Muy Interesante México - Noviembre 2019

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Sabías que... Desde 2013, la Municipalidad de Recoleta, en Chile, organiza cada año el Festival Mil Guitarras para Víctor Jara, un homenaje masivo a la música del reconocido cantautor.

social pronto comenzaron a filtrarse. Por esos años, Chile vivía en un estado de inmensa desigualdad: el propio Jara había crecido en una hacienda donde los peones vivían en condiciones más propias del feudalismo que del siglo XX. Víctor recogía en sus canciones las experiencias que le contaban los campesinos y obreros. “Ya basta de música que no nos dice nada, que nos entretiene un momento y nos dejaba huecos como siempre”, mencionó alguna vez.

Un marxista a la presidencia trabajo de oficina, y en 1953 se volvió parte del coro de la Universidad de Chile. Además de la música, Jara era un apasionado del teatro; estudió actuación y dirección teatral y fue uno de los directores jóvenes más destacados de su país. Realizaba montajes con el grupo de la universidad, muchos escritos por el dramaturgo Alejandro Sieveking, con quien Jara tuvo una colaboración fructífera. Su amor por la música folclórica lo llevó a formar parte del grupo Cuncumén, enfocado lo mismo en el folclor andino que en la nueva canción de protesta. Ahí conoció a la cantante Violeta Parra, quien lo animó a interpretar sus propias composiciones. Jara alternaba el teatro con la dirección musical del grupo Quilapayún, a lo que se sumó (a mediados de los sesenta) el inicio de su carrera como solista. Aunque el amor siempre fue un tema dominante en su lírica, la situación política y

La brecha entre ricos y pobres y la ola social de rebeldía que se extendió en la década de 1960 llegó a Chile, donde las protestas encontraron eco en la campaña presidencial del doctor Salvador Allende, quien se convertiría en el primer presidente de perfil socialista elegido democráticamente en 1970. Un nuevo amanecer comenzaba para Chile, aunque las nubes negras lo acechaban: Estados Unidos se oponía con vehemencia al gobierno de Allende por considerar que crearía una nueva Cuba en Sudamérica. Jara fue un miembro activo en la campaña de Allende. Animaba mítines y su música se convirtió en la voz del movimiento. “No hay revolución sin canciones”, decía Allende y, tras su triunfo en las urnas, las canciones del músico se volvieron un referente mundial. Víctor Jara participó de forma activa con el nuevo gobierno. Allende lo nombró embajador cultural y le encargó difundir la cultura chilena a nivel internacional. Víctor era el

LOS ASESINOS DE JARA

FOTOS: ELDIARIO24.COM; GETTY IMAGES

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ras abandonar Chile, Joan Turner, viuda de Jara, pasó décadas luchando para que se castigara a los asesinos de su esposo. Fue hasta 1998, tras la detención de Pinochet en España acusado de genocidio, que se reabrió la investigación por el asesinato del PEDRO PABLO BARRIENTOS cantautor. José Paredes, un joven soldado que realizaba servicio militar durante el golpe de Estado, señaló a Pedro Pablo Barrientos como uno de los asesinos materiales de Jara. Barrientos, al igual que muchos exmilitares chilenos, vivía en Estados Unidos. Barrientos enfrentó un juicio civil en EUA. Mientras tanto, en Chile, en 2018, ocho militares fueron condenados por el asesinato de Jara y sigue en pie la petición de extradición de Barrientos por ese crimen y el asesinato, en el mismo Estadio Chile, de Littré Quiroga, JOAN TURNER un funcionario del gobierno de Allende.

indicado, ya que sus letras habían traspasado fronteras y era admirado por jóvenes de todo el orbe deseosos de un cambio. Pero algunos no recibieron bien el triunfo de Allende, en especial las grandes potencias foráneas que tenían intereses comerciales en el país andino, grupo al que se sumaron los sectores más ricos de la población que ahora veían amenazado el dominio que habían ejercido por más de 100 años. Jara, fiel a su causa, respondió al hacer trabajo voluntario cuando una huelga de transportistas paralizó a la nación.

Fatídica fecha El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet (1915-2006) dio un golpe de Estado en Chile. Los militares lanzaron un brutal ataque contra la Casa de Moneda, sede del gobierno chileno, donde asesinaron al presidente Allende. Jara se acuarteló en la Universidad Técnica del Estado, donde trabajaba y donde planeaban ese día realizar un evento. Tras la noticia del bombardeo en la casa de gobierno, Víctor llamó a su esposa, Joan Turner. Fue la última vez que hablaron. Al otro día los militares irrumpieron en la universidad para arrestar a 600 estudiantes y profesores que fueron llevados a golpes al Estadio Chile, la arena deportiva ubicada a poco más de dos kilómetros de la casa de estudios donde, al anocher, había más de cinco mil prisioneros hacinados en la cancha y las gradas. Un oficial reconoció a Víctor y comenzaron a golpearlo de forma por demás salvaje, lo mismo a patadas que con las culatas de los fusiles. Luego se lo llevaron para continuar con la tortura. Fue la última vez que sus compañeros lo vieron con vida. Dos días después, el 18 de septiembre, Joan recibió una llamada para ir a reconocer un cadáver en la morgue. Era Víctor Jara. La ahora viuda vio el cuerpo molido a golpes, con las muñecas rotas y agujerado por las balas. Acompañada de un puñado de personas, Joan enterró a su esposo antes de irse del país. La dictadura cayó en 1990 y, en 2003, el Estadio Chile fue rebautizado como... “Víctor Jara”. Quizá las balas lo mataron en la cúspide de su carrera, cuando tenía apenas 40 años, pero no pudieron callar sus palabras, que se convirtieron en un símbolo de la lucha revolucionaria alrededor del planeta. La poesía de Víctor Jara sobrevivió a quienes quisieron callarla.

Fuentes: memoriachilena.gob.cl; Massacre at the Stadium, dirigido por Bent-Jorgen Perlmutt, EUA, 2019.

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