HÉCTOR INCHÁUSTEGUI CABRAL DE LITERATURA DOMINICANA SIGLO XX

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Entre dos antes y un después

I.

Yelidá el poema de Tomás Hernández Franco, sucede fuera del tiempo, quiero decir: cuanto ocurre en él, y en todo gran poema ocurre algo, está de espalda a los relojes, moviéndose en un aire en donde nunca han florecido ni los rojos ni los negros del calendario. Empieza en un antes, sigue en otro antes y cuando se cree que el camino, por fin, desemboca en el ahora, que un poco más allá se topará con la puerta del hoy, lo que se abre es un paréntesis. Luego el paréntesis se cierra y viene un después y otro después. Nos quedamos sin presente: la serpiente nos ha dejado en las manos la cabeza y la cola. Nuestra poesía social tiene un antes aceptado: Federico Bermúdez. Esta no es materia de discusión. Basta con reproducir opiniones autorizadas de los años 40, sin tener en cuenta todo lo que se dijo antes, que es mucho, ni todo lo que se ha afirmado después, que es bastante. “Su poesía no gira, como la de otros tantos, alrededor de sus propias quejas ni de sus propios dolores. Del espectáculo del mundo, de las mil facetas con que se presentó ante sus ojos la realidad circunstante, sólo le interesó esa parte de humanidad dolorida, de 375


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