Foto Jorge Garcia / Rio Bita
RECORRIENDO EL PAÍS DE LAS OPORTUNIDADES Bosques territorios de oportunidad
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Fascículo
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Riqueza natural
LOS SECRETOS DEL BOSQUE Y SU GENTE En el Pacífico, las comunidades negras e indígenas conocen tan bien la selva que la utilizan como farmacia, supermercado y tienda para el hogar. Esos conocimientos ancestrales hoy se convierten en una posibilidad de negocio. Con el borojó se pueden preparar jugos, mermeladas, caramelos, vinagre o vino, y también se dice que sirve en la lucha contra la desnutrición y ayuda contra las afecciones pulmonares. Para José Winston Cuesta, esta fruta representa además la sabiduría de su familia. Él es un emprendedor chocoano que le apuesta al tinto de borojó, o tinboro, una original bebida elaborada a partir de las semillas tostadas del borojó, muy parecidas al café. Fue su madre, Aurelina, quien le enseñó a utilizarlas y ahora desde su empres, Barule, ubicada en Tadó, comercializa este producto y otras creaciones inspiradas en los frutos de su tierra. Su historia demuestra cómo la riqueza del Pacífico está tanto en su biodiversidad como en los saberes de la gente que la ha utilizado desde siempre. Así lo demuestra también la doctora Mábel Torres, una investigadora chocoana que se dedicó a recopilar la tradición e identificó 41 productos forestales, distintos de la madera, que tienen posibilidades de comercializarse en la industria alimenticia, cosmética, médica y hasta en la construcción. Convencida de este universo de olores y sensaciones fundó su empresa: Selvacéutica. Con ella ha desarrollado elíxires para la piel como
el exfoliante de naidí y pipilongo, o el champú de jagua y consuelda con propiedades antioxidantes. Y aunque sueña con exportar y que su marca viaje lejos, siempre reconoce que el valor de sus productos lo dan las comunidades que cultivan o recolectan frutos del bosque para hacer realidad este negocio. Eso lo saben muy bien los miembros de Cooprojosefa, una cooperativa de productores de borojó y asaí que decidieron unirse para hacerles frente a los malos precios de los intermediarios. Hoy les venden a empresas como Barule y confían tanto en su cultivo que ya están trabajando para comercializar la fruta en forma de pulpa y así favorecer sus ventas. En la misma carrera se encuentra Asprodema, una asociación que cultiva arroz a las orillas del río Atrato y que cuenta con cientos de familias asociadas. Además de vender el grano tradicional, lo están certificando como orgánico para poder comercializarlo en un segmento más exclusivo. En estos cuatro negocios, el bosque es indispensable para seguir soñando. Lo necesitan para resguardar el río y regular los ciclos de lluvia, pero también para inspirarse y creer que la verdadera riqueza del Pacífico es verde y empieza por ellos mismos. Pág 51
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comunidades ubicadas en Antioquia y Chocó venden su producción de palmito y naidí a la empresa local Planeta CHB, ubicada en Vigía del Fuerte. Lo comercializan como conserva y pulpa.
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familias del Consejo Comunitario Asocasán, en el Chocó, cultivan el achiote, un fruto de donde se extrae un colorante que hoy es utilizado en la industria alimentaria, cosmética, textil y farmacéutica.
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jóvenes de comunidades negras e indígenas trabajan con Arte y Joya, un negocio chocoano que crea souvenires, bolsos y accesorios a base de fibras naturales no maderables, como la damagua y el cabecinegro.
Fotos 1) Stefany Olaya Agudelo / Comunidad del pacífico 2) wwf -Brazil / Achiote
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Foto Jorge Garcia / Rio Bita
Pesca y turismo sostenible
UN REFUGIO DE AGUA Y VIDA El río Bita les da vida a ecosistemas como las sabanas estacionales e inundables y al bosque de galería. Fue declarado sitio Ramsar.
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El Bita es un afluente del río Orinoco que recientemente fue protegido bajo el tratado intergubernamental que sienta las bases para la conservación y el uso sostenible de los humedales (Convención Ramsar). Son 824.500 hectáreas que se convierten en una oportunidad de conservación para al menos 1.474 especies de plantas, 254 de peces, 201 de aves y 63 de mamíferos. Delfines de río, la arawana azul, la tortuga charapa, tapires, venados y jaguares son sólo algunos de los animales que a partir de ahora cuentan con un hogar protegido en la Orinoquia. El río Bita fluye libremente por más de 598 kilómetros y representa un teso-
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ro de biodiversidad singular, pues se calcula que más del 95% de su cuenca está intacta y no ha sido afectada por cambios de flujo y conectividad ocasionados por el hombre. Las personas que viven cerca al Bita también se ven beneficiadas con su protección. En una expedición reciente se registraron 180 especies de peces, de las cuales 70 son nuevos registros para la cuenca, 22 son especies migratorias, 98 son especies con valor ornamental y 24 de consumo, que pueden ser aprovechadas bajo prácticas sostenibles. Gobierno, organizaciones civiles y las comunidades trabajan para que el Bita siga siendo una fuente de vida.
Sabiduría compartida
Foto Stefany Olaya Afudelo / Indígenas Putumayo
ESTUDIANDO PARA PROTEGER LA SELVA Treinta hombres y mujeres de pueblos indígenas en el Putumayo, se encontraron en un diplomado para seguir aprendiendo cómo proteger su territorio.
Foto Stefany Olaya Afudelo / Comunidades
¿Hay que estudiar para conservar el bosque? Para los indígenas de la Amazonia, conectados con su tierra y tradiciones, no había sido necesario sentarse en un espacio formal para aprender cómo cuidar la riqueza natural que los rodea. Sin embargo, las rápidas transformaciones y el relevo generacional los pusieron de acuerdo para cursar el primer diplomado en gobernanza territorial realizado en el Putumayo. Cada sesión contó con el acompañamiento espiritual del taita Juan Yaiguaje y se basó en el intercambio de conocimientos entre los mayores y las nuevas generaciones. La experiencia, que el apoyo de diversas organizaciones, se replicó en Brasil, Ecuador y Perú con un total de 121 indígenas formados. Algunos de los temas tratados a lo largo de diez módulos fueron territorio y globalización, economía indígena y mercados, y marco legal y derechos. Las diferentes comunidades aplicaron lo aprendido en proyectos concretos. Por ejemplo, para la siembra y el uso de plantas medicinales, en procesos de reconocimiento de su territorio y también para ejecutar acciones de reforestación, entre otros. Así demostraron que hoy cuentan con más instrumentos para cuidar el bosque y que juntas tienen la oportunidad de salvar su hogar en la selva.
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Ríos de vida
UNIDOS POR EL AGUA La Sierra Nevada de Santa Marta es testigo de un trabajo silencioso, pero vital para que dos de los ríos que fluyen desde su corazón sigan siendo fuente de alimento, calidad de vida y pertenencia. Esta es la historia de cómo la voluntad hace la diferencia. Los ríos Sevilla y Frío fluyen casi paralelos y su forma abraza una amplia región del Magdalena, para desembocar luego en la Ciénaga Grande de Santa Marta. El agua que proveen no sólo es usada por las comunidades que viven en esta cuenca para asearse, beber y cocinar, sino que dan vida a una gran cantidad de cultivos. Banano, palma, café y otros productos agropecuarios cubren más de 43.000 hectáreas que no podrían existir sin el líquido que proveen estos afluentes. Y aunque durante años los ríos abastecieron con suficiencia la región, hoy enfrentan los embates del cambio climático y otras presiones que los han puesto en el ojo de todos. Los fenómenos del Niño y la Niña, intensificados por la variabilidad del clima, han hecho que las sequías y las inundaciones sean más fuertes e impredecibles, generando pérdidas millonarias y angustia a los habitantes que ven sus ríos cada vez con menos caudal. Si a esto se suman la contaminación y los riesgos en las áreas de protección donde el bosque les da vida a los nacimientos, el panorama pareciera desalentador. Sin embargo, detrás de cada desafío nace una solución y es así como diversos actores de la sociedad civil, del gobierno y del sector privado se unieron para salvaguardar esta valiosa cuenca. No es una tarea fácil ponerse de acuerdo, pero la Plataforma de Cooperación y Custodia del Agua ha
estado trabajando desde 2016 para darles nueva vida a los ríos Sevilla y Frío. Desde acciones de educación con niños, hasta intercambios para conocer dónde nacen los río y cómo llegan a su desembocadura, pasando por intensas reuniones y acuerdos, este caso se ha convertido en un ejemplo de cómo un propósito común multiplica voluntades. La oportunidad que tienen entre manos los miembros de la Plataforma es clara: si conservamos el bosque que da vida al río y logramos acuerdos sobre cómo usarlo, todos viviremos mejor. Más que un lema, este convencimiento está llevando a acciones concretas el este territorio. Además de las personas, muchas especies se benefician de este esfuerzo común. Por ejemplo, las 44 especies endémicas que habitan el Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, como el caimán aguja, el garzón soldado, la nutria o el manatí que disfrutan del Santuario de Flora y Fauna Ciénaga Grande de Santa Marta, declarado humedal Ramsar de importancia internacional. Con la combinación de conocimiento y mucho trabajo, este caso puede convertirse en un ejemplo nacional. La Sierra está allí para ser un recordatorio de todas las cuencas hídricas en Colombia que necesitan de comunidades activas e instituciones comprometidas con los bosques, los ríos y la vida.
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DESAFÍOS 40% de excedente de agua, es decir, mayores inundaciones, podría traer el fenómeno de la Niña en el año 2100. El fenómenos del Niño podría generar hasta un 30% de disminución en el agua de escorrentía.
Siete veces más de su capacidad es la demanda que tiene el río Frío durante los meses de sequía. Sin embargo, se calcula que más de la mitad del agua se pierde en la transferencia y el riego en las fincas.
1,4 millones de habitantes afectados por el cambio climático en el departamento del Magdalena son las previsiones para el año 2100. El nivel del mar podría subir un metro anual hasta ese momento.
24,6% podrán reducirse las precipitaciones en el Magdalena entre el año 2011 y el 2040, debido al cambio climático. Fotos 1) Camilo Ortega /Ciénaga de Santa Marta 2) Tatiana Rodríguez / pescadores Cienaga de Santa Marta
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Turismo sostenible
DESTINOS SORPRENDENTES
La Sierra Nevada de Santa Marta está siendo testigo El un piedemonte amazónico es el lugar donde cordillera de trabajo silencioso, pero vital para que la dos de los de los Andes se encuentra con el bosque de la Amazonia. Allí los viajeros pueden encontrar diferentes alternativas de turismo ríos que fluyen desde su corazón sigan siendo fuente que se convierten ende una oportunidad paraEsta las comunidades de Putumayo y Nariño. de alimento, calidad vida y pertenencia. es la historia de cómo la voluntad hace la diferencia. tora que bordean la isla. Este es un un ecosistema acuático que sirve de hábitat y refugio para las aves acuáticas, anfibios y peces. Al oriente, los viajeros pueden deleitarse en el valle de Sibundoy. Sus aguas termales, caminatas ecológicas, avistamiento de aves y deportes extremos, como el parapente, ofrecen un variado menú en medio de montañas cubiertas de bosque. Santiago, Sibundoy, Colón y San Francisco son
Foto S Javier La Rotta / Artesanias en taller
En la laguna de La Cocha, ubicada a 2.680 metros sobre el nivel del mar, existe una isla santuario: La Corota. Es el área protegida más pequeña del país y a ellá se puede llegar luego de un recorrido de 40 minutos desde la ciudad de Pasto. Sus visitantes pueden visitar el sendero El Quiches, que atraviesa la isla de norte a sur, y donde es posible observar su denso bosque o aventurarse por el sendero de La Totora, que permite observar los cinturones de to-
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los cuatro municipios ubicados en este paraíso al norte de Putumayo, donde además es posible interactuar con las comunidades indígenas inga y kamentsá. Las artesanías de chaquiras son un perfecto recordatorio para una visita a esta zona. Estos dos ejemplos abren los ojos al potencial para el ecoturismo que tiene la región andina en el sur, un destino aún por consolidar, pero listo para sorprender.