El desierto espiritual Si lees con cuidado lo que me dijo, notarás lo que significó para mi vida espiritual. Cuál era mi motivación para servirle? Ser un favorito del Señor o querer conocerlo más? Definitivamente, y como te mencioné en los primeros capítulos, mi meta siempre fue pertenecer a ese círculo íntimo del Padre. Pero debía convencerme de que no había nada especial que yo pudiera hacer para conocerlo más. Solamente esforzarme y sacar fuerzas de mi propia debilidad. En Daniel 11:32, en la segunda parte, hay un pequeño tesoro escondido: «...el pueblo que conoce a su
Dios, se esforzara y actuará».
Es imposible atravesar ese desierto espiritual sin conocerlo, y es mucho más difícil esforzarse y avanzar cuando todo lo que tenemos por delante, en ocasiones, no es más que arena. Sé lo difícil de la situación que puedes estar viviendo ahora mismo. Tú dices:
—Perfecto. Voy a esforzarme y a orar una vez más. Intentaré ayunar y buscar el rostro de Dios otra vez. Pero no sé hasta cuando voy a aguantar la indiferencia de los cielos. Por alguna razón no siento nada, los sermones me parecen aburridos y las canciones me resultan monótonas.
El doctor R. T. Kendall, ministro principal de la Capilla de Westminster en Londres, dijo que la crisis espiritual conduce directamente a lo que él llama «la barrera de la traición». Él opina que tarde o temprano todos los cristianos atraviesan por un período en el cual parece que Dios los ha abandonado. Y es exactamente allí cuando equivocadamente muchos intentan recuperar su comunión perdida.