Arquitectura 48 - 1921

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ÁRQUlTEéTi.JfiÁ a cada uno de los cuales conviene un tipo determinado de edificios. El suelo americano posee riquezas inmensas en mate-

pero concebidos para otros pueblos. para otras . tierras. para otros cielos que no son los de América.

riales de cons-t rucción, muchas de ellas desconocidas o mal aprovechadas aún por sus m-i smos habitantes. Esos

En los cuentos legendarios que viven en los recuer-

materia~les, al ser utilizados en la e·d ificación deben im-

dos de la infancia. el hijo del rey tiene que vencer for-

primir a é·s ta el &eUo propio de su carácter.

midables obstáculos para poder liber-tar a la princ·e sa en· cantada. No menos poderosas son las ligadura-s que man-

A pesar de lo mucho que se ha hablado sobre •• el prejuicio de las razas", no puede negarse que, dentro de la gran familia humana, existen grupos que poseen características diferenciales de los demás. En nuestro continente, a despecho de las afinidades de origen que tienden a aproximar a muchas de la·s naciones americanas, hay una evidente caracterización de cada una de sus poblaciones, y aun dentro de un mismo país se presentan a veces distinciones bien notorias entre los habitantes de unas y otras provincias. De aquí se origina una diferenciación de mentalidades, de idiosincrasias, de costumbres, de id.eales, que han de traducirse en la arquitectura creada por los pueblos de acuerdo con sus necesidades y sus tendencias.

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Todas las naciones americanas, después de un período ·más o menos prolongado, han llegado a alcanzar su independencia. Esta independencia para ·s er com,pleta no puede limitarse a la simple emancipación política. La faz política es, sin duda, la más fundamental, la que pri-

tienen prisionera a la arquitectura de América, y le impiden levantarse a llenar sus grandes destinos. La civilización de nuestro continente es descendiente directa de la europea. Los lazos que la unen a su madre, aunque menos estrechos en la actualidad, se mantienen aún naturalmente en pl.e no vigor. En arquitectura la influencia europea es preponderante y excluyente. Un edificio cualquiera, según el concepto corriente, tiene que remedar con la mayor exactitud aparente a los modelos europeos, y el grado de su belleza estará en razón directa '' . , ,, con su europetzacwn .

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Los arquitectos americanos no pueden de ninguna manera despreciar las f.ecundas lecciones que sus colegas del Viejo Mundo entregan generosamente a su admiración y a su estudio. Pero este respeto agradecido por las enseñanzas recibidas de los maestros, presente6 o pasados, no debe llevarlos al aniquilamiento de toda iniciativa propia, sacrificada implacablemente en aras de una imitación rastrera que es la negación misma del progreso

mero reclaman los pueblos cuando nacen a <la vida de las

en el arte. Por otra parte, es necesario para el público, que el

naciones. Pero h emancipación no es completa, sino se realiza en todos sus aspectos,-si no se consigue también

edificio pertenezca a un estilo determinado. Según las épocas, la moda o el capricho imponen el rena·c imiento

la independencia económica, intelectual y artística. La independen·c ia económica no ·ha podido ser obtenida en forma completa más que por los Estados Unidos. Las demás naciones americanas viven, en mayor o menor grado, entregadas a la tutela económica del eXItranjero y esta situación, aunque se va modificando graduaimente,

francés o italiano, el Luis XV o el Luis XVI. el "art nou· vea u", los •• chalets •• suizos o normandos, los •• cottages ..

ha de persistir todavía por mucho tiempo. No puede negarse que en el dominio de la ciencia. la América ha realizado grandes progresos. Sobre todo en algunos de sus Estados la ciencia.-en sus múltiples manifestaciones,-tiene vida propia, cultivada como está por cerebros estudiosos y voluntades tenaces que luchan sin descanso contra la indiferencia y la hostilidad del medio am·biente. En la parte literaria. aun cuan·d o las corrientes de ultramar tienen influencia preponderante, la producción autóctona no puede ya ser ·pasa•d a en silencio. Existe desde hace tiempo una vigorosa literatura americana que se desarrolla lenta pero seguramente y que ha entregado a la fama mundial muchos nombres inmortales.

ingleses. etc. Así como en el mundo del pensamiento no puede concebir&e un hombre que piense por cuenta propia, sin estar rotulado y clasificado dentro de uno de los innume· rables .. ismos" en que está dividido el terreno de las ideas como otros tantos predios separados, así tampoco se concibe una casa que no esté clasificada den-tro de un es·t ilo más o menos supuesto. Ese pie forzado del estilo es otro escollo formidable que mantiene bloqueada a la arquitectura de América en los bajos fondos de la impotencia y del plagio. La vanidad, - no la noble altivez del que posee el fruto de su propio esfuerzo, sino la ostentación del "rastaquére ''. es también un grave im.pedimento para la emancipación de la arquitec-tura americana. No pudiendo, o no queriendo emplear materiaJes nobles, preferimos simularlos con artificios indignos que bastardean la serena pureza del arte ..

Las letras. por gozar de mayor libertad, son siempre más precoces que las artes. Así se explica que el arte de América vaya r·e trasa·d o en comparación con su literatura. Sin embargo, existe un arte americano que ha dado fru·

Para llegar a la formación de una arquitectura ame-

tos promisores y que marcha con paso firme a la con·

ricana no se han de poner en prá·c ti:ca procedimientos extraviados que llevan a resultados completamente opues-

quista del porvenir. Por desgracia, no puede decirse lo mismo de la ar~uitectura, tronco y sustento de Jas bellas artes, que yace bajo el dominio del yugo extranjero. En vez de adaptarse al ambiente, en lugar de satisfacer las necesi-

tos a los que se persiguen. En primer lugar, la arquitectura no puede olvidar las lecciones del _pasado. Todo lo que ha sido hecho por nuestros predecesores: sus ensayos, sus aciertos, sus errores, sus fracasos. forman un caudal común, fuente

dades y los gustos locales, se dedica a copiar •ervilmente los modelos de ultramar, muy hermosos. sin duda alguna,

perenne de inspiraciones y de enseñanzas. Prescindir en absoluto de la tradición, bajo pretexto de innovación, es

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