Conceptos fundamentales de economía

Page 1



CONcEPTOS

FUNDAMENTALES de la

Economía Julio Meinvielle

Asociación Pro Cultura Occidental, A.C. Guadalajara, Jalisco, México



CONcEPTOS

FUNDAMENTALES de la

Economía Julio Meinvielle


ueda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra por cualesquier medios, ya sea mecánico o digitaliza­ do u otro medio de almacenamiento de información, sin la autorización previa por escrito del editor.

Copyright Derechos Reservados Segunda Edición Mayo de 2014 Asociación Pro Cultura Occidental, A.C. Avenida Américas #384 C.P. 44600 Tel. (0133) 3630 6142 Guadalajara, Jalisco, México www.editorialapc.com.mx apcbuenlibro@yahoo.com.mx

Impreso en México. Printed in Mexico.


ÍNDICE PRÓLOGO 9 I CONCEPTO DE ECONOMÍA 15 1. La actividad económica 15 2. Actividad económica individual, familiar y política 21 3. Actividad económica, técnica y moral 25 4. La actividad económica y las ciencias humanas 29 5. Economía política y política 34 6. La opinión aristotélica sobre la autonomía de la economía 41 7. La economía política subalternada a la política 46 8. La economía política y las ciencias naturales y matemáticas 50 9. La economía en la totalidad de la vida 55 II LAS DOS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ECONOMIA POLITICA 61 1. El hecho inicial de la economía política. 61 2. La ley de la oferta y de la demanda determina el precio de las riquezas 66 3. La ley de reciprocidad en los cambios 70 4. Consecuencias de la violación de esta segunda ley de la economía, por parte del liberalismo 73 5. Consecuencias de la violación de la ley de la oferta y de la demanda por parte del estatismo. 78 6. El orden económico procede del funcionamiento de las fuerzas económicas movidas por su interés particular dentro de cambios recíprocos. 82 7. Los cuatro puntos fundamentales y el principio de toda economía política 85


III PROBLEMA DE LA PROPIEDAD PRIVADA 95 1. El antagonismo de la propiedad privada y el destino común de los bienes 95 2. Superioridad y responsabilidad de la propiedad privada 104 3. La propiedad privada, encarnación económica de la libertad 110 2. Capital y Capitalismo al servicio del hombre 113 IV PROBLEMA DE LA EMPRESA 123 1.- Problema del empresario, capital y beneficio 126 2.- El empresario y la necesidad de moneda, crédito y ahorro 130 1. La contratación del personal a sueldo y a jornal 139 2. Problema del aumento de la producción y de suredistribución en la masa asalariada 143 2. Aumento de la producción por una mayor productividad, pero evitando la formación de empresas gigantescas 146 2. Aumento progresivo de sueldos y salarios que eleve el nivel de vida, permita el ahorro y con ello el acceso a la propiedad, aun productiva 150 2. El problema de la reforma de la empresa, la empresa comunitaria, y el pensamientopontificio. 154 V ORDEN ECONÓMICO – SOCIAL 165 1. El paro forzoso como problema cuya solución exige el reordenamiento de toda la economía 165 1. El rédito nacional como principio de medida del valor de las cosas 170


3. La organización profesional e interprofesional como condición necesaria para fijar y procurar el rédito de cada sujeto económico 178 3. Necesidad y funciones del Estado 186 1. La fórmula de la organización económica: Libre empresa, en el cuadro de la profesión libremente organizada, bajo la autoridad del Estado para un reparto equitativo de la producción nacional 192 VI HACIA UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DEL HOMBRE 199 1. El desnivel de vida de los diversos pueblos 202 2. La ayuda técnica a las economías atrasadas 205 3. El peligro del resentimiento antiimperialista 213 4. La técnica al servicio de los grandes fines humanos 219 5. Necesidad de minorías responsables, dotadas del instrumental técnico moderno, al servicio de una economía humana. 223



PRÓLOGO

E

n número reciente de una importante revista norteamericana se contaba el caso de un afortunado hombre de negocios que hacía una visita a su antigua Universidad. Deseando rememorar sus años de estu­diante, pidió al profesor de Economía le mostrara las preguntas que se hacían en los exámenes. Al verlas, notó con gran sorpresa que eran las mismas que se hacían en su época. Preguntó entonces si el profesor no había previsto el caso que siendo conocidas las pre­guntas como permanentes, los alumnos no pudieran transmitirlas de un curso al siguiente. El profesor con­testó sonriendo: en nuestra materia no cambiamos las preguntas, cambiamos las respuestas. En términos más técnicos dice algo similar John H. Williams en su magnífica conferencia titulada “An Economist’s Con­ fessions” publicada en The American Economic Review en marzo de 1952. Dice allí: “Una fuerte impresión de esos días” (de estudiante) “que me ha quedado siempre, es la relatividad de los prin­cipios y políticas económicas al cambiar las condicio­nes”. “Keynes ha señalado que la victoria Ricardiana fué debida a un complejo de adecuación al medio. No es esto menos cierto en la victoria keynesiana y desde entonces los tiempos han cam9


Julio Meinvielle biado otra vez, y hasta los keynesianos se muestran cambiados. Una pregunta justa que cabe hacer es en qué medida nuestro pensa­miento (económico) conduce los cambios en el mundo y en qué medida se limita a seguirlos. Es manifiesto para mí que gran parte de la literatura económica no es si no la explicación racional de lo ya ocurrido”. Si añadimos la desconfianza que existe en las úl­timas décadas, en muchos ambientes y en especial en­tre las estadistas acerca de las enseñanzas de la teoría económica; los graves errores cometidos en la conduc­ción económica durante la gran depresión; el hecho de que, en casi todos los países, se deban aplicar, con mayor o menor éxito, medidas condenadas en los tra­tados corrientes de Economía; y en fin, la más suma­ría lectura de lo que se escribe actualmente en esta materia; llegamos a la conclusión de que estamos en presencia de una verdadera “crisis de la economía co­mo disciplina científica”, como señalara el más desta­cado economista argentino, Dr. Raúl Prebisch. “El desarrollo científico de la economía es aún incipiente e indeciso. Es por lo tanto enorme el campo de exploración y de investigación que tienen de­lante de sí los economistas”... Y la crisis no es sola­mente como disciplina científica “porque también des­de el punto de vista moral, la Economía está sufriendo una crisis no menos grave por su desmedida exaltación del interés personal como supremo regulador de la actividad económica”. “¿Por qué está en crisis la Economía Política? cabe preguntarse. No llamo, por supuesto, crisis a ese constante progreso de renovación a que está sometida toda actividad científica; llamo crisis a ese mal agudo que de tiempo en tiempo se plantea en una ciencia y que obliga a hacer un esfuerzo completo para inno­varla desde sus mismas bases”. “¿Cuál es el mal agudo en donde se origina la crisis presente de la Economía Política? Sencillamente en su ineptitud para

10


Conceptos Fundamentales de la Economía explicarnos racionalmente, desde el punto de vista lógico y experimental, la forma en que se realiza el movimiento económico, la forma en que se producen los fenómenos de la economía, la razón de ser, el por qué”. Cuando después de tantos, tan intensos y reite­rados esfuerzos llega a ser tan visible y manifiesta la crisis de una ciencia sólo existen, en general, dos posi­bilidades. O bien es insuficiente la información que se tiene o son equivocados los principios fundamentales sobre los que dicha ciencia reposa. Hoy no caben dudas de que la información de hechos de que se dispone, con amplias y precisas esta­dísticas, es muy vasta y satisfactoria, y de que está muy por encima de las conclusiones que de ella se pretende obtener. Precisamente en este campo, los excelentes estudios que sobre renta nacional han reali­zado y mantienen lo más al día posible los principales países del mundo, han permitido abrir rutas promiso­rias para superar al anquilosado e inadecuado pensa­miento económico. Excelente uso hace de esta nueva arma, que tan­tas perspectivas ofrece, el Padre Meinvielle en su tra­bajo. La utilización amplia y precisa del concepto de renta nacional le permite llegar a conclusiones por demás interesantes y constructivas sobre las que nos permitimos llamar especialmente la atención del lector. No existiendo deficiencia de información, se hace necesario e imperioso ir a la revisión honda, profunda, de los fundamentos sobre los que se basa o debe ba­sarse la ciencia económica. Queremos referirnos a los principios de esta ciencia en sí, y no a los grandes prin­cipios morales o políticos perfectamente definidos, y a los cuales deberá subordinarse en última instancia la acción económica. Es increíblemente reducida la bibliografía que puede obtenerse sobre los primeros principios o pos­tulados que rigen la ciencia económica. No dudamos que es éste uno de los campos en que se

11


Julio Meinvielle harán nuevos e importantes aportes. Entre ellos estimamos que se contará el presente trabajo del Padre Meinvielle, en­jundioso y profundo. Consideramos que uno de sus grandes aciertos es el comenzar por analizar con precisión las relaciones entre economía y política y la clara separación de las dos ciencias. Con ello vuelve, y vuelve bien, a la sabia y pro­funda ciencia de los antiguos, fundada sobre sólidos y eternos principios, que en lo decisivo e importante permanecen incólumes a través de los siglos, aunque desde luego deba adecuarse a las realidades concretas de cada época, corrigiendo, superando y mejorando lo accidental y contigente de ese pensamiento. Precisamente a esa confusión entre los campos de la Economía y los de la Política atribuimos gran parte de los errores que minan la teoría económica. Ya el nombre original de Economía Política es malo, y peor el sentido en que lo adaptara por pri­mera vez, Montchrétien en 1615, al publicar su “Traité de l’économie politique”. Pretendió Montchrétien co­rregir errores, y cayó él en uno más profundo al afir­mar: “Se puede, muy a propósito, mantener contra la opinión de Aristóteles y de Xenofonte, que no se podría dividir la economía de la política, sin separar la parte principal del todo”... “Por mi parte no pue­do sino asombrarme de que en sus tratados políticos tan cuidadosamente escritos, hayan olvidado esta parte de la administración pública, a la cual obligan a con­ceder gran importancia las necesidades y cargas del Estado”. Y no se diga que la economía clásica resolvió pos­teriormente el problema hasta llegar a la Economía Pura. Es cierto que pretendía obtener leyes estricta­mente económicas, pero pecando en sentido contrario no tuvo en cuenta las necesarias y lógicas conexiones con las enseñanzas de la ciencia política.

12


Conceptos Fundamentales de la Economía Para ello olvidó que el hombre no actúa aislado e independiente de los cuadros sociales y políticos, en que necesariamente, por naturaleza, debe moverse. Por eso debió adoptar hipótesis simplificativas, irreales o irrealizables en muchos casos. Y como dice John H. Williams en la conferencia ya citada, el moderno teo­rizar económico “al irse preocupando cada vez más de la consistencia de su lógica interna, se encierra en sí mismo, y se aleja más y más de la realidad”. Y naturalmente cuando se pretenden aplicar las conclusiones, internamente lógicas pero irreales de la teoría clásica, al mundo concreto dividido en Estados, en los cuales viven hombres con preocupaciones y vin­culaciones no solamente económicas, sino también so­ciales y políticas, sus resultados son a menudo contra­ producentes y a veces catastróficos. En sentido opuesto, en grave error han caído nu­merosos autores católicos al pretender arrinconar y encerrar la ciencia económica dentro del marco estricto de la ciencia política y de la Etica, negándole toda autonomía y campo propio. Esta irreductibilidad está tratada por el Padre Meinvielle con toda la extensión necesaria y consideramos que sus conclusiones al res­pecto son bien meditadas y profundas. No consideramos necesario extendernos más sobre el trabajo del Padre Meinvielle, del cual, estamos se­guros, todo lector obtendrá muy provechosos frutos. No queremos, sin embargo, dejar de llamar la atención res­pecto a los importantes capítulos sobre Propiedad y Empresa, donde se lleva una radiante luz a temas hoy tan confusos y obscurecidos. Características fundamentales de la obra del Pa­dre Meinvielle son su espíritu de superación y su in­tención de aportar soluciones constructivas. Quien lea “Concepción Católica de la Economía”, libro anterior del mismo autor, las apreciará claramen­te. De este primer

13


Julio Meinvielle trabajo suyo de crítica decidida al sistema económico vigente, con visible intención de sa­cudir a los egoístamente satisfechos, conserva lo fun­damental, y corrige, con honestidad intelectual, aquellos puntos en que un estudio profundo lo lleva a nuevas conclusiones. En este nuevo trabajo, sereno, profundo y esen­cialmente constructivo, pasa el autor del campo más fácil de la crítica al más difícil de señalar soluciones concretas, que de aplicarse, estamos seguros, contribui­rían a acercarnos a la paz social, que, en esencia, es el orden basado en la justicia. Cualquier lector podrá discrepar, en mayor o me­nor extensión, con las ideas del autor. Todos, sin em­bargo, deberán reconocer la importancia de las mis­mas, la palpitante actualidad de los temas tratados y que el presente trabajo es un serio aporte para la ne­cesaria recuperación de la actual crisis de la ciencia económica. FRANCISCO GARCÍA OLANO.

14


I CONCEPTO DE ECONOMÍA

S

UMARIO: 1. La actividad económica.-2. Actividad económica individual, familiar y política.-3. Actividad económica, técnica y moral.-4. La actividad económica y las cien­cias humanas.-5. Economía política y políti­ca.-6. La opinión de Aristóteles sobre la au­tonomía de la economía.-7. La economía po­lítica subalternada a la política, y a través de ésta, a la psicología.-8. La economía política y las ciencias naturales y matemáticas.-9. Ubicación de la economía en la totalidad de la vida.

1. La actividad económica ¿Qué es la economía? Vamos a partir de esta cuestión, que no por elemental deja de ser impor­ tante. La cuestión que nos planteamos es la siguien­ te: ¿qué realidad es aquélla a la que, primeramente, denomina­ mos economía? ¿Damos este nombre, 15


Julio Meinvielle primeramente, a realidades que están fuera del hom­ bre, o a realidades que están en el hombre? Nuestra respuesta es que la economía o lo económico, está constituída por reali­dades que se hallan primera­ mente en el hombre. Cier­to es que muchos hay que apenas pueden trascender la imaginación y cuando piensan en la economía o en los problemas econó­ micos, piensan inmediamente en alimento, vestidos, casas, hacienda, dinero. Y, a lo me­jor, se les escapa lo esencial. Se les escapa “el hom­bre”. Las realida­ des económicas no están constituídas por esas co­ sas, al menos por lo que ellas son en sí mismas y ni siquiera por esas cosas primeramente y, en segundo lugar, por el hombre, al cual esas cosas se­rían referi­ das. La economía se da primeramente en el hombre. El hombre es un ser económico. Y si no hu­biera hombre no habría economía. Si desapareciera todo ser humano de la Argentina, quedando intactas sus inmensas riquezas actuales, éstas, que hoy son bie­ nes económicos, dejarían de serlo para convertirse en meras realidades físicas, en meras cosas. Para apreciar la naturaleza de la economía hay que ad­ vertir que no se da ni en el ángel ni en el bruto. No en el ángel, porque siendo éste una substancia inmaterial, aun­ que viva de bienes, estos son de tal naturaleza que no nece­ sitan ser economizados. En el orden de la contemplación y del amor, de que se alimentan y viven los espíritus, cuanto más se con­sume, más se abunda, de modo que no hay ne­ cesidad de economizar. Pero tampoco hay en los brutos eco­nomía; no porque no necesiten economizar sino por­ que, desprovistos de razón, son incapaces de ello, ya que no pueden adecuar deliberadamente los medios escasos de 16


Conceptos Fundamentales de la Economía que disponen a la consecución de su bienestar ma­terial. Sólo en el hombre hay economía; sólo él debe ser llama­ do propiamente económico. Las cosas podrán ser también económicas, pero secundariamente, en la medida en que el hombre debe hacer de ellas un uso económico. Pero si la economía se da primeramente en el hom­bre, corresponde preguntarse, ¿qué cosa es en el hom­bre lo económico? ¿Lo es su substancia o su activi­dad? Y si su ac­ tividad ¿cuáles acciones son en él las económicas? Es claro que el hombre es económico no por lo que “es” sino por lo que hace o ejecuta con respecto a algunas cosas exteriores. La realidad econó­mica consiste siempre en algo que primeramente envuelve las acciones humanas del hombre con res­ pecto a las cosas exteriores. Cuando se enuncian realidades económicas “producción”, “riquezas”, “precio”, “com­ para”, “venta”, “empresa”, “ahorro”, “inversión”, “di­ nero”, “capital”, se está haciendo referencia primera­mente a comportamientos determinados del hombre con respecto a las cosas exteriores; y primeramente a las acciones huma­ nas, y luego a las cosas. Y como las acciones del hombre son transitorias y movibles, guar­dan cierta permanencia por la voluntad de propósito que persevera de alguna manera en estas cosas exte­riores afectadas por esa acción del hombre. Pensemos por ejemplo en el “precio”; ¿qué realidad tiene el “precio” de las naranjas en el mercado? Es evidente que el “precio” no son las naranjas. Pueden las na­ranjas perma­ necer las mismas y variar de precio. El precio no consiste sino en la acción de un hombre vendedor de cosas que, frente a la acción de otro hom­bre comprador de cosas, está exigiendo una cantidad determinada evaluada en tér­ minos de dinero. Cuando se dice “precio de las naranjas” se tiende a imaginar cosas-naranjas con una etiqueta, como si allí estuvie­ran todos los elementos del “precio de las na­ 17


Julio Meinvielle ranjas”. Y esa realidad, en cambio, consiste primeramente en acciones humanas interdependientes de unos hombres con otros a propósito de las naranjas. Aunque las realidades económicas consistan en accio­ nes humanas, éstas deben versar sobre cosas ex­teriores. Los actos puramente interiores quedan excluídos de la ór­ bita económica. Pero no todos los actos sobre acciones exteriores merecen el carácter y el nom­bre de económicas, ya que hay muchas maneras de relacionarse el hombre con las realidades exteriores. Hay relaciones de unos hombres con otros y con las cosas simplemente para conocer, o para complacerse en ellas, y hay relaciones de utilización de las cosas y de los hombres y, aun en este caso, no siempre toda utilización debe considerarse económica. Porque, si bien es cierto que si las cosas no son útiles para el hom­ bre, no se establece ninguna valoración económica, tam­ bién lo es que hay cosas útiles, como el aire y el sol, que no determinan ninguna apreciación de este género. Para que ésta surja, parece necesario que a la utilidad, se añada una laboriosa consecución, dada su determinada escasez; lo que ha de provocar luego una administración cuidadosa y propiamente económica de esas mismas cosas. El concepto de economía envuelve entonces una refe­ rencia de acciones del hombre en relación con las cosas exteriores, cuya utilidad está condicionada por su escasez. Dos conceptos dignos de precisarse, el de uti­lidad, y el de escasez. El concepto de utilidad encierra una acción del hombre sobre las cosas exteriores por la que éste no busca la cali­ dad y perfección del objeto por sí misma, sino en cuanto pueda satisfacerle una necesidad. Con­sidérese desde este punto de vista cuán distinta la rea­lidad puramente técnica de un artista, un plástico, por ejemplo, en el que toda su 18




Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.