Revista España Abril

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El mejor amigo del hombre egún trascurre el tiempo, más se repite que no existe ya la amistad sincera y verdadera que constituían las escenas más deliciosamente interpretadas en las películas de héroes. Hay quienes dicen que la amistad sincera ha pasado de moda, hay quienes afirman que en realidad, en su plenitud, nunca ha existido. ¿Estaríamos nosotros destinados a un camino solitario? Podemos constatar que entre la clase guerrera de todas las culturas, una de las frases de mayor énfasis y su repetición determinó un dicho popularmente conocido: En esta vida se debe confiar tan sólo en la propia arma. En Japón, por el hecho de la katana estar embebida en conceptos sagrados, ciertamente seria el arma la propia espada. Ello porque se extraemos fríamente los detalles más de la historia de la humanidad y sus imperios, absteniéndose de la versión documentada de los vencedores, veremos innumerables momentos llenos de traiciones, emboscadas y otras artimañas provenientes de alguien cercano. De ahí el conocido refrán: “¡Qué Dios me proteja de los amigos, que de los enemigos me cuido yo!” Entre los conceptos de amistad podemos encontrar el de que amistad es una relación humana que supone un conocimiento mutuo, estima y afecto. Los amigos se sienten bien en compañía unos de otros y tienen un sentimiento de lealtad entre sí, hasta el ponto de poner los intereses de los demás por delante de los propios intereses. Los amigos tienen gustos similares o no, pero que pueden converger. La amistad se resume en lealtad, confianza y amor. Partiendo de este presupuesto, parecería que en el mundo individualista actual poco lugar queda para el hecho de poner los intereses ajenos por delante del propio interés y ese mismo factor aparece como uno de los más usuales para justificar la falta de relaciones leales o sinceras. Donde no existe lealtad, sinceridad y honestidad, no puede haber confianza. Al fin y al cabo, ¿podría

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“En Japón, por el hecho de la katana estar embebida de conceptos sagrados, ciertamente sería el arma la propia espada” hoy en día afirmar un hombre que su amigo, con independencia del sexo, será leal y correcto durante toda la vida? ¿Asegurar una relación sin máculas es posible? Hoy, en un camino solitario o de amistades pasajeras, se piensa que el mejor amigo del hombre es su propia conciencia. El Dr. Jorge Martins de Oliveira, MD, PhD, en su texto sobre a conciencia, nos dice que las lenguas sajonas, como el Inglés, permiten diferenciar dos tipos de conciencia : “conscience” - que es a conciencia en su sentido moral y “consciousness”, traduciendo su sentido psiconeural. El idioma Español dispone a penas de un vocablo para atender a los dos significados. En la neurociencia consideramos el sentido psiconeural del vocablo, el "consciousness" de la lengua inglesa. Según el concepto clásico, conciencia es aquel estado en que la persona es conocedor de sus acciones físicas y mentales, lo que sólo ocurriría se está despierta y en alerta. No si está durmiendo, en coma, o bajo una anestesia general. Tratemos aquí de la “conscience”, o sentido moral que atribuimos a la forma de vida y de ver los hechos que la constituyen. Para ello nos orientamos según los conceptos no sólo morales sino también éticos. El origen del vocablo ética se remonta al término griego "ethos", que significa cos-

tumbres y hábitos sociales. La palabra moral tiene su origen en el término "mores", del Latín, y tiene el mismo significado. Sun embargo, históricamente estos conceptos fueron adquiriendo significados diferentes. Algunos autores definen moral como conjunto de principios, creencias y reglas que orientan el comportamiento de las personas en las diversas sociedades; y ética como reflexión crítica sobre la moral y también como la propia realización de un tipo de comportamiento. Otros autores, a su vez, procuran distinguir las dos palabras usando el término moral para los códigos de valores diferentes y específicos existentes y el término ética para la búsqueda de valores universales, que serían válidos en el ámbito de la humanidad como un todo y no a penas en un grupo específico. De cualquier forma, la intermediación de la conciencia es decisiva para a constitución de la acción humana. Los valores morales son juicios sobre las acciones humanas que se basan en definiciones de lo que es bueno/malo o de lo que es el bien/el mal. Ellos son imprescindibles para que podamos guiar nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos y sirven de parámetros por los cuales hacemos nuestras elecciones y orientamos nuestras acciones. Por eso mismo estos están presentes en todo momento, independientemente de que un raciocinio o pensamiento se transforme en una acción, aunque sean esos valores más visibles en momentos de decisiones y elecciones, por ser ellos determinantes en la orientación del hombre en sus elecciones y valoraciones. No obstante, no hay como definir exactamente los valores correctos dentro de un ámbito cultural, ya que


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