Assassins Creed Renaissance

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La visión empezaba a desvanecerse. Minerva y Ezio se quedaron solos, y la voz de la diosa empezó también a desaparecer en el interior de un túnel de longitud infinita. —Hecho está... Mi gente debe ahora abandonar este mundo... Todos nosotros... Pero el Mensaje está entregado... De ti depende ahora. Nosotros no podemos hacer más. Y se hizo de repente la oscuridad, el silencio, y la Bóveda volvió a convertirse en una negra cámara subterránea, vacía por completo.

Ezio deshizo sus pasos. Entró de nuevo en la antecámara y vio a Rodrigo tendido en un banco, un hilillo de bilis verdosa asomando por la comisura de su boca. —Me muero —dijo Rodrigo—. He tomado el veneno que reservaba para el momento de mi derrota, pues no existe mundo en el que ahora pueda vivir. Pero dime..., dímelo antes de que abandone para siempre este lugar de cólera y lágrimas..., dime, en la Bóveda... ¿qué has visto? ¿A quién has encontrado? Ezio se quedó mirándolo. —Nada. A Nadie —respondió.

Recorrió la Capilla Sixtina y salió a la luz del sol para reunirse con los amigos que estaban allí esperándolo. Había un mundo nuevo que construir.

Fin

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