Revista Nuestramerica

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La operación consistió en interrogar el cuerpo de Yhajaira en la búsqueda de las evidencias que ha dejado el cuerpo social sobre ella. Y así descubrir la verdad histórica de un hecho presuntamente delictivo, asumido, a la vez, como una creación colectiva. De esta manera Yhajaira se convirtió en una obra de arte esculpida por el cuerpo social. Asimismo, me apropié de las técnicas de conservación y restauración de obras de arte, asumiendo a Yhajaira como una escultura social. La operación aplicada fue la incorporación de procedimientos de conservación y restauración de obras de arte en torno a la dicotomía enfermedad/sanación. Con ello se cuestiona principalmente la visión patologizante a partir de la cual se juzga y criminaliza a personas como Yhajaira, que nacieron con biología masculina pero que se sienten mujeres, y por esto son percibidas como monstruosidades y anomalías defectuosas que deben ser corregidas, castigadas y/o sanadas. Con esta operación intenté dejar algunas preguntas abiertas: ¿quién es el enfermo?, ¿quién debe ser curado?, ¿es acaso enfermo el que sostiene el cincel o el cuerpo que soporta la acción de modelado? Entonces, invité a una conservadora y restauradora de arte para que realizara un estudio de la escultura social Yhajaira Marcano Bravo o antroglifo de la modernidad, como la definí, para que determinara su estado de conservación. El relevamiento se realizó en una sesión y la profesional entregó un informe sobre el estado de conservación de la obra. Como partía de la premisa según la cual las transformistas son penalizadas y desterradas de la ciudadanía por cometer el “delito” de tener una apariencia que no concuerda con las normas impuestas, consideré a la sociedad como un todo que llamé “cuerpo social”, que castiga a las transfor por ser cuerpos desobedientes.


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