Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Los proyectos bioculturales recuperan el saber de las comunidades que viven en un territorio (saber sobre ellas mismas y sobre el entorno) para realizar en conjunto, a partir de lo que ya existe y abriendo un conjunto de espacios de diálogo y cooperación, unas tareas que potencian la resiliencia que la comunidad y el territorio ya poseen para enfrentar el cambio climático y otros impactos de la modernización mundial; que les ofrecen oportunidades económicas, les permiten revalorar su identidad y cultura ancestrales, y, en suma, los conducen por la senda del Vivir Bien.

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida


Primera edición: Abril 2023

Impreso en Bolivia


Contenido

I. ¿POR QUÉ HAY CAMBIO CLIMÁTICO?................................9 La modernidad occidental..........................................................11 Occidente y oriente......................................................................14 Los rasgos depredadores de la modernidad............................17 II. EL CONCEPTO DE BIOCULTURA........................................19 Definición del concepto...............................................................21 Revaloraciones. Cambio en las preferencias éticas.................23 III. EL PATRIMONIO BIOCULTURAL.....................................25 La Madre Tierra...........................................................................27 Memoria de la vida .....................................................................28 La resiliencia frente a los cambios en los sistemas naturales.............................................................30 IV. BIOCULTURA Y POLÍTICAS PÚBLICAS..........................33 Políticas nacionales de gestión biocultural..............................35 Políticas municipales de gestión biocultural...........................37


V. LOS PROYECTOS BIOCULTURALES.................................41 Aprendizajes bioculturales para la gestión del clima.............44 Revaloración de las ferias rurales..............................................45 Proyectos de agro-bio-diversidad.............................................47 Emprendimientos económicos-productivos bioculturales ...49 Manejo integral del ganado camélido.......................................52 Turismo biocultural.....................................................................60 Agua y recreación de la biodiversidad ....................................62 Manejo integral y sustentable del territorio ............................64 Las lecciones bioculturales aprendidas ...................................69




El enfoque biocultural ha significado un cambio cualitativo en la forma de hacer gestión territorial sostenible y de luchar contra el cambio climático. Si las llamadas “intervenciones de desarrollo local” buscaban soluciones a problemas y por tanto actuaban: a) desde fuera y b) según la razón instrumental, la cual no intenta comprender, sino solamente cambiar la realidad para que se comporte como “debe”, es decir, según el pre-concepto o pre-juicio que se tenga de ella, los proyectos bioculturales recuperan el saber de las comunidades que viven en un territorio (saber sobre ellas mismas y sobre el entorno) para realizar en conjunto, a partir de lo que ya existe y abriendo un conjunto de espacios de diálogo y cooperación, unas tareas que potencian la resiliencia que la comunidad y el territorio ya poseen para enfrentar el cambio climático y otros impactos de la modernización mundial; que les ofrecen oportunidades económicas, les permiten revalorar su identidad y cultura ancestrales, y, en suma, los conducen por la senda del Vivir Bien. El enfoque biocultural es holista: concibe al territorio junto con todas las formas de vida que existen en él, y sus relaciones mutuas, esto es, como “sistema de vida”. También atiende a la relación estrecha y multidireccional que existe entre la naturaleza, el ser humano y sus realizaciones culturales, incluyendo las polí-

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tico-institucionales: un solo organismo que llamamos, como las culturas indígenas, “Madre Tierra”. La visión de la naturaleza como una “cosa” que se puede reparar igual que antes se pudo romper es lo primero que este enfoque deja de lado. Ver a la Madre Tierra como tal, como alguien que sufre, pero también se defiende a sí misma y se recupera, y que no solo incluye a los cuerpos de las personas –sus apetitos y necesidades, su lado económico–, sino a los seres espirituales y culturales que también son, cambia completamente el alcance y las posibilidades de las propuestas de cooperación. El enfoque biocultural es el aporte que los pueblos indígenas han hecho a la ciencias y las prácticas del desarrollo en Bolivia. Este documento prueba lo que acabamos de señalar de forma breve pero elocuente, al mismo tiempo que recoge las lecciones aprendidas en 13 años de experiencias bioculturales en el país.

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I. ¿POR QUÉ HAY CAMBIO CLIMÁTICO?



La modernidad occidental Un conjunto de procesos económicos y sociales que se remontan al siglo XII se fueron acumulando y articulando entre sí a lo largo del tiempo hasta que, hacia el siglo XVI, desencadenaron el surgimiento de la sociedad europea moderna. Desde entonces, por primera vez en la historia, el ser humano (el europeo del norte) pudo vivir en una sociedad basada preponderantemente en la ciencia y la tecnología, que dejaba de lado el saber tradicional, la religión y los viejos hábitos de vida de sus ancestros. En esta sociedad, el conocimiento se volvía principalmente empírico, es decir, manipulativo; la lógica aristótelica (que excluye una tercera posibilidad además del “sí” o el “no”) y la razón instrumental (que valora todo lo existente en términos de costos y beneficios) se impregnaban en el pensamiento colectivo. Este se hacía laico, pragmático y mecanicista. La naturaleza perdía su carácter sagrado, su calidad de “casa común” y, asimismo, de enemigo temible, frente al que había que mostrar respeto, y se convertía en espacio de conquista, “materia prima” y campo de aplicación de la voluntad de poder de los seres humanos. La sociedad de la ciencia y la tecnología, llamada en términos económicos “sociedad industrial”, amplió enormemente la capaci11


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dad del ser humano (en ese momento, el europeo) para sobrevivir en el mundo, facilitándole el acceso a recursos, desplazamientos, medios técnicos, nociones intelectuales y un nivel de autoconsciencia que nunca antes habían estado a su alcance. Al mismo tiempo lo masificó, lo separó de su pasado cultural, de su origen natural y de su comunidad de proveniencia, convirtiéndolo en un ser sin tradiciones ni dioses, abandonado a sí mismo, individual e individualista y, por tanto, solitario; al mismo tiempo, y por esta misma razón, avasallador, prepotente, consagrado a buscar el sentido de la vida en cuántas cosas le era posible tener o no. Toda esta estructura se erigía sobre la tendencia, propia de este nueva etapa del desarrollo histórico, a hacer inversiones económicas de forma continua, enrolando a ingentes masas de trabajadores en un único proceso de producción centralizado. Esta propensión lograba multiplicar las economías de escala y las ganancias, por un lado, e incorporar a la mayor parte de la población al mercado de consumo, por el otro, lo que servía para sostener el crecimiento productivo. Esto le daba al proceso económico una suerte de circularidad. Es decir, para no decaer, el industrialismo debía renovarse incesantemente, a fin de mantener en tensión las fuerzas que la constituían, y el consumo no podía desfallecer en ningún momento, ya que de hacerlo podía ocasionar la detención de la completa maquinaria económica, con graves y extendidos costos sociales. La participación de los seres humanos (de los europeos, en realidad) en un tipo avanzado de producción, de la que dependía su estilo de vida, requería la simétrica invención de nuevas necesidades y, por tanto, de nuevos consumos. También demandaba la expansión de este modo de producción a nuevos territorios. Tales características de la modernidad occidental indicaban su esencia capitalista, que es tanto como decir que lo que primaba en ella no era el ser humano productor o consumidor ni tampoco la materia prima natural, sino el capital, el cual se reproducía por medio de la relación circular y creciente entre aquellos y esta. 12


I. ¿Por qué hay cambio climático?

En el siglo XIX, la modernidad europea se derramó sobre todo el mundo como una marea colonizadora. En Estados Unidos fructificó plenamente gracias a la eliminación de los pueblos originarios del territorio en el que los conquistadores se asentaron. En otros países, en cambio, la modernización se produjo incompleta y abigarrada, pues encontró la resistencia consciente e inconsciente de las formas previas de producción y reproducción socioeconómica, y de culturas externas a la nueva matriz civilizatoria. En estos países, el capitalismo no alcanzó su dinámica original porque no logró acumular la masa crítica –económica, social, cultural e intelectual– que requería para florecer plenamente. Además, los países que llegaban tardíamente al mercado mundial que la expansión capitalista había ido formando ya no encontraban espacio en él para realizar ciertas actividades más rentables y complejas, por lo que debían especializarse en la producción de “materias primas”, esto es, en la expoliación de la naturaleza. Menos rentable y menos sostenible, pero también dependiente de la ola consumista, que debía estar elevada siempre para que así no se produjeran caídas de precios y crisis de desempleo. Fue de este modo que se generó una modernidad “desarrollada”, de mayor riqueza y gran consumidora de recursos naturales, y una modernidad “subdesarrollada” que, sin contar con la capacidad productora industrial de la primera, se especializaba en la venta de materias primas al extranjero, de donde compraba los bienes manufacturados que requería para sentirse parte, también, de la modernidad cada vez más universal. En esta clase de modernidad de segunda clase, sin embargo, no se produjo la uniformización de las economías y sociedades dentro de la matriz civilizatoria única. El capitalismo no logró aplanar las formas productivas previas ni imponer con total éxito la ideología cientifista y tecnológica que le es propia, por lo que lograron sobrevivir los saberes, los usos y las costumbres tradicionales, que así se constituyeron en una alternativa civilizatoria.

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Occidente y oriente Algunos teóricos, como Javier Medina, han descrito la situación que se produjo tras la expansión planetaria de la modernidad occidental como un choque entre esta y la indianeidad. O entre el occidente y el oriente. Mientras los principios básicos del pensamiento occidental obedecen a una lógica lineal (“a” causa “b”) que es la que predominaba en el paso inicial a la modernidad (ahora la ciencia más avanzada ya no sigue tal lógica, aunque este cambio no se haya registrado en la mentalidad y la práctica de las sociedades occidentales), el pensamiento indio responde a lógicas muy distintas: lógicas complejas (“a” causa “b, c, d…n”), reversibles (“a” causa “b” y simultáneamente “b” causa “a”), lógicas multidireccionales y que admiten una tercera posición entre el “sí” y el “no”. Si la cultura moderna occidental está centrada en el desarrollo, que es el concepto que representa al ya mencionado círculo entre producción y consumo, las culturas originarias indias cuestionan el escalamiento incesante de las necesidades humanas durante la etapa de la modernidad. Si la modernidad occidental es antropocéntrica, es decir, está principalmente orientada a satisfacer –y, como hemos visto, a hacer escalar– las necesidades del ser humano sin considerar a los demás seres vivos, la indianeidad es biocéntrica y toma en cuenta la vida en todas sus expresiones y elementos: microorganismos, plantas, especies animales y seres humanos, así como los intercambios entre ellos para crear y recrear las condiciones de su reproducción. Sin los demás seres vivos, el ser humano desaparecería de la faz de la tierra. La biosfera es la unidad de todas las formas de vida. Esta unidad que no solamente responde a un afán clasificatorio, es decir, externo, sino que refleja la relación efectiva entre estas formas. La biosfera es la articulación, intercambio e interpenetración de innumerables sistemas de vida, grandes y pequeños. Los sistemas de vida son las infinitas relaciones que establecen entre 14


I. ¿Por qué hay cambio climático?

sí las formas de vida de un determinado territorio. Incluyen el sustrato geológico, la cubierta vegetal, la biodiversidad en toda su multiplicidad e interconexión, al ser humano como tal, que se halla organizado en instituciones y que produce efectos sobre el entorno. La vida es un todo sistémico, que incluye incluso lo realizado por el hombre, la sub-esfera socioeconómica y cultural. Lo que ocurre en cualquier punto o momento de la biosfera repercute en todo el resto, especialmente si se trata de eventos críticos como la extinción de una especie vegetal o animal. También la efervescencia e incontinencia de la especie humana, su carrera desenfrenada hacia el progreso, cualquiera que sea el costo que este pueda demandar, afecta al conjunto de la biósfera. Mientras más aumenta la capacidad humana de manipulación de la naturaleza –el conocimiento de tipo antropocéntrico y su aplicación tecnológica, es decir, la esencia de la modernidad– ; mientras más se multiplican y acumulan los bienes producidos al modo capitalista, mayor es la influencia que puede alcanzar la presencia humana en la biósfera. Esta es una influencia unidireccional, mecánica, que no dialoga con la naturaleza ni establece un flujo entre el sujeto y el entorno, y mucho menos fija límites naturales o éticos. Es una influencia autocentrada y egoísta. Por la incesante producción de gases de efecto invernadero –el principal de los cuales es el CO2 que producen las chimeneas fabriles, las industrias alimenticias masivas y los automóviles–, la modernidad occidental es la principal responsable del calentamiento global, un trastorno socioeconómico que, a su vez, provoca la perturbación fundamental y definitiva de la biósfera. La interrelación de las formas de vida es tan estrecha que una de ellas con suficiente voluntad de poder, el ser humano, puede ocasionar la desaparición de todo el conjunto en el que está integrada. Si la principal preocupación de la modernidad occidental es la creación y satisfacción de necesidades, tanto si estas son valiosas desde un punto de vista ético como si no lo son, esto es, tanto si 15


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conceden un mayor valor y dignidad a los seres humanos como si no lo hacen, la culturas previas a la modernidad se enfocan en los valores y no en las necesidades y su diversificación. Su ideal es vivir bien con lo que tienen; no tratar de aumentar lo poseído sin reparar en límites o posibilidades. La causa de ello no es esencialista; se debe a la relación muy distinta que establecen con el sistema de la vida, al que no procuran alterar a su favor, sino del que son parte integrada y continua. Finalmente, si la cultura moderna occidental es dogmática, discriminadora y autocentrada y egoísta, porque consiste en el motivo simbólico de una sociedad sin lazos con su pasado y su cultura tradicional, ni con su entorno natural, es decir, una sociedad de individuos urbanizados con proyectos existenciales de corto plazo, las culturas indias son intelectualmente tolerantes y están abierta a lo diferente porque son parte consciente de una realidad que las trasciende y porque no se atribuyen la posibilidad de modelar y remodelar el mundo a su antojo. Porque la vida en la naturaleza, sin la pretensión de incorporarla a la sociedad, los vuelve humildes y prudentes. Para estas culturas todo lo que existe, lo entiendan o no, forma parte del mundo y por eso es necesario para el mundo. Por eso, no decimos que la lógica occidental sea el opuesto absoluto de la lógica de la indianeidad, pues estaríamos planteando el mismo principio de contradicción que regula la modernidad occidental, y propondríamos escoger entre “a” o “b”. Más bien, se trata de que esta lógica incluye a la otra, la occidental; también que la razón instrumental no está descartada, sino subsumida en un pensamiento que une razón y sentimiento. El pensamiento indio es un pensamiento de la diversidad, un pensamiento relativista; un sistema intelectual abierto a los sistemas naturales, sociales y de vida.

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I. ¿Por qué hay cambio climático?

Los rasgos depredadores de la modernidad Tanto si es la única realidad socioeconómica de un país o coexiste con otras formas sociales originarias o, si se quiere, previas, la modernidad es en esencia el incesante empleo de recursos extraídos del entorno natural, muchas veces sobrepasando la capacidad de reposición de este y por tanto agotándolo; recursos que luego se transforman mediante procesos que no son inocuos, sino que contaminan la atmósfera, el agua y el suelo; que posteriormente se distribuyen como bienes listos para usar, lo que demanda el uso de nuevos recursos, los necesarios para transportar y comercializar estos bienes; y que finalmente se consumen, aunque no sin dejar residuos de todo tipo que terminan retornando al entorno natural pero sin poder hacerse nuevamente simbióticos con este, de modo que lo contaminan, fragmentan su funcionamiento natural y le restan posibilidades de lograr un equilibrio. Si lo miramos en su integridad, lo que vemos es un gigantesco proceso de gasto de energía, que mientras más aumenta menos posibilidades deja para que se repongan los sistemas biológicos de donde toma esta energía. El ritmo de la producción industrial, desencadenada tras el objetivo de cubrir la demanda incesante (que a su vez es su principio), resulta mucho más rápido que el de renovación de la naturaleza, considerando todos sus diferentes ecosistemas. No solo se trata de lo que hacen (o, en algunos casos, hicieron) las grandes empresas mundiales y nacionales, sino de la actitud general de todos los seres humanos que pertenecen a la sociedad moderna, esto es, de la obsesión por la acumulación económica y el despliegue de una relación cientifista y tecnocrática con el mundo, así como el uso indiscriminado de la tecnología para todos los propósitos. En conjunto, esto genera una cada vez más grave depredación del ambiente, el vaciamiento de los ecosistemas, el deterioro de la calidad de vida de todos los seres vivos, el descontrol de los intercambios naturales, en fin, una serie de catástrofes que en nuestra época se manifiestan como calenta17


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miento global y cambio climático, dos procesos que amenazan la supervivencia de una buena parte de la biosfera y, en concreto, de la parte humana de esta. Hasta ahora, el cambio climático que se comienza a registrar a mediados del siglo pasado se ha presentado ante las sociedades humanas a través de grandes e inusitados desastres naturales, como inundaciones y sequías, las consiguientes pérdidas de cosechas y, por tanto, hambrunas, desnutrición, empobrecimiento y, a menudo, guerras. Un futuro en el que los mares estén demasiado acidulados y sucios por la contaminación como para generar toda la comida que necesita la creciente población mundial; en el que las reservas de agua se vayan derritiendo, agotando o contaminado; en el que la deforestación provoque aun más graves y largas sequías; en el que la biodiversidad se haya empobrecido a tal punto que no pueda recuperarse y en cambio solo le quede un futuro de continua decadencia; en el que el calor del planeta siga aumentando, espoleado por procesos naturales que, habiendo comenzado con la producción humana de gases invernadero, ya resulte imposible de contener o controlar, etc. es un futuro posible si continúa predominando la actitud moderna. Como hemos mostrado, no se trata solamente de las decisiones y preferencias de los grupos sociales, aunque un cambio en las mismas podría ser fundamental, sino de la orientación estructural de la modernidad, tal como la conocemos. En este contexto, adquiere gran relevancia un nuevo concepto para guiar la lucha ambientalista para las sociedades en las que esta orientación estructural no es absoluta, aunque sí dominante. Hablamos del concepto de biocultura.

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II. EL CONCEPTO DE BIOCULTURA



Definición del concepto Los pueblos no solo tienen cultura, sino biocultura, es decir, una cultura que se refiere a la vida propia y a la ajena. A la vez, la biosfera, al incluir a todas las formas de vida, incluye también al ser humano, que siempre es un ser social. Existe, entonces, una relación indisoluble y bidireccional entre la sociedad, con sus instancias de organización, sus formas de reproducción y los resultados de su reflexión acerca de sí misma y su acción, es decir, con su cultura, y, por el otro lado, la vida natural. Cultura + vida = biocultura. Un gran número de conceptos y conclusiones se derivan de esta definición. La misma conduce a considerar a los territorios comunitarios como sistema de vida en los que se produce una interrelación estrecha entre ambiente y acción humana. El ambiente, entonces, no se concibe como un espacio externo al ser humano, sino como lo que este constituye y modifica al existir. La interacción ser humano-ambiente no necesariamente es negativa; el paradigma de la modernidad occidental no es el único que hay. Al contrario, es posible que se den interacciones bioculturales, es decir, de mutua protección entre naturaleza y sociedad. Este es el paradigma de una gestión territorial de nuevo tipo. Una gestión territorial que, tomando en cuenta los aspectos económicos, sociales, culturales y ecológicos de la acción humana, 21


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procure un manejo balanceado de la naturaleza y, simultáneamente, de la sociedad. Como hemos visto anteriormente, la una no puede encontrar un equilibrio sin que la otra viva en equilibrio también. Esta búsqueda se conoce ahora como el Vivir Bien. No implica la cesación de las actividades humanas, lo que sería imposible, pero sí su adecuación a unos objetivos muy distintos que los de la modernidad occidental, ya descritos. Estos nuevos objetivos no son antropocéntricos, sino biocéntricos, es decir, buscan el bienestar de la biósfera en su integridad. Dicho de otra forma: En un territorio o sistema de vida ocurren al mismo tiempo interacciones territoriales, interacciones productivas, interacciones culturales e interacciones de gobernanza; se trata entonces de imaginar un modelo de gestión que tome en cuenta e incorpore todos los tipos de interacciones, pues estas son complementarias entre sí. En cuanto a las interacciones productivas, las habrá de corte desarrollista y otras orientadas al Vivir Bien. Ninguna debe ser descartada, porque el Vivir Bien también incluye el desarrollo, aunque rechaza que este sea considerado una vía única y excluyente. Más bien se trata de balancear las intervenciones de este tipo con una conjunto de revaloraciones (es decir, de cambios en las preferencias éticas) que mencionaremos más adelante. Se busca generar un desarrollo “desde dentro”, es decir, que siempre vea al territorio como un sistema de vida (interacciones territoriales). En cuanto a las interacciones culturales, incluyen todas las formas de apropiación y representación del territorio. Estas formas estarán alineadas con el Vivir Bien en la medida en que consideren el territorio un sistema de vida y no un mero campo de extracción de materias primas y de dominio del ser humano. De ahí la importancia –de la que hablaremos más adelante– de los pueblos indígenas, que están dotados de bioculturas alternativas. Las interacciones culturales pueden ser: mitologías, fiestas, ritos, en fin, todas las formas de simbolización de los modos de producción y reproducción de la comunidad; pero también los saberes y las 22


II. El concepto de biocultura

técnicas productivas, en la medida en que estos sean parte de un diálogo del ser humano con el mundo y no instrumentos para avasallarlo y exprimir su sabia vital. En cuanto a las interacciones de gobernanza, se refieren a las instituciones políticas con jurisdicción en el territorio, sus responsabilidades y alcances, así como al ejercicio y cobertura de estos últimos.

Revaloraciones. Cambio en las preferencias éticas Se trata, entonces, de hacer gestión del territorio mediante la planificación de las interacciones ya mencionadas, con el objetivo de Vivir Bien. Esta planificación y las políticas públicas asociadas a ella (es decir, la ejecución de la gestión) deben procurar revalorar una serie de nociones que han perdido importancia a consecuencia del avance de la modernidad occidental sobre el planeta. • Se debe revalorar los recursos naturales y adquirir consciencia de su papel fundamental para la vida del ser humano y de los demás seres vivos. • Se debe revalorar la biodiversidad, esto es, la existencia de todas y cada una de las formas de vida, que se hallan integradas entre sí y en conjunto conforman la biosfera, el hogar común. • Se debe revalorar los valores de los pueblos indígenas previos al proceso mundial de modernización: la complementariedad, la reciprocidad, la solidaridad, la redistribución, la igualdad, la sustentabilidad, el equilibro y la armonía. No permitir que se sobrepongan a ellos los valores monetarios, cientifistas y tecnológicos de la modernidad occidental.

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Se debe revalorar la participación de la comunidad en la planificación y ejecución de su propio desarrollo, impulsando el retorno del pensamiento comunitario. Se debe revalorar la economía comunitaria: sus formas de manejo, sus métodos de cultivo, su medios de cuidado de las plantas y animales, el faenado, la cruza, el trasquile; sus fiestas cíclicas, sus ferias, etc. Al mismo tiempo, sus alimentos, las formas de prepararlos y sus conocimientos botánicos de plantas medicinales. Revalorar las tradiciones, fuente de sabiduría y de lecciones para el presente. Establecer un “puente” que permita la memoria y la recuperación del pasado de la comunidad, que es la raíz que sostiene su singular identidad. Revalorar el espíritu colectivista, integrador, solidario que todavía existe en las comunidades. Revalorar los saberes (software) y medios tecnológicos (hardware) de las generaciones pasadas, de los registros vivos de la memoria comunitaria, los cuales forman parte del conocimiento y la práctica del Vivir Bien.

La gestión territorial conlleva procesos de acceso, control, conservación, uso y manejo humano de la geología, la tierra, los ríos, los lagos, las cuencas, la fauna, la flora y la microbiótica. Mediante una revaloración humana del entorno natural y de las instituciones y acciones sociales se puede Vivir Bien, esto es, “en armonía con la Madre Tierra”.

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III. EL PATRIMONIO BIOCULTURAL



La Madre Tierra La Madre Tierra constituye todas las relaciones, tanto materiales como espirituales, entre las personas y la naturaleza. El concepto de Madre Tierra humaniza el cuerpo natural, considerado un ser único, riquísimo, complejísimo, capaz de dar y sostener vida. A la vez, este concepto jerarquiza las relaciones, al establecer la primacía estructural de la naturaleza sobre el ser humano. Aquella es madre, este es hijo; la relación entre ellos no es horizontal, sino jerárquica, aunque sí íntima e indisoluble. La Madre Tierra es un organismo que incorpora y procesa todas las relaciones orgánicas, corporales, intelectuales, emotivas y espirituales. A través de ella es que los seres humanos tienen la experiencia del tiempo y del espacio. No solo el ser humano existe en el sentido fuerte del término, es decir, con autonomía y libertad; también existe, en este sentido, la Madre Tierra, que es igualmente autónoma y libre, una condición que solo comparte con el ser humano. El concepto de Madre Tierra es parte del patrimonio biocultural de Bolivia, Latinoamérica y el mundo. “Patrimonio biocultural” alude a los elementos culturales y naturales que están en la memoria –la cual puede actualizarse– de los pueblos, o que se encuentran subyacentes en la práctica económica, social, lingüística y cultu27


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ral de estos. Concebir a la naturaleza siempre en relación con las personas y al conjunto como un sistema integral e interconectado llamado “Madre Tierra” es uno de estos elementos “recordados”, los cuales nos remiten a una matriz civilizatoria alternativa. Otro de estos conceptos-patrimonio es el de “tierra-territorio”, que los pueblos indígenas siempre han visto como parte de su propia vida, no como una posesión que se toma y se vende, sino un hábitat al que se pertenece. Otro concepto patrimonial es el de Vivir Bien, que sirve de guía y referencia del cambio socio-ambiental en un territorio. Estos conceptos son parte de una cosmovisión ancestral que llega a nosotros gracias a la presencia de los pueblos indígenas. Por eso estos pueblos también son parte del patrimonio heredado por la edad moderna. Su protección de las fuerzas externas que buscan borrarlos del mapa, el fortalecimiento de sus culturas, identidades y modos productivos, forma parte de la gestión territorial sostenible.

Memoria de la vida Las culturas ancestrales tenían una relación directa con la naturaleza. Esta no solamente era su hábitat, sino su centro de vida, así como el fundamento de la realización de los seres humanos que las componían. Las prácticas y los saberes bioculturales de hoy reflejan esta conexión y complementariedad entre la naturaleza y las sociedades del pasado. Son una suerte de memoria de la vida o, según algunos autores, una memoria de la especie, la cual conserva los logros del relacionamiento biocultural entre el ser humano y la naturaleza. Por ejemplo, los saberes ancestrales climáticos de cada comunidad y de cada población originaria indígena campesina, que les permiten entender el comportamiento del entorno natural a lo largo del año y las estaciones. Estos saberes se han logrado mediante la íntima convivencia con la naturaleza y la observación del clima a 28


III. El patrimonio biocultural

través de indicadores naturales (la conducta de algunos animales puede indicar si un año será lluvioso o seco, por ejemplo). Y se han cristalizado en algunas prácticas culturales que se verifican actualmente, como los rituales del agua, la siembra y la cosecha, así como el calendario festivo, que señala, entre otros, los momentos de siembra, trabajo agrícola y cosecha. Estos saberes aumentan la resiliencia de las comunidades humanas ante el cambio climático, como veremos más adelante. De igual forma, los pueblos indígenas cuentan con métodos de labranza, riego, cuidado del agua y del hato animal originario, aprovechamiento de su carne, pelo y lana, transformación en bienes adaptados al hábitat, formas de cacería, pesca y recolección, calendarios para realizar las tareas productivas no agrícolas, y una enorme serie de otras técnicas bioculturales, que se debe recoger, sistematizar y difundir. Sobre todo en las que se debe pensar al momento de la planificación y ejecución de políticas públicas. Pero lo más importante que contiene la memoria de la especie que portan los pueblos indígenas y las comunidades rurales es algo más que conocimientos, hábitos y técnicas. Lo fundamental es que ellos aportan con una diferente cosmovisión, la cual está cifrada en las formas religiosas (ceremonias, rituales, creencias, prácticas de fe, concepciones sobre el tiempo, etc.) y en el lenguaje, ya que las palabras y las articulaciones gramaticales entre las palabras determinan un modo de interpretar el mundo. Se piensa a través y en el lenguaje. Un distinto lenguaje, entonces, determina una diferente forma de pensar. Esta cosmovisión es, justamente, otra forma de pensar. Por sus características es biocultural, es decir, holista, lo que significa que abarca al mundo entero, en todos sus aspectos económicos, sociales, institucionales, ecológicos, y que reconoce las relaciones entre sus elementos. Esto no le permite ser más que biocéntrica y, aún más, cosmoscéntrica (pues incorpora también, en la red de intercambios que determinan al ser humano, a los componentes de la naturaleza que no están vivos). 29


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La memoria de la vida es el hecho, en realidad, el proceso que permite hablar de un “patrimonio biocultural”. Sin embargo, este patrimonio puede ser incrementado y ampliado gracias a la voluntad y la actividad de los seres humanos contemporáneos, mediante el cultivo y el desarrollo premeditados de los principios de la cosmovisión señalada, contribuyendo así a la implantación de una matriz civilizatoria alternativa.

La resiliencia frente a los cambios en los sistemas naturales Un ejemplo, el más importante hoy, de un cambio en los sistemas naturales es el cambio climático y sus impactos sobre los diversos ecosistemas. Estas alteraciones tiene graves efectos sobre el conjunto de la biósfera (pérdida de hábitats, desplazamientos o cambios en las zonas de caza y alimentación, destrucción de recursos cruciales para la vida, etc.) y, antes o después, provocan deterioros progresivos en la calidad de vida de las comunidades humanas. Esto provoca una conjunto de respuestas de adaptación de estas comunidades y de las otras formas de vida a las nuevas conformaciones del proceso natural, con el fin de sobrevivir a los cambios. Adelantar o atrasar los calendarios de búsqueda y aprovechamiento de recursos puede ser una de estas respuestas. Modificaciones en los tipos de vivienda o, por fuera de la vida humana, en los modos tradicionales de ocupar el espacio, son otros ejemplos. La literatura sobre cambio climático llama a estas respuestas acciones de mitigación y de adaptación al cambio climático. Estas denominaciones connotan la actitud cientifista y manipuladora de la naturaleza que es propia de la modernidad occidental. Con esta actitud, el mundo es una cosa o un conjunto de cosas, y las cosas, así como se rompen, luego se reparan o reemplazan. Además, sigue latente la suposición de que la especie humana, siendo superior 30


III. El patrimonio biocultural

a todas las otras y estando destinada a reinar sobre el universo, siempre logrará adaptarse a las circunstancias que se le presenten, incluso a las creadas por ella misma. La propia ciencia moderna ha descartado esta suposición, alertando sobre la posibilidad cierta de que el cambio climático y la depredación de la biósfera llegue a un punto que comprometa irreversiblemente la supervivencia de la humanidad y que, por tanto, no admita ya ningún tipo de adaptación por parte de nuestra especie. Sin embargo, estas conclusiones siguen siendo poco consideradas en la mentalidad contemporánea prevaleciente. En el enfoque biocultural, antes que de mitigación y adaptación se habla más bien de la resiliencia de la comunidad, que se considera parte integrante de los sistemas de vida, frente a las agresiones y amenazas provocadas por la sociedad planetaria de consumo. El calentamiento global y las catástrofes naturales que el primero está provocando son, simultáneamente, procesos naturales y sociales. Frente a estas disrupciones, no solo interesa el futuro de los seres humanos, que deberían “adaptarse”, sino de los sistemas de vida como tal. Se trata, entonces, de hechos de resiliencia, en los que un sistema de vida, del que la comunidad forma parte, sufre una crisis y se resiste al potencial devastador de esta, con la mira puesta en sobrevivir. No hay una cosa rota que reparar, sino un organismo que enferma y se recupera. Solo si el sistema de vida resiste a los cambios negativos, la comunidad puede hacerlo. En este caso, las medidas que el ser humano adopte estarán orientadas a restaurar en lo posible los procesos de la vida natural y al mismo tiempo dependerán de procesos sociales tales como la toma de consciencia de la situación existente y la revaloración de determinados valores, de la que ya hablamos en este documento.

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IV. BIOCULTURA Y POLÍTICAS PÚBLICAS



Políticas nacionales de gestión biocultural El Estado Plurinacional de Bolivia debe impulsar el reencuentro entre la naturaleza, la cultura y la sociedad, generando modelos locales prácticos que beneficien a la población por medio de la planificación pública y la ejecución de políticas que favorezcan a este propósito. El modelo de gestión territorial biocultural está basado en la forma en que gestionan la naturaleza las naciones originarias y los pueblos indígenas; también en el Vivir Bien y en el paradigma del desarrollo integral, que vincula biosfera y cultura de una manera que preserve y restaure los sistemas de vida. Este modelo se plasma en las políticas de alcance nacional mediante el sistema de planificación, el cual establece la relación entre biodiversidad y cultura como base de la gestión territorial. También el modelo de gestión territorial biocultural está plasmado en leyes y normativas que deben hacerlo operativo. En la Constitución Política del Estado (2009) y el Plan Nacional de Desarrollo han sido incorporadas estrategias y políticas relacionadas con los derechos y los saberes de los pueblos indígenas y que buscan la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad. El modelo también inspira la Ley 300 Marco de la Madre Tierra y el Desarrollo Integral para Vivir Bien, y su reglamentación; el 35


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Fondo Plurinacional de la Madre Tierra; la Ley 777 del Sistema de Planificación Integral del Estado y la Ley 786 del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, promulgados en 2016. Además, está presente en el marco normativo e institucional de funcionamiento de la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra. En este apartado hay que incluir también el fortalecimiento de las instituciones públicas relacionadas con el desarrollo integral, como el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, la creación de consejos intersectoriales y subnacionales, el diseño del plan sectorial ambiental, la transformación del marco normativo y operativo de la gestión ambiental, el fortalecimiento de la gestión de las áreas protegidas y la implementación de los mecanismos de resiliencia (mitigación y adaptación) para la gestión integral de bosques y la Madre Tierra. En concreto, el modelo se aplica a través de la exigencia de elaborar e implementar Planes Territoriales de Desarrollo Integral (PTDI), en los cuales se incorporan la política del Vivir Bien y la política plurinacional de cambio climático, consideradas políticas de Estado. La base de la planificación de la gestión integral del territorio deben ser los sistemas de vida. Estos deben ser asumidos como comunidades organizadas y dinámicas de plantas, animales, microorganismos y otros seres, con las que interactúan las comunidades humanas y el resto de la naturaleza, y que reciben la influencia de factores climáticos, fisiográficos y geológicos. Es en estos sistemas de vida donde se dan las prácticas productivas y la diversidad cultural de los bolivianos, poniendo en acción las cosmovisiones de las naciones y los pueblos indígena originario campesinos, y de las comunidades interculturales y afrobolivianas, que así son absorbidas por los planes de desarrollo. El Plan Nacional de Desarrollo se basa en los sistemas de vida para la planificación nacional; considera la especie humana una más de la biodiversidad, cuya alternativa es perfilarse como extractora o como cuidadora de la naturaleza. Por tanto, el futuro colectivo depende de la medida en que se logre cambiar las mentalidades, 36


IV. Biocultura y políticas públicas

los procesos, los conceptos, los lenguajes y las acciones de las comunidades humanas. Esto supone un cambio de paradigma: de lo antropocéntrico hacia lo biocéntrico. Una gestión basada en los sistemas de vida requiere complementariedad e interacción entre lo individual y lo colectivo; implica un diálogo de saberes, requiere inter e intraculturalidad (es decir, un aprendizaje trascendente e inmanente a cada cultura) Para la implementación de la gestión territorial se debe caracterizar los sistemas de vida, establecer acuerdos entre los actores que forman parte de ellos y armonizar sus acciones de acuerdo al paradigma del Vivir Bien. Este enfoque combina la atención a la identidad territorial (cosmos, cultura, memoria territorial), la sabiduría ancestral (tecnologías, saberes, rituales y fiestas), la identidad económico-productiva (reciprocidad, formas peculiares de la economía comunitaria y campesina), la identidad político organizativa (organizaciones originarias, instituciones formales y estructura de autoridades) y el cuidado de la biodiversidad (gestión del agua, bosques, suelos, flora, fauna, pastos, áreas protegidas).

Políticas municipales de gestión biocultural Para concretar el modelo de gestión territorial biocultural en el nivel local se requiere la articulación de todos los actores presentes en cada sistema de vida (territorio): actores de las comunidades locales, entidades de la sociedad civil, sector privado, instancias académicas y gobiernos locales. Esta articulación se da a través de plataformas que conectan diversas acciones sectoriales, como por ejemplo plataformas de salud, educación, desarrollo productivo y gestión de riesgos. Estas plataformas han logrado institucionalizarse y se han constituido en un importante aporte a la gestión territorial biocultural.

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Esta articulación también exige la inclusión de los diferentes actores en la toma de decisiones sobre el diseño, la ejecución, el seguimiento y la evaluación de los proyectos. El respeto a la autonomía de las comunidades, sus instituciones y organizaciones conduce a la autogestión de los territorios. El modelo biocultural permite una más efectiva y transparente aplicación de las políticas de desarrollo territorial por parte de los municipios. En base a sus identidades culturales, todos los actores sociales concernidos aportan sus enfoques, lo que permite abordar integralmente las problemáticas de los sistemas de vida. Este ejercicio busca aunar la gestión ecológica, económica productiva, político administrativa y sociocultural. Así, el modelo elude la tendencia a la fragmentación y atomización que propicia la metodología habitual de planificación y construcción de indicadores puramente cientifistas. Se entiende que no es posible separar lo económico, lo sociocultural, lo afectivo y lo espiritual. Por tanto, la gestión debe integrar armónicamente gestión productiva y economía plural, gestión de ecosistemas y conservación, gestión sociocultural y gestión de la gobernabilidad. Al final, la articulación de las organizaciones locales se traduce en un plan de desarrollo participativo que parte de y que fomenta acuerdos de colaboración entre los actores públicos y privados del territorio, posibilitando el diseño y la puesta en práctica de un proyecto común que aproveche los recursos y las ventajas competitivas existentes en cada sistema de vida (“atractor”). La novedad de este enfoque es que asocia el desarrollo territorial, la inclusión social, la inclusión productiva y la gestión ambiental, al mismo tiempo que empodera a los actores territoriales en torno a sus activos naturales y culturales. Es un proceso de construcción colectivo, desde la base local, con discusión con los actores locales. En la etapa inicial se realiza un dialogo para el levantamiento de demandas y expectativas de las comunidades; luego se estructuran proyectos entre los gobiernos municipales, las organizaciones no gubernamentales y 38


IV. Biocultura y políticas públicas

las autoridades comunitarias; al final, estos proyectos se plasman en convenios que permiten pasar de la teoría a la práctica. MODELO DE GESTIÓN TERRITORIAL BIOCULTURAL EN MUNICIPIOS DEL VIVIR BIEN GESTIÓN POLÍTICO INSTITUCIONAL Planes Territoriales de Desarrollo Integral elaborados incrementan la inversión pública en gestión del cambio climático

GESTIÓN ECONÓMICA PRODUCTIVA Emprendimientos de base comunitaria construidos generan mejores ingresos en las familias

GESTIÓN ECOLOGICA Mejora la conservacion de ecosistemas y biodiversidad

MUNICIPIO DEL VIVIR BIEN GESTIÓN SOCIOCULTURAL Fortalecimiento de la identidad cultural y revalorización de prácticas ancestrales

¿Qué es el “atractor”? En el esfuerzo holista e integrador que hemos descrito como propio de las políticas públicas bioculturales, hay que sin embargo admitir que cada comunidad tiene necesidades económicas acuciantes y que las respuestas a estas necesidades no siempre son seguras ni han sido suficientemente probadas. La definición de una vocación productiva que sea capaz de resolver los problemas inmediatos y de mediano alcance, pero que también sea una traducción de la sapiencia biocultural de la comunidad, es un “atractor” para establecer, en torno suyo, los diferentes procesos de gestión territorial. Por ejemplo, la pesca del sábalo puede ser el “atractor” de la gestión de los sistemas de vida de las comunidades weenhayek asentadas en las riberas del río Bermejo. 39



V. LOS PROYECTOS BIOCULTURALES



Según Plan Nacional de Biocultura, se han implementado 24 modelos bioculturales destinados a mejorar los procesos de conservación y restauración de los ecosistemas andinos, el fortalecimiento de la identidad cultural y la revalorización de los conocimientos locales, el mejoramiento de las condiciones económicas y de las normativas institucionales a nivel comunal, municipal y departamental. Se ha logrado la aprobación de una gran cantidad de normativas municipales para promover la conservación de las funciones ambientales del territorio. Otras tantas para impulsar el desarrollo económico local sostenible, por ejemplo, por medio del turismo biocultural. Se han establecido normas comunales que regulan el uso y acceso a los recursos productivos, tales como el agua, el suelo, los bosques y las pasturas. También se han creado Consejos Locales Bioculturales, instituciones creadas para lograr la cogestión de los proyectos con las organizaciones locales. La internalización del concepto biocultural ha sido diferente en los distintos sistemas de vida. En algunos casos, ha tenido incidencia en la elaboración de los planes territoriales de desarrollo integral de departamentos y municipios. Así, estos planes se enfocan en la gestión del cambio climático y del Sistema Integral de Vidas. En otros casos se refleja en la asignación de recursos de

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

los Plan Operativo Anual, que a veces tienen capacidad de apalancamiento de fondos públicos y de la cooperación. En varios territorios bioculturales se han celebrado convenios entre distintas instancias de la cooperación, el gobierno central, los municipios y las organizaciones locales para apropiarse del concepto y hacerlo operativo. Todo este trabajo ha estado focalizado en el cambio climático y, por tanto, en la necesidad de visibilizar y potenciar la resiliencia biocultural de los territorios. En este marco, los municipios y las comunidades no solo han debido priorizar la adaptación y mitigación del cambio climático, sino desarrollar un abordaje integral de este, tal como ya se ha explicado previamente. Ha sido un esfuerzo para que las comunidades campesinas e indígenas conviertan sus usos y costumbres en una oportunidad para el uso sustentable y la conservación de la biodiversidad, y que los programas contra el cambio climático se integren en una concepción global del Vivir Bien.

Aprendizajes bioculturales para la gestión del clima El Programa Biocultura, a través del socio ejecutor PROSUCO, desarrolló la Red Meso Clima, que aprovecha el conocimiento local sobre los indicadores climáticos naturales para generar pronósticos del clima más acertados y constituir un Sistema de Información Climática Biocultural. El proyecto implica dos procesos: 1) articulación de actores locales en el monitoreo climático y 2) la gestión de datos de temperatura y precipitación generados. Estos procesos permiten el rescate y revalorización de los indicadores climáticos locales y naturales –mediante la investigación participativa y la capacitación– y su integración con los conocimientos meteorológicos convencionales. Este proyecto se basa en el manejo de herramientas participativas, las cuales permiten formar una plataforma de monitoreo 44


V. Los proyectos bioculturales

integrada por estaciones climáticas y agricultores observadores del clima (integrados entre sí). Su objetivo es lograr la circulación de la información (generación, recopilación y difusión de la misma) para que la población pueda tomar decisiones sobre sus actividades durante ciclo agrícola, en especial sobre el manejo de sus cultivos, a fin de reducir los daños por eventos climáticos no previstos (pérdidas de cosechas). El sistema de monitoreo agroclimático local permite que las comunidades cuenten con un registro sistemático de lo que sucede en sus sistemas de vida, según sus propios saberes, para mejorar sus estrategias agrícolas y, por tanto, sus niveles de resiliencia comunitaria.

Revaloración de las ferias rurales En Bolivia, las ferias rurales son espacios de cohesión social y unificación económica; en ellas el intercambio de mercancías, productos y dones tiene muchas dimensiones, inclusive simbólicas y religiosas. Son espacios socioeconómicos, pero también sagrados, porque en ellos se practica la interacción comunitaria y la auto-constitución de la identidad cultural. La lógica que todavía gobierna estas ferias es la reciprocidad; están diseñadas para corresponder con el sistema relacional indígena y, por tanto, sirven para establecer y ampliar las alianzas, para activar los compadrazgos, conseguir pareja; para cursar invitaciones para participar en las labores comunitarias de cosecha en la puna y en las cabeceras de valle o de pastoreo de ganado en el altiplano. No se trata solamente de espacios de “expresión”, sino, y, sobre todo, de momentos de creación comunitaria. Al mismo tiempo, las ferias cumplen un importante rol económico, ya que permiten el acceso de los campesinos a productos que no están a su alcance, a veces mediante el trueque, y también su acceso a la moneda, que les es fundamental para obtener productos 45


Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

mercantiles destinados a completar su alimentación y satisfacer las necesidades de sus familias. Se da así, en estas ferias, una relación ora contradictoria ora complementaria entre lo monetario y lo no monetario, entre lo económico y lo espiritual. Los pueblos indígenas están constantemente involucrados en estas dinámicas paralelas y saben manejarse en ellas de una manera no binaria. Por eso estas actividades responden cabalmente al concepto de gestión biocultural: por un lado, permiten que las comunidades generen alternativas económicas; por el otro, son canales de circulación de las energías sociales para criar la vida. En este marco, el proyecto de revalorización de las ferias de trueque se ha institucionalizado como política pública y se ejecuta en diversos municipios del país. La posibilidad de volver plenamente al trueque ha sido atractiva para las familias porque les permite colocar sus productos en mejores condiciones, al mismo tiempo que fortalece sus relaciones sociales. Las ferias de trueque también implican una forma de conservar la cultura y la identidad, los usos y costumbres locales. Y permiten el protagonismo de las mujeres. Todo esto hace que los municipios que escogen promover estas ferias se involucren en el modelo biocultural, que puede definirse como el logro productivo o económico a partir de la propia identidad y el sentido de pertenencia a una comunidad. Se puede ligar las ferias de reciprocidad a las fiestas comunales, donde hay una inmensa riqueza y diversidad: ritualidad, música, textiles, cerámicas, comida y medicinas originarias, que pueden servir para realizar turismo biocultural (ejemplos: los municipios de Bolívar, Tiraque, Vacas, Presto y Torotoro). También pueden asociarse a la revalorización de prácticas ancestrales (k’illpha, wilancha, lakacha, jarqhaya, malta p’iti, wayñu, jaraña kancha, achachi jalaya), así como de las deidades y espacios telúricos. Pueden ir acompañadas por la recuperación y difusión de los candelarios de fiestas, celebraciones y rituales vinculados con los ciclos agrícolas, sociales y culturales. 46


V. Los proyectos bioculturales

De este modo, las ferias se convierten en “atractores” orientados a fortalecer la economía local, promover la agro-bio-diversidad y fortalecer la lógica de la reciprocidad, la cual se da tanto en la relación sociedad-sociedad como en la relación sociedad-naturaleza.

Proyectos de agro-bio-diversidad Los diferentes sistemas de vida bolivianos albergan una inmensa agro-bio-diversidad, que brinda grandes oportunidades para la agricultura y la nutrición, siempre combinadas con la sostenibilidad de los espacios de vida. La agro-bio-diversidad es el resultado de la interacción entre el medio ambiente, los recursos genéticos, y los sistemas y prácticas de gestión utilizados por los pueblos originarios. En torno a la agro-bio-diversidad, los agricultores han generado una serie de conocimientos y tradiciones ancestrales que les ha permitido desarrollar una agricultura variada, incluso en ambientes difíciles para esta actividad, que además es resiliente a las variaciones del clima (sequías, heladas, granizadas, etc.) y a las plagas y enfermedades. Los socios del Programa Biocultura, PROINPA, WCS, LIDER y PROSUCO, han realizado varios proyectos productivos para diversificar y mejorar los ingresos de las familias, asentar la soberanía alimentaria y diversificar la dieta de la población local. Estos proyectos buscaban desarrollar la producción agrícola y crear nuevas fuentes de ingreso para las comunidades. Algunos de ellos apoyaban la producción de plantas nativas y/o medicinales cultivadas por los agricultores locales, mientras otros apuntaban a la difusión de técnicas agrícolas orgánicas. En su implementación se promueve la participación permanente de los productores y el empoderamiento de mujeres, productores, líderes locales y autoridades municipales.

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Algunos proyectos de agro-bio-diversidad • Identificación y reconocimiento de agricultores custodios de la agro-bio-diversidad. • Manejo de la agro-bio-diversidad a través de la gestión del territorio en sistemas dinámicos en mosaico. • Patio familiar de agro-bio-diversidad. • Modelo de desarrollo familiar “Fincas integrales”. • Bio-insumos: soporte de la capacidad de resiliencia de la agro-bio-diversidad. • Revitalización del suelo como base física y biológica para el sustento de la agro-bio-diversidad. • Gestión social del agua y la agro-bio-diversidad para incrementar la resiliencia del sistema de vida. • Mejoramiento de la nutrición familiar. • Modelo para la gestión efectiva y eficiente de la alimentación complementaria escolar en las unidades educativas. • Aprovechamiento de la semilla de la palmera de janchicoco.

Estos proyectos han buscado el mejoramiento de la productividad, sobre todo desde un punto de vista ecológico, esto es, mediante el aprovechamiento de la biodiversidad, lo que puede requerir la recuperación de prácticas agrícolas ancestrales o innovaciones en las rutinas actuales. También han buscado incrementar los ingresos de las familias fortaleciendo la reciprocidad (compartir y redistribuir ganancias) y dando a las comunidades más resiliencia económica frente al cambio climático. Han procurado el logro de nuevos mercados y consumidores de los productos de la agro-bio-diversidad. ¿Cómo operan los proyectos de agro-bio-diversidad? A partir de la vocación social, económica y cultural de cada sistema de vida, se establece la potencialidad de desarrollo del ecosistema (agua, suelo, biodiversidad), que al mismo tiempo debe responder a la 48


V. Los proyectos bioculturales

demanda de mejoramiento de ingresos de las comunidades. Este es el “atractor”. Luego se realizan acciones en el marco del enfoque biocultural; por ejemplo, se mejora las prácticas de cosecha y conservación de fuentes de agua, o se optimiza el uso agrícola del líquido elemento. Otro ejemplo: la conservación física y biológica de los suelos (a fin de evitar la expansión depredadora de la frontera agrícola) y, al mismo tiempo, la preservación de la vegetación arbustiva y arbórea nativa. Los proyectos quieren preservar y fortalecer la diversidad genética de cultivos y variedades de plantas, así como preservar, visibilizar y valorar los conocimientos que permiten enfrentar el cambio climático, la conservación de los sistemas de vida y de la propia cultura ancestral de las poblaciones indígenas originarias. Algunos proyectos buscan la diversificación de la dieta alimentaria, considerando que las comunidades han desarrollado una serie de conocimientos culinarios y formas singulares de preparación de los alimentos en base a sus cultivos propios. Los proyectos promueven la participación y empoderamiento de las mujeres, ya que las mujeres de la comunidad tienen un saber y un rol muy importante en este campo. Se busca que estos proyectos se articulen a la gestión pública mediante su incorporación en los planes de desarrollo territorial integral de los municipios.

Emprendimientos económicos-productivos bioculturales Las comunidades necesitan mejorar sus ingresos. Cada familia que constituye parte de una comunidad lo requiere. La respuesta a esta necesidad debe respetar el equilibrio entre economía, sociedad y naturaleza que preconiza el modelo biocultural. Así surge el emprendimiento económico-productivo biocultural, como el brazo económico de los sistemas de vida. Los emprendimientos se diferencian de las iniciativas puramente 49


Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

desarrollistas en que combinan la autogestión comunitaria, la redistribución equitativa de los excedentes, la sostenibilidad en el manejo y uso de los recursos naturales y el fortalecimiento de la identidad cultural. Este “combo” determina la existencia de un emprendimiento biocultural. Los productos de estos se deben elaborar mediante procesos sostenibles e integrales, en los cuales se exprese la gestión territorial en su totalidad. Dicho de otra forma, estos emprendimientos implican un aprovechamiento de la Madre Tierra desde la perspectiva de las culturas originarias. Emplean la diversidad genética, los paisajes y los sistemas de vida de manera culturalmente estratégica para generar valor agregado (objetivo económico), pero al mismo tiempo conservar el entorno natural y aumentar la resiliencia del sistema de vida en su conjunto ante el cambio climático. Estos emprendimientos generalmente son el resultado de la interacción entre el medio ambiente, los recursos genéticos y los sistemas y prácticas de gestión utilizados por las naciones y pueblos indígena originario campesinos. Representan un diálogo entre saberes antiguos e innovaciones actuales. Se desprende de lo dicho que estos emprendimientos no solo buscan éxitos económicos, sino también el empoderamiento social, es decir, el fortalecimiento de los lazos sociales. Deben traer equidad, reciprocidad y redistribución al interior de la comunidad. Deben generar un balance entre las aspiraciones individuales de los socios de lograr mayores ingresos económicos para sus familia y las expectativas comunales de respeto a la cultura y los usos y costumbres. Esto establece entre ellos y la comunidad una relación amigable y solidaria. En los emprendimientos pueden participar todos los habitantes de la comunidad a través de los jefes y jefas de familia, ya sea como proveedores de insumos, ya sea como productores, recolectores o prestadores de servicios (dependiendo de cada emprendimiento). La alianza de las comunidades con instituciones públicas, como los gobiernos municipales, o con instituciones privadas 50


V. Los proyectos bioculturales

(ONG y asociaciones de productores ya establecidas) facilita la consolidación institucional y económica de los emprendimientos. Las políticas públicas deberían incentivar las iniciativas económicas comunitarias con créditos más baratos que los comerciales, con inversión pública directa, impuestos bajos o exenciones y compras públicas. Para complementar la economía familiar, los emprendimientos deben ser capaces de insertar a los productores en circuitos más amplios de comercio y en mercados no tradicionales como el de las compras del Estado en sus diferentes niveles. El aspecto comercial es fundamental para el éxito de los emprendimientos. Estos implican una diversificación de las fuentes de ingreso que contribuye a afrontar los eventos climáticos extremos. Ayudan a reducir los efectos negativos de las pérdidas de producción por las sequías o heladas y, en esa medida, constituyen medios de resiliencia ante el cambio climático. El desarrollo de los emprendimientos económico-productivo bioculturales se ha dado según “ejes temáticos” que fueron elegidos y priorizados por las propias comunidades (gestión del conocimiento). Cada eje temático ha estado a cargo de un socio responsable: PADIC, PROSUCO, PROINPA y LIDER.

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Algunos proyectos de emprendimientos económico-productivos bioculturales Eje temático: Recursos económicos y manejo sostenible de los emprendimientos • Emprendimiento comunitario como parte de la gestión de la agro-bio-diversidad para generar recursos económicos. • Conectividad de los emprendimientos con los gobiernos municipales. • Gestión organizacional de emprendimientos de base comunitaria. Eje temático: Capacitación y alimentación complementaria • Transferencia de conocimiento y capacitación eficiente a grupo de jóvenes y mujeres emprendedores. • Uso y aprovechamiento sostenible de la biodiversidad en productos destinados a la alimentación complementaria. • Desarrollo de nuevas iniciativas productivas. Eje temático: Apertura de mercados • Sondeo Participativo de Mercado para identificar nichos de mercado para productos nativos. • Planes de negocio inclusivos CANVAS, económicamente rentables y responsables con el medio ambiente para el acceso de pequeños productores al mercado. • Sensibilización de gerentes del Hipermaxi para el desarrollo de un emprendimiento económico en Colomi.

Manejo integral del ganado camélido Si la cultura designa las formas en que una comunidad se reproduce en el tiempo, entonces toda cultura depende de la singularidad de los recursos con los que esta comunidad se relaciona; lo material, el hábitat, se refleja necesariamente en ella. A la vez, la cultura 52


V. Los proyectos bioculturales

o el “cultivo” de las formas de reproducción de la comunidad constituye la identidad de esta. Lo que la identifica, diferencia de otras y le da un sentido de pertenencia y perduración. Todos los pueblos, por tanto, son, parcialmente, la fauna con la que coexisten e interactúan ancestralmente. Los pueblos andinos, por ejemplo, no pueden entenderse sin los camélidos que les han provisto de carne, transporte y abrigo desde hace milenios. La pérdida de estos animales por los procesos de desorganización del hábitat que se han ido dando desde la colonización europea causa un grave empobrecimiento de las culturas originarias de los Andes bolivianos y pone en riesgo los ecosistemas en los que viven. La sustitución de los camélidos originarios por ovejas y burros importados es una de las principales causas de la degradación de los sistemas de vida andinos. Las ovejas y burros, los cuales casi no producen beneficios para los habitantes, causan en cambio una fuerte erosión de los suelos. Ambas especies son “depredadoras” de los pastos, porque tienen una alimentación selectiva, esto es, escarban, buscan los más tiernos y los arrancan de raíz, lo que imposibilita la regeneración natural de la pradera nativa. Además, matan las coronas de las plantas cuando las pisotean. En suma, constituyen una “sobrecarga” para el medio ambiente altiplánico. En cambio, los camélidos son adecuados a los ecosistemas andinos y aumentan la resiliencia al cambio climático, porque consumen forraje de manera sustentable, toman agua limpia y son manejados con prácticas sustentables que se trasmiten desde el pasado. Los distintos proyectos de manejo integral de camélidos, encargados a los socios PROMETA, PROSUCO, Agua Sustentable y Fundación Altiplano, forman parte de una iniciativa ambiental, socioeconómica y productiva que tiene por objetivo mejorar las condiciones de manejo, producción, acabado y comercialización de productos y subproductos derivados de la ganadería camélida. Este esfuerzo tiene un aspecto ambiental: evitar la sobrecarga animal y el sobrepastoreo, a fin de detener la erosión del 53


Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Proyectos de manejo integral del ganado de camélidos • Proceso de creación de áreas protegidas municipales, bajo gestión local. • Manejo de bofedales para su conservación. • Ensilaje de forrajes nativos e introducidos. • Cultivo de forraje en el lecho de río. • Cerramientos para la conservación y enriquecimiento de praderas nativas con especies introducidas. • Introducción de reproductores para mejorar talla y peso. • Implementación de la comunicación en el arreo y captura de vicuñas en zonas aisladas. • Fondo Vicuña, como estrategia de sostenibilidad de las comunidades manejadoras de vicuña. • Nuevas técnicas de predescerdado para darle valor agregado al trasquile de los camélidos. • Desayuno escolar y canasta alimentaria con charque1 de llama. • Fortalecimiento de los emprendimientos de charque (marketing digital). • Transformación de la fibra de llamas y ovejas en fieltro por parte de mujeres líderes. • Presas de enrocados. • Tanques de placas prefabricadas para la cosecha de agua. • Monitoreo de bofedales y carga animal con drones. • Fortalecimiento de la estructura organizacional Secretaría de Desarrollo Productivo y Medio Ambiente del Gobierno Municipal de Villazón. • Carrera de Ganadería Altoandina (Yunchará). • Ferias y festivales de camélidos (Bolívar). • Relaciones entre género y camélidos. • Elementos de sostenibilidad de la ganadería de camélidos. 1 Charque: carne deshidratada.

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V. Los proyectos bioculturales

terreno. Pero también una dimensión socioeconómica: respuesta a la extrema pobreza de los pastores que sobreviven con sus pequeños hatos de animales. La pobreza es más intensa en las zonas con extremas condiciones geográficas y agrícolas: baja humedad, alta irradiación, erosión del suelo, sequías reiterativas y otras condiciones desfavorables. Por esta razón, las comunidades no poseen otra alternativa económica, tanto para su supervivencia como para la generación de algunos ingresos monetarios, que la ganadería de ovejas, llamas y, en menor cantidad, de cabras, vacas y vicuñas.

Resultados de los proyectos de manejo integral de camélidos Las contribuciones de los proyectos de manejo integral de camélidos al modelo biocultural del Vivir Bien son: • Rescate de los conocimientos ancestrales y culturales propios de la crianza de camélidos. • Revalorización de los conocimientos sobre el manejo de los camélidos suramericanos. • Utilización adecuada de las frágiles praderas y bofedales de los Andes. • Gestión sostenible y preservación de los bofedales de pastoreo mediante innovadoras técnicas de monitoreo aéreo, usando drones y sensores de campo. • Implementación de sistemas de riego de bofedales tanto por gravedad como presurizados, que han permitido la expansión de los bofedales, así como su mantenimiento y conservación en periodos de déficit hídrico. • Autovaloración de la identidad de los criadores de camélidos: afecto por la actividad, orgullo por ellos mismos. (Sigue en la página siguiente)

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

• Recuperación de las buenas prácticas de conservación en base a saberes ancestrales y de la identidad con la Madre Tierra, que fortalece el compromiso de las comunidades con sus sistemas de vida y vigoriza la cadena de información y aprendizaje intergeneracional. Por ejemplo, se están recuperando algunas tradiciones en la crianza de camélidos, como la quilpeada, que es un ritual que se realiza para reconectar al pastor con sus llamas, adornándolas a estas con flores de tela. • Construcción de cercos que permiten la reproducción de semillas de especies nativas y su posterior utilización y resiembra para la ampliación de las áreas de pastoreo. • Recuperación del sistema ancestral de siembra en el río para la producción de forraje verde en el periodo otoño-invierno-primavera, a fin de incrementar la oferta de forraje para el ganado camélido. • Nuevos métodos de construcción de sistemas de cosecha de agua utilizando la “infraestructura natural” existente en los diferentes sistemas de vida, lo que asegura el suministro de agua para el ganado camélido, ayudando a controlar el impacto de las sequías. • Proyectos que emplean “infraestructura natural”, lo que ha permitido ahorrar costos y disminuir riesgos. Por ejemplo, 35 represas denominadas “de enrocado”. • Diseño de pequeñas represas de una manera altamente eficiente, con bajos costos y extremadamente rápida. Se ha dejado instaladas las capacidades locales necesarias para proseguir con estos proyectos. • Conservación de suelos y de las funciones ambientales de los campos naturales de pastoreo. • Creación y gestión sostenible de áreas protegidas municipales, que contribuyen enormemente a la conservación de la biodiversidad. Elaboración de normativas para la gestión de área protegidas municipales. • Promoción de fuentes de trabajo para técnicos locales y personal dedicado a la elaboración del charque y otros derivados de los camélidos. 56


V. Los proyectos bioculturales

• Cursos a nivel Técnico Básico en Gestión de Sistemas de Vida con mención en camélidos domésticos y silvestres y en turismo comunitario. Se ha logrado la certificación de los graduados en estos cursos por el Sistema Plurinacional de Certificación de Competencias del Ministerio de Educación: Estándar Técnico de Productor de Ganado Camélido. • Dinamización de los mercados para la comercialización del charque de llama y su posicionamiento como producto estrella, mediante: i) el marketing digital, que incrementa la visibilidad y la venta de charque en más de 10%; ii) concurso culinario “Cocina en Llamas”, realizado en la Cancillería de Bolivia y que convocó a afamados chefs para la elaboración de platillos gourmet con charque de llama; iii) incorporación del charque y la fibra camélida en las compras públicas. Se promovió la vinculación entre empresas y asociaciones para la venta directa de charque de llama para el subsidio prenatal nacional, así como para la venta directa de lana de alpaca a COPROCA. • Aprovechamiento sustentable de la fibra de vicuña, bajo normas estrictas de bienestar animal, para la producción de fieltro para sombreros artesanales. Esta actividad genera una importante cantidad de valor agregado a la fibra camélida. • Visibilización de las potencialidades de la actividad mediante su promoción en mercados de reciprocidad. COPA Camélidos ha participado y promovido la Cumbre Mundial de Saberes Ancestrales y el Congreso Mundial sobre Camélidos. • Fortalecimiento de las organizaciones locales dedicadas a la crianza de camélidos con un enfoque de adaptación al cambio climático. • Conformación de redes institucionales, principalmente entre los gobiernos municipales, las asociaciones y organizaciones de productores, y comunidades que se dedican a la crianza de camélidos. Promoción de alianzas sociales que permiten plantear temáticas de política pública. • Impulso a la elaboración de proyectos que reciben fondos de diversas instancias del gobierno para beneficio de los criadores de camélidos. 57


Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Áreas protegidas municipales como mecanismo de conservación biocultural Como se sabe, una de las formas de conservación de la biodiversidad y la defensa de los animales en peligro son las áreas protegidas nacionales y subnacionales. Una opción establecida en la legislación boliviana son las áreas municipales, las que, al depender de la voluntad de los gobiernos municipales, tienen una implementación de menor complejidad. Existe una correlación directa entre ellas y los sistemas de vida. La tarea comienza con el levantamiento de un expediente técnico-legal que justifique la declaración de las zonas concernidas como áreas protegidas municipales y que identifique las obligaciones y competencias de los municipios en la protección medioambiental. Se debe redactar y aprobar las leyes municipales que hacen la mencionada declaratoria de áreas protegidas de un territorio determinado en consulta con las comunidades, las cuales son las que tienen que establecer las coordenadas de los límites del territorio dedicado a la conservación. Para ello, se necesita el diálogo y la participación de estas comunidades, a fin de revalorar la importancia de la conservación del hábitat, recuperar las formas tradicionales de relación en este y desmontar los mitos y prejuicios que suelen existir –muchas veces alentados por las empresas extractivas– sobre las áreas protegidas. Estas áreas no implican alteraciones en los derechos propietarios de las comunidades, los cuales se mantienen exactamente igual, ni tampoco exigen que estas suspendan o alteren sus usos y modos tradicionales de producción de su vida. Al contrario, lo que las áreas protegidas buscan es proteger estos usos, al conservar los recursos que los hacen posible. Constituyen, por tanto, un mecanismo biocultural.

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V. Los proyectos bioculturales

Las áreas protegidas deben ser parte de proyectos mayores de promoción de la zona y de impulso a las actividades socioeconómicas sostenibles, que, mejorando la calidad de vida de los pobladores, eviten las actividades depredadoras del medio ambiente. Aquí se da una intersección entre áreas municipales y emprendimientos bioculturales, así como aprovechamiento de la agro-bio-diversidad. La idea general es que al hacer erogaciones para evitar el deterioro de sus territorios y de la vida que contienen, los municipios obtengan recursos de sus decisiones en pro del medio ambiente, de modo que cuando los proyectos de cooperación acaben, existan incentivos concretos para que continúen con las medidas de protección. Las áreas protegidas municipales prueban que es factible una relación virtuosa entre el bienestar de los seres humanos y la conservación de los sistemas de vida y de las culturas en el nivel subnacional.

En la ganadería andina se expresan los distintos procesos que se dan en los sistemas de vida: la situación ambiental se manifiesta a través de la existencia o no de forraje para los animales, que a su vez depende del estado de las praderas y la cantidad y calidad del agua y el efecto en el mismo de la acción humana (sobrepastoreo, erosión de suelos, etc.); la salud de los animales tiene influencia directa y crítica sobre la viabilidad económica de la actividad ganadera como tal, y la salud humana se ve alterada por la interacción de las personas con los animales, la cual debe ser apropiada si no se quiere generar enfermedades. Por esta razón, una ganadería sostenible puede desencadenar acciones sinérgicas para beneficiar los sistemas de vida y sus habitantes. Para ello se necesita aumentar la rentabilidad de la actividad productiva mediante el mejoramiento de la salud del ganado (que es el único patrimonio y la reserva de valor de los 59


Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

campesinos), restablecer procesos naturales que se encuentran dañados y garantizar la salud de la población con el uso de prácticas culturales (usos y costumbres) en el manejo ganadero.

Turismo biocultural El turismo biocultural busca generar ingresos y empleos para las comunidades rurales, mejorar su calidad de vida y, simultáneamente, preservar el patrimonio biocultural de cada sistema de vida. Es un turismo vivencial, que permite aproximaciones de cuatro tipos: sociales, culturales, políticas y ambientales. En otras palabras, que ofrece como su principal atractivo la interrelación integral entre la biosfera y la cultura, el respeto de todas las formas de crianza de la vida, así como el respeto y la revalorización de las culturas e identidades de los pueblos. Igual que los demás emprendimientos bioculturales, los turísticos deben garantizar la redistribución de los beneficios entre los actores locales. Todos los recursos que se generan deben repartirse equitativamente entre las familias y reinvertirse en los proyectos. El turismo biocultural identifica el atractivo principal de cada sistema de vida (paisajes naturales, patrimonio histórico, agro-bio-diversidad, gastronomía, festivales y ritualidades, etc.) y lo explota de una forma que lo relacione con los otros elementos bioculturales y, a la vez, lo preserve. La existencia de nuevas formas de ingresos que son respetuosas del sistema de vida o la llamada “diversificación económica” es una contribución de primer orden en la lucha contra el cambio climático. Con esto, baja la presión para deforestar el territorio, depredar la fauna y flora y tener otros comportamientos alineados con el cambio climático. A diferencia del turismo convencional, que puede constituirse en agresivo para las comunidades receptoras, el turismo biocultural busca el dialogo entre iguales, es decir, ser un proceso de enseñanza y aprendizaje interculturales. 60


V. Los proyectos bioculturales

Principales logros de los proyectos de turismo biocultural • Establecimiento de emprendimientos de turismo biocultural con criterios como la redistribución de beneficios y el empoderamiento social, y con instrumentos técnicos como planes de negocios y de operación. • Producción agroecológica de cultivos estratégicos, mediante sistemas agroforestales y de rotación. • Capacitación a las comunidades en administración de emprendimientos, hotelería comunitaria, guiaje biocultural y restaurantes comunitarios. • Fortalecimiento de la economía comunitaria; fortalecimiento de las ferias productivas. • Revaloración de la alimentación con productos de la agro-bio-diversidad local. Revalorización de los conocimientos y prácticas culinarios locales, saberes que principalmente son custodiados y puestos en práctica por mujeres con la elaboración de recetarios. • Difusión de un modo de vida y de valoración del entorno natural que facilita su conservación. Fomento de un modelo de enseñanza-aprendizaje en el que actúan visitantes y comunidades receptoras. Se transmite a los visitantes la concepción de la Madre Tierra (Pachamama) como un ser vivo y también el animismo (cada objeto de la naturaleza tiene un espíritu que influye en él). • Formación de guías de turismo biocultural especializados en el rescate y revalorización de los saberes locales. • Elaboración e implementación de normas comunales para la protección del patrimonio natural, histórico y los sitios y atractivos turísticos. • Creación de áreas protegidas bioculturales. • Consolidación de alianzas estratégicas y diálogos interculturales entre comunidades, operadores turísticos, especialistas y academia.

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Se pone énfasis en que los actores locales tengan una participación directa en las operaciones. Solo esto puede garantizar la revalorización de los conocimientos ancestrales locales, el enfoque biocultural ya señalado y la reciprocidad económica. También es muy importante el papel del sector público como facilitador de estas actividades.

Agua y recreación de la biodiversidad En la visión andina, el agua es un ser vivo y también un ser vivificante que fecunda a la tierra año tras año; es el proveedor de vida y animación del universo. Con el agua, las comunidades no tienen una relación instrumental, sino de convivencia: el agua es criada por los seres humanos; a cambio, ellas es recíproca con ellos.

Proyectos de agua y recreación de la biodiversidad • Normativas, estatutos y reglamentos de gestión de sistemas de riego, protección de fuentes y conservación de agua. • Gestión de sistemas de riego. • Diseño de proyectos de agua para consumo humano (microrrepresas, microrriego, servicio de agua y saneamiento básico). • Inventarios de sistemas de agua y su estado de mantenimiento. • Equipamiento de filtros de agua artesanales. Estudios de calidad de agua. • Sistemas familiares de cosecha de agua. • Gestión de riesgos. • Establecimientos de mecanismos de alerta temprana. • Protección de fuentes de agua con reforestación. • Manejo integral de cuencas. • Programas de cuidado al medio ambiente: promoción de la educación ambiental y el uso sostenible del agua. 62


V. Los proyectos bioculturales

Como parte de la Madre Tierra, el agua ofrece a los seres humanos el horizonte de un mundo común. Por eso el agua es de todos y de nadie. Pertenece a todos los seres vivos, incluyendo al ser humano. Se distribuye equitativamente de acuerdo con las necesidades, costumbres y normas comunitarias, y según su disponibilidad cíclica. Para darle un uso sustentable se puede apelar a conocimientos y habilidades obtenidos durante siglos, y a la construcción de una infraestructura hidráulica que permita su cosecha y distribución por medio de una gestión mancomunada y eficiente. Esta visión biocultural se traduce en proyectos orientados a una adecuada cosecha, conservación y reproducción de los recursos hídricos, que fueron trabajados con los socios PROINPA, PROMETA LIDER y WCS.

Logros de los proyectos de agua y recreación de la biodiversidad • Rescate de conocimientos ancestrales sobre la gestión del agua que han permitido no solo la supervivencia de las comunidades en un entorno climático muy severo, sino que ha coadyuvado a la preservación de los sistemas de vida. • Recuperación de las buenas prácticas de manejo de los sistemas de agua: i) Utilización adecuada del riego en praderas y bofedales, ii) aprovechamiento y conservación de los manantiales y fuentes de agua, iii) fortalecimiento de los sistemas de vida y los sistemas productivos mediante la recuperación de la cultura de la crianza del agua, iv) procesos de auto-valoración de la cultura de la crianza del agua y recuperación de conocimientos locales y tradicionales sobre la protección de fuentes de agua, v) identificación de conocimientos y experiencias en torno al uso equitativo del agua entre seres humanos, animales y ecosistemas, vi) conservación de los usos y costumbres: turnos de agua, obligaciones de limpieza de fuentes, etc. • Utilización de drones para el monitoreo de bofedales y fuentes de agua. (Sigue en la página siguiente) 63


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• Manejo integral de cuencas para el incremento de la oferta hidrológica. • Construcción de infraestructura para sistemas de riego, sistemas de captación de agua (o cosecha de agua) y otros. • Generación de espacios de articulación, reciprocidad e intercambio para la adopción de estrategias compartidas. • Fortalecimiento de los sistemas comunitarios de agua y su vinculación con los gobiernos municipales, las organizaciones de productores y las comunidades. • Promoción de políticas, leyes y normativas destinadas a la protección de las fuentes de agua. • Incorporación del trabajo con el agua en la agenda de los municipios. • Fortalecimiento del sistema institucional de gestión del agua. • Inclusión en los planes operativos de las reparticiones públicas de presupuestos suficientes para la realización de acciones relacionadas con el recurso agua.

Considerando que el agua es el recurso más afectado por el calentamiento global, los proyectos en este campo han sido la clave para lograr alianzas de todos los actores tras un modelo biocultural y de resiliencia al cambio climático.

Manejo integral y sustentable del territorio El territorio es un hecho social e histórico, dotado de recursos naturales y culturales, formas de producción, consumo e intercambio, así como de redes de instituciones. El control del territorio es una reivindicación clave de la lucha de los pueblos indígenas. Al mismo tiempo, la gestión territorial biocultural, como hemos venido diciendo a lo largo de este documento, consiste en la valoración de la biodiversidad y el patrimonio cultural y de su 64


V. Los proyectos bioculturales

contribución a la dinamización de los sistemas de vida. Concibe los recursos naturales y culturales propios de un territorio –y su interacción– como un “activo” en la medida en que los sistemas de conocimiento de las poblaciones que los manejan y sus formas tradicionales de gestión puedan expresarse en múltiples emprendimientos (manejo de bosques, gastronomía, turismo, artesanías, actividades artísticas, etc.) y estos emprendimientos no sean iniciativas con un valor exclusivamente económico, sino que contribuyan al fortalecimiento de las identidades, así como del tejido social local, y sus prácticas sean ambientalmente respetuosas. Desde un punto de vista práctico, la gestión territorial consiste en la organización de las acciones dentro de un territorio a partir de un plan, generando un proceso de desarrollo participativo gracias a acuerdos de colaboración entre los actores públicos y privados, y gracias el aprovechamiento de los recursos y ventajas competitivas existentes. Los socios PROINPA, PROMETA, LIDER, WCS y AGUA SUSTENTABLE han sido capaces de bajar estos conceptos y convertirlos en propuestas concretas que se han ejecutado desde los propios territorios en dos campos: Manejo integral de áreas y reservas y gestión territorial biocultural como tal. Los proyectos realizados han sido: • Normativas y reglamentos de manejo y gestión integral de áreas y reservas de sistemas de riego, protección de fuentes y conservación de agua. • Normativas de declaración de reservas, áreas naturales, parques nacionales, patrimonios y sitios protegidos a nivel municipal y nacional. • Fortalecimiento de las identidades y del tejido social. • Revaloración de las formas de gestión del territorio. Desarrollo de múltiples emprendimientos productivos desde una perspectiva sustentable. • Inventarios de sistemas de agua y su estado de mantenimiento. 65


Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Pilares de la gestión territorial biocultural La gestión territorial biocultural, como hemos venido diciendo a lo largo de este documento, se sostiene sobre los siguientes elementos: • La identidad o el reconocimiento de los pueblos indígenas, cuyas experiencias tradicionales son fundamentales para el Vivir Bien. El respeto a la organización comunal incluye definir las responsabilidades y obligaciones que deben cumplir todos, las familias, las autoridades comunales, institucionales y las organizaciones matrices locales. • La integración del conocimiento existente en el territorio, que lo conecta y utiliza para el beneficio común. Se trata de desarrollar una capacidad continua de aprendizaje y adaptación. • La cooperación y la responsabilidad locales, que trascienden la simple participación y constituyen una forma más amplia de relacionamiento entre actores y sectores: lo público y lo privado, los diferentes niveles gubernamentales, la academia y la sociedad civil. En la gestión territorial biocultural se da una interacción entre diferentes actores locales y entre instituciones para la mejora de las cuatro formas de resiliencia que vamos a señalar más adelante. Se busca asegurar que la toma de decisiones sea participativa y esté suficientemente informada. Se trata de construir redes de compromisos para la movilización de actores sociales en torno a proyectos compartidos. • La coordinación de las políticas macroeconómicas sectoriales y la negociación entre sectores gubernamentales para obtener resultados más integrales y completos. • La gobernanza para una aplicación más efectiva y transparente de las políticas de desarrollo territorial.

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V. Los proyectos bioculturales

• •

Elaboración de acuerdos comunales de acceso y uso de la tierra, el agua, el bosque y la biodiversidad, según usos y costumbres. Incorporación de la gestión de riesgos y la adecuación al cambio climático en los planes de desarrollo territorial integral de los municipios.

Las cuatro resiliencias La gestión territorial apunta a fortalecer la resiliencia ya existente en los sistemas de vida frente a la adversidad ecológica, la adversidad socio-cultural, la adversidad económico-productiva y la adversidad política: Resiliencia sociocultural, que se fortalece con: • Recuperación y fortalecimiento de la identidad étnico-cultural. Revalorización de saberes y conocimientos ancestrales sobre el manejo del territorio: sistemas agrarios tradicionales, manejo del suelo, gestión social del territorio, diversificación de zonas de cultivo, rotación de cultivos, regulación de los tiempos de producción, interpretación del clima por medio de los indicadores naturales y sociales. Rescate y aplicación de tecnologías tradicionales de manejo del clima para la mejora de la capacidad de respuesta ante al cambio climático. • Fortalecimiento de los sistemas de gobernanza de las autoridades originarias y sindicales que tienen la tuición del acceso a la tierra y la gestión del territorio. Articulación entre actores públicos (gobiernos municipales), comunitarios y la sociedad civil para la gestión territorial con la creación de plataformas institucionalizadas para la gestión territorial integral. (Sigue en la página siguiente)

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Resiliencia ecológica, que se fortalece con: • Acuerdos comunales de acceso y uso biocultural y sostenible de la tierra, los recursos hídricos, los bosques y la biodiversidad. Por ejemplo, se crearon áreas protegidas como el Bosque Seco de Paychat y Cuñarani; el Paisaje Turístico Biocultural Titicaca; el Bosque de Puya Raimondi y el Paisaje Turístico Biocultural Torotoro. • Manejo integral de praderas nativas, fuentes de agua y biodiversidad bajo la lógica de la convivencia con la naturaleza y del Vivir Bien. Por ejemplo, uso de la infraestructura natural para la adaptación al cambio climático, el monitoreo de bofedales y otros. • Programas de investigación y capacitación de recursos humanos especializados en manejo apropiado y sostenible, haciendo hincapié en la conservación de la biodiversidad. Resiliencia económico-productiva, que se fortalece con: • Implementación de estrategias de desarrollo local sostenible que mantienen y conservan las capacidades de la Madre Tierra e introducen criterios de redistribución justa y equitativa de beneficios. • Promoción e implementación del enfoque de equidad social –o igual disfrute– en el acceso a los recursos naturales, considerados como patrimonio natural y cultural. Resiliencia político institucional, que se fortalece con: • Incorporación del “sistema de vida” como unidad idónea de planificación dentro de la gestión de los municipios y comunidades. • Promoción de leyes municipales para la protección (la recuperación, restauración, conservación y el manejo sostenible) de la Madre Tierra.

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V. Los proyectos bioculturales

Las lecciones bioculturales aprendidas Trece años de proyectos de gestión territorial biocultural han promovido mejoras en la calidad de vida, la seguridad alimentaria y la diversificación productiva de las comunidades, así como en la conservación de los ecosistemas. Estos años también han permitido revalorar los saberes de los pueblos indígenas sobre los sistemas de vida y han aumentado la gobernabilidad local. La historia de este esfuerzo se delinea según distintas etapas de aprendizaje. La figura que se forma al representar esta historia es la de la espiral: cada nueva acción hace un circulo más amplio que la anterior, abarcado nuevas áreas e incorporando más conceptos y experiencias, en un camino de perfeccionamiento y totalización. El programa comenzó focalizándose en la conservación de la biodiversidad; después –en un esfuerzo de originalidad que luego se tornaría en su diferenciación fundamental– se implantó en los territorios, pero no para presentar ante sus habitantes, ni mucho menos para ejecutar de espaldas a ellos, una “receta” o un plan preconstituido de acción, sino para aprender de los saberes allí existentes, los cuales reflejaban una relación con la naturaleza muy distinta de la que resulta consustancial a la modernidad. Así, en lugar de concebir a la naturaleza como un espacio externo sobre el que el ser humano debe actuar de manera antropocéntrica y exclusivista, ya sea para depredarlo o salvarlo, verla como un espacio y un tiempo internos, generados por el ser humano y en relación íntima con él, es decir, como Madre Tierra. Así se adoptó el concepto de “biocultura”. A la luz de este concepto, la lucha contra el cambio climático deja de ser una operación técnica, mecanicista, vaciada en el mismo molde que los procesos desarrollistas, aunque tenga un signo contrario, y se convierte en una acción holista: la naturaleza y la sociedad forman un continuum o, mejor aún, constituyen un único organismo. Un organismo que sufre, entonces, pero que también se defiende y es resiliente a la adversidad natural y 69


Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

social (el cambio climático, la crisis económica, la guerra, etc.) La gestión de riesgos ambientales se entiende como el desarrollo de elementos que permiten a la comunidad desplegar sus habilidades de resiliencia frente al cambio climático. Si algunos modelos de desarrollo convencionales emplean metodologías desactualizadas y responden a visiones sectorialistas y fragmentarias, y por ello tienen problemas, el programa de biocultura ha propuesto una forma de planificación basada en el análisis crítico de la realidad y sus potencialidades, que aprovecha el conocimiento, el esfuerzo y la participación locales, y que, sin rechazar los procesos de desarrollo, los reconduce hacia el Vivir Bien. Esta visión se plasmó en convenios cuatripartitos (COSUDE, mandatario institucional, municipios y socios ejecutores), con lo cual se evitó la suspicacia que puede despertarse en los otros actores si los programas de desarrollo solo quedaban en manos de las organizaciones no gubernamentales. El enfoque biocultural ha dado resultados y ha generado experiencias en los municipios y las comunidades; resultados y experiencias que hoy pueden ser aprovechados por otros esfuerzos de una escala distinta, mayor o menor. Algunas de estas lecciones replicables o, como se dice en la jerga, “escalables”, son las siguientes: • El proyecto comienza con un “atractor”, es decir, determinado una oportunidad económico-productiva, la cual corresponde con un emprendimiento comunitario o a una actividad que aprovecha la diversidad agrícola y biológica del territorio (o, más propiamente dicho, ya que en él se encuentran todos los componentes naturales y sociales, del sistema de vida). Pero este “atractor” solo es el detonante de muchos otros procesos de distinta índole: sociales (reciprocidad, redistribución de ganancias, beneficio comunitario), políticos (participación de los miembros de la comunidad y cooperación entre ellos), institucionales 70


V. Los proyectos bioculturales

(coordinación entre distintos actores del desarrollo y entre autoridades de varios niveles), ecológicos (descubrimiento y fortalecimiento de la resiliencia del sistema de vida ante el cambio climático) y, sobre todo, culturales (recuperación de los saberes y las formas culturales –fiestas, comidas, ceremonias, rituales– de los pueblos originarios; saberes y formas que guían hacia el Vivir Bien). Cada proyecto busca identificar y potenciar cuatro resiliencias ya presentes en los territorios o sistemas de vida: la resiliencia ecológica, la económico-productiva, la político-institucional y la sociocultural. Las resiliencias se relacionan entre sí de manera multidireccional. Por ejemplo, la diversificación económica que emerge de la creación de emprendimientos basados en la agro-bio-diversidad y de la mejora de las prácticas productivas con saberes y tecnologías originarias constituye también un avance en la lucha contra el cambio climático, ya que disuade a las comunidades de la tentación modernista de dañar a los ecosistemas, por ejemplo por medio de la deforestación indiscriminada, y las fortalece para enfrentar mejor eventos climáticos como las sequías y heladas. A la vez, la recuperación de las relaciones simbióticas con la Madre Tierra crea oportunidades económicas, fortalece la identidad cultural y mejora las relaciones de los miembros de la comunidad. O la resiliencia ecológica se incrementa con la observación climática por medio de indicadores naturales, la conservación biocultural de las fuentes de agua para la recarga hídrica, el manejo integral de los suelos y la biodiversidad, la conservación de la cobertura vegetal, de los bosques y reservas forestales, y esto contribuye al mejoramiento de los sistemas de riego y a una mayor provisión de agua, lo que repercute en la seguridad alimentaria de las comunidades y la soberanía alimentaria del país. O el mejoramiento de 71


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semillas, la promoción del uso de leguminosas, el despliegue de emprendimientos locales liderados por mujeres y hombres, el manejo integral del ganado camélido y el aprovechamiento sustentable de la fibra de vicuña, así como el turismo biocultural, permiten mejores ingresos para las comunidades, lo que evita la emigración de los jóvenes y fortalece la resiliencia socio-comunitaria. O la resiliencia sociocultural –que implica la capacidad de organizarse para planificar la vida social, productiva y cultural en base a principios de reciprocidad, cuidando que hombres, mujeres, jóvenes y adultos mayores se guarden respeto-- se constituye simultáneamente en un conjunto de habilidades de resiliencia frente al cambio climático. Y así sucesivamente… Un factor clave de esta interrelación es la articulación de las distancias instancias institucionales de desarrollo y representación en cada uno de los sistemas de vida. Las redes, los espacios compartidos y las acciones de cooperación son los que garantizan el carácter holista del proceso de activación de las diversas resilencias. Los proyectos siempre deben procurar formar, fortalecer o ampliar un tejido asociativo, que es fundamental para poder movilizar y conectar a todos los actores involucrados. Este trabajo solo puede tener éxito en la medida en que se comprenda la complejidad de las relaciones internas propias de cada lugar. El modelo biocultural requiere un trabajo de red; se necesita que los participantes quieran compartir y aprender juntos. Se trata de intercambiar diferentes visiones del mundo en un diálogo permanente que busca la generación de un pensamiento integral y holístico. Lo que se busca es una responsabilidad y un compromiso fundamentales: alcanzar el Vivir Bien y presentar una alternativa a la crisis civilizatoria.


V. Los proyectos bioculturales

Se debe generalizar el diálogo de saberes, que consiste en el aprendizaje mutuo entre las formas culturales originarias y los avances e innovaciones actuales. Por ejemplo, el uso de drones para la supervisión de hatos de camélidos que se siguen –y seguirán– pastoreando de forma tradicional.

El escalamiento del modelo biocultural a otros territorios o sistemas de vida resulta fundamental, porque este enfoque resuelve la infinidad de callejones sin salida provocada por los procesos de desarrollo del pasado. Este modelo es el único práctico, concreto y probado para aplicar el Vivir Bien a los dilemas de la pobreza y el desarrollo de Bolivia. Por supuesto, siempre se deberá considerar las particularidades y características de los sistemas de vida en los que se trabaje; el enfoque biocultural necesariamente debe partir de las características propias de cada realidad, que concebirá como elementos de un todo orgánico cuyo interrelación no puede ser destruida. El reto internacional, nacional, regional y local es ampliar y estrechar las redes de aprendizaje del modelo entre los socios internos y externos. El núcleo básico, asociado por la confianza, la disciplina, el consenso intelectual y la experiencia, debe contribuir a la expansión del enfoque biocultural mediante procesos de investigación y sistematización de sus experiencias. En un movimiento expansivo, este enfoque debe terminar siendo capaz de incluir y articular a actores territoriales, así como a instituciones de desarrollo regionales, nacionales e internacionales, y a centros académicos y de investigación. La idea es compartir el conocimiento científico y técnico alcanzado y lograr la diseminación del modelo mediante alianzas, en un proceso de conversación y aprendizaje permanente.

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Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida

Los proyectos bioculturales recuperan el saber de las comunidades que viven en un territorio (saber sobre ellas mismas y sobre el entorno) para realizar en conjunto, a partir de lo que ya existe y abriendo un conjunto de espacios de diálogo y cooperación, unas tareas que potencian la resiliencia que la comunidad y el territorio ya poseen para enfrentar el cambio climático y otros impactos de la modernización mundial; que les ofrecen oportunidades económicas, les permiten revalorar su identidad y cultura ancestrales, y, en suma, los conducen por la senda del Vivir Bien.

Biocultura: Modelando el bienestar con identidad y vida


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