BOCA DE SAPO Nº 33

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y caballos de guerra, sacerdotes y danzarinas sagradas, sandalias, túnicas, címbalos, arpas, coreutas y máscaras trágicas, estatuillas que podrían evocar los lares y los penates; cántaros y redomas; ritos sacrificiales, adivinaciones y alabanzas); un entorno ritual, estético, mágico, que marca a la vez un origen arcaico y la intemporalidad del conflicto. Su carga secular de connotaciones se activa en espacios y elementos simbólicos desde la perspectiva del presente de la enunciación. En los últimos dos libros (Esperan la mañana verde e Historias del Cielo) se expande la presencia de escenarios actuales y cotidianos (aunque estos se transfiguren y se descoloquen en el paradójico no lugar del Cielo) y se introducen o se desarrollan otros campos de imágenes, que habían asomado de manera incipiente en los libros anteriores: el mundo del bosque (que emerge en Visiones en relación con la cultura celta) y también el Sur americano (que aparecía como utopía natural soñada en el poema “Magnificat”, de Forma oculta del mundo). Así, en esos nuevos textos, la vida diaria con sus actos y dimensiones domésticas oculta acontecimientos e implicaciones insospechadas en los ámbitos habituales (una mujer se vuelve transparente en el patio de su casa todos los atardeceres; otra casa está hecha de secretos, de infinitas y misteriosas estructuras concéntricas13). Se despliegan imaginarios ancestrales a uno y otro lado del Atlántico: desde la Galicia precristiana (“Fisterra a.C.”) como territorio fundador, hasta “las pampas del salitre” o los murallones de la quebrada de Humahuaca, o Teotihuacán con su avenida central “que llegaba a la Luna, impulsada por vientos planetarios que soplan del revés, atrayendo al caminante en remolino14”. La aventura central del sujeto, más encarnado, más concretamente enraizado en tiempos y lugares diversos, persiste. Cómo cruzar del otro lado, cómo ver lo escondido, cómo percibir, por debajo del ruido, la música del universo. Cómo hallar las llaves del Reino, el lado bueno de la cara de Dios (“Acaso en el Cielo se vea el dorso suave de su cara corroída de ácido. Acaso en la cuenca de su ojo vacío se forme otro planeta hospitalario, y nademos en él, respirando con anfibios pulmones su agua pura15”). O el incierto canal que vincula a los vivos y los muertos: Se dice que los muertos se comunican con los vivos por unos orificios pequeños como los agujeros de una flauta. Se dice que a través de ellos cantan y suspiran, como adolescentes enamoradas, y transmiten noticias del más allá. Pero las comunicaciones son muy frágiles. Un aleteo de mariposa, un zumbido de abeja, la vibración de un teléfono móvil, bastan para desviarlas.16

Caminante maltrecho en la zozobra de tiempos y de espacios, caído y enzarzado en la Historia, el sujeto poético (varón y mujer) es, muchas a veces a su pesar, una figura con atributos y misiones chamánicas que no siempre logra desempeñar, abrumado por su ambiciosa meta de restauración de la memoria primordial y de la totalidad perdida. Desde Visiones hasta Historias del Cielo, se puede trazar un arco de sujetos en los que se reconoce el inquietante perfil del chamán. Su poder visionario, sus capacidades metamórficas, pero también sus fracasos en el intento de cambiar el destino humano. O su lucha denodada, a contratiempo, para salvar un modo de sabiduría ajeno al modelo de conocimiento de la razón occidental. Las configuraciones de tipo chamánico se van construyendo con diversas herramientas imaginarias. En Visiones hay un ser enigmático que mira pasar la procesión de los muertos “por el camino invertido”, siguiendo el fantasma de una cabeza cortada. Impasible, “su rostro es como un espejo, el de sueños perfectos que captan todas las conmociones de la tierra y los más leves anuncios estelares.”.17 Es también (y esa es una característica de muchos chamanes), un ser andrógino. O más allá de la división de los géneros: Mira, sí, ya ni hombre ni mujer, con el sexo indeciso de las ánforas sin memoria donde se entrecruzan los cuernos del toro y los pechos tenues de las sacerdotisas, ofrecidos y velados bajo las túnicas.Y lo saludan como a rey o mendigo, y le arrojan limosnas u homenajes en las manos que no se extienden, en las manos que permanecen sobre las rodillas, como garras o joyas, con sus dedos de aurífice, con sus arrugados cartílagos de ave anciana.18 Quizá cancerbero, pero mejor, psicopompos, el que ha acompañado a las almas errantes al cumplimiento de su destino y, acaso, de su condena. Forma oculta del mundo reúne distintas figuras que se someten a pruebas, que sufren los cambios más riesgosos: transformarse en la “Belleza otra” (“una Belleza otra, clandestina y terrible”19), cruzar la frontera de la muerte. Quieren hallar “la fuente hundida en el primer sueño del mundo, o la canción que [te] daría la memoria de los tiempos y la inocencia invulnerable del porvenir.”20 Son, sobre todo, buscadores, pasajeros, peregrinos, sitiadores, que comparten el deseo de revelación y de metamorfosis. Esperan la mañana verde plantea dos (re) escrituras de un mismo campo cultural. La fuente de la imagen del

BOCA DE SAPO 33. Era digital, año XXIII, Febrero 2022. [TIERRA] pág. 80


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