La escuela de mis abuelos

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La escuela de mi abuelo Rafael Rodríguez Pérez Nací en 1927 y estudié parvulitos en el colegio Madre del Divino Pastor de Cieza, un colegio de monjas. Después fui a Cartagena. Mis hermanas iban a Las Ramblas como medio-pensionistas, es decir se quedaban en el colegio a comer y merendar y había un autobús escolar que las llevaba y recogía. Yo no iba a ese colegio porque era solo para chicas, iba a uno de monjas.

Grupo de alumnos del Colegio Madre del Divino Pastor

Mi profesora se llamaba sor Josefina y me quería mucho. Al maestro se le respetaba mucho y las clases se basaban en la autoridad, la disciplina y el respeto a los alumnos. Cuando los niños se portaban mal, el profesor imponía castigos como colocar a un alumno en un rincón, de cara a la pared, con los brazos en cruz sosteniendo libros en las palmas de las manos o con las orejas de burro, dar palmetazos, coscorrones, algún bofetón y collejas. También era costumbre que a los alumnos que se portaran mal les hicieran copiar cien, quinientas o mil veces -según la benevolencia del profesor- frases como “No hablaré en clase” o “No contestaré a mi maestro”.


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