico, en una red de sabores, de sonidos, de texturas, y de palabras que conforman una nueva poética de resistencia y de reivindicación. En este territorio en particular el misticismo de una cosmogonía ancestral aún marcada en las costumbres agrícolas, de alimentación y de unión social se juntan con la petrificante fuerza de los cuerpos naturales que con quienes conviven: un río que puede ser dador y eliminador de vida, una montaña que resguarda y a la vez acecha y un suelo que proporciona esperanza y es también la causa ubicua del conflicto. Todo esto se concatena en la calidez de raíces campesinas y urbanas que muestran un patrón notable en la periferia urbana y es la unión comunitaria. Es en este contexto en el que los investigadores del proyecto se involucran utilizando sus sentidos como ejes de semiosis y el cuerpo como herramienta para dicho proceso, generan entonces significado desde cada conexión que encuentran en su entorno, en los fenómenos físicos y sociales que en él ocurren y en las minucias poéticas que son en últimas lo que alimenta de forma primigenia el proceso. Cada palpitar, cada inhalación, cada paso, cada sorbo, cada ritmo, secuencia y patrón, cada silencio saturado y armonía casual, cada espacio lleno, color saturado y sensación corporal son partes de un todo investigativo que es afectado y afecta al territorio, al colectivo y al investigador.

REFERENCIAS Cage, J. 1968. Silence: Lectures and Writings. London: Marion Boyars. Clough, Patricia y Jean Halley. Ed (2007). The Affective Turn: Theorizing the Social, Durham NC: Duke UP. Colmenares E, A., 2012. Investigación-acción participativa: una metodología integradora del conocimiento y la acción. Voces y Silencios: Revista Latinoamericana de Educación, [online] (Vol. 3, No. 1), pp.102,115. Available at: https://revistas.uniandes.edu.co/ doi/pdf/10.18175/vys3.1.2012.07 Fals Borda y Rodríguez Brandao C. (1987) Investigación Participativa. Montevideo: La Banda Oriental. FALS BORDA, Orlando y MD. ANISUR (1991) Acción y conocimiento: Rompiendo el monopolio con la IAP. Bogotá: Rahman Hegarty, Paul. Noise threshold: Merzbow and the end of natural sound. Organised Sound 7(1): 193–200 2002 Cambridge University Press. Printed in the United Kingdom

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LA VOZ DEL RÍO FUCHA Daniela Luna Torres Cuerpo hecho corazón, mirada danzante que conecta nuestro ser político, compartir mi lectura geo - corporal afina los sentidos, mis pies cuentan cada camino recorrido. Conciencia territorial que compone emociones. Nos enfrentamos con el reflejo de lo que somos, este proyecto evidencia la identidad de mi ser colectivo. Sentir escrito durante los laboratorios Reconocer el origen etimológico e histórico de la cuenca del Río Fucha Hemos nacido en esta tierra, al borde de una ciudad que anda en una dinámica de constante transformación y se enuncia desde una búsqueda alternativa de horizontes construidos desde un sentido amplio de colectividad. El río Fucha nace geográficamente en la parte más alta de la localidad de San Cristóbal, más específicamente en la Reserva El Delirio y a lo largo de su cauce atraviesa varias localidades. Esta localidad es conocida por sus grandes zonas verdes y estar acompañada de los cerros orientales. Así mismo se halla el cerro Entre Nubes, que atraviesa tres localidades, y algunas montañas reconocidas por sus nombres coloquiales (inspirados en sus formas visuales), como los cerros La Teta, el Elefante y el Zuque que hacen parte del complejo ecosistémico llamado Páramo de Cruz Verde. Cada mañana que me levanto en el barrio Juan Rey, el barrio en el que vivo desde que nací, puedo respirar cerro, monte; oír las aves que bajan desde lo alto a acompañar el amanecer.

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En consecuencia, el espacio que habito adquiere importancia y me hace sentir responsable de protegerlo y, en algunos casos, rescatarlo. Una de las cualidades que adquiere el territorio orgánico de la localidad es que sus barrios se encuentran en las zonas más altas de ciertas montañas que hacen parte de la cordillera andina. En un sube y baja de montaña tras montaña se ubican la mayoría de los barrios que constituyen la localidad. Según lo que cuentan los habitantes entrevistados en la compilación del libro San Cristóbal habla FUCHA, lo que hoy conocemos como los barrios La Chiguaza, Libertadores, Valparaíso y Juan Rey, que además confluyen con el nodo territorial de la parte alta del Fucha, “que está conformada por los barrios: San Cristóbal Alto, Los Laureles, Montecarlo, Manila, La Gran Colombia, La Cecilia y Aguas Claras, siendo éste último en constituirse legalmente, en el año 2016 por gestión de su junta de acción comunal”. Eran haciendas, fincas, grandes terrenos y campos de crianza de animales, cultivos y de producción campesina. Hacia los años 50 empezaron a parcelar los terrenos para venderse a campesinos que recién llegaban de zonas del altiplano cundiboyacense a “convertirse en ciudadanos”. A ellos y ellas se les podría atribuir la concepción de su propio sentido de ciudad y de comunidad, como, por ejemplo, la arquitectura popular que emplearon para erigir sus propias casas o la disposición urbanística que usaron para delimitar cuadras y sitios comunes, como plazas o parques. Estas casas, en su mayoría, tienen varios pisos, no guardan una distancia prudente entre sí, carecen de pañete durante mucho tiempo y dejan señaladas las vigas de las terrazas de ladrillo,


cuyos propietarios dejan abiertas con la intención de construir más pisos posteriormente. Las anteriores son todas características físicas comunes a los asentamientos que son considerados por los entes gubernamentales como barrios “de invasión”, es decir, aquellos barrios populares llamados así porque son creados por sus propios pobladores, quienes han llegado con sueños personales, ideales de urbe y búsqueda de arraigo a una ciudad (Bogotá) que no sólo ha acogido a muchos migrantes de las periferias de Colombia a través de las décadas, sino que ha estado en un proceso de urbanización constante, tanto formal como informal, “si bien, históricamente, los primeros barrios populares tienen su origen a finales del siglo XIX y principios del XX” (Carvajalino, 2019). Se hace, entonces, importante reconocer la génesis multiétnica y pluricultural de la ciudad capital para acentuar la importancia de los barrios periféricos. Según el artículo Barrios populares: alternativa a la crisis habitacional, desde los pobladores, “su origen es diverso pues puede ser fruto de una invasión colectiva que implica un nivel organizativo y comunitario previo” (Carvajalino, 2019). Tal es el caso que corresponde a los barrios Villa Javier, considerado el primer barrio obrero (IDPC Patrimonios locales, 2019, pág. 63), y Policarpa Salavarrieta, fundado –en honor de la heroína de la independencia colombiana– por inmigrantes provenientes de zonas rurales, que ocuparon el terreno perteneciente a una extensión del antiguo Hospital de la Hortua. Dado su carácter obrero, hubo conflictos acerca de su legalidad y el derecho a la vivienda de sus habitantes. Hoy, sin embargo, constituye un barrio con reconocimiento sociocultural gracias a diversas corrientes artísticas y políticas que ejercen influencia en esa zona (sobre todo, el Partido Comunista Colombiano). Es el caso del territorio que involucra a los barrios del alto Fucha en el que su historia se sustenta en la interacción constante entre lo urbano y lo rural y en el cual sus habitantes han aprovechado y cuidado los recursos naturales que los rodean como agua y peces,

madera para cocinar y algunas plantas para solventar algunas necesidades alimentarias y medicinales. Se trata de barrios que se desarrollaron a partir “de un proceso de urbanización informal producto de la venta inicial de predios por parte de un negociante de tierras, o también, de una gestión colectiva y solidaria del territorio en términos de autogestión comunitaria, entre otros” (Carvajalino, 2019). Este barrio hace parte de lo que la Secretaría Distrital de Planeación ha denominado Unidad de Planeación Zonal, o UPZ 32 de San Blas –integrante de la localidad cuarta (San Cristóbal)–, término dado tras el periodo colonial, pues originalmente se consideraba territorio FUCHA, en lengua muisca, por su ocupación ancestral. Oración al río en tiempos de lluvia Señor río, dios río, guíanos, Enséñanos el camino; calma tus aguas turbias, no permitas que nos arrastre el remolino. Cura con tu espuma nuestras heridas, haz que la claridad retorne a nuestra vista y purifica nuestro espíritu con la brisa, para que logremos alcanzar el mensaje, que en tu lecho guardan las piedras antiguas. Señor río, dios río, al final te pido, que cuando estemos listos, nos conduzcan tus manos hasta la orilla, para que el arrullo de tus infinitos cantos logremos soñar en paz, mecido por tus aguas que siempre nos han de amar. Gracias, señor río, dios río. Amén Por: Samai Pedro Ortíz

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L A HISTORIA CULTURAL QUE SE HA ESCRITO Este contexto histórico barrial refleja el momento “cuando la pobreza en la ciudad se convirtió en una problemática de interés, el crecimiento de la urbanización desmedido debido a las migraciones masivas dio a luz al concepto de marginalidad como un derivado de la pobreza urbana” (Celeita, 2019, pág. 12). Por tanto, se ha creado un desfavorable imaginario de lo que son los barrios periféricos, tachados a menudo de “lejanos, fríos y peligrosos” por la opinión pública. Juan Rey, dividido hoy en dos sectores y tenido también por barrio popular, no es ajeno a este tipo de calificativos. A nuestros vecinos más antiguos se les puede atribuir la acción de trasladar a las periferias de una ciudad emergente costumbres y rituales que parten de una cultura propia de su lugar de origen (en su mayoría, municipios rurales del altiplano cundiboyacense): la compenetración con un pedazo de campo, diversas formas de convivencia desde el sentido más amplio de comunidad, etc. Cuenta de ello dan los relatos cotidianos recopilados y publicados en el libro San Cristóbal Habla FUCHA a partir de las voces de los habitantes mayores de los barrios más emblemáticos de la localidad.

Cabe recalcar que la noción de cultura, a lo largo de la historia de la localidad, ha mutado con respecto a las prácticas de los habitantes que han ocupado el territorio, es decir, esta se ha hecho manifiesta, así como transformado, a medida que la población ha ido habitando su cotidianidad e instaurando sus propias formas de relacionarse y concebir el mundo.

Un ejemplo de ello fue el arribo de algunos de los habitantes del alto Fucha como la señora Miriam Beltrán o Don Francelias Lancheros por primera vez a estos barrios que han considerado su hogar por más de 30 años, ellos y otros líderes del territorio se han convertido en defensores de los derechos patrimoniales y naturales de la cuenca del río, que además de ser su vecino les habla al oído en cada amanecer y atardecer, un ser que ha adquirido personalidad con la autogestión que han hecho sus habitantes para protegerlo.

“Más

allá

de

diferentes

barrios,

todos somos una comunidad unida que

quiere que se garantice para todos sus

habitantes el derecho a la ciudad y a

tener una vivienda digna que puedan

llamar hogar.”

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L A CULTURA ENTORNO AL RÍO COMO CUERPO La utopía del espacio se construye a través de la interacción entre nuestro cuerpo y el territorio en el que habita, es fundamental reconocer en la representación geo – corporal se identifican varios factores que se comparten entre el territorio y el cuerpo, como una forma de encontrar la conexión entre estos dos lugares de enunciación. El cuerpo como primer territorio, en el cual confluyen aspectos geográficos propios del espacio: pues nuestro sistema circulatorio representa el complejo hidrográfico de la ciudad, nuestros relieves recuerdan las formas montañosas que nos rodean, el contorno de ese cuerpo físico que nos pertenece es la cartografía del hábitat físico que construimos más allá de la individualidad. El sentido de apropiación de un territorio radica en la conciencia que se adquiere al vivir en él, trasciende su dimensión de tal forma que se convierte en un espacio ligado a lo íntimo y sagrado, un espacio que refugia el conocimiento generado entre el contexto que involucra el cuerpo en el espacio. El territorio del agua, pues así lo denominaron nuestros ancestros, re- existe para mi cuando lo convierto en un espacio de aprendizaje, pues “para el hombre —que ‘nace en blanco’— el aprendizaje se vuelve imprescindible y la memoria social ocupa el lugar dejado por la memoria genética”. (Vatant,s,f) Es preciso abordar la categoría de cultura en su concepción general, pues “… en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad. Poniendo el relieve en que hay diferentes y múltiples culturas siendo el denominador común que la humanidad es un ente cultural.” Grimson (2008).

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“Quizás lo que haga la voluptuosidad tan terrible es que nos enseña que tenemos un cuerpo. Antes nos servía solo para vivir. Después sentimos que aquel cuerpo tiene su existencia particular, sus sueños y voluntad y que hasta la muerte tenemos que vivir con él, cederle, transigir o luchar. Sentimos (o creemos sentir) que nuestra alma es su mejor sueño. Solo, ante un espejo que descomponía mi angustia, he llegado a preguntarme qué tenía yo en común con mi cuerpo, con sus placeres o sufrimientos, como si no le perteneciera. Pero le pertenezco, amiga mía. Este cuerpo que parece tan frágil es sin embargo más duradero que mis virtuosas resoluciones, quizás más que mi alma, porque a veces el alma muere antes que él”. (Yourcenar, sf)


La propuesta de generar un módulo sobre cultura dentro del proyecto Radio Afluente buscó establecer una red de conceptos que nos permitieron identificar esa categoría en un aspecto general, a través de visiones propias de los habitantes de los alrededores del Río Fucha en sus diferentes cuencas y liberar preguntas detonantes que identifiquen la cultura entorno al cuerpo de agua. Además de comprender cómo la cultura barrial se ha acoplado a las condiciones físicas del río desembocando en la posibilidad de considerar que la vida y el hábitat se ha pensado alrededor del mismo constituyendo así una cultura del río. Recordando las sociedades del agua de nuestros pueblos ancestrales, ya que “nuestros pueblos indígenas mantenían una conexión espiritual con el agua como parte integral de su cultura y cosmovisión. Su vivencia de los ciclos estacionales y su visión de la naturaleza han hecho del agua un elemento de características divinas, sujeto de veneración y respeto el cual hay que cuidar porque la supervivencia individual y comunal depende de su presencia. Para los pueblos indígenas, el agua era y es un ser vivo, con el cual se habla, al cual se le expresa afecto y se espera de esta forma merecer sus beneficios. El agua es la savia vital, la ‘sangre de la tierra’ que permite la repetición de la vida y es vínculo de unión, motivo de trabajo conjunto y creador de reciprocidades”.1 Esto parece haberse olvidado por completo en la actualidad debido a la relación extractivista que hemos asumido los habitantes de este territorio Fucha, que en muisca significa hembra o mujer, es decir que este territorio tenga un origen femenino, esta actitud meramente comercial y utilitaria de agua ha convertido al río en un ente muerte, un lugar sin vida que recibe todos los desechos líquidos que produce el hombre, por eso un largo tramo del río se denomina caño, en su imposibilidad de permanecer limpio. 1 Tomado de: https://www.filac.org/wp/comunicacion/filac-informa/dia-mundial-del-agua-un-recurso-viviente-de-la-naturaleza-al-cuidado-de-los-pueblos-indigenas/.

Las aguas del río Fucha mutan en cada kilómetro que recorren, son aguas que han sufrido los estragos de la voraz actividad humana pero que luchan por permanecer en la memoria local como parte de ese patrimonio cultural natural e inmaterial que se ha construido en torno al río sobreviviente, el río que no es más que pura identidad. La mirada humana hacia el río se ha transformado a lo largo del tiempo, por ello es necesario recobrar las etapas históricas que ha atravesado el río no solo como recurso hídrico sino como parte del hábitat entre entorno natural y humanidad, pero “el ensamblaje que trajo el apareamiento entre el modo de producción occidental y la manera cultural latinoamericana, realizó la extensión económica que generalizó la conquista, al imponer a sangre y fuego, su dominio militar y su Fe, mientras las comunidades aborígenes en su resistencia cultural asimilaron la sorpresa, acomodándose a la nueva situación” (Zabala,2020). Es aquí donde nuestra relación con el río se ha partido en dos, pues en la actualidad la visión del río se reduce a un ejercicio institucional donde se canaliza la riqueza natural del mismo para verter en él cualquier desecho humano que cause incomodidad, el afluente pierde todo valor natural y patrimonial, el agua misma y sus propiedades no solo físicas sino espirituales no han sido transmitidos en su totalidad por nuestros ancestros, pues “el equilibrio aparente, se dio viviendo en silencio la dominación, la dependencia y el sometimiento.Pero, esperando una segunda oportunidad sobre la tierra” (Zabala, 2020). Este proyecto en cuestión propicia una forma de apropiación desde lo sensible, desde lo etéreo y lo sublime de nuestras relaciones con el afluente como un sujeto de derechos que tiene voz propia y pide ser escuchada, en nuestras jornadas de laboratorio estuvieron siempre presentes las preguntas:

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A partir de estas preguntas se lograron identificar distintas manifestaciones locales que se centran en las prácticas decoloniales que desdibujan la institucionalidad, para erigir una suerte de apropiación cultural del territorio donde se rescatan las costumbres campesinas en el territorio Fucha lideradas por habitantes y otras voces que se lograron abordar por medio de una serie de podcast que saldrán como producto del proyecto.

REFERENCIAS Alcaldía Local de San Cristóbal. (2007). San Cristóbal Habla “FUCHA”: Reconstrucción de la memoria histórica del territorio que comprende los barrios de San Cristóbal, Villa Javier, Primero de mayo, 20 de julio, La Victoria, y Juan Rey de la Localidad cuarta de San Cristóbal. Bogotá D.C. Proyecto del Fondo de Desarrollo Local en el marco del Sistema Local de Cultura Carvajalino, H. (2019). Barrios populares, alternativa a la crisis habitacional desde los pobladores. Obtenido de: https:// www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencialhistoria/numero-349/barriospopulares-alternativa-la-crisishabitacional Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. (2019). ¡¡¡Aguas!!! Andanzas y relatos en territorio FUCHA: Patrimonios locales 2019, Historias y miradas de la localidad que vivo San Cristóbal y Antonio Nariño. Bogotá D.C. IDPC Celeita, A. (2018). Parábolas para una Tierra Prometida [tesis de pregrado]. Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia Vatant, F. (2009). Naturaleza y Cultura en Introducción a la Antropología. ENAH. México DF Grimson, A. (2008). Diversidad y cultura. Reificación y situacionalidad. Instituto de Altos Estudios Sociales. Universidad Nacional de San Martín, Argentina. Zabala, V. (2020). Rizoma Guatacucha Cusmuy Multiversidad Intercultural Ancestral. Sin publicar, Archivo particular del autor.

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Xiomara León La palabra es un espíritu que vive arremolinándose en cada mente, en cada instante, en cada lugar del territorio. Efrén Tarapués Cuaical

El sonido del río armoniza el encuentro. Sus aguas están en calma mientras los asistentes combinan los elementos; alguien enciende una luz mientras otro sopla. Los últimos rayos de sol se filtran por medio de las ramas y les abriga las manos. Alrededor hay frutos de una siembra comunitaria. Predomina el olor de una planta que ayuda a tratar heridas y quemaduras; en una de sus flores se posa un pequeño visitante cuyo color contrasta con el anaranjado de sus pétalos. Los presentes se van sentando en el suelo. En el centro está el fuego que los convoca a hilar pensamientos y sentires a través de una expresión: la palabra. La palabra se puede expresar de manera oral o escrita. Con el desarrollo del lenguaje, manifestar las ideas permitió la creación de historias comunicadas por medio de la voz y a su vez, la palabra hablada impulsó la escucha atenta. Los juglares, por ejemplo, en la Edad Media, llevaban cantos épicos y música a niños, jóvenes y adultos. Las historias se difundían a viva voz. Luego, con el paso del tiempo, las historias quedaron plasmadas en el papel. La escritura preservó los relatos por medio de los libros, las voces quedaron impregnadas en las páginas. De esta manera se hizo posible atesorar, conservar y transmitir relatos que tanto de manera individual como colectiva se considerasen significativos y por ello debían de materializarse.

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Aquello que es expresado únicamente de manera verbal, aunque pase de generación en generación, corre el riesgo de perderse, y nace una necesidad de cuidar la riqueza de la oralidad y el valor de lo que comunica haciendo uso de la escritura. No obstante, cuando no se puede acceder a la palabra escrita, la oralidad es la herramienta para aprender, transmitir y enseñar lo que ya está en textos o lo que aún sigue sin plasmarse. La presencia de adultos mayores es mantener viva la oralidad en los hogares y en otros espacios donde su voz se exprese. Según el antropólogo Daniel Fabre, la abuela está «vinculada con el saber oral y garantizando en la casa la presencia física del pasado, es el punto de referencia de otro tiempo, a la vez fabuloso e histórico, que ya no se podrá encontrar verdaderamente más que en los libros» (Ramírez, 2005). Las abuelas y los abuelos son una memoria viva, son portadores de historias y saberes ancestrales. Un escenario como el descrito al inicio de este texto convoca al diálogo, hace de la palabra hablada la protagonista. El fuego, por su parte, es el elemento que acompaña los cuerpos presentes, los abriga y hace del calor un participante que invita y acoge a cada persona que se acerca. La palabra y el fuego son la bienvenida a expresar, a conversar, a construir memoria. La memoria es un «mecanismo cultural que fortalece el sentido de pertenencia a grupos o comunidades» (Jelin, 2001), hace de sus relaciones, prácticas sociales y manera de comunicarse, un vínculo que tiene vida gracias a las vivencias y sentires que se comparten.


La memoria se va formando con los hilos del lugar que se habita, pues «se teje desde la memoria que es territorio, y desde el territorio que es memoria» (Vivas, 2010, pág. 135). Así pues, memoria y territorio tienen una conexión directa por cuanto la memoria se construye en relación a las características específicas del territorio, y las dinámicas del territorio generan sentires en quienes lo habitan y así van conformando su memoria. Vale la pena mencionar que hay memoria individual y memoria colectiva. La primera se da a través de recuerdos de experiencias unipersonales, y la segunda surge de experiencias compartidas en grupos y con el espacio. Un grupo de personas puede vivir un mismo hecho en determinado contexto histórico, pero la experiencia y el recuerdo del acontecimiento puede variar. Además, la memoria está asociada a la identidad, la forma en que una comunidad se concibe en relación a costumbres, creencias, comportamientos, sistemas de comunicación, entre otros. Quienes la conforman tienen un sentido de pertenencia y se diferencian de otras comunidades. En ese orden de ideas, la palabra, la memoria, el territorio y la identidad se dan gracias a su interrelación. La palabra hablada da lugar a la palabra escrita, materializada en un libro como un transmisor de memoria, el cual da cuenta de unas dinámicas en un espacio específico que es habitado por unos actores que construyen apropiación e identidad en él, y pasa de ser un espacio a ser un territorio. Ahora bien, hablemos de la experiencia, de las vivencias que resultan ser significativas y hacen parte de la memoria, una memoria individual que puede interiorizar memorias colectivas. De acuerdo a Jorge Larrosa (2006) la experiencia es «eso que me pasa» y para ello debe presentarse la aparición de alguien o algo que no pertenece a mí, que es exterior a mí.

El proyecto de investigación Radio Afluente, en su parte práctica, empezó con un recorrido desde la carrera 10, partiendo del parque Ciudad Jardín y siguiendo la ribera del río Fucha hacia el oriente hasta llegar a La Casa de la Lluvia [de ideas], en el barrio La Cecilia. Luego hubo salidas de campo a la huerta La Ilusión, en el barrio Manila; Huertopía, en Los Laureles, y huerta Amigos del Zuque, en los Altos del Zuque, entre otras. Por último, el ascenso a la serranía del Zuque, una zona del páramo Cruz Verde. Estos recorridos fueron una invitación a reconocer el territorio en una activación de los sentidos: escuchar el río y el canto de las aves, oler las plantas; tocar las artesanías del señor Humberto, saborear la mermelada que prepara doña Adriana, de La Ilusión, o la chicha de la señora Miryam, de Huertopía; exigir el cuerpo físicamente para caminar hacia la montaña. Estos recorridos abrieron una posibilidad a la experimentación; experimentar con los sonidos, con el cuerpo, con la palabra, con la combinación de acciones y objetos. La experimentación permitió construir conocimiento combinando las pasiones, los saberes, la curiosidad y dando cabida a lo «nuevo», de ahí el resultado de la experimentación, pues «el sujeto de la experiencia es como un territorio de paso, como una superficie de sensibilidad en la que algo pasa y en la que “eso que me pasa”, al pasar por mí o en mí, deja una huella, una marca, un rastro, una herida» (Larrosa, 2006). Esa huella dio lugar a un conocimiento, a un nuevo aprendizaje. La experimentación llevó a los participantes a acercarse, por medio de la palabra, a diversas personas que viven en la localidad de San Cristóbal. Algunos hicieron uso de la entrevista como herramienta de indagación, reflexionando sobre cómo el rol de la mujer se vincula con el río desde la concepción de dar vida, cómo sus acciones generan tejido comunitario, su impacto barrial y local. una sensibilización por regresar a lo natural, a los beneficios que brindan las plantas, al cuidado del medio ambiente.

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La recuperación de espacios y el sentido de darles un aprovechamiento colectivo desde la práctica y el compartir de saberes tradicionales como parte de una sensibilización por regresar a lo natural, a los beneficios que brindan las plantas, al cuidado del medio ambiente.

(…) un movimiento de ida y vuelta. Un movimiento

La voz transmite sentires, aquello que se pronuncia tiene una carga emocional, da la posibilidad de manifestar alegría, tristeza, rabia, inseguridad, miedo, entre otras emociones, y justamente fue la palabra la que permitió explorar en los anhelos, en los deseos, en los retos y en las dificultades de quienes llevan a cabo sus procesos; escuchar sus relatos, que más que respuestas en un acto protocolario de entrevista, fueron expresiones con carga emocional por lo que han vivido y siguen viviendo desde sus apuestas sociales y políticas.

de exteriorización, de salida de mí mismo, de

Dicho de otro modo, el trabajo de campo hizo del diálogo una oportunidad para recordar el camino que han andado, un camino con bifurcación cuyas posibilidades eran elegir entre el sendero de la resignación ante los impedimentos que se iban presentando o el sendero de la resistencia como reafirmación de apuestas tanto personales como familiares y comunitarias, pues «la palabra por ser lugar de encuentro y de reconocimiento de las conciencias, también lo es de reencuentro y de reconocimiento de sí mismo» (Freire, 2008, pág. 24). Las preguntas ocasionaron una exploración de lo alcanzado hasta el momento, tanto a nivel externo evocando personas y lugares que han sido parte significativa del camino, pero también a nivel interno reconociendo cómo de manera individual se ha contribuido a lo logrado y el impacto que este ha desencadenado en el propio pensar, actuar y sentir, pues como (Larrosa, 2006) indica, la experiencia es:

de ida porque la experiencia supone un movimiento

salida hacia fuera, un movimiento que va al encuentro con eso que pasa, al encuentro con el acontecimiento. Y un movimiento de vuelta porque la experiencia supone que el acontecimiento me afecta a mí, que tiene efectos en mí, en lo que yo soy, en lo que yo pienso, en lo que yo siento, en lo que yo sé, en lo que yo quiero, etcétera. Podríamos decir que el sujeto de la experiencia se exterioriza en relación al acontecimiento, que se altera, que se enajena. (pág.90)

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Como se había mencionado, la experiencia necesita de un externo ya sea persona u objeto, ese es el primer momento, salir al encuentro (ida); cuando algo cambia en las ideas, enunciaciones, emociones, representaciones, se da el segundo momento, ahí tiene lugar la experiencia, cuando hay una afectación (vuelta). Por otro lado, la experimentación abrió la puerta para ingresar a un escenario donde la creatividad era posible, invitando a traspasar lo evidente. Si bien el río Fucha era el eje transversal del proyecto, no se trataba solo de lo que sus aguas representaran sino de todo lo que ocurre a su alrededor. Por ello, el trabajo de campo para reunir los insumos con los cuales se construiría cada podcast fue una invitación a explorar narrativas alternativas como una forma de romper con las propuestas convencionales de recolección de información y elaboración de procesos comunicativos, pero también de ensayar con nuevas propuestas, sin prever lo que sucedería, expectantes a los resultados. De igual modo, la experimentación propuso ejercicios en los que la sinestesia pudo haber tenido lugar, ya que la activación de los sentidos, no desde su funcionalidad unitaria, sino desde su conjugación, era clave en este proceso; oler palabras, tocar un atardecer, saborear el canto de las aves, escuchar una flor, oler la ilusión. Dicha experimentación permitió, por un lado, dar el paso a lo desconocido y de ahí la marca de la experiencia y por otro lado, abrir los escenarios para el aprendizaje, ya que el conocimiento no depende de espacios determinados, solo se requiere de actores que intercambien saberes de una manera horizontal, pero también «una forma crítica de comprender y de realizar la lectura de la palabra y la lectura del mundo, la lectura del texto y la lectura del contexto» (Freire, Cartas a quien pretende enseñar, 2005, pág. 52).

Como se ha manifestado, ampliar el lente con el cual se observan las dinámicas tanto del territorio que se habita como de territorios ajenos es necesario para complementar y comprender lo que se ahonda en libros u otros instrumentos que permiten el acceso al conocimiento. La lectura del contexto amplía el panorama en relación a las realidades sociales, políticas y económicas de un barrio, localidad, ciudad o país. La visión será proporcional a la lectura e indagación que se haga del entorno. Finalmente, es importante resaltar la importancia de los encuentros alrededor del fuego como la posibilidad de diálogo, de exteriorización de sentires, de compartir conocimiento, de poner a disposición prácticas y habilidades para un bien colectivo, de tejer memoria. En estos espacios, no se va solo al encuentro de la luz, sino también de la tierra, el agua, el viento, los saberes y la emocionalidad de los presentes que, en conjunto, son el engranaje para que la palabra emprenda viaje a través del tiempo y el espacio. REFERENCIAS Freire, P. (2005). Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo XXI . Freire, P. (2008). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI. Jelin, E. (2001). Los trabajos de la memoria. España: Siglo XXI. Larrosa, J. (2006). Sobre la experiencia. Recuperado el 23 de noviembre de 2020, de http://hdl.handle. net/2445/96984 Ramírez, E. M. (2005). Lectura: pasado, presente y futuro (1 ed.). México. Recuperado el 20 de noviembre de 2020, de https://issuu.com/bibliotecaaleer/docs/ seminario_de_lectura_pasado_present Vivas, M. R. (2010). Pütchi Biyá Uai . Bogotá: Idartes.

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UNA IMAGEN ACÚSTICA Angélica Aldana El silencio absoluto no existe ¿o sí? Para el primer recorrido, establecimos una meta: vamos a hacer una caminata sonora1 ¿qué implica esto? Oír, escuchar, entender y comprender (Schaeffer, 2003). Cada uno de estos implica un nivel de profundidad y concentración superior al anterior. No podemos cerrar los oídos, así que escuchamos todo el tiempo, pero escuchar requiere prestar más atención, luego entender lo que escuchamos y comprender y apropiarnos de ese sonido. Cuando llegué el primer día, tenía preparada una dinámica para el grupo, quería que dibujaran aquellos sonidos que más les llamaron la atención después de la primera parte del recorrido. Pero, realmente no sabía qué iba a ocurrir con el grupo… sí, todos son adultos, aunque ¿tendrán la disposición de escuchar? La meta era pensar en qué significaban las siguientes palabras: ruido, silencio, sonido y música. Lo curioso: nuestro punto de partida era la carrera décima con calle 11 sur. Debo reconocer que al principio me molestaba ver que la mayoría del grupo no estaba dispuesto a escuchar, la mayoría comenzó a andar de a 2 o 3 personas hablando entre sí. En un momento sentí una cacofonía entre el sonido del tráfico y las voces que me rodeaban por todos lados, a pesar de estar caminando junto al río me resultaba imposible escuchar algún sonido que se relacionara con él, eso me molestaba e incomodaba. Sin embargo, cuando estábamos llegando a la carrera sexta me di cuenta que aquel ruido empezaba a disminuir y por fin escuché el sonido del agua, pude apreciar también el viento rodeándome. 1 Ver: Haga un paseo sonoro y aprenda a oír, de Gary Ferington.

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Logré visualizar al viento danzando, no porque pudiera verlo, lo hacía porque entendía a través del sonido y sus particularidades tímbricas cómo se movía en el espacio. Esto es la acusmática2, pero aún no era momento para abordar este concepto con el grupo. Allí fue que me di cuenta que las voces habían disminuido, sí, seguían hablando, pero en menor intensidad. Vi que la mayoría del grupo se estaba concentrando más en su entorno, buscando y reconociendo aquellos sonidos que les llamaba la atención. Sonreí, me sentía más tranquila ya que al principio pensé que el grupo no iba a tener la disposición de realizar el ejercicio. En la plazoleta CORVIF, decidí retomar la dinámica, les pedí todos que dibujaran aquel sonido que más les había llamado la atención. ¡¿Cómo?! Como puedan. Tomó más tiempo del que esperaba, pero se animaron a hacerlo. Carmen, Pedro, Alex y Germán lo hicieron a través de líneas, una abstracción del sonido y similar a como se representa en la grafía musical. Los demás realizaron dibujos relacionados con el momento en el que escucharon el sonido o el objeto que lo produjo. Creo que lo hicieron más relacionado con el sentir. Me llamó la atención que todos escogieron sonidos de la naturaleza, sutiles, suaves. A pesar de que el río suena fuerte la mayoría coincidió que es un sonido agradable y relajante, lo mismo para el viento. Irónicamente nadie escogió sus propias voces o las de sus compañeros, aun cuando la mayor parte del tiempo estuvieron hablando.


En ese momento me di cuenta lo mucho que nos afecta el entorno en nuestro propio comportamiento, no fue sino cuando nos alejamos de aquel sitio ruidoso y bullicioso de la carrera décima, adentrándonos más en dirección al río hasta llegar a la parte que no está canalizada que predominó aquellos sonidos de la naturaleza y abandonamos aquellos construidos por el hombre. Y fue allí, cuando decidimos (creo que no de manera muy consciente) bajar nuestras voces y escuchar cómo es nuestra interacción con la naturaleza que nos rodea. .

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Después de hacer la observación de que los escuché

A pesar de que lo utilizamos para comunicarnos y

hablar la mayor parte del tiempo y el ruido de la carrera

está presente todo el tiempo, no es fácil definirlo en

décima empezamos a comentar qué entendíamos cada

palabras. Aquí el grupo se mostró tímido e inseguro,

uno de nosotros por esta palabra:

aunque expresaron sus ideas:

• Una señal indeseada que perjudicaba el objetivo de la escucha de una fuente sonora (ej: una conversación, si algo perjudica el canal de comunicación se vuelve ruido al no ser deseado). • Sonidos estridentes o confusos para el oído. • Cualquier sonido que resulte molesto o incómodo para quien lo escuche. Me sorprendió que no nos tomó mucho tiempo y estuvimos de acuerdo con lo dialogado.

• Un sonido ordenado que expresa algo, que es bonito y agradable de escuchar. Ahí hice la observación de que para mí esa es la definición de música y algunos más se mostraron de acuerdo conmigo, ya que un sonido puede ser agradable o desagradable. • Es algo que surge y se mueve. • Se encuentra en todos lados. • Existe

cuando

hacemos

silencio,

es

complementario ya que el silencio en realidad no existe y hace parte del sonido.

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El día de la caminata no pudimos terminar de hablar de los conceptos de silencio y música. Ese lunes llegué y decidí terminar la dinámica pendiente. En el tablero empecé a escribir la ese y cuando iba en la ene, todo el grupo ya estaba en Silencio: - Me encanta la connotación de esa palabra, con solo escribirla ya todos lo hacen. De todas formas, quiero que hablen y me digan ¿qué significa para ustedes? Silencio - Bueno, para mí no existe el silencio absoluto, sino que es un asunto de intención y disposición.

Ahí retomé: - Para mí el silencio absoluto no existe, porque no lo he escuchado y tampoco conozco a alguien que lo haya escuchado. - Incluso dicen que las personas sordas escuchan los sonidos internos.

Uno hace silencio y escucha otros sonidos que

- ¿Eso es posible?

tal vez son más sutiles. Así que vamos a hacer

- No sé, pero dicen que cuando entras a una

silencio y me cuentan qué estuchan. La lista de lo que todos escucharon fue: • El ventilador del videobeam. • El pajarito cantando afuera (colibrí coruscans).

cámara anecóica (un cuarto construido para que haya silencio) después de un rato lo único que puedes escuchar es una frecuencia grave que es el corazón y una aguda que dicen que es la tensión.

• Una moto que pasó.

Silencio

• La respiración propia y del compañero del lado.

- ¿Alguien tiene algo más por decir?

• Los pasos de alguien que entró al salón.

- No sé si han escuchado esta palabra: conticinio.

• Un celular vibrando.

- No, ni idea ¿qué es?

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- Ahora me gustaría retomar lo que dijo Jhonny la semana pasada: “Un sonido ordenado que expresa algo, que es bonito y agradable de escuchar”. ¿Alguien tiene alguna otra idea? - Es expresar sentimientos a través de sonidos. - Es una manifestación cultural. - Tiene ritmo. - Tiene una melodía. - Esos son dos de los elementos básicos de la música, el otro es armonía que hace referencia a cuando utilizamos varios sonidos simultáneos y hacemos acordes. - Tiene sonido y tiene silencio, así es como se construye el ritmo. De nuevo silencio.

Para cerrar y dejar algo que pensar escribí una frase del libro de Limpieza de Oídos (Schafer, 1992, pág. 17):

“El silencio esencial es la muerte.”

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CUERPO Y VOZ A

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Esta vez prefiero partir de las definiciones que nos ofrece el Diccionario de la Real Academia Española (RAE, 2020) del verbo apoyar: 1. tr. Hacer que algo descanse sobre otra cosa. Apoyar el codo en la mesa. 2. tr. Basar, fundar. 3. tr. Favorecer, patrocinar, ayudar. 4. tr. Confirmar, probar, sostener alguna opinión o doctrina. 5. tr. Mil. Dicho de una fuerza: Proteger y ayudar a otra. 6. intr. Cargar, estribar. La columna apoya sobre el pedestal. U. t. c. prnl. Apoyarse en el bastón. intr. Dicho de un sonido, de una sílaba o de una palabra: Ser articuladas con más sonoridad o intensidad o deteniéndose en ellas. En técnica vocal nos referimos al apoyo como aquellos músculos que nos sirven para manejar de forma adecuada el flujo del aire, para tener una buena proyección de la voz y evitar tensiones en nuestros pliegues vocales. Es de vital importancia reconocer estos músculos (que se encuentran ubicados en el piso pélvico o la parte baja del abdomen) para evitar fuerzas innecesarias en otros músculos, como aquellos que se encuentran alrededor de la laringe. A veces pensamos que para cantar o hablar fuerte tenemos que esforzarnos y que sólo utilizamos el aire de los pulmones y nuestra garganta para lograrlo.

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Esta combinación de ideas normalmente nos lleva a lastimarnos por la fuerza que ponemos allí. En ese orden de ideas, podemos definir el apoyo en términos más simples como aquel conjunto de músculos se encarga de soportar o sostener el aire con el fin de ayudar a tener una fonación libre de tensión y así favorecer la salud de nuestro aparato fonador.

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Inhalar, exhalar. Una idea bastante común que he descubierto a lo largo de mis años en el mundo del canto es que casi todas las personas tuvimos en algún punto de nuestras vidas un profesor de Educación Física que nos decía “respiren bien” y al inhalar solamente llenaba la parte superior de sus pulmones, como sacando pecho y levantando los hombros. Si bien desconozco el objetivo de ese tipo de respiración, puedo afirmarles que en el manejo de la voz la respiración que se requiere es más profunda. Esto quiere decir que, una vez entendamos que el tamaño aproximado de los pulmones va hasta donde terminan las costillas, debemos procurar llenar hasta el fondo para tener mayor capacidad de aire. Es por eso que muchas veces van a escuchar a algunos docentes que piensen que están enviando el aire al estómago; por supuesto que esto no es lo que sucede, el estómago no está conectado al aparato respiratorio. Lo que en realidad pasa es que al llenar a fondo nuestros pulmones, estos se expanden y empujan los demás órganos hacia abajo, por eso nos da la sensación de que llenamos el estómago.


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LA IMAGEN ACÚSTICA Y llegó el día, ¡nos vamos al páramo! No me extenderé describiendo en detalle cómo fue el cambio del paisaje sonoro a medida que íbamos avanzando y subiendo. En resumen, nos íbamos alejando de los ruidos típicos de la ciudad (vendedores, motores, pitos, emisoras sonando en los negocios) hasta llegar a ese reino donde todo lo domina el viento y la naturaleza. Pueden encontrar muchos de esos sonidos escuchando los podcasts (sobre todo en el final del de Silencio). Llegamos a la cima y en algún momento la mayoría nos hicimos en pequeños círculos agrupados, resguardándonos detrás de unos arbustos pequeños del viento y el frío. Alguien se acostó, yo lo imité... sentía menos frío, cerré los ojos.

Al frente escuchaba el zumbido de la torre de energía eléctrica que se encontraba a unos 50 metros de distancia. A mi derecha, escuchaba cómo se acercaba una corriente de viento, como rodeando el páramo de Cruz Verde y alejándose detrás de mí siguiendo la cordillera. Otra corriente de aire se acercaba soplando desde el fondo hacia el centro y se esfumaba justo encima de mí. A la izquierda, muy, muy lejos, escuché un avión acercándose desde el norte y alejándose poco a poco… no interrumpió mucho. En diagonal hacia adelante a mi izquierda, alcanzaba a escuchar las voces de Andrea y su familia, a veces sobresalían sutilmente por encima del canto del viento, sonaban con cierto eco. Diagonal hacia atrás a la izquierda, escuchaba la risa de Paloma contando anécdotas a Julie y Elizabeth, no entendía sus palabras, pero pude visualizar cómo estaban sentadas: Paloma mirando hacia donde yo estaba, Julie mirando hacia mi derecha y Elizabeth dándome la espalda.

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A veces escuchaba lejos, muy muy lejos detrás de mí, en el otro pico de la Serrania del Zuque el croar de unos sapos (¿o ranas?, no sé cuáles se den en este piso térmico) y por momentos ¿La voz de Jhonny y Juan Camilo? Sí, eso parece, voces de hombres, solamente escucho su registro de tenores y con mucha reverberación y eco. Regreso a mi entorno inmediato, escucho las respiraciones de los demás, la voz de Sarita contando cosas a Juliana y Angélica, el timbre de voz más agudo de todos quienes estuvimos ese día allí por ser una niña. No tiene casi eco, está muy muy cerca. Escucho mi propia respiración, paso saliva y escucho también el chasquido de mi lengua contra los dientes al hacer eso.


Finalmente digo: - ¿Saben ustedes qué es acusmática? - No - No recuerdo su significado etimológico al detalle, pero parte de Pitágoras. Él hacía que sus discípulos escucharan sus enseñanzas a través de una cortina para que no se dejaran engañar por lo que ven, sino que entendieran únicamente escuchando. Entonces, se refiere a escuchar sin mirar. Lo chévere es que si ustedes cierran los ojos y escuchan pueden visualizar este lugar, ver dónde está ubicado cada sonido y cómo se mueve. Por ejemplo, hoy he escuchado varios vientos: uno que es más grave se mueve por la derecha por el lado del páramo de Cruz Verde y otro está aquí al frente, ese es más agudo. Si quieren cierren los ojos y escuchen.

De nuevo mi mente y mi corazón se dejaron llevar por la imagen acústica de la Serranía del Zuque.

REFERENCIAS Aldana Antolínez, A. M. (10 de septiembre de 2018). A La Puesta del Sol: Obra Vocal Inspirada En El Paisaje Sonoro De Un Atardecer En Bogotá. Recuperado el 4 de diciembre de 2020, de RIUD: Repositorio Institucional Universidad Distrital: http:// hdl.handle.net/11349/15668 Alonso, E. (2013). El concepto de” imagen-de-lo-sonoro” en la música acusmática según el compositor François Bayle/” Image-ofsound” concept in acousmatic music according to François Bayle composer. Escritura e imagen(9), 101 - 124. Bustos Sánchez, I. (2003). La voz. La técnica y la expresión. Barcelona: Paidotribo. Ferrington, G. (s.f.). Haga un paseo sonoro y aprenda a oír. Recuperado el 22 de septiembre de 2020, de eMe: Estudio de Música Electroacústica: https://www.eumus.edu.uy/eme/ps/txt/ferrington.html Schaeffer, P. (2003). Tratado de los objetos musicales. Madrid: Alianza. Schafer, R. (1992). Limpieza de Oídos. (R. A. Gainza, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Ricordi Americana S.A.E.C. Smalley, D. (2007). Space-form and the acousmatic image. Organised sound, 12(1), 35-58. Recuperado el 12 de octubre de 2020, de Organised sound, 12(1): http://girot.arch.ethz.ch/medialab/wp-content/uploads/2013/10/SMALLEY-SPACE-FORM_aus_ LandscapeAudio_TEXTE.pdf

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Juliana Camargo Cuerpo I Hasta tres. Uno, dos, tres. Inhalas, retienes en tres segundos y exhalas en tres. Una acción-reacción, la puerta de todo lo tangible e intangible en este mundo. Adopte la respiración como método de aterrizaje sobre la experiencia del presente. Respirar es el presente explícito. Por estos días cada respiración me ha válido reacciones inesperadas; un aroma nuevo que descubro en el río, adrenalina para llegar a la cima, paciencia para controlar situaciones de riesgo. Respiraciones para seguir en esta vida tan viva como la caminante de montañas que en esencia se enfrenta a esta realidad. Respirar se aprende como algo necesario, pero si le agregamos a esta acción, vista de manera superficial, el silencio, el ruido, la escucha, se convierten en opciones posibles para aterrizar más los sentidos y abrir los pulmones a cada molécula de aire que entra. Regulamos nuestra existencia a través de esta. Habito un cuerpo que me permite llegar a lugares en los que deseo estar desde minutos antes. Respiro y me calmo, alivio la sudoración, la prisa, y me sitúo rodeada de ojos brillantes, ojos soñadores, ojos que respiran. Todos aquí respiramos profundamente y con ello aprovechamos para escribir con las puntas de los tallos afiladas para guardar mayor detalle de lo que nos rodea: un paisaje que nos arrulla, nos mima y nos reta. Las rutas requieren de buenos pulmones, aquellos que estén dispuestos a olvidar el tabaco y sumirse en el aroma de la ruda. Hay que tomar riesgos, aunque no parece la técnica requiere atención. Rodéate de palabras que salivan el momento, saborean la clorofila y olfatean las plumas de las aves vecinas. Allí está la vida, como anteriormente lo dije: hay opciones posibles para habitar el presente. Respira, retiene, exhala, todo en tres segundos cada uno. Guarda silencio y repite.

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II La palabra y el silencio Cada instante en el que escucho sus palabras recreo historias de tiempos pasados con finísimos detalles. Ella me permite conocerla con cada recuerdo que en colores pasteles dibuja frente a mí. Yo no quiero decir nada, a veces mis palabras no cuentan mucho o tal vez cedo mis párrafos a ella y sus emotivas cadenas de fonemas. Pero es gustoso guardar silencio. El silencio también cede líneas a otros y a sus verbos. Comprender que cada palabra requiere un espacio, una pronunciación, un tiempo, un tono, es aquello que nos dice sin decir el silencio; agudizar la escucha y comprender que no solo es una ráfaga de recuerdos, es la vida manifestándose en el verbo.

III La imagen viva Cuando me asomo a su lente finjo ser un saltamontes o una mosca bailarina. En su película a blanco y negro visto de trajes de hojas que se acomodan con el viento, de cabellos trenzados entre calles que me llevan al mismo lugar. Sigo el rastro del lente como migajas en la historia de Hansel y Gretel. Me llevan a una imagen fidedigna de la vida, de mi vida, pero también son esas manos sobre la cámara una historia de vida, una narración de tierra que no conozco, de paisajes que se guardan en las uñas o en los bolsillos. Esas manos no solo disparan fotografías, esconden en sí pliegues que trazan caminos al pasado o al recuerdo donde estuvo con su amor y energía por la tierra, donde hubo bolsillos rebosantes de películas para registrar la vida.

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Gloria Patricia Gómez P. Espectros Mi experiencia con Radio Afluente fue maravillosa. Desde el encuentro en la calle 11 con carrera 10, empecé a abrirme a un sinnúmero de posibilidades para reconocer y contemplar lugares icónicos con sonidos indetectables que tiene el territorio donde habito. Conocer a otras personas que tienen en su mente un bien común es tener aún la esperanza del mundo, la naturaleza y la tierra que convergen en un todo y luego de haberlos conocido, escuchado y conversar con ellos fue algo épico. Colaborar en un proyecto que contempla las diferencias y las similitudes que conllevan a un trabajo mancomunado es comprender lo complejo de la vida. Realizar procesos que manifiesten interrogantes en cada ser humano es quizás, la respuesta del por qué estamos en este universo vasto e infinito. Lucía, una mujer ecuánime y empoderada de sus creencias; Julie, una chica con una voz cautivadora y un espíritu libre; Paloma, una mujer de coraje y valentía; Angélica, discreta y benevolente; Andrea, una luchadora y con un corazón tierno; Xiomara, siempre decidida y objetiva; Daniela con su risa contagiosa y su personalidad particular; Juliana, chica de locura y determinación; Angelica Aldana, mujer sensible y sensata; Juan, serio y creativo; Johnny, misterioso y nómada; Julián, divertido y soñador; Pedro, un hombre seguro y confiable; Alex, perspicaz y noble, y Carmen, una mujer extraordinaria con una visión imparable, con un corazón y mente invencibles, que piensa en un futuro menos hostil. Quiero agradecer a todas y todos por ser y hacer posible la esencia de la creación y lograr dejar la semilla de la invención, poder generar la armonía de la tranquilidad y el afecto.

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silencio

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vacío,


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mi

propio

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Lucía Barrera Mi aventura Un día mi hija y yo estábamos en casa. Ella me contó, muy feliz, que le habían dicho si podía ir a hacer unos coros, era para grabar una canción. Le dije ¿puedo ir? Ella lo consultó y le contestaron: sí. Nos enviaron la canción y la estuvimos ensayando varios días hasta que por fin nos llamaron para grabarla. Allí supe que había una convocatoria para aprender a hacer un podcast. Si quería participar debía llenar un formulario y lo llené. Pasados unos días recibimos un correo donde decían que estábamos bienvenidas al curso. Me puse muy contenta pues me parece muy importante conocer cómo se produce y cuál es la metodología para llevar a cabo esta grabación. (Aquí entre nos, les cuento que no tenía muy claro que era un podcast, pero sabía que era una nueva forma de comunicación y con esto me bastaba para querer saber más). Quisiera ahondar más sobre este asunto. Me encanta el método que se aplicó para que aprendiéramos desde la práctica. Sentí mucha alegría por salir de casa ya que desde marzo no había salido a ninguna parte y ¡sí que me hacía falta! convivir con “otros mortales”, jejeje. Cuando salimos a conocer la trayectoria del Río Fucha me di cuenta que en todos estos años que llevo viviendo aquí realmente no conocía nada del afluente más importante de nuestro territorio. Si uno no conoce y no se apropia del entorno nunca va a sentir el dolor que sí sienten las personas que están luchando para que se respete el cauce del río y se mantenga limpio. Además, luchan para dar a conocer el territorio desde su propia experiencia y todas las virtudes que hay en el medio ambiente para nuestra salud. Gracias por sacarme de mi casa, estuve en un bosque tan bello donde soñaba estar. Gracias por darme la oportunidad de conocer personas tan valiosas de mi propio territorio y de territorios lejanos. por hacer posible que yo pudiese ser partícipe de este laboratorio en donde aprendí montones.

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S E N T I R

En mi estilo de vida he privilegiado la vista. Me llena de energía explorar lugares donde la fauna y la flora son las protagonistas. Ha sido y seguirá siendo una sensación difícil de describir lo que genera en mi cuerpo el contemplar una mariposa cuyos colores contrastan o se difuminan con los colores de la flor donde se ha posado. Mientras camino por zonas llenas de vegetación, observo la tonalidad de verdes que están allí presentes; me detengo a detallar sus formas y me acerco aún más procurando captar un olor. También las toco buscando descifrar su textura. Dependiendo el sendero, me aproximo al abismo para contemplar un amanecer o un atardecer. Continuo el camino y a veces el sonido del agua desde un río o una cascada acompaña mis pasos. Se suma el canto de un ave y el viento balanceando las ramas de los árboles.

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Ahora bien, en la búsqueda de esa sensibilidad de mi cuerpo he priorizado algunos sentidos. El diálogo y la escucha para mí son fundamentales en mi apuesta por espacios donde las diversas voces hacen parte del tejido de un anhelo colectivo que no se piense solo desde la particularidad sino desde una visión que llegue a las zonas más recónditas. Pero reconozco que he favorecido el sonido de la palabra y la ausencia de ella cuando se trata de escuchar atentamente a quien la está pronunciando, es decir, he priorizado la escucha semántica.


X I O M A R A

L E Ó N

Por otro lado, qué tan cerca o lejos sintamos, por ejemplo, el pito de un auto, nos da un indicio de la distancia a la cual nos encontramos de ese objeto, aquí hablamos de la escucha causal, lo que significa que tenemos una familiaridad con determinados sonidos que, sin observar aquello que lo está emitiendo, podemos deducir qué es, su ubicación y la posible distancia a la cual nos encontramos. Caminar por las calles de Bogotá implica estar expuestos constantemente a este tipo de sonidos y en mi caso, es a los que más le he prestado atención más que por elección, por costumbre: la mezcla de pitos, motos como si estuviesen en piques o las frenadas en seco, en el afán de la carrera por el semáforo. Pero sé que en las calles hay toda una orquesta que trasciende el sonido

Quisiera explorar la escucha reducida, una a la que me llevó a pensar las conversaciones y salidas de exploración alrededor del Río Fucha y todo lo que este afluente provoca en quienes viven cerca de él. Una escucha que trasciende de una atención por distinguir qué es y de dónde viene, sino un sonido como elemento de observación en sí mismo. Poder asomarme a la ventana en una noche de lluvia y preguntarme, ¿su sonido es continuo, es cambiante?, ¿cuál es su ritmo? Qué pasa en mí cuando ese sonido cambia su intensidad. Por último, me pregunto, ¿en verdad todo suena? Sí es así, cómo suena la soledad, cómo suena la ausencia, cómo suena la tristeza cuando no es el llanto su manifestación.

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Un día, hace poco, tres caminantes quisimos explorar el interior de las montañas. Pero lo que nunca imaginamos, era el hecho de que algunas veces las montañas, o los espíritus que viven en su interior, pierden a las personas que la caminan o hacen que los caminantes se lleven un mal recuerdo de ellas, causándoles accidentes leves que causan heridas, o causándoles accidentes más graves que hacen que pierdan la vida. A continuación, narraré, en primera persona, el itinerario de ese día del mes de octubre en el que uno de esos tres caminantes no volvió a su hogar. Antes de comenzar mi narración diré que no era la primera vez que Elkin, Willy y yo caminábamos las montañas. Pero sí era la primera vez que incursionamos las orillas del río Fucha. Y aclaro este punto porque quien desconoce la fuerza de un río como el Fucha, puede llevarse una desagradable sorpresa. Y efectivamente, una gran sorpresa fue la que nos llevamos ese día por desconocer el flujo de la sangre de las montañas de la reserva “El Delirio”. La excursión de ese día comenzó desde mi casa, salimos a las ocho y media de la mañana con rumbo al nororiente. Después de atravesar el barrio Ramajal, luego de enfrentar unos cuantos perros, descubrimos una “casa en el árbol” abandonada. Bajar del árbol era como un juego.

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Su altura era de aproximadamente seis metros, sin embargo, para Elkin no fue mayor cosa; él asumió que subir y volver a bajar del árbol era como un juego. El ascenso no fue tan aparatoso como el descenso, es decir, el riesgo de una caída durante el descenso fue muy alto, tanto que tuvimos que lanzar un lazo que sirviera de ayuda. Podríamos decir que el primer espíritu de las montañas se hizo presente en ese momento de riesgo. Nuestras expectativas se empezaron a incrementar cada vez más, yo empecé a experimentar una especie de emoción ante lo desconocido, ante lo que nos deparaba el camino, y creo que mis dos acompañantes coincidían conmigo al sentir esa misma emoción. Nuestro espíritu aventurero nos condujo por el siguiente barrio con una determinación inigualable, el primer reto nos fortaleció a todos por igual, la confianza se podía percibir en el aire.

El barrio Corinto, aledaño al barrio Ramajal, nos saludó desde sus casas improvisadas y a través de sus habitantes, siempre expectantes ante la llegada del turista que atraviesa sus calles. Fue allí donde me impresioné de ver casas-cabaña, lo cual no era más que un conjunto de casas hechas a partir de una arquitectura muy particular que recuerdan las cabañas de los países donde cae la nieve.


Un juego propio de adultos que practicamos al borde de un precipicio con una caída de casi diez metros; se trataba de balancearse agarrados de una cuerda que estaba amarrada de una rama de un árbol que había crecido cerca del precipicio. Primero yo, luego Willy y tercero Elkin fue el orden en el que probamos suerte, la adrenalina corrió por todo mi cuerpo luego de sentir el vacío tras cada balanceo. ¿El segundo espíritu de las montañas rondaba allí? Es muy probable.

Recogimos kilos de esta fruta con gran facilidad, comimos unas y guardamos otras en nuestras maletas, en verdad nos sentíamos muy agradecidos con la montaña por ofrecernos tan maravillosos presentes; para mí este gesto era como una bienvenida. Esta vez un espíritu de las montañas más amable se nos presentó en esa gran puerta verde, como dejándonos entrar a su casa.

Adentrándonos más hacia el corazón de las montañas, atravesamos el último barrio. Y es este barrio denominado el Manantial, uno de los ecobarrios de la ciudad que cuenta con varias huertas abiertas a todo público. Los tres quedamos sorprendidos de ver semejante ingenio arquitectónico en los límites de la montaña Esta vez ningún espíritu de las montañas se presentó para ponernos a prueba, o tal vez sí: Elkin quiso que le tomáramos una fotografía subido en una construcción de dos metros de altura. Ahora empieza la narración del verdadero recorrido por la montaña, que se da tras dejar atrás “El Manantial”, ya que los límites entre lo urbano y lo rural se empiezan a desdibujar en este punto.

Y esta nueva aventura nos conduciría a una piedra que le dicen “la piedra del más

olvido“. Pero, ya no hablemos de caminos a estas alturas,

, ahora hablemos de trochas, y la primera trocha que se nos apareció en ese lugar estaba plagada de miles de ramas adornadas de lado a lado por curubas en abundancia a punto de caer al suelo de lo maduras que estaban.

La trocha nos llevó a un mirador que era gobernado por una gran roca, dedujimos en ese momento que esa roca era la tan mencionada “piedra del olvido”. Desde esa cima empezamos a reconocer, con unos binoculares potentes, varios lugares de la ciudad, incluso se formó una mini competencia entre nosotros sobre quién identificaba más lugares como, por ejemplo, estadios, edificios, barrios, bibliotecas, portales, etc. No hubo un claro ganador, pero sí un buen aprendizaje. El siguiente paisaje era un sitio boscoso, miles de árboles de gran altura se mostraban imponentes ante nuestros ojos, en ese punto se debían tomar decisiones acerca de hacia dónde continuar nuestro recorrido, ellos proponían ascender una gran montaña para luego bordearla y salir al barrio Los Laches.

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Yo veía la cosa un tanto complicada porque para subir esa montaña debíamos abrirnos paso por un matorral casi infinito, plagado de espinos y ramaje. Para ellos, aquella travesía era un reto más y no se iban a mostrar cobardes ante aquel inconveniente. Fue de este modo que decidí seguirlos, no sin cierta molestia por tal decisión que iba en contra de mis principios, porque para mí la naturaleza merece cierto respeto y quien se adentra en las montañas debe pedir permiso a los seres que la habitan, y evitar, en lo posible, maltratar el ecosistema montañoso. Con determinación y a paso muy lento, poco a poco fuimos abriéndonos trocha con las manos, los pies y la cabeza; arrastrándonos unas veces, pisando ramas altas otras veces, para pasar por debajo y por encima del ramaje. Creo que en una hora de lucha en contra de la naturaleza no pudimos avanzar un kilómetro, es más, hasta dimos tres o cuatro vueltas en círculo, lo cual fue el detonante para que decidiéramos regresar escuchando el rumor del río, cuyo sonido se podía percibir desde lo lejos. Ya de regreso, una de las venas del Fucha nos fue llevando hacia una planicie que era como un lugar de descanso, después de semejante purgatorio. Como ya era más de la una de la tarde creímos óptimo comer algo antes de continuar: miel, tortillas, huevos y frutas fue nuestro almuerzo.

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Continuando la ruta en descenso volvimos a identificar verdaderos caminos, además de un barrio de nombre “Aguas Claras”. Fortalecidos y renovados, respirábamos confianza nuevamente. Pasando “Aguas Claras” Willy identificó un camino muy amplio que, según él, lleva hasta Ubaque, pueblo de Cundinamarca que todo buen caminante conoce. Obviamente no íbamos a ir en ese momento hasta Ubaque - pues hubiéramos tardado ocho horas de camino-, pero ese mismo camino sí nos servía para ir hasta el nacimiento del río Fucha, espectáculo que estábamos dispuestos a presenciar.

El espíritu de la muerte tomó forma

para mí mientras avanzábamos hacia

el nacimiento del Fucha, es decir, una

mariposa negra vi, y ya era la tercera

mariposa negra desde que habíamos

salido de mi casa.


En verdad soy poco supersticioso, sin embargo, no sé por qué razón se me vino a la mente la idea de la muerte, ustedes saben, esa creencia que tiene la gente acerca del color negro y acerca de ciertos animales o insectos a los que se les atribuye mal agüero, sea como sea, me quedé callado ante mis acompañantes y no les hablé del presentimiento que tuve para no incomodar ni pasar vergüenza.

Ya casi llegando al nacimiento del Fucha tocaba traspasar un control, que era resguardado por un vigilante el cual se mostró muy amable con nosotros, don Reynaldo, como nos dijo que se llamaba, no nos dejó avanzar a pesar de nuestras súplicas. De este modo, hubo que regresar por el mismo camino; sin embargo, no nos íbamos a quedar con las ganas de aventurarnos por el Fucha, y fue así que decidimos tomar un camino alterno que nos llevó al segundo control, allí en ese punto nos detuvo otro vigilante, pero esta vez, Elkin, se escabulló por una parte del río, mojándose por primera vez en su “flujo espeso”; digo esto porque el Fucha se me hace una gran arteria, que, al igual que la sangre, transporta líquido que baja y luego vuelve a subir tras ser evaporado, es decir, el mismo proceso que ocurre en nuestro cuerpo pero a otra escala.

Esta sangre del río de vez en cuando

acepta sacrificios a todo aquel que decide

nadar en sus aguas, y en este punto

me detengo porque el mejor lenguaje

para expresar la muerte de un amigo

es

el

lenguaje

de

la

poesía.

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C A M I N A N D O P O R L A M O N T A Ñ A B A D L Ú O M A R

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La mañana prometía mil sorpresas De mi casa salimos bien temprano rumbo a la montaña Badlú. Un reto al paso de sus faldas aceptaste; el árbol trepaste y yo observando abajo. Adelante, el panorama despejaba tras la jornada, un gran bosque en frente no fue mayor obstáculo, sin embargo, los forasteros parecíamos en esa gran ciudad de árboles. Después de la arboleda, una maraña de espinas cerraba nuestro camino. Avanzamos a riesgo de perdernos para siempre con tal de encontrar una salida. Dos, tres, cuatro vueltas dimos a la gran maraña, sus espinas se mostraron compasivas, ¡pero eran infinitas! Devolvernos fue una opción, avanzar una locura. De reversa, el río bajaba sonoro desde la cima de la montaña Badlú, quién iba pensar que ese río llevaría una carga en sus espaldas. Sin embargo, el mismo río que bajaba sonoro desde la cima y el mismo río que llevaba una carga en sus espaldas nos guiaría a través del segundo recorrido. Fue así que avanzamos sin mirar atrás. Delante, un mundo multicolor se presentaba. Tu decidiste descansar un rato y merendar, y así lo hicimos; miel, torta y frutas comimos en la planicie de la montaña Badlú. El día se apagaba cada vez más, palidecía (anochecía). No había tiempo que perder, debíamos completar el circuito. Un tercer aliento tomamos y la brújula marcó hacia el norte, y hacia el norte fuimos sin más reparos. Mil metros después un guardián del bosque nos detuvo y nos hizo caminar al sur, es decir, de vuelta otra vez. Una mariposa negra vi revolotear, pero ignoré su misterioso vaivén. Más abajo, la montaña Badlú se nos abría como flor, por sus venas brotaba agua en abundancia, tanto que quisiste bañarte en su flujo espeso. Otro reto aceptaste a las orillas del río Badlú; nadar como pez en sus aguas querías.

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No advertimos el peligro, no palpamos el terreno. Te internaste en las aguas del BadlĂş y esas aguas te acogieron. El dĂ­a dio paso a la noche, y tuve que regresar solo.

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Bitรกcora de campo Noviembre 8 Carmen Caro

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Humo, humo en el cabello, en la nariz, en las pestaĂąas, en las manos, en la lengua, se queda en la piel, acaricia mis exhalaciones, ha penetrado como las cĂĄlidas palabras que nacieron del fuego, el humo y la palabra permanecen como la resonancia de un fuego fervoroso, se extiende en el vacĂ­o, impregna otras vidas, sigue, resiste, hace.

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Pensar en lo periférico no como el extremo de un centro sino como un límite que abre un nuevo espacio ha sido una premisa en este proyecto. Así mismo el límite no se comprende solo como un espacio territorial sino como un intersticio corporal, lingüístico, sensitivo, relacional, el límite es el espacio de quiebre, en el que se produce el error, en el que se habita la vulnerabilidad del cuerpo mismo. En términos de la investigación se ha establecido una comunicación muy fluida con la comunidad desde las vulnerabilidades y límites compartidos que manifiestan el territorio como eje investigativo, desde esta perspectiva se ha generado un impacto que permite ahondar en las circunstancias coyunturales exacerbadas dentro del periodo de pandemia, situaciones como la apropiación del territorio, la protección ambiental y el profundo enraizamiento de la población con las raíces vernáculas que poseen (entendiendo vernáculo como una característica de profundo conocimiento con el entorno) han detonado nuevas maneras de ver los fenómenos sociales que ocurren en la zona en asociación con fenómenos como el ruido, el silencio o el sonido y se han abierto nuevos puntos de alimentación para la investigación como: las prácticas artísticas desde el cuerpo y la materia, la palabra como fenómeno de resistencia, el río como sujeto de derechos, la arquitectura vernácula y la resiliencia en la figura de la mujer; todo esto como manifestaciones de resistencia, resiliencia y apropiación territorial que se están manejando desde la producción experimental de piezas sonoras que proporcionan no solo un conocimiento contextual de la situación territorial dentro de la cartografía social establecida, sino también un profunda sensibilización de elementos sutiles, efímeros e infraleves dentro de la cotidianidad, lo cual otorga las herramientas para que los individuos participantes sean investigadores y productores de su propio conocimiento sobre el territorio desde su acercamiento sensible y la comprensión de las dinámicas mencionadas.

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Entonces, fenómenos como el ruido se ponen en comparación con la apropiación territorial y la resistencia a la privatización del recurso hídrico, mientras que el silencio se asocia con la vulneración de derechos y desarraigo, las variables de los fenómenos físicos al igual que las variables de los fenómenos sociales están permeadas por el punto de enunciación desde el que se perciben, es en esta comparación y en el reconocimiento de los patrones históricos y sociopolíticos de dichos fenómenos donde ocurre una transformación desde la producción de conocimiento, desde la sensibilización activa de incidencia social y desde la transversalidad sinestésica, es decir, la transformación de imágenes, palabras, texturas, entornos, emociones, sabores y saberes en sonidos, potencia todos los estímulos en la investigación. Finalmente, el mayor impacto en el proyecto son las redes comunitarias que se fortalecieron desde los procesos de investigación y creación y que permanecen aún y seguirán en la sostenibilidad del mismo, estas redes evidencian los procesos de resistencia desde su génesis que es la colectividad como eje de construcción y protección del territorio. Dichos tejidos relacionales funcionan como una interferencia de frecuencias que vienen desde diferentes lugares, desde diferentes historias, orígenes y cuerpos, y se unen en un punto común que al integrarse refuerza sus pulsaciones y amplifica el campo de impacto de esos impulsos. Los procesos de resistencia que hemos vivenciado con interferencias aunadas que crecen exponencialmente con la unión de más resistencias, de más individuos, de más luchas, de más ruidos. El proceso pedagógico y de construcción colectiva fue permeada por el afecto hacia otros individuos y hacia el territorio que se reconoce como propio.


Cada persona involucrada afectรณ y fue afectada por el proceso, y esta afectaciรณn, de forma orgรกnica, puede permanecer o no, puede resonar como el ruido, o desvanecerse en el silencio, depende, al igual que estos elementos, de su forma de contemplaciรณn y cada lugar de enunciaciรณn, depende de otras interferencias que aumenten su fuerza.

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