AUTOCARS

Page 12

Cuando se vive del carro En Colombia el automóvil es algo aspiracional. La mayoría de los colombianos, desean tener uno. Unos quieren, y pueden comprar un 'BM', un Audi o un Mercedes. Otros, sueñan con el 'carrito', así sea un segundazo y 'se inician' en este mundo con un usado. Entonces buscan el 'corsita', el 'twinguito', o el 'mazdita'. Y a otros, con algún esfuerzo, les alcanza para el cero kilómetros de rango popular. Pero este no es el caso de Rodrigo Torres, bogotano, técnico del Sena, especialista en electromecánica de equipos automatizados con más de 30 años de experiencia. Gran parte de su vida la ha pasado reparando los equipos de las pistas de bolos más importantes de Bogotá. A su primer carro llegó hace 12 años, en el 2000. Cuándo tenía 40 años de edad, tres hijos que educar y alimentar. Con sus ahorros y juntando plata de aquí y allá, logró reunir los cuatro millones que le costó un Fiat Mirafiori modelo 82. El viejo Mirafiori, hoy pintado de un verde chillón que se ve a kilómetros, alguna vez fue un 'último modelo' y salió reluciente de una vitrina para que lo disfrutara una familia. Con los kilómetros y los años encima, pasó a ser taxi colectivo (pirata, claro), entre Mazurén y la Colina Campestre. "Pero los taxis (legales) molestaban mucho y luego llegaron los bicitaxis". Torres duró un año madurando otra idea. Cansado de de que las empresas le pagaran un salario mínimo por un trabajo calificado, o pasando cuentas por prestación de

servicios, empezó su propio negocio. Así entró a hacer parte del 42 por ciento de propietarios en Bogotá que dependen económicamente de su carro. El carro es para trabajar' Con los ahorros de 'trabajitos' como electricista, Rodrigo compró surtido. El amplio baúl del Mirafiori se convirtió en una tienda, en un verdadero 'negocio sobre ruedas', que abre todos los días a las seis de la mañana estacionado en la calle 119, entre las avenidas Séptima y Novena. Empleados de ese sector de Usaquén, desde encopetados 'doctores', vigilantes y mensajeros, llegan a comprarle el tinto, las empanadas y las arepas de queso y maíz que Rodrigo y María Judith, su esposa, preparan desde las tres de la mañana, hora en la que empiezan su jornada. Ella atiende el 'negocio' cuando a Rodrigo le salen trabajos extras como electricista. También venden comida de 'paqueticos', cigarrillos y dulces. Pero como todo negocio que se respete, hay que diversificar y buscar nuevos clientes. Por eso también entró al 'mundo de las telecomunicaciones': venden minutos a todos los operadores de celular. Y ahí no paró. Valiéndose de sus


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.