La urss desmintiendo

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daba muestras evidentes de una extraordinaria fragilidad, de falta de cohesión. Pudo observarse ya entonces lo que con el transcurso del tiempo y las dificultades de la construcción del socialismo, aparecería con toda su crudeza: que la llegada en aluvión de gran número de militantes procedentes de otras organizaciones había sembrado la confusión; no eran bolcheviques templados y experimentados, sino personas que transmitían al Partido todas sus viejas concepciones. En la cuestión de los sindicatos pudo apreciarse con claridad que esas posiciones —todas ellas extrañas al comunismo— iban desde el anarcosindicalismo hasta el militarismo, desde negar la dirección comunista dentro de los sindicatos, hasta tratar de imponerla a toda costa. En marzo de 1921 el X Congreso del Partido analizó esta situación y condenó las tesis trotskistas, afirmando categóricamente que no se podían imponer métodos militaristas en los sindicatos. Inmediatamente después, los trotskistas fueron expulsados del Tsektran, eligieron una nueva dirección y modificaron en profundidad los métodos de trabajo y de dirección, eliminando las imposiciones. En el debate sobre la cuestión sindical contra ambos extremos, una vez más Stalin adoptó una postura de principios alineada con las tesis leninistas. Apareció en Pravda el 19 de enero de 1921 su artículo Nuestras divergencias, en el que, tratando de suavizar la discusión y calmar los ánimos, sostiene que la discusión no versaba sobre una cuestión de principios, sino de método, lo que no era cierto. La posición de Stalin sobre la organización de los sindicatos era la siguiente: El democratismo consciente, el método de democracia proletaria en el interior de los sindicatos es el único método que conviene a los sindicatos industriales. Pero el democratismo impuesto no tiene nada en común con ese democratismo. Y respecto a la posición de Trotsky añade lo siguiente: Cuando uno lee el folleto de Trotsky “El papel y las tareas de los sindicatos” se podría creer que en el fondo Trotsky también está por el método democrático. Es porque ciertos camaradas estiman que nuestras divergencias no versan sobre la cuestión de los métodos de trabajo de los sindicatos. Pero esta opinión es absolutamente falsa. Porque el democratismo de Trotsky es un democratismo impostado, bastardo, sin principios y, como tal, no es más que un complemento del método burocrático-militar, que no conviene a los sindicatos. Según Stalin, la democracia en los sindicatos presupone la conciencia de que es necesario elevar la iniciativa, la conciencia y la actividad de las amplias masas, es preciso convencerlas con hechos concretos de que la ruina económica representa un peligro tan real y tan mortal como ayer lo era el peligro militar, es necesario incorporar a los millones de obreros al resurgimiento de la producción a través de sindicatos democráticamente estructurados. Sólo de esa manera es posible convertir en causa vital para toda la clase obrera la lucha de los organismos

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