Palenque, yo leo y hablo mi territorio

ngue PaMAlePRIME TIRRITORIO LIBLE Con el tiempo, y gracias a la memoria de los sabedores y sabedoras de este pueblo, comprendí que Palenque se concibe en tres mundos: el de los vivos, el del agua y el de los muertos. El primer mundo suena a picó y tambor, sabe a cocada, pescado, bollo y ñeke, se cuenta en lengua criolla de generación en generación para no perder la tradición. El segundo mundo se vive a través de las historias del arroyo, el Mohán y la Mohana, de Cataliana Luango y de los refrescantes baños en la Languilla. Y el último, el de los muertos, reposa en “Kasariambe”, el cementerio, acompañado de las tradiciones fúnebres, los nueve días de velorio y el lumbalú.

Durante la cotidianidad vivida en el primer mundo identifiqué la importancia de la niñez en San Basilio de Palenque, pues es posible mantener viva la riqueza histórica y cultural de este territorio tan importante para la humanidad a través de la transmisión del legado patrimonial a los más pequeños.

En Palenque los niños son la clave para continuar el camino de resistencia y libertad trazado por sus ancestros, además, invitan a la vida comunitaria, pues la crianza colectiva hace de los niños uno de los ejes principales del pueblo, lo que promueve el fortalecimiento de espacios de comunicación y transmisión de la palabra y los convierte en el motor para mejorar las condiciones de vida de la comunidad.

Mientras ellos leen, crean y descubren el mundo, desarrollan capacidades que les permiten poco a poco conocer sobre su cultura y transformar su realidad. Es por esa razón que en el contenido de Palenge: I a kankaniá i chitía paraje mi podrán encontrar todo un viaje en el que monasitos y monasitas de Palenque exploraron otras formas de leer, habitar y soñar su territorio, a través de lenguajes artísticos como la fotografía, la música, la lectura y la escritura. Estos primeros pasos aseguran el nacimiento de una sensibilidad estética ante el mundo que habitan y se sostienen sobre la idea de que el nuevo conocimiento también les proporcionará libertad.

Daniela Suárez Rivera

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Por: Dolores Martinez Cañate Llegué a la Biblioteca Pública de San Basilio de Palenque en el 2010 convocada por Carlos Arturo Cassiani, en aquel entonces miembro del consejo Makankamana de Palenque, pues una pasante del Ministerio de Cultura necesitaba de una persona que conociera la comunidad y pudiera ayudarla. ella fue quien me enseñó todo sobre los servicios bibliotecarios y sobre la organización de las colecciones . Como siempre me ha gustado enseñar decidí quedarme en la biblioteca.

Con el paso del tiempo, y en el ejercicio de mi labor, me di a conocer por las estrategias que empleaba para cumplir mis objetivos.Las personas que visitaban la biblioteca se iban muy atraídas por los procesos que desarrollaba. En el año 2014 a través de la Fundación Plan tuve mis primeros tres meses con incentivo, después con la Fundación Fundalectura y de allí fui recomendada a la Fundación Majaqua. Tiempo después continué como voluntaria en mi labor de bibliotecaria y conté con el privilegio de ser invitada a las capacitaciones. Estar aquí me ha permitido socializar e integrarme con otros bibliotecarios de la región Caribe, también he conocido nuevos lugares, algunos en Cartagena, Bogotá, Cali, Medellín y Montería. Cada experiencia ha sido única e inolvidable y no se puede omitir el gran aprendizaje que he adquirido.

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He continuado con esta labor porque mi motivación más grande son los niños de la comunidad. Me resulta grato saber que a ellos les agrada estar en la biblioteca, a pesar de que debo llamarles la atención porque, de vez en cuando, se desconcentran en el proceso de aprendizaje. Algunos de los grupos de pequeños que pasaron por la biblioteca ya están en secundaria y vienen a visitarme cada vez que pueden. Mi satisfacción más grande es trabajar con aquellos que están en la primaria pues a través del juego, las lecturas en voz alta, la socialización y los talleres que se ejecutan en la biblioteca se estimula el aprendizaje y el mejoramiento académico de los niños y niñas que asisten a diario.

ASINA IA KANKANIA PARAJE MÍ

“Así leo mi territorio”

Cuando un niño nace en San Basilio de Palenque, el primer territorio negro libre de América, se le asigna la misión de continuar escribiendo la historia de libertad que le fue heredada por sus ancestros. El monasito, que traduce ‘niño’ en lengua palenquera, comienza desde muy pequeño a identificar el territorio que habita con sus pies, sabe que puede caminar tranquilamente por las calles de su pueblo y no importa si lo hace descalzo o con chancletas pues es tradición aprender a transitar sobre la tierra y las piedras.

Las formas de las que se vale un niño para proyectar el lugar en el que crece se nutren a partir de lo que plantan los adultos que conforman su entorno y de la capacidad de éstos para proporcionar contextos y experiencias creativas para los niños. Durante esta etapa de la vida humana, los pequeños tienen la posibilidad de resignificar constantemente los lugares que habitan y construir percepciones diferentes a partir de otro tipo de filtros. Con el propósito de entender cómo los niños en Palenque reconocen el lugar en el que viven se propuso iniciar un camino de búsqueda con Asina ia kankania paraje mí (Así leo mi territorio), primer taller experimental de acercamiento a la lectura y a las prácticas culturales palenqueras dirigido a los niños que asisten a la biblioteca pública de San Basilio de Palenque.

Para estimular ingeniosamente su proceso de aprendizaje se propuso, a través de una herramienta de investigación conocida como cartografía social, ubicar, dibujar y nombrar todos esos espacios representativos de su territorio, con los que se relacionan diariamente. Los niños se dividieron en dos grupos de trabajo, A y B, se les explicó la dinámica y, con el apoyo de Miyeri, una monitora preadolescente de la comunidad, se logró orientar su proceso de descubrimiento

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Monumentos y lugares

identificados por los niñosa través de la cartografía social 1

La entrada/calle principal “Por donde entramos todos”

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El arroyo “Donde la gente se baña cuando no hay agua en la casa”

Árbol medicinal “Oregano, la berbena y la anamo”

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La casa de palma o La casona “Donde venden las cosas tradicionales de Palenque”

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La plaza principal “Allí corremos, nos divertimos”

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Monumento Benkos Bioho

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Iglesia “Para ir a rezar”

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Puesto de salud “A donde vamos cuando nos enfermamos”

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CDI (Centro de Desarrollo Integral) “A donde van los monasitos y monasitas”

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Institución Educativa Técnica Agropecuaría Benkos Bioho “Donde va uno a educarse” Biblioteca Pública San Basilio de Palenque “Donde lee los cuentos la gente pequeña” Monumento Kid Pambelé “El campeón de boxeo que mantuvo 12 titulos” Bandera de Colombia “Mi país” La casa blanca “Es como la casa de la cultura donde hacemos bailes y donde recordamos la cultura antepasada”

Palenge (endi mano mí Palenque en mis manos ) El niño es un obrador y, sobre todo, el obrador de él mismo Ojos exploradores Orejas atentas Nariz aguzada Boca curiosa Piel despierta como una flor recién abierta El niño prueba y se prueba en la ACCIÓN Entre los objetos del niño, los que tan bellamente André Michèlet llamó Útiles de la infancia, están los libros Escondido, un mundo ensoñado por la magia de la narrativa, por el conjuro de la palabra, espera dormido la manita juguetona del lector-niño Rosa Mercedes Reyes

Continuando el camino que emprendieron los niños con sus pies, para hacer una lectura experimental de este pedacito de África en Colombia, nos vimos en la tarea de encontrar objetos que, ante los ojos de estos pequeños, y así como un libro, guardaran algo de magia y de narrativa particular sobre Palenque.

Lo fundamental fue percibir aquellos objetos de la infancia palenquera que representarán diversos aspectos de las vivencias cotidianas en el pueblo: los quehaceres familiares, las historias ancestrales, las necesidades de los niños y temas como la tradición oral y la musicalidad.

Con Palenge endi mano mí cada niño trajo a la biblioteca un objeto de su casa que cumpliera, en su opinión, la condición de representar a Palenque. Esta metodología abrió el espacio a una divertida charla y a la reflexión, construída con sus propias palabras, sus ideas y ocurrencias;un espacio en el que los niños se relacionaron con los objetos y, a su vez, compartieron los vínculos entre estos y su territorio.

El tener en las manos un objeto que representara a Palenque, nos llevó a reflexionar sobre la oportunidad que tienen los niños de seguir construyendo su territorio sin olvidar cada una de las cosas que lo hace único: su etnia, su gastronomía, la música y las formas de hacer artesanías.

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“Mi muñeca representa palenque porque tiene el mismo color de piel de todos aquí y es pequeña como yo” Sharik Orejuela Hernandéz

“Esta es una cuchara de totumo, la usamos para tomar sopa. También hay tazas de totumos y aquí las usan mucho” Lake Peréz Cassiani

“El plátano representa a palenque porque aquí comemos mucho plátano, las mamás hacen las pataconas, las tajaditas fritas, más rico” Ciclary Simarra

“El totumo lo encontramos en Palenque, con él se pueden hacer muchas cosas, hasta artesanías para venderlas” Miyeri Estefani Herrera Tejedor

“Traje este plato porque en Palenque lo usamos para comer, me gusta mucho la comida que hacen en mi casa” Moriam Julio Simarra

“El tambor antes lo sonaban con un toque de sentimiento” Keyler Navarro Cassiani “Lo usaban para las personas comunicarse, que supieran que había muerto o fiesta”

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“Con el Balay mi abuela limpia el arroz y espulga el maíz. Para mí esto representa palenque porque lo hacen desde hace mucho tiempo ” Royelis Cassiani Cassiani

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LA CÁMARA LOCA…

¡ A fotografíar se dijo!

En la búsqueda por tejer redes entre los objetos traídos por los niños y los lugares y monumentos identificados en el primer taller, encontramos una manera creativa de resolverlo a través de una herramienta poderosa para la exploración: la fotografía.

El gran escritor Julio Cortázar en su libro Las babas del diablo expresó que “entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños, pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros”.

Esta experiencia les permite encontrar otras formas de contar, de poner a prueba su imaginación y manifestar simbólicamente lo que para ellos resulta importante en su entorno.

Para introducir a los pequeños en esta actividad fue seleccionada, de la plataforma infantil MAGUARÉ, la canción La cámara loca, en la que un niño cuenta su experiencia con una cámara fotográfica con la que desea fotografiar una cucaracha y una gallinita.

Después del canto llega la hora de salir a recorrer las arenosas y libres calles de Palenque.

Con totumos, balay, plátanos, vasos, muñecas y cámara en mano, los niños descubrieron la posibilidad de congelar en una foto lo que piensan sobre Palenque y sobre aquello que en casa los acerca al legado ancestral.

Este tipo de experiencias brinda a los niños otros modos de relacionarse con el patrimonio material e inmaterial de su territorio, además de generar situaciones en las que se establece un diálogo permanente sobre la cultura y el papel de la niñez, no sólo viendo a los niños como receptores de dicha cultura sino también como sujetos creativos que a través de otras expresiones como la fotografía son capaces de formar una visión alterna acerca de su comunidad.

“Mi cámara está dañada, la voy a revisar, Mi cámara está dañada, la voy a revisar Y toda velocidad me meto por un visón y como un flash flash el lente desbaraté Mi cámara se dañó”

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“Mona ku ma chokoro di toma apu” Niñas con los vasos de tomar agua.

Foto por: Berianyuli Vanesa Cervantes

“Totumo flende ai kioko di pama” Totumos frente al kiosko de palma.

Foto por: Rihana Yulieth Herrera

“Ma totumo ku balai” El totumo con el balai.

Foto por: Luis David Herazo

“Mona jarocha” Niña alegre.

Foto por: Miyeri Estefani Herrera

“Tambo di Palengue” Tambor de Palenque.

Foto por: Keyler Navarro Cassiani

Mochila di makaneo Bolso de trabajo.

Foto por: Ney Hernandéz.

“Mona ku muñeca prieta” Niña con muñeca negra.

Foto por: Sharik Orejuela Hernandez

“Ma balai ku Benko” El balai con Benko.

Foto por: Royelis Cassiani.

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Lo ke kondá aguela mí ( Lo que cuentan mis abuelas )

Homenaje a Amá ¿Dónde está Amá?

Así decía al levantar.

Cuando niña la miraba con alegría y hoy la miro con sabiduría. ¿Dónde está Amá?

Así decía al levantá… hoy amá tá cansá pero no deja de trabajá.

Ella está cansá es de regañá María Eduviges Cásseres Cassiani

En San Basilio de Palenque existen protagonistas únicas que, a través de sus historias de vida y tradición oral, se han convertido en guardianas del saber comunitario. Las abuelas, encargadas de seguir enalteciendo las prácticas del ayer, conforman gran parte de la memoria colectiva del pueblo y le recuerdan a cada generación la importancia de preservar todo aquello que hace de Palenque Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la humanidad, declarado así en el año 2005 por la UNESCO. Este territorio posee una lengua propia, la conocida lengua palenquera, una mezcla de portugués y bantú con base léxica en el español que, en tiempos de batalla por la libertad, fue clave para que los esclavos pudieran comunicarse entre sí y mantener sus planes de escape. Actualmente la tarea continúa siendo salvaguardar dicha lengua y todo lo que representa para la cultura palenquera, por lo que es importante que los niños de la comunidad se familiaricen con su lengua materna y ,así, fortalecer la identidad comunitaria través de la tradición oral.

Lo ke kondá aguela mí se concibió como un espacio de encuentro entre abuelas sabedoras y los niños de la biblioteca para recopilar en español y lengua palenquera el mundo de las rondas y los arrullos infantiles tradicionales con los que muchos niños crecieron; las abuelas también compartieron algunas vivencias de su juventud y experiencias que marcaron su vida. Cada una de sus historias las convierte en ‘bibliotecas vivas’, llenas de libros y conocimientos en su memoria, que se encuentran allí guardados para ser compartidos con los más pequeños.

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Accediendo con tu celular al lector de este Código QR, podrás disfrutar de todos los audios que ofrece la revista.

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Conversaciones con mi

Aguela Tona

Antonia Miranda es una mujer llena de sabiduría e interés por revitalizar y transmitir la lengua palenquera. Se ha destacado en la comunidad por su participación en los talleres de la Casa blanca y en la Casa de la Cultura y por su incansable labor en la conservación de la memoria de su pueblo

Vivencias del ayer

1. La hermanita de Toña (Audio) 2. Mamá dijo que yo no conversara (Audio) 3. La lengua hoy (Audio)

Rondas infantiles

4. El loro y la Lora (Audio) 5. Chimbililin (Audio) 6. Mi marido está en la cama (Audio) 7. La reina de Peyi (Audio) 8. Canción en lengua Palenquera (Audio)

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Mi aguela Magdalena

En su juventud Magdalena Navarro fue vendedora ambulante de productos agrícolas en San Basilio de Palenque.

Es una sabedora que le gusta enseñar sus conocimientos y participar en los procesos culturales del pueblo.

9. Las muchachas antes (Audio) 10. Los picós para mí (Audio)

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La sabedora

Moraima Simarra Hernandez

Moraima es etnoeducadora en la Institución Educativa Técnica Agropecuaria Benkos Bioho de San Basilio de Palenque. Se ha encargado de recibir los saberes de su madre Seño’ Concepción, una sabedora muy reconocida en el pueblo, para así compartir su conocimiento con los niños y los jóvenes

11. Ña Santana (Audio) Letra “Ña Santana” Señora santa Ana

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Ña Santana pokke monasito ta yolá, Señora santa Ana por qué llora el niño po un mansana lo ke a kanforá. por una manzana que se le ha perdido.

E kele uno nu, e kelen do nu Él no quiere una, él no quiere dos, ele a kele gué mansana lo ke a kanforá. él quiere su manzana que se le perdió.

Roró monasito roró mine, Arrorró mi niño, arrorró mi nené, ndrumi monasito mi ndrumi monasito té. duérmase mi niño, duérmase usted.

Mansana ri oro si I topetábo, Manzana de oro si yo te encontrara I a keba nda monasito pa e nu bae yolá se la diera al niño pa’que no llorara.

1 Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Una morena en la ronda: Arrullos, juegos y relatos de las comunidades afrocolombianas. Bogotá, Colombia: ICBF y Fundalectura 2011. Pg. 5.

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Kumo ta soná palenge (Cómo suena Palenque)

Cada año, con una fiesta de tambores, llega a esta tierra la alegría de celebrar las raíces musicales africanas.

Con movimientos de caderas y hombros al compás del tambor y la guacharaca arriban viajeros de todas partes del mundo, con el anhelo de aprender a bailar, tocar y cantar.

Palenque es tierra de tamboleros y cantaoras, es la cuna de grupos como el Sexteto Tabalá, las Alegres ambulancias, los Hijos de Benkos, las Estrellas del Caribe y Kombilesa mí.

Palenque es pueblo negro que con Batata suena a libertad.

Cuenta la historia que, en la época del despojo, cuando los amos europeos osaron arrebatar los tambores y la alegría de las manos de los esclavos

Tiempo musical: De tocar y cantar De la mano de Franklin Hernandéz Cassiani, uno de los jóvenes tamboleros palenqueros más reconocidos en la región, se formó una fiesta de tambores en la biblioteca.

Los niños aprendieron un poco más sobre cómo tocar el tambor hembra y el macho acompañándolo de las maracas y de un canto entonado. Traer la música a la biblioteca reafirmó la importancia de preservar a través de los niños la base de la cultura musical palenquera, permitiendo estimular su capacidad auditiva e intensión de explorar los ritmos autóctonos que prevalecen en su territorio.

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africanos, el ingenio y el ritmo hicieron lo suyo. Los esclavos construyeron sillas con cuero de vaca que emitían el mismo sonido del tambor y cuando el conquistador entraba a la habitación se sentaban inmediatamente sobre sus instrumentos, para que su música no fuera descubierta. Este legado musical ancestral ha sido símbolo de rebelión y resistencia para la identidad cultural palenquera y resulta imprescindible la transmisión de dicho saber de generación en generación.

Con el objetivo de acercar a los más pequeños al universo del ritmo y la alegría, se realizó Kumo ta soná Palengue, o en español, Cómo suena Palenque. En este cuarto taller los niños crearon música y escribieron cuentos.

Echemos unos cuentos En esta actividad los niños pusieron a prueba su creatividad escribiendo un cuento breve sobre el festival de tambores y expresiones culturales palenqueras. Colectivamente se hizo un listado de los músicos reconocidos del pueblo y sus instrumentos principales, esto con la intención de que los niños tuvieran personajes y herramientas para el proceso de creación y escritura.

A continuación podrán leer y escuchar algunos de los cuentos... demás niños. Al llegar la hora de almuerzo, se sentó solo, pero a lo lejos vio a otros niños solos también y les preguntó muy apenado y gritando fuerte: ´ - Serían mis amigos? - Si - Respondieron todos los niños al tiempo.

12. El concierto y la pelea Por: Rihana (Audio)

El niño con sueter verde dijo que se llamaba Manuel y que tocaba la Marimbuala, el de rojo dijo: Me llamo juan y roco las maracas, yo soy Yeider y toco la armonica, y yo Kevin y toco las claves.

El niño tambolero Por: Luis David Herazo Había una vez un niño que quería aprender a tocar el tambor, pero no era capaz de aprender solito, entonces su papá que sabía tocar muchos instrumentos le enseñó y el niño pudo aprender. Luego el niño le dijo al papá que quería aprender a tocar las maracas, su papá le enseñó.

Fue así como el niño creció contento y le dijo al papá que quería meterse a una banda de música. Su padre lo apoyó y ese niño fue un gran músico.

El grupo musical Por:Juan David

Cañate

Salina

Había una vez un niño que fue a un campamento de verano, el niño se llamaba David. Él estaba muy asustado por no ser aceptado por los

-Yo toco el tambor ¿Y si formamos una banda? - Preguntó David Todos dijeron que si y así formaron un grupo musical.

Kendri y su tambora Por: Mariangel Díaz Miranda Una vez en el pueblo hubo un concurso organizado por Afroneto, allí iba a participar Kendri, pero lastimosamente se le perdió su tambor, ella se puso muy triste y pidió ayuda para buscarlo por todas partes. Hasta que un señor que trabajaba en la Casa de la Cultura Graciela Salgado, lo encontró y se lo llevó a la plaza. Ella se puso muy feliz y tocó por siempre su tambora, nunca la descuidaba y tenía guardaespaldas.

Fin.

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Una sinfonía palenquera “La música acompaña al palenquero desde el nacimiento hasta su muerte”, es una de las frases que nos dicen los guías de Palenque cuando pasamos frente a la casa de la cultura, lugar donde también se encuentra el estudio de grabación de Palenque, y de donde se han producido más de 200 discos de diferentes géneros musicales, como el bullerengue y la champeta.

En Palenque la música se siente en todas partes, gracias a los “picós”, los parlantes o el sonido de los propios tambores y otros instrumentos autóctonos del pueblo.

Uno de los instrumentos más reconocidos en Palenque es el tambor alegre, que mide aproximadamente 67 centímetros de alto y tiene partes solistas en las canciones. A este le sigue el llamador, un tambor más pequeño que emite un sonido más agudo y es el encargado de marcar el compás, debe ser constante pero al mismo tiempo flexible al movimiento de las canciones.

También encontramos la tambora, que se toca con dos baguetas, es más ancha que el alegre y por lo tanto necesita su propia base para que el instrumentista la toque de pie, este instrumento genera otro tipo de base rítmica y puede también tener solos en medio de las canciones. Otro de los instrumentos primordiales en los ritmos típicos de Palenque es la marímbula, que fue traída al pueblo gracias al intercambio con un grupo de agricultores cubanos, quienes trabajaron mano a mano de palenqueros en las plantaciones de azúcar en los años 1930. La marímbula es una caja de madera con un hueco resonador en la parte frontal, de allí se instalan siete láminas de metal simétricas que generan cuatro notas graves diferentes, de estas cuatro notas graves se ingenia una base rítmica. Muchos géneros musicales palenqueros incluyen también las maracas y la guacharaca, pero de todos estos instrumentos, el que no puede faltar es la voz, masculina o femenina y usualmente acompañada de un coro, para hacer canto responsorial: El solista canta una parte y el coro responde

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A menudo estos instrumentos se pueden escuchar en el barrio Chopacho, más conocido entre los músicos y las músicas como el barrio donde nacen los y las tamboreras; de todos ellos, una de las figuras más influyentes en el tambor ha sido Graciela Salgado, nacida en este mismo barrio, hija de Manuel Salgado, del legado de los “Batata”, tamboreros de profesión. Las historias de Graciela Salgado siguen inspirando a nuevos, y sobre todo, nuevas tamboreras, porque tradicionalmente el tambor alegre es aprendido por los varones, pero Graciela Salgado marcó la diferencia demostrando que

las mujeres también podían. Desde pequeña aprendió el alegre y lo tocó hasta su muerte, haciendo incluso de su funeral uno de los más musicales de la historia de Palenque. Todos los músicos y las músicas que cruzaron el camino de Graciela Salgado le rindieron memoria durante los días de su funeral, tocaron día y noche y no hubo un solo instante en que no se escucharan los tambores.

En los días del Festival de Tambores (que se realiza cada año a finales de octubre) se visita la casa de Graciela Salgado al realizar el Son de Negro, una representación artística que se recuerda desde los días de la esclavitud, un baile donde todos los participantes se pintan de negro con una sustancia sacada del fruto del huito, los bailarines adelante con palos de madera recorren todo el pueblo, seguidos por los tamboreros y turistas.

La importancia de preservar toda esta tradición musical, se ve reflejada en la forma en que los niños y niñas palenqueros crecen envueltos en este ambiente musical, algunos de ellos aprenden a tocar instrumentos de sólo ver a los mayores hacerlo, también a través del baile con sus compañeros al son de tambores que suenan al frente de las puertas de sus casas, la pista de baile se compone de tierra y piedras palenqueras, mientras ellos van creciendo con la música dentro de su cuerpo, transformándola y apropiándose de sus tradiciones.

Por: Isabel Almario Vásquez Directora de coro y Etnomusicologa almarioisabel@gmail.com

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Leímos juntos

unos cuentos Cada uno de los talleres realizados en el marco de este proyecto quiso hacer de la biblioteca un lugar especial para los niños, un lugar donde pudieran encontrar diversas maneras de acercarse al mundo de la literatura infantil.

Se propiciaron espacios amenos a través de la lectura en voz alta y gracias a la selección de material acorde a cada temática que, además, fue pensado para promocionar la lectura a partir de la relación que tuvieran con el territorio y con la necesidad de seguir preservando a San Basilio de Palenque como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

Una morena en la ronda

Contiene la recopilación de arrullos, juegos y relatos en lenguas afrocolombianas con los que padres y abuelos han acompañado a los niños desde bebés. En esta ocasión se leyeron todos aquellos que están en lengua palenquera, como “Ma patiko”, “Ña Santana” y “Sola pelá”.

Memorias Palenqueras y Raizales Contiene historias de las memorias de dos pueblos afrocolombianos: San Basilio de Palenque y el Archipiélago de San Andrés.

De los textos aquí encontrados seleccionamos “BATATA” escrito por Javier Burgos Cantor.

“A PAULINO SALGADO desde niño lo conocieron en el Palenque de San Basilio como BA TA TA, desde entonces percusión, desde siempre ritmo”

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La memoria del abuelo

Relata divertidamente la reunión de un abuelo y sus nietos, en la que el abuelo comparte anécdotas de cada uno de ellos. Este cuento fue seleccionado de la plataforma “ Maguaré” , que pertenece a la Estrategia Digital en Cultura y Primera Infancia del Ministerio de Cultura.

“El abuelo Emiliano lo olvida todo, todo, todo… bueno no se le olvidan las cosas que avergüenzan a Rani y a Gildardo. ¡Abuelo Emiliano ejercita su memoria con un sudoku!”

ABC musical:

Guía de instrumentos para pequeños melómanos Ofrece un viaje introductorio para niños sobre veintiseis instrumentos musicales.

Su autora, Carmenza Botero, relata cómo desde niña sus padres la rodearon de música, lo que hizo que adquiriera dicha pasión

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El arrullo de laS

s e r e j Mu ras

e u q n e l Pa

En San Basilio de Palenque, cuando el reloj marca las seis de la tarde y cuando marca las seis de la mañana, se encienden las historias, las leyendas y los cuentos que lo convierten en un lugar para soñar e imaginar. El Mohan y la Mohana, Catalina Luango, y los demás personajes que parecieran pertenecer al árbol genealógico de las familias palenqueras, aparecen tras la ventana de las anécdotas y los relatos de los mayores que, con picardía, rememoran y transmiten lo que vieron, lo que les contaron o lo que alguna vez, detrás de la puerta, lograron escuchar.

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No había pasado mucho tiempo desde el día en que por el pueblo empezó a merodear el rumor de que la Mohana había vuelto a aparecer en el arroyo, rumor que logró despertar la curiosidad en unos y el temor en otros, particularmente, en los niños y las niñas , a quienes había llegado aquel murmullo con el afán de disciplinarlos, atemorizarlos o simplemente hacerlos partícipes de una de las historias que mayor eco ha tenido en el pueblo. La Mohana, cuentan los mayores, corresponde al espíritu de una mujer que con sus encantos busca capturar a niños y a hombres del pueblo de Palenque para llevarlos a vivir a su fantástico mundo [1].

No había pasado mucho tiempo desde eso cuando, justo esa noche, en medio de los comentarios y barullos, y como a menudo suele suceder, se fue la luz en el pueblo. En casa nos encontrábamos reunidas todas: Gladys, sus hijitas Sharik y Dahiana, las primitas y las vecinitas. En cuanto se instaló la oscuridad se despertó el temor que durante los días anteriores habían suscitado los rumores sobre la aparición de la Mohana, temor que inmediatamente intentó ser mitigado con los juegos y las rondas que Gladys empezó a idear para las más pequeñas.

El teléfono roto, para transmitir un mensaje cualquiera, bien podía tratarse de un trabalenguas o una frase en lengua palenquera, que casi siempre terminaba transformado por Sharik, una de las más pequeñas, quien parecía disfrutar su papel protagónico al romper el teléfono.

Luego del teléfono apareció el sapo sapito sapo, un juego de palmas al que se debe acudir con velocidad y destreza.

Después de los juegos, llegaron las canciones, que todas entonaban con el

propósito de acelerar el tiempo al ritmo de la música, pero yo las quise entender como una excusa para compartir, para abrazarse, para morirse de la risa, para tejer historias y terminar de espantar los miedos que para ese momento ya nadie parecía recordar.

Cuando regresó la electricidad una de las niñas me confesó que, a pesar de la oscuridad, uno de sus momentos favoritos era cuando se iba la luz en Palenque. Las canciones y los juegos a los que me referí con anterioridad no habían sido una casualidad esa noche, es decir, y de acuerdo a lo que quisiera seguir creyendo, se convierten en una suerte de ritual gestado por las mujeres de la comunidad que, como muchos otros, cumple la función ancestral de cuidar y acompañar al compás de la música las carcajadas y la jarochería [2].

[1] Arrieta, Leidis. Alvarez, Herlinda.

Transmisión oral de la cultura. UNAD, 2015.

[2] Jarocheria significa “alegría” en lengua palenquera.

Por: Lucia Castillo Rincón Trabajadora social y Magister en Estudios Latinoamericanos eluciacastillo@gmail.com

Entendí que en las casas de Palenque se comparte la alegría, el temor y el infortunio, que, así como las plantas y los santigüos cumplen una labor sanadora para los cuerpos, los juegos, la música y los arrullos se comportan como un bálsamo para los males del espíritu y la exaltación de la vida.

Fue así como esa noche el temor se disipó y la casa se convirtió en un mundo, en el mundo de los cuidados y de los afectos, es decir, el mundo pedagógico por excelencia, si tenemos en cuenta que nada enseña tanto y de manera tan profunda como el juego, las caricias, los susurros, el abrazo el arrullo y la’ cucullita.

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CuentaTunos experiencia

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