María y yo miramos el horizonte, una estrella estalla e ilumina nuestras siluetas. Ahora somos una trinidad. Tres veces la misma persona. Mi madre, delante de nosotras, mira el mismo espectáculo dándonos la espalda. Me acerco a ella y la abrazo, mientras vemos los rezagos de la estrella caer. Lloro delante de mi madre, soy una niña de dos años. Hoy María se casa con un hombre que no conozco. El abrigo que iba a usar tiene quemaduras de cigarro en su interior. Estoy mal vestida y he llegado tarde.
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