El sueño de Irene - Alba González Abril - Primer premio Cristina Tejedor (10-13 años)

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Alba González Abril – 2º ESO Colegio Filipense Blanca de Castilla Primer premio - Modalidad "noveles o adolescentes”.

El sueño de Irene Irene, se encontraba como todos los días cuando venía de clase, en su habitación, con lágrimas en los ojos mirando por la ventana hacia el horizonte. Su tía que estaba de visita unos días en la ciudad entró y se la encontró de este modo. - “¿Irene que haces?” - “Nada” - “Mírame por favor” Las lágrimas rodaban por las mejillas de la niña. - “¿Qué te pasa?” - “En el colegio se burlan de mí cuando les cuento todas las cosas que tú haces y que llegaré a ser tu sustituta. Me miran y me dicen que una poca cosa, enfermiza y princesita como yo, nunca logrará ser la jefa superior del cuerpo especial de inteligencia. - “Mira Irene, yo pasé por lo mismo ¿Eso no lo sabías verdad? Te voy a contar toda la historia” Cuando yo era como tú, todas mis compañeras querían ser: profesoras, enfermeras… yo sin embargo quería ser una policía como los de las películas, de esos que entraban en las casas, rescataban a gente secuestrada en países lejanos…y ellas se reían y burlaban porque era un trabajo para chicos me decían. Pero yo no les daba el gusto de verme llorar, me tragaba las lágrimas y al llegar a casa entrenaba todos los días con más fuerza.

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Cuando fui creciendo, me apunté al gimnasio, empecé a hacer artes marciales de todo tipo y mi astucia me hacía prevenir y solventar muchos problemas, fui ganando campeonatos y fueron llegando las medallas y los reconocimientos a todo el sacrificio y el esfuerzo invertido. Me convertí en una mujer y mis amigas, solo pensaban en qué modelito ponerse y con qué chico iban a salir, yo solo estudiaba y me preparaba mi cuerpo para ser la mejor. Conseguí entrar en la Academia como muchas otras chicas, pero mi reto iba más allá, ser la primera mujer en entrar en inteligencia policial, el resto de los compañeros me decían: - “Vete a tu casa a fregar “ - “¿No tienes un marido al que ir hacer la comida? Claro que no, eres un marimacho. La indiferencia fue mi arma. Sabía que tenía que trabajar más que ellos, pero con mi fuerza de voluntad, algún día lograría estar por encima de todos aquellos que no me veían como una profesional sino como una mujer, que por el simple hecho de serlo no tenía según ellos, derecho a estar allí y quitarle un puesto a uno de ellos. Fueron pasando los años y con ello, las misiones en el extranjero llegaron. Largos periodos de tiempo sin ver a mi familia, perdiéndome momentos muy importantes como tu nacimiento, la muerte de los abuelos ... Pero las cosas fueron cambiando, las condecoraciones fueron llegando, muy lentamente porque muchas veces aun siendo mejor que muchos de ellos, por el simple hecho de ser una mujer no sé me era reconocido mi trabajo, ni me valoraban de la misma manera. Pero todo con ganas y esfuerzo llega en la vida. Si luchas y deseas las cosas, las cosas llegan. Me encontré con ese jefe que supo darme la oportunidad y reconocer todo mi trabajo como una igual a los demás, como una profesional. Aprendí mucho a su lado y fue él quien me dio grandes trabajos y misiones y esto es lo que hizo que llegará a convertirme en la primera mujer en conseguir entrar en el cuerpo de inteligencia nacional de la policía. Pero ahora todo ha cambiado y muchas han seguido mi camino, ese que yo comencé con mucho esfuerzo. Hoy soy jefa de todos esos compañeros de Academia que me mandaban a fregar y no les toca otra que bajar la cabeza y cuadrarse ante mi presencia. - “Madre mía tía, también ha sufrido y luchado mucho”.

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- “Nadie regala nada Irene. Pero si de verdad deseas las cosas y trabajas, todo se consigue. Los tiempos han cambiado por suerte para ti, ahora da igual que seas hombre o mujer, todos somos iguales, sólo hay que merecerlo. Desde ese día, Irene empezó a tomarse los insultos, mofas y burlas de otra manera, cada uno de ellos eran como dardos de adrenalina. Y los años pasaron y hoy en la graduación de Irene en la Academia de la policía, rodeada de toda su familia, incluso de su tía ya jubilada, se volvieron a encontrar, tía y sobrina se abrazaron y rieron recordando aquel día en la habitación de casa de aquella conversación que hizo cambiar la manera de ver y afrontar las cosas y con ella su vida. Siempre hay una persona cerca que te ayuda en los momentos de debilidad, cuando crees que todo está acabado para pegarte un empujón y seguir luchando. Gracias a la lucha de muchas mujeres de la antigüedad las mujeres de hoy en día, tenemos la vida más fácil y vemos muchas cosas que antes eran prohibidas como algo cotidiano y nada fuera de lo normal.

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